⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Bueno, como fue un problema que causó el hijo por su cuenta, Su Majestad debe estar desconcertado.
—Eso es cierto, pero sigue siendo indignante. No sabemos qué tipo de variable podría convertirse en el futuro, y simplemente dejarlo pasar sin más… Eso no está bien.
—En eso estoy de acuerdo, pero dejando eso de lado, ¿tú qué piensas?
—¿Si pregunta por mi opinión?
—A nuestro Michael parece haberle caído bastante bien. ¿Tú qué opinas?
Era una pregunta significativa, si es que tenía algún significado. ¿Que qué le parecía a él?
Para ser honesto, Nora realmente no tenía ninguna impresión en particular. Cuando escuchó que era un hijo ilegítimo de Theobald, le pareció irónico que alguien tan meticuloso con su imagen ahora actuara sin freno, lo que le arrancó una sonrisa cínica. Pero eso era todo. Solo sintió una ligera sorpresa de ver a su quisquilloso Michael llevándose tan bien con él sin reservas.
Mientras ordenaba sus pensamientos, se rascó la cabeza y tomó un momento antes de responder finalmente:
—Para empezar, esta combinación no es nada de mi agrado.
—Entonces, ¿qué es de tu agrado?
—Tú. Yo. Y después, tú. Y yo… ¿hmm?
Nora abrió la mano completamente y comenzó a contar los dedos con una seriedad absoluta.
Shuri suspiró levemente. Luego rodeó con ambos brazos el cuello de Nora, lo abrazó con fuerza y apoyó su cabeza en su hombro.
—La verdad es que estaba pensando que quizás necesitamos unas vacaciones solo para nosotros dos.
—No es que lo necesitemos, lo que pasa es que lo necesitamos urgentemente. Para empezar, te ves demasiado cansada últimamente.
—¿De verdad crees que lo necesitamos por eso?
—… En realidad, es más por interés propio.
Nora dejó escapar un suspiro bajo y, del mismo modo, envolvió a Shuri con sus brazos, acercándola aún más y hundiendo el rostro en la delicada curva de su cuello.
—Nora, ¿de verdad estás bien?
—¿Quieres que te cuente los pensamientos complejos y los cálculos políticos que pasaron por mi mente en el momento en que vi a ese mocoso que es la viva imagen de nuestro enemigo mortal con plumas? Porque no puedo. Porque, en serio, no pensé en nada de eso. No soy tan buena persona como tú, así que lo único que rondaba mi cabeza en el camino de regreso, después de ver al Emperador, era si Leah dejaría que papá se quedara con mamá esta noche.
—… En serio, ¿a quién le dices que es buena persona?
Con un brazo alrededor de su cuello, Shuri hábilmente le acarició el cabello con la otra mano. En su rostro se dibujó una sonrisa de resignación.
—Si te ves tan agotado, ¿todavía tienes energías para pensar en lo que harás por la noche?
—Eso es una cosa aparte… Ejém. Solo estoy mentalmente agotado por nuestro hijo de la misma edad. Cada vez se vuelve más inquietante. Ah, maldición. Hay que casarlo rápido o algo…
—Por cierto, ¿has hablado de eso con él? Ni siquiera sé si tienen planes de casarse. Por más que preguntamos, no sueltan prenda…
—Lo harán a su debido tiempo. Ese mocoso siempre ha sido lento. Desde el primer día que lo conocí, ha sido insoportablemente consistente.
—Dios… No me digas que está retrasándolo porque está planeando la propuesta perfecta o algo así.
—… Eso, eso también suena plausible.
Claro que no era precisamente por esa razón, pero al menos era un hecho que Jeremy y Diane se querían de verdad. Con eso ya era suficiente, por ahora.
Comparado con el pasado, realmente habían avanzado a pasos agigantados… Mientras reflexionaba sobre esto, una serie de recuerdos pasaron fugazmente por la mente de Shuri como un caleidoscopio.
Recuerdos lejanos, cada vez más borrosos, de aquel mundo que dejó atrás antes de regresar.
Si no hubiera regresado, si ese mundo hubiera seguido su curso sin ella, el antiguo régimen aún estaría en el poder, Theobald seguiría siendo el príncipe heredero, y los niños que estaban abajo nunca habrían nacido. Ni Michael, ni Anabella, ni Leah, ni Theo.
Había sido una suerte regresar. Tanto para ella como para Nora. De otro modo, jamás se habrían encontrado, ni hubieran conocido a sus hijos. No habrían llegado a ser una familia real.
—Nora.
—¿Sí?
—Voy a insistir ante Su Majestad para que te conceda una larga licencia. ¿Qué te parece?
Ante la propuesta de la persona con mayor autoridad en el imperio, Nora no respondió. En su lugar, movió su cabeza y dejó un beso en el hombro desnudo de Shuri, justo debajo del cuello.
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Con Elias ausente, la cena transcurrió en una atmósfera relativamente pacífica. Finalmente, Theo se preparó para regresar al palacio.
El hijo ilegítimo del ex príncipe heredero, que ahora se despedía amistosamente de Michael, parecía haber terminado su aventura en un país extraño. En unos días, partiría a Nueva y permanecería allí para siempre.
—Adiós.
—Vuelve pronto. Juguemos otra vez.
Michael parecía sentirlo de verdad. A pesar del sueño, se frotaba los ojos y agitaba la mano una y otra vez.
Detrás de él, Shuri, arrodillada y con un brazo alrededor de su hijo, también agitó la mano con una sonrisa al ver a Theo despedirse con torpeza.
—Cuídate. Si quieres venir a jugar con Michael mientras estés en el palacio, ven cuando quieras.
—Sí… Muchas gracias.
Mientras Theo murmuraba con una expresión algo aturdida al mirarla, Nora también le hizo un gesto con la mano de manera bastante amistosa. Luego le lanzó un consejo:
—Ah, no le des demasiadas nueces a ese soldadito. Se ha estropeado un par de veces por eso.
—Ah… Sí. Sí.
A pesar del tono juguetón de Nora, Theo asintió con seriedad, con los ojos brillando de determinación. Si Michael le había dado su querido cascanueces como regalo, entonces, sin duda, este nuevo amigo le gustaba bastante.
Mientras tanto, Jeremy, observando en silencio desde un lado, murmuró para sí mismo con una mezcla de asombro y resignación. Nunca se sabía con los niños.
Fue en ese momento cuando Leon, que había estado vigilando con mirada de halcón a la familia de lobos y al hijo del ex príncipe heredero, se inclinó sutilmente y susurró:
—Hmm… Creo que ya sé por qué Michael es tan amable con ese mocoso.
¿Acaso se creía un detective? Su susurro conspirador tenía un aire ridículo.
¿Estaba celoso? ¿Pronto empezaría a quejarse de favoritismo como cierto alguien?
Jeremy, divertido por la idea, no pudo evitar burlarse descaradamente.
—Oh, ¿por qué dices eso?
—Estoy hablando en serio ahora.
—Ya sabemos que siempre hablas en serio. Entonces, ¿cuál es la gran verdad que has descubierto?
Leon trató de ignorar el tono burlón de la voz de Jeremy y respondió con firmeza.
—Se parece a mamá, ese niño.
—¿…Qué?
—Ah, lo que quiero decir es que al verlos a todos juntos así, se nota. La forma de los ojos y eso… ¿No crees que se parece un poco a mamá? Podría pasar perfectamente por un pariente de la familia materna.
Por supuesto, eso no significaba en absoluto que el príncipe destronado se pareciera a su madre, agregó Leon mientras se rascaba el puente de la nariz. Jeremy se quedó en silencio por un momento.
Si se tomaba en cuenta quién era la abuela de ese niño, no era una observación del todo descabellada. Aun así, tuvo que hacer un gran esfuerzo para contener la oleada de insultos brutales que le revoloteaban en la lengua. Afortunadamente, Diane intervino justo a tiempo para llamar su atención.
—Jeremy. Me duele.
—Ah… lo siento.
Sin darse cuenta, había estado apretando con demasiada fuerza la mano de su novia. Se apresuró a disculparse y aflojó el agarre. Diane lo miró con curiosidad.
—¿Estás bien?
Su voz llevaba un inusual matiz de preocupación. Jeremy simplemente asintió con una sonrisa sin muchas ganas y apretó la mano de Diane como un niño pequeño, con cuidado de no hacerle daño.
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Después de una ceremonia de bienvenida tan abrumadora y absurda, presentarse al trabajo resultaba una experiencia bastante incómoda y vergonzosa. Sin embargo, dado que ya había superado la ‘iniciación’, ahora realmente formaba parte del equipo.
Con ese ingenuo pensamiento en mente, Leon se dirigió con determinación a su primer día oficial en el Palacio.
Y lo primero que encontró fue una estruendosa oleada de risas.
—¡Jajajajajaja!
—¡Puajaja!
…En resumen, el ambiente era bastante peculiar.
No solo los funcionarios de la administración, sino incluso los guardias reales, que se encontraban por todo el Palacio en cualquier momento del día, parecían incapaces de contener sus risas burlonas.
Parecía que se había corrido la voz de que el ilustre intelectual de Neuschwanstein había protagonizado un espectáculo inolvidable durante su ceremonia de iniciación.
No acostumbrado a ser el blanco de burlas, Leon corrió directamente hacia su hermano, el Capitán de la Guardia y el prestigioso ‘Leon de Neuschwanstein’, para expresar su indignación y vergüenza.
Sin embargo, Jeremy, quien claramente había contribuido a la difusión del chisme, se limitó a responder con un tono burlón:
—Bienvenido al Palacio.
Leon, ya al borde de la exasperación, perdió la paciencia.
—¡Ah, pero qué clase de hermano eres! ¡Gracias a ti, voy a ser el hazmerreír del Palacio por el resto de mi vida!
—¿Y qué quieres que haga? ¿Amenazar a la gente para que dejen de burlarse de ti? Eso no sería nepotismo, sino un acto infantil.
—¡¿Te parezco un niño?! ¡No te estoy pidiendo que los amenaces como un crío! ¡Pero al menos podrías, no sé, inculcar disciplina para que los guardias no pierdan el tiempo riéndose de tonterías y se mantengan alerta en todo momento!
—Piénsalo al revés. ¿Te das cuenta de lo agotador que debe ser su trabajo si algo tan simple les resulta tan divertido? También necesitan este tipo de distracciones para mantenerse eficientes.
El hecho de que su propio hermano valorara más la diversión de los demás que su humillación personal fue un golpe demoledor para Leon.
Por primera vez en su vida, se encontró echando de menos a Elias. Nunca imaginó que llegaría a extrañarlo.
Si Elias hubiera estado allí, probablemente se habría burlado de él también, pero al menos habría salido al Palacio a desafiar a cualquiera que se atreviera a reírse de su hermano menor: ¡¿Cómo se atreven a burlarse de mi hermano?! ¿Nos creen tan débiles?
Era una actitud infantil y nepotista, sin duda, pero Leon en ese momento no estaba tan en contra del nepotismo.
—Dime la verdad, hermano. ¿Fuiste tú quien esparció la historia de mi ‘iniciación’?
—¿…Qué? No sé de qué hablas.
—Vamos, todos lo saben. ¿Quién más pudo haberlo contado?
—¿Por qué no lo tomas con humor? Se nota que todos lo están disfrutando.
—¡Eres tú! ¡Voy a decírselo a mamá!
—¡No fui yo, te lo juro!
—¡¡Mentiroso!!
Después de una acalorada discusión, Jeremy finalmente accedió a dar la orden de que los guardias no se rieran de Leon cada vez que lo vieran.
Pero, por supuesto, era una promesa que nunca se cumpliría.
—Queridos compañeros, mi querido hermano menor está tan furioso que me ha pedido que los reprima… Así que, durante los próximos días, ¡ríase aún más fuerte y sin miedo! ¡Jajajaja!
—¡Jajajaja! ¡Es usted todo un león de Neuschwanstein, Capitán!
En circunstancias normales, un buen hermano mayor debería proteger la dignidad de su hermano menor cuando este se enfrenta a su primera humillación.
Pero, como en cualquier relación entre hermanos, Jeremy era del tipo que sacrificaría todo por el bien de su propia diversión.
Oportunidades como esta no se presentaban todos los días.
Así pasaron varios días, llenos de vergüenza para Leon y de diversión para Jeremy.
Si no fuera por una repentina e inquietante convocatoria del Emperador, Jeremy probablemente habría disfrutado de una semana completamente despreocupada.
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—¿…Desapareció? ¿Qué significa eso exactamente, Majestad?
—Significa exactamente lo que dije. Ordené que estuviera listo para partir mañana temprano, pero resulta que ha desaparecido sin dejar rastro.
El Emperador Maximilian hablaba con un tono solemne, casi con pesar. Por lo tanto, Jeremy también adoptó un tono igualmente grave.
—¿Cómo pudo ese niño escabullirse sin que nadie lo notara, evadiendo a sus robustos sirvientes?
—¿Cómo se supone que yo sepa eso?
—… Disculpe. Solo pensé que tal vez estaría escondido jugando al escondite… ¿Cuánto tiempo ha estado desaparecido?
—Desde el mediodía.
Ante estas palabras, Jeremy mostró sin darse cuenta una expresión de reproche.
—¿Medio día……? ¿El niño ha estado desaparecido durante medio día y recién ahora me lo informa?
—… Como acabas de decir, pensé que tal vez estaba escondido jugando al escondite. Creí que regresaría pronto, pero al ver que no hay señales de él, supongo que estuvo deambulando por ahí y terminó perdiéndose.
El Emperador respondió con aparente calma mientras se acariciaba la barba, pero en su tono bajo se percibía una extraña inquietud. Era difícil saber si se debía a la preocupación por el niño o a la posibilidad de que ocurriera algún otro incidente inesperado.
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