⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Con cautela, Theo observó a Michael antes de preguntar tímidamente.
—¿Lo volvemos a construir?
—… No. De todas formas, ya se estaba volviendo aburrido. Oye, ¿sabes montar a caballo?
—No. ¿Y tú?
—Aún no he aprendido. Pero mi mamá y mi papá sí saben. ¿Quieres ir a ver los caballos?
—¿Aquí también hay caballos?
—Por supuesto. ¿Acaso hay alguien en el mundo que no críe caballos?
Michael, con la típica actitud de un joven noble, respondió con naturalidad antes de encabezar el camino con una sorprendente seguridad. Poco después, llegaron a los establos, donde el mozo de cuadra, que estaba alimentando a los caballos, quedó perplejo al ver la inesperada llegada de los niños.
—¡Hola, Paul!
—¡Vaya, joven amo! ¿Qué lo trae por aquí?
—Vine a mostrarle los caballos a mi amigo.
—¿Ah, sí? Ja, ja, ja. Tengan cuidado, no pueden entrar aquí, es peligroso.
—Lo sé. Solo los veremos desde afuera.
Pero, por supuesto, no se conformarían solo con mirar. Mientras Michael se subía a la cerca para acariciar la cabeza de un semental bien cuidado, Theo lo observaba con expresión de asombro, casi hipnotizado.
—¿Verdad que es increíble? Es el caballo favorito de mi papá.
—Sí, es realmente asombroso… Se ve muy caro.
—¿Puedes notar eso?
—El vecino de al lado solía cuidar caballos como estos…
—¿Son todos de tus padres?
—También son míos. Lo que es de mis padres, también es mío. ¿No es así, Paul?
Paul, que había mirado de reojo a Theo con una expresión un tanto peculiar, sonrió amablemente y asintió con la cabeza.
Fue en ese momento cuando se escucharon gritos a lo lejos. Sin embargo, los niños, demasiado ocupados admirando a los caballos, no prestaron la menor atención. Fue Paul quien intervino para llamar su atención.
—Ese viejo va a quedarse afónico… Joven amo, parece que su excelencia ha regresado.
—¿De verdad? ¡Ah, vamos!
Michael saltó de la cerca y salió corriendo como una tormenta hacia el patio delantero. Theo, sin entender muy bien lo que pasaba, se apresuró a seguirlo. Y entonces…
—Eh, no es gran cosa, pero entra.
—… Ya podrías mudarte aquí del todo. Parece que esta es tu casa más que la mía.
—¿Y tú eres el indicado para decirme eso, después de llegar a estas horas cuando tu madre te dijo que volvieras temprano…?
—¡Papáaaa! ¡Bienvenido de vuelta!
El comentario sarcástico de Jeremy quedó interrumpido por el grito eufórico de Michael, que se lanzó sobre él sin previo aviso. Jeremy, sorprendido, lo sostuvo con un brazo mientras Nora lo miraba con desaprobación.
—Estaba trabajando. A diferencia de otros, estoy muy ocupado.
—Dijiste que volverías temprano. ¿Qué pasó?
—¿Por qué eres tan entrometido? Es por un asunto relacionado con nuestro huésped. Tuve que poner en su lugar a cierto viejo testarudo que ni siquiera se dignó a mencionarlo.
Siendo un leal capitán de la guardia, Jeremy debería haber reprendido a su amigo por referirse al Emperador de esa manera. Sin embargo, en lugar de eso, preguntó otra cosa.
—¿Y qué le dijiste?
—¿Qué crees que le dije?
—… No me digas que-
En ese momento, Michael bajó de un salto y corrió hacia Nora, empujándolo suavemente con ambas manos. Nora lo miró, desconcertada.
—¿Qué ocurre?
—… Nada.
—¿Nada?
—No es nada, pero… Papá, hice un amigo.
Michael parecía ansioso por presentar a su nuevo amigo cuanto antes. Aunque no era necesario empujar a Nora para que lo viera, él insistía en hacerlo.
Entonces, el niño que había permanecido inmóvil a un lado, miró con nerviosismo a Nora y rápidamente hizo una reverencia.
