⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Con un tono suave, él respondió con una sonrisa, mientras sus ojos dorados se curvaban elegantemente. Era una sonrisa que, de alguna manera, parecía amarga y solitaria. Incómoda por la situación, no pude evitar hacerle la siguiente pregunta.
—Parece que no se ha divertido mucho.
—Bueno… ya sabe, fue un evento organizado por mi padre y Su Santidad, y como bien sabe, no soy precisamente del agrado de muchos.
—¡No puede ser! ¿Quién podría no gustar de alguien como Su Alteza?
—Usted siempre es tan amable. Si tan solo mi primo y mi amigo de la infancia pensaran lo mismo, no tendría más que pedir.
¿Su primo y amigo de la infancia…? Ah, claro. Ahora que lo pienso, Nora y Jeremy también estaban ahí hoy. ¿Qué habrá pasado con ellos?
Si mi memoria no me falla, la situación política actual es ligeramente diferente de la que viví en el pasado. Desde el juicio, que fue casi como una audiencia pública, el Parlamento y el clero comenzaron a aliarse como nunca antes, restringiendo el poder imperial. Además, los otros nobles también se han dividido en pro-imperialistas y anti-imperialistas. Y en el centro de la facción anti-imperialista están el León de Neuschwanstein y el Lobo de Nuremberg, que están en pleno ascenso.
Por supuesto, no es que esos dos hayan liderado algo, simplemente el ambiente se ha tornado así. Jeremy, quien solía ser cercano al príncipe heredero, ha estado últimamente haciendo equipo con Nora, lo que ha alimentado las tensiones entre los jóvenes nobles.
Dicen que el aleteo de una mariposa puede causar un tifón en otro lugar. ¿Quién hubiera imaginado que una inocente historia de amor del príncipe heredero llegaría a alterar tanto la política? Si en ese entonces Theobald y yo no hubiéramos entrado en su estudio privado, nada de esto habría sucedido.
—Jeremy no odia a Su Alteza. Es un chico que, aunque no lo parezca, se siente muy cohibido. Simplemente no sabe cómo reconciliarse con usted.
Es cierto que Jeremy ya había superado su malentendido con respecto a Theobald, en parte porque yo se lo había explicado. Sin embargo, incluso después de eso, todavía evitaba al príncipe heredero, su amigo de la infancia, por razones que ni yo misma comprendía del todo.
—Jajaja, ojalá sea así. La verdad es que me siento completamente excluido. Como bien sabe, mi primo, que ahora va a todas partes con él, me detesta, así que no estoy seguro de tener muchas esperanzas.
—Estoy segura de que el joven Duque no lo detesta de verdad…
—Le agradezco su amabilidad, pero eso es evidente para cualquiera.
Con un tono amargo, Theobald bajó sus largas pestañas plateadas con tristeza. Sus ojos, curiosamente melancólicos, tenían una mirada tan solitaria que inevitablemente inspiraban compasión.
—¿Por qué cree que…?
—Bueno, hubo un incidente cuando éramos niños, y creo que eso es lo que lo provocó.
—¿Qué incidente?
—Es un poco vergonzoso, pero… cuando tenía unos doce años, fui a visitar la casa de mi tío. Mi primo era aún más pequeño que yo, tendría ocho o nueve años.
Yo simplemente escuchaba en silencio. El príncipe heredero, ahora con una mirada melancólica, continuó hablando con una voz llena de remordimientos.
—En aquel entonces, mi primo rompió una de las pipas favoritas de mi tío mientras jugaba con ella. Yo ya le había advertido que no la tocara, pero lo hizo de todos modos. Justo en ese momento, aparecieron los adultos, lo que fue, supongo, pura mala suerte.
—Debe haber sido una escena bastante tierna.
—Jajaja, ¿verdad? De todas formas, Nora, siendo solo un niño, empezó a decir que había sido yo. Claro que nadie le creyó mucho. Ahora que lo pienso, debí haber asumido la culpa. Al fin y al cabo, yo era mayor y el príncipe heredero, podría haber cubierto un accidente tan trivial, pero no lo hice. Es ridículo, ¿no?
—Ah…
—Estoy seguro de que, para él, su confianza en su primo, a quien admiraba, se rompió en ese momento. ¿Quién habría imaginado que un pequeño incidente de la infancia podría convertirse en una fuente de resentimiento hasta hoy?
Con un tono mordaz, Theobald me miró directamente, como si lo encontrara extremadamente irónico. Mmm, lo entiendo, pero al mismo tiempo, algo en la historia me resulta sospechoso. No puedo imaginar que Nora guardara rencor durante tanto tiempo por algo tan trivial…
—Oh, vaya, parece que la he retenido demasiado tiempo. Mis disculpas.
—No se preocupe.
—Cuídese al regresar. Ah, y feliz cumpleaños. Parece que hoy no ha sido el día, así que le daré su regalo en la próxima fiesta del aniversario de la fundación del reino.
