⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Jeremy, quiero ir a casa.
—¿Ya? ¿No viniste a ver a tu papá?
—Sí. Pero quiero ir a casa a almorzar con él.
—Eh, mira, no creo que sea una muy buena idea…
—¿Por qué? Mamá dijo que podía llevar amigos a casa. ¿Es porque tú también quieres venir?
La verdad era que sí quería ir con ellos, pero esa no era la razón de su preocupación, así que Jeremy reprimió un leve gemido. Dios, ¿qué tipo de señal era esta?
Cuando Michael se empeñaba en algo, solo Shuri podía hacerlo cambiar de opinión. Además, como parecía que a nadie le importaba, no habría problema en que Theo fuera a la mansión de los Duques de Nuremberg a jugar por un rato. Solo que…
—Ugh, creo que yo también debería ir con mamá. Me duele la cabeza y ya no lo soporto.
—¿Qué…? Ah, sí, mejor vete con ellos.
Ojalá ese niño, al menos en carácter, fuera completamente diferente a su padre. Como yo, por ejemplo. Con ese pensamiento a modo de plegaria, el capitán de la guardia agitó la mano en dirección a sus hermanos, que se alejaban.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
Cuando la peculiar combinación de Leon, Michael y Theo llegó a la mansión de los Duques de Nuremberg, Shuri estaba con una invitada. Se trataba de la Condesa de Hattenstein, que había ido de visita con su hijo mayor, Kai.
—¡Mamá!
—¡Mamáaa!
—Oh, Michael. ¿Regresaste…? Leon, ¡por Dios, qué aspecto es ese!
—E-es por la ceremonia de iniciación… Ah, buenas tardes, lady Hattenstein.
—Hace tiempo que no nos vemos, joven duque. Hmm… Parece que anoche te divertiste bastante.
—No fue porque yo quisiera…
—Hola, señora. Mamá, mamá, Leon durmió en la calle.
Al instante, Michael corrió a abrazar a su madre mientras revelaba sin piedad la vergonzosa historia de su hermano. Como era de esperarse, Shuri le dirigió a Leon una mirada atónita. Bajo la gélida y aterradora expresión de su madre, Leon quedó atrapado en una aplastante sensación de autodesprecio. Maldición, normalmente soy yo quien se encarga de delatar las tonterías de mis hermanos…
—¿Ahora decidiste comportarte como Elias?
—No, es que… te digo que fue por la ceremonia de iniciación… Mamá, por cierto, me duele la cabeza.
—¡¿Así que intentas cambiar de tema disimuladamente?!
—N-no, en serio, siento que voy a morir.
—Mamá, traje a un amigo.
Afortunadamente, Michael logró desviar la atención de Shuri con su comentario, salvando así a Leon de una larga reprimenda. Aunque, de alguna manera, sentía que había descendido al mismo nivel que sus hermanos mayores, que solo tenían músculos en la cabeza.
—¿Un amigo…?
—Ah, b-buenas tardes…
El niño de cabello plateado, que hasta ahora se había mantenido en silencio detrás de los otros dos, levantó la mirada con expresión aturdida y saludó apresuradamente.
Cuando un noble visita la casa de otro, es de buena educación presentarse adecuadamente, mencionando su linaje, sin importar la edad. Leon miró de reojo a su madre para ver su Leahcción. Con la Condesa de Hattenstein presente, explicar la situación en ese momento era complicado.
—Mamá, ¿puede almorzar con nosotros?
—Por supuesto. Leon, ve a asearte y baja cuando termines. ¿No era hoy tu primer día de trabajo?
—E-eso… Te lo explico más tarde.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
Después de un buen baño y un almuerzo caliente con un estofado como plato principal, Leon por fin sintió que volvía a la vida. Se prometió a sí mismo no volver a probar el alcohol.
…Mientras tanto, se dedicó a observar con ojo crítico a los niños, que estaban sentados en el suelo, jugando.
Sí, un hermano y un tío responsables deben vigilar a los pequeños mientras se divierten.
Había cinco niños en total. Kai, que había venido con su madre, la Condesa de Hattenstein; Anabella, que le habían dejado al cuidado mientras Elias y O’hara estaban de viaje (pues Elias insistía en que no se podía confiar en las niñeras); Michael, Leah y Theo.
—Leah, ¿qué haces?
—Ey, no molestes a mi hermana. Está dibujando.
—Pero soy mayor que tú…
—¿Y qué?
Con la actitud altanera de Michael, Kai se apartó obedientemente de Leah. Se notaba que era hijo de una de las familias más poderosas del imperio, con esa arrogancia ya desde niño.
Leon pensó que apenas parecía ayer cuando Michael se oponía con todas sus fuerzas a tener una hermana menor. Ahora, sin embargo, actuaba como un hermano mayor responsable, lo cual le resultaba irritante de ver.
—Tío, yo también quiero dibujar con Leah.
—Apártate. No soy tu tío.
—Pero papá dijo que somos familia.
—Es mentira. Los adultos siempre mienten.
Si Elias hubiera estado ahí, habría entrado en cólera. Michael le respondió fríamente y, tras darle la espalda, comenzó a revolver su caja de juguetes. Anabella, con el rostro a punto de llorar, se dejó caer en el suelo.
—Ana está tristee.
La niña de cabello rubio y rizado, atado en dos coletas, frunció los labios con tristeza. El niño de cabello rosado la miró de reojo y tosió con incomodidad.
—…Lo siento. Era una broma.
—¿Entonces puedo jugar con Leah?
—Haz lo que quieras.
Sí, chico, mejor trátala bien desde ahora. No te vayas a arrepentir en el futuro. Leon, con una sonrisa satisfecha, dirigió su mirada hacia el niño de cabello plateado, que estaba sentado a un lado en silencio.
Con sus ojos dorados brillando, Theo miraba a su alrededor con fascinación. Por su forma de hablar y de comportarse, Leon concluyó que su madre probablemente no era de la nobleza. Si no fuera por su asombroso parecido con su padre, nadie creería que era hijo del príncipe depuesto.
—¿Qué es esto…?
—Un muñeco. Un cascanueces. ¿No lo conoces?
—No, nunca había visto algo así.
—Te mostraré. Era mío cuando era pequeño…
A pesar de que solo tenía cinco años, hablaba como si hubiera sido hace mucho tiempo, mientras tomaba al pobre soldadito cascanueces y hacía una demostración.
El desafortunado soldadito recibió una nuez en su boca y la trituró con precisión, tragándose la cáscara. En el rostro de Theo brilló una expresión de asombro.
—¡Wow… qué increíble!
—Inténtalo tú también. Se pone aquí, y luego giras esto.
En cualquier caso, parecía que Michael realmente se estaba encariñando con su nuevo amigo. De lo contrario, con su temperamento arisco, nunca habría permitido que alguien más tocara su juguete.
Los niños son difíciles de entender.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
—¿…El hijo del príncipe destronado? ¿Eso es cierto?
—Sí. Tanto mi hermano mayor como yo quedamos sorprendidos. Solo se quedará unos días antes de regresar a Nueva.
—Dios… ¿Cuándo demonios hizo semejante desastre?
—Exactamente, esa es la cuestión. Su Majestad solo se enteró ahora… En fin, parece que nadie hace su trabajo como es debido. ¡Ni siquiera conocen el verdadero significado de la nobleza y su responsabilidad!
Shuri tenía una expresión de asombro, pero no parecía tan sorprendida como él había esperado. En sus grandes ojos verdes brillaba un destello de compasión. Al verlo, Leon sonrió con diversión.
—La Emperatriz Gruñona no te ha dicho nada, ¿verdad?
—No lo sé. Esta mañana me insistió mucho en que fuera al palacio…
—Bueno, al menos no fue el príncipe Letrán quien hizo el desastre, así que no está tan mal. Aunque nunca lo reconocerán como miembro de la familia imperial, quizás para él sea lo mejor.
Shuri negó con la cabeza y levantó la mano como si fuera a darle un coscorrón. Leon, esquivándolo ágilmente, regresó al cuarto de juegos de los niños. Sin embargo, se encontró con una escena muy distinta a la de antes.
—¡Mi papá es más fuerte!
—¡No, el mío es más fuerte!
—¡Mi papá es más fuerte que el tuyo! ¡Es un Duque! ¡Y es el mejor caballero del Imperio!
—¡P-pues mi papá tiene un zoológico!
—¡Bah! ¡Mi papá podría comprar diez zoológicos si quisiera!
—¡Hmph! ¡Entonces ya no puedes venir a nuestro zoológico nunca más!
—¡Y tú no puedes venir a nuestra casa!
Los niños… Leon chasqueó la lengua y se dejó caer en el sofá, tomando una galleta con total tranquilidad.
Kai, frustrado por haber perdido la discusión con un niño más pequeño, cambió su enfoque y fijó su mirada en Theo, quien estaba sentado en silencio observando a los demás.
—¿Y tú? ¿Quién es tu papá?
Probablemente le habían advertido que no hablara sobre su padre, porque Theo guardó silencio.
No era de extrañar. Ni siquiera delante de Jeremy había dicho una palabra, así que mucho menos cedería ante un niño de su edad.
—¿Quién es tu papá? ¡Michael, dime de qué familia es!
—¿Theo? Es de una familia importante.
—¿Qué significa eso? ¡Dime el nombre de su familia!
—¿Por qué sigues molestando a mi amigo?
—¡Porque me ignora!
—¡Mi mamá dijo que preguntar sobre los padres de los demás sin permiso es de mala educación!
—¡No estoy preguntando por su salud, solo quiero saber a qué familia pertenece!
Kai tartamudeó al responder, claramente irritado, y miró a Theo con desaprobación.
Theo, por su parte, solo parecía preocupado de que Michael terminara peleando por su culpa.
—¿Tu familia es católica?
Hoy en día, preguntarle a alguien si era católico era casi como arrojarle un guante en la cara para desafiarlo a duelo. Era el equivalente a insinuar que su familia estaba en la ruina. Pero los niños no podían entender esas sutilezas.
Leon consideró intervenir, pero Michael volvió a tomar la delantera.
—Él no sabe de esas cosas. Es de otro país.
—¿Otro país…? ¿Cuál?
—Me lo dijo antes, pero lo olvidé.
—¿Entonces sus padres son extranjeros? ¿Trabajan en el gobierno colonial?
—No sé. Dice que no tiene mamá, y tampoco sabe quién es su papá.
Michael respondió con indiferencia, como si realmente no le importara. Luego, tomó una espada de juguete y comenzó a blandirla en el aire.
Kai, sin embargo, pareció entender algo y asintió con aire de suficiencia antes de girarse nuevamente hacia Theo.
—Ahhh, ya lo entiendo. Tu mamá era una súbdita colonial, ¿verdad? ¿Eres un bastardo?
¡Crash!
Leon, que estaba a punto de levantarse, se resbaló y cayó estrepitosamente al suelo.
Afortunadamente, había una gruesa alfombra que amortiguó la caída, así que no le dolió mucho. Pero Anabella y Leah, que estaban dibujando pacíficamente en el suelo, se estremecieron del susto.
—¡Ah, lo siento…! Chicas, sigan con lo suyo, sigan con lo suyo.
—Huuh…
—¡No llores! ¡Solo me tropecé un poco, por favor no llores…!
¡Plaf!
Hubo un breve silencio.
Leon, que intentaba consolar a la llorosa Leah, lentamente giró la cabeza. En su campo de visión apareció Kai, con los ojos muy abiertos.
—¿Tú… me acabas de pegar?
Preguntó, incrédulo.
Theo no respondió. Simplemente lo miró fijamente con ojos decididos. Y luego-
—¡¡¡MAMÁÁÁÁ!!!
—¡¡¡BUAAAAAH!!!
Si Leon no hubiera saltado inmediatamente para separarlos, Kai probablemente le habría golpeado la frente con el bloque de madera que tenía en la mano.
Y, como era de esperarse, Leah, que hasta entonces solo estaba sollozando, terminó estallando en llanto.
Con los gritos retumbando en el techo y los niños forcejeando con toda su fuerza, Leon sintió que su resaca volvía con más intensidad.
Después de semejante alboroto, era inevitable que las dos damas, que estaban tranquilamente tomando el té en la habitación de al lado, aparecieran de inmediato.
Comments for chapter "157"
MANGA DISCUSSION