—Ah, h-hola… mi señor…
Hubo un breve silencio. Mientras Nora observaba con curiosidad al niño de cabellos plateados, Jeremy se acercó lentamente y susurró en su oído.
—Parece un buen chico, ¿verdad?
—¡Hermano, aléjate!
—¡¿Qué demonios?! ¿Qué hice mal ahora, eh?
—¡Tu cara es el problema!
—¿Qué, qué estás diciendo?!
Jeremy, quien había pasado su vida recibiendo halagos por su atractivo, quedó visiblemente impactado por esas palabras.
Sus ojos verde oscuro temblaban como si acabara de presenciar el fin del mundo. Viéndolo así, Nora le lanzó una mirada de lástima.
—¿Siempre pelean cuando se ven? Tch, parecen un par de niños.
—¡Oye, yo no peleo! Es este mocoso el que siempre- ¡Siempre se envalentona cuando estás cerca y se me pone en contra…!
—Buenas noches, señorita.
—Hace tiempo que no nos vemos, mi señor.
—Tiempo sin verte, señorita Diane. ¿Podrías llevarte a este insoportable gato arisco de una vez?
—Bueno, lo pensaré un poco más.
—Sí, es una decisión que hay que meditar cuidadosamente.
Los dos primos intercambiaban bromas con total naturalidad, lo que dejó a Jeremy, que intentaba expresar su indignación, completamente fuera de la conversación. Lo mismo ocurrió con Leon, que había estado saludando educadamente.
Ambos se miraron con resignación, sintiéndose momentáneamente olvidados. Después de todo, estaban acostumbrados a este tipo de situaciones.
Por otro lado, Theo tampoco parecía saber dónde meterse. Se acercó sigilosamente a Michael, quien no dejaba de moverse de un lado a otro, despeinando el cabello de Nora con las manos, tirando de él, aferrándose a sus hombros, saltando y girando en círculos sin parar. Finalmente, Theo le susurró con cautela:
—Eh, creo que será mejor que me vaya ya…
—¿Eh? ¿Por qué? ¡Ah, cierto! Papá, ¿puede mi amigo cenar con nosotros? Mamá dijo que no habría problema.
Había una extraña insistencia en la parte donde mencionó que su madre no se opondría. Tal vez por eso, aunque los presentes se sintieron algo inquietos, Nora respondió con inesperada despreocupación:
—Eso depende de ti. Es tu amigo.
—¡Guau, papá dice que puedes quedarte más tiempo!
—Ah… g-gracias…
—¡Vamos a buscar a mi hermana! ¡Sígueme!
Más allá de ser simplemente un niño lleno de energía, Michael tenía una resistencia notablemente alta. En contraste, Theo parecía completamente agotado.
La escena hizo que Jeremy recordara su infancia, antes de conocer a Shuri, en aquellos días lejanos en los que sus padres aún vivían y solía pasar tiempo con alguien que en aquel entonces era el príncipe heredero.
Los recuerdos lo invadieron y, con ellos, una sensación de malestar. Jeremy odiaba sentirse así. No es que a alguien le gustara, después de todo.
—Oye, amigo.
—¿Ahora qué?
—¿También podemos traer a nuestros amigos cuando queramos?
La pregunta de su amigo estaba claramente cargada de sarcasmo, así que Nora respondió con el mismo tono:
—Pero si tú no tienes amigos.
—¿¡Quién dice eso!? ¿¡Quién está difundiendo semejante calumnia!? ¿¡Fuiste tú, León!?
—¿Eh? ¿Por qué me culpas a mí…?
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Cuando el día estaba a punto de terminar, Shuri finalmente regresó a casa.
Después de haber pasado medio día escuchando los lamentos de la Emperatriz, la Duquesa volvió con un considerable cúmulo de frustración acumulada, solo para ser recibida por el escándalo de sus hijos.
—¡Shuri! ¡Michael me llamó feo! ¡Dijo que yo era feo! Y encima, ese tal Nora se burló de mí diciendo que no tengo amigos…
—Mamá, tengo hambre. Y Leah me mordió el dedo. ¿No me dará tétanos?
