⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El esplendoroso resplandor dorado que emanaba del león era la viva imagen de la majestuosidad y el misterio.
Con sus ardientes ojos esmeralda, su melena meticulosamente esculpida hasta el más mínimo detalle, su boca entreabierta que parecía a punto de soltar un rugido atronador, sus afilados colmillos dorados perfectamente alineados y su lengua detalladamente labrada, junto con su musculoso brazo levantando una espada con fiereza…
—… ¿Esto es lo que llaman una esfinge o algo por el estilo?
Elias, con una expresión de disgusto, chasqueó la lengua mientras hablaba. Aunque su definición no era del todo correcta, fue un comentario crítico que resonó con el sentimiento de la multitud presente.
Jeremy, que había estado absorto en la impresión que le causaba la estatua, finalmente se echó a llorar, conmovido.
—¡¿Qué hice para merecer esto?!
—¿Estás feliz o frustrado?
—¡Qué clase de pregunta es esa! ¡Obviamente, frustrado!
—Si alguien se desespera al recibir una estatua de oro, debe ser porque su estómago está demasiado lleno.
Nora también tenía una expresión igual de confundida y poco impresionada.
Recibir una estatua de oro, y más aún de tamaño real, como regalo, no era algo que cualquiera rechazara. Sin embargo, la reacción general de la audiencia no era precisamente positiva.
Que el león dorado fuera el símbolo de la familia Neuschwanstein era bien conocido en todo el Imperio, por lo que en sí no había problema con ello. De hecho, podría considerarse un regalo de bodas adecuado para el patriarca de la familia.
El problema era que la estatua no era exactamente un león. Ni tampoco una esfinge. Más bien, era lo opuesto: un ser con cabeza de león y cuerpo humano.
El nivel de detalle era tan extraordinario que, si se miraba por mucho tiempo, llegaba a causar incomodidad. Era una obra de realismo extremo que casi daba escalofríos.
Para colmo, su tamaño real y su postura amenazante solo incrementaban la incomodidad. En vez de admirar el esfuerzo del escultor y la fortuna que debió costar, la mayoría solo sentía el impulso de burlarse del ridículo exceso de ostentación.
El problema era que Jeremy no era alguien que disfrutara de exhibiciones ostentosas de ese tipo.
Incluso Elias, el más extravagante de la familia, al ver la estatua no sintió orgullo ni admiración, sino una mezcla de sentimientos totalmente opuesta.
Si al menos hubiera sido solo una estatua de un león, aunque incómoda, no habría sido tan vergonzosa.
—¡¿Pero qué demonios es esto?! ¡Ni que fuera un adolescente con un sentido artístico exagerado!
—Desde mi punto de vista, parece un regalo perfectamente adecuado para ti…
—¡Oye! Confiesa, ¿esto es cosa tuya y de tu padre, verdad?!
—¡Mira nada más a este desvergonzado! En vez de agradecer que mi padre gastara tanto dinero en este regalo de bodas, está aquí quejándose…
—¡Pero qué nieto ni qué nada! ¡¿Desde cuándo soy tu nieto?!
Nora tampoco entendía por qué su padre había enviado un regalo de bodas tan… único. ¿Acaso pensaba realmente que le gustaría?
—Cálmate, hermano. Al fin y al cabo, es un regalo. Lo correcto es aceptarlo con gratitud.
A pesar de la sensata observación de Leon, Jeremy solo pudo soltar un gruñido y agarrarse la cabeza con frustración.
El problema era que el remitente del regalo era ni más ni menos que el padre de su amigo y su propio suegro. No podía simplemente rechazarlo, ni devolverlo, ni siquiera quejarse demasiado.
Si las mujeres, que habían salido a pasear, volvieran y vieran la estatua, la reacción sería evidente. Especialmente la de Diane y Rachel…
—Tenemos que deshacernos de esto.
Las palabras de Jeremy, completamente carentes de gratitud y respeto hacia el remitente del regalo, dejaron a todos atónitos.
—¿Qué?
—¡Hermano, ¿te volviste loco?!
—¡No, no! Lo que quiero decir es que deberíamos guardarlo en un almacén. Si lo dejamos aquí sin más, cualquier ladrón codicioso podría intentar robarlo.
—¿Y dices eso delante de los leales caballeros de Neuschwanstein?
Los caballeros solo intercambiaron miradas sombrías. Aunque Jeremy era quien había recibido el regalo, ellos también sentían vergüenza ajena.
Si la noticia de la estatua se esparcía, sin duda serían objeto de burlas por meses entre los caballeros de Nuremberg.
—Y además, esconder el regalo de bodas de tu propia familia en un almacén es como declarar la guerra.
Nora, despreocupada porque el problema no era suyo, chasqueó la lengua con fingida compasión, lo que hizo que Jeremy explotara.
—¡Pero qué se supone que haga?!
—¡Pues déjalo aquí! Es un lugar perfecto, justo en la entrada del vestíbulo, imponente…
—¡Cállate! ¡Si tanto te gusta, llévatelo tú!
—Habla con sentido. ¿Por qué habría de llevarme el regalo que te enviaron a ti?
—Entonces, Elias, ¿podrías…?!
—¡N-no! ¡Si Ana lo ve, se asustará!
—Tu hija también lleva la sangre de un león, no lo olvides…
—¡Cállate! ¡Yo ya soy parte de otra familia!
—Espera, ¿y si lo ve Rachel…?
—No lo digas.
—Y si lo ve mamá…
—Tampoco lo digas.
—Y si lo ven mis cuñadas…
—¡Cierra la boca!
La única consuelo era que, por suerte, las mujeres de la familia estaban fuera de la ciudad.
Shuri, O’hara, Diane y, además, la reina de Safavid, que había venido al Imperio con el pretexto del discurso de conmemoración de la fundación y, de paso, para asistir a la boda del hermano mayor.
Todos fueron arrastrados por la idea de que era la última diversión de Diane antes de su boda y se tomaron unas vacaciones en la zona de aguas termales del feudo de Nuremberg.
Por lo tanto, durante el festival de la fundación, quedaron en la capital imperial con los niños, que, con cada año que pasaba, se volvían más ruidosos y comenzaban a ignorar las palabras de los adultos.
Aparte del sentimiento de descontento y soledad, pensaban pasar el tiempo ocupándose de los preparativos para la gran boda que se avecinaba al final del festival y atendiendo algunos asuntos de seguridad en la capital.
Eso fue hasta que el futuro novio hizo un llamado de emergencia inesperado.
Jeremy, que tenía la costumbre de atormentarse solo con sus problemas en lugar de pedir ayuda, rara vez solicitaba la asistencia de su ‘familia’.
Por eso, incluso Nora, su padrastro de nombre, y Elias, su hermano menor que ya se había independizado, acudieron con lealtad (para reírse de cualquier problema que fuera). Sin embargo, lo que los recibió fue una estatua dorada de un león de apariencia bastante incómoda.
Leon, que ya estaba en la mansión del marqués, ni siquiera tuvo que acudir, pues ya estaba allí.
—Mejor hubiera sido convertirlo en un león de verdad…
Jeremy suspiró con tristeza, incapaz de maldecir como realmente quería.
Si los rumores sobre este caballero con cabeza de león dorado se propagaban por la sociedad, era desalentador imaginar cómo lo mirarían sus compañeros de la guardia real.
—¿Qué importa? Eres el león de Neuschwanstein. ¿No sería mejor tomarlo con orgullo?
—¿Tú podrías hacerlo?
—Bueno… no, la verdad.
Nora se rascó la cabeza con torpeza. Incluso para una de las dos familias más poderosas del Imperio, esto era demasiado.
Ni siquiera el palacio imperial tenía antecedentes de haber colocado una estatua híbrida con tal realismo. Si no tenían cuidado, podrían terminar siendo conocidos como la familia más pretenciosa del Imperio.
Si hubieran sido una familia advenediza de millonarios, probablemente estarían orgullosos de ello…
Lo extraño era que Albrecht, quien entendía mejor que nadie esa situación, hubiera enviado esto como regalo de bodas.
Nora reprimió una risa que se le escapaba y dio un codazo en el hombro al abatido Jeremy.
—Oye, gato montés perezoso.
—………
—Compañero de armas.
—……¿Qué?
—Ánimo. ¿Qué tiene de malo que haya un caballero león en la guarida del león? Vale, es un poco incómodo de ver, pero…
—Entonces, llévatelo y cámbialo por una cabeza de lobo.
—Robarle el regalo de bodas a mi hijastro sería un acto de un padrastro desalmado.
Jeremy giró la cabeza, con una expresión que dejaba claro que ya no quería hablar más del tema.
Mientras tanto, Leon dio órdenes a los sirvientes para que cubrieran la estatua con una tela blanca.
Parecía que él tampoco podía soportarlo más.
—Por ahora, cubrámoslo así… y luego pensemos con calma qué hacer con esto.
—… ¿Tienes alguna idea brillante, pequeño académico?
—Ejem, en cualquier caso, es problema del hermano mayor, ¿no? Yo tengo reunión con mi club de detectives, así que me voy.
—Sabía que harías eso. ¡Maldito renacuajo de piernas cortas!
A pesar de la provocación de Elias, Leon ni siquiera se detuvo. Se marchó sin mirar atrás.
Jeremy, que solo pudo observar su silueta mientras se alejaba, gruñó después de un largo rato.
—¿Estará saliendo con alguien últimamente?
—¿Cómo voy a saberlo? Maldito enano sin un ápice de fraternidad.
Elias no era el más indicado para decir eso, pero Jeremy prefirió no señalarlo. En cambio, dirigió su melancólica mirada hacia Nora, que se mantenía allí de pie, mirando la escena con incertidumbre.
Siguiendo el ejemplo de su hermano, Elias también la miró fijamente.
Nora se sintió incómodo.
—¿Quieren pelear?
—… Papá.
—¿Pa… qué?
—Papá, quiero beber.
—¡Oh, hermano! ¡Esto sí que es una sorpresa! ¡Eso es! ¡La boda está cerca, así que tenemos que celebrar con una buena bebida! ¡Y ya que estamos, disfrutar un poco del festival como personas normales! ¡Wahaha!
Elias, emocionado, estalló en carcajadas. Jeremy lo miró de reojo con expresión escéptica. Elias carraspeó y, esta vez, habló con un tono inusualmente formal.
—Padre, también me gustaría tomar un trago.
Nora se frotó instintivamente los brazos, sintiendo un escalofrío recorrerle la piel.
Parecía que estos dos evolucionaban cada vez más en una dirección extraña.
—Sí… Sí, beban ustedes solos.
—¡¿Por qué?! ¡¿Piensas abandonar a estos pobres hijos tuyos?!
—Yo nunca he tenido hijos como ustedes.
—¡Vaya, esto es discriminación!
—¡Qué favoritismo! ¡Vaya padrastro más cruel! ¡Le contaré todo a Shuri!
N/Nue; Llámenme loca pero ver a Jeremy llamar papá a Nora me hizo llorar, JAJAJAJJA ES QUE ME ENCANTAN.
Comments for chapter "165"
MANGA DISCUSSION