El joven príncipe me hizo una reverencia educada, y sorprendentemente, parecía más aliviado. Le agradecí y me dirigí a casa.
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—¡¿Por qué estás rondando mi casa?!
La furiosa voz de mi segundo hijo, el potro más impetuoso, resonaba en todo el lugar. Mientras yo me quedaba sin palabras, el intruso, objetivo de tan hostil bienvenida, simplemente ignoró por completo al furioso leoncillo y se dirigió a mí.
—Feliz cumpleaños.
—Ah, hace tiempo que no nos vemos. Te ves bien.
A pesar de que Jeremy y él han estado juntos casi todo el tiempo, yo no había visto a Nora en más de medio año. Y, después de tanto tiempo, el Nora que vi había crecido tanto que apenas podía reconocer al niño de antes. Su mirada azul me observaba con un brillo extraño, como si también él me encontrara algo extraña.
Hmm, puede que ustedes hayan cambiado, pero yo sigo siendo la misma.
De cualquier manera, el niño que solía ser como un cachorro salvaje y lastimero, se había convertido en un joven con una atmósfera tan imponente que resultaba intimidante. Se había vuelto increíblemente alto, y al estar él y Jeremy uno al lado del otro, casi daba miedo. Algo así como un caballero del sol y un asesino de las sombras… ejem. Vaya, ¿en qué estoy pensando?
—¡¿Por qué está ese aquí?! ¡No lo soporto! ¡Shuri, te digo que no soporto a ese tipo oscuro! ¡Échalo de aquí ya!
—Me molesta más tu actitud.
Le respondí sin dudar ni un segundo, y Elias, que estaba a punto de explotar y parecía dispuesto a lanzarse con una ballesta, se quedó congelado con una expresión de sorpresa. Sus ojos verdes, normalmente llenos de veneno, comenzaron a temblar como si un terremoto los hubiera sacudido.
Tch, ¿ves lo que pasa por tratar mal a los invitados? Aunque, ¿por qué parece que nuestros caballeros también están sorprendidos?
De cualquier manera, con una cena especialmente seleccionada con mis platos favoritos, todos nos sentamos alrededor de la mesa. La primera en hablar fue nuestra pequeña damita, que me ofreció su regalo.
—Feliz cumpleaños, mamá. Es un dibujo que hice. Lo dibujé con mucho esfuerzo, así que guárdalo con cariño…
—¡Ay, seguro es igual a todos tus otros dibujos! ¿Qué clase de regalo es un dibujo que haces cada año para tu cumpleaños?
—¡Oh, por favor, cállate ya, hermano! ¡Ojalá te mueras!
—La señorita parece tener talento para el dibujo. Es muy bonito.
Ante el cumplido del joven lobo, que lo dijo mientras bajaba la mirada con sus ojos azules, Rachel se detuvo justo antes de lanzar su tenedor hacia Elias y, en su lugar, esbozó una sonrisa tímida.
—Más que talento… es solo un hobby, jeje.
—Yo también solía tener la pintura como hobby en su momento. Aunque eso ya es cosa del pasado.
—¿En serio tú tenías ese hobby? No me lo imagino para nada.
—Era algo que hacía cuando era niño. Pero pronto descubrí la extraña realidad de que el arte es una explosión…
—Eso suena como algo que diría uno de tus viejos.
—Exactamente.
Mientras Jeremy y Nora se burlaban así de Su Excelencia el Gran Duque, fue el turno de Leon de entregarme su regalo. Un ramo de rosas blancas de verano y una carta de cinco páginas. Hmm, una carta… ¿Será que me está recordando el incidente de los diarios intercambiados del año pasado?
—Qué infantil. ¿Quién regala una simple carta como regalo de cumpleaños?
—¡Oh, por favor! ¿Qué has preparado tú, entonces, que es tan increíble?
—¡Algo mucho mejor que lo que daría un enano como tú! ¡Aquí tienes mi regalo!
Elias, con un aire de confianza, me entregó un objeto rectangular envuelto en un papel tosco. Parecía un libro, y me sorprendió que este chico, normalmente tan impulsivo, hubiera pensado en un regalo tan sofisticado, así que comencé a desenvolverlo de inmediato. Sin embargo, al instante incliné la cabeza, confundida.
—Es una portada extraña. No tiene título y nunca había visto una cubierta roja…
¡Bam!
En ese momento, el caos se desató en la sala. Elias cayó de su silla como si hubiera comido algo en mal estado, Jeremy se levantó de golpe, los gemelos gritaron y Nora, sin decir una palabra, me arrebató el libro de las manos.
¿Qué demonios está pasando…?
—¡Elias!
—¡No, no, no! ¡Fue un error, seguro lo confundí con otro!
—¿Eso es una excusa? ¡Ven aquí, desgraciado! ¿No vas a venir?
—¡Ahhh