—Mamá, Ana sigue llamándome ‘tío’. ¡Haz que deje de hacerlo! ¡Y mis hermanos mayores son unos malvados! Siempre le gritan a papá y usan palabras feas delante de nosotros…
—Habu… mamá, Ana tiene hambre.
—¡¿Desde cuándo nuestra mamá es tu abuela?!
—Pero…
—¡Si de verdad fueras un padrastro decente, te importaría si tu hijo tiene muchos o pocos amigos!
—Eh, pero… ¿no es cierto que tienes pocos amigos? O sea, quiero decir, como siempre andas molestando a los demás…
—¡¿Puedes callarte un rato?!
—¡Hermanos, están haciendo demasiado ruido!
En medio de aquel caos absoluto, Diane, la única que parecía recordar las normas básicas de etiqueta como invitada, le dio un par de codazos a su prometido. Sin embargo, no tuvo mucho efecto.
La principal víctima de aquel alboroto, Shuri, no mostraba ninguna reacción en particular. De hecho, su sonrisa tranquila, que en otras circunstancias podría haber sido un gesto de confianza, parecía ahora más bien una señal de cansancio.
—Chicos, déjenme cambiarme de ropa primero y luego…
—Mamá, además mis hermanos son raros. ¡Mi amigo dice que no paran de susurrar entre ellos y eso es de cobardes!
—¿¡Cu-cuándo hicimos eso!?
Finalmente, Nora tuvo que intervenir para apartar a la jauría de niños salvajes que perseguía a su esposa. Con precisión, se interpuso entre ella y los demás, emitiendo un gruñido solemne:
—Chicos, guarden silencio.
Todos se quedaron en pausa al instante. Bueno, todos menos Jeremy, quien, como el león indomable que era, rugió indignado:
—¿¡Con qué derecho me mandas a callar!? ¡Como el primogénito de esta casa, tengo el derecho de…!
—Es la autoridad del padre. Así que los niños deben hacerse a un lado.
—…
Jeremy se quedó en silencio, sin saber si estaba demasiado sorprendido o simplemente sin palabras para responder.
Se limitó a observar impotente cómo sus ‘padres’ subían las escaleras, pareciendo un perro abandonado viendo cómo se alejaban. Diane, quien había estado observando la escena con absoluta incredulidad, chasqueó la lengua.
—Señor Marqués, ¿qué edad dijiste que tienes?
—Ejem… solo me dejé llevar por la situación.
—Claro, claro. Por cierto, ¿tu estado lamentable es culpa de ese niño?
Diane murmuró lentamente mientras dirigía una mirada furtiva a Theo, quien parecía estar en una condición similar a la de Jeremy.
Jeremy, sintiéndose descubierto, se aclaró la garganta con torpeza.
—¿Mi estado lamentable? ¿De qué hablas?
—Pareces estar al borde del colapso de tanto preocuparte. Me sorprende. Si tomamos en cuenta que, hace más de una década, tú mismo golpeaste al padre de ese niño, esto es bastante irónico.
—P-por favor, no menciones eso.
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—¿Estás bien?
—Sí. Solo tengo muchas cosas en la cabeza.
Shuri suspiró suavemente y se dejó caer en el sofá junto a la ventana.
Mientras tanto, Nora pensaba que, sin duda, el mayor obstáculo en su matrimonio era la Emperatriz Elizabeth. Con esa idea en mente, se sentó a su lado.
—Hay demasiada gente interesada en ti… Eso me preocupa. ¿Qué dijo la tía?
—Bueno, parece que también está lidiando con sus propios problemas. Al fin y al cabo, ese niño se irá pronto, y no representa un obstáculo para Su Alteza Retlan. Pero aun así… no es su culpa. Haaaa. ¿Qué dijo Su Majestad?
—Le mencioné que informaría a mi padre, y su expresión cambió de una manera bastante interesante.
Para ser honesto, en realidad no tenía la intención de informarle.
Nora negó con la cabeza con una sonrisa de resignación, mientras Shuri, con una expresión comprensiva, esbozaba una ligera sonrisa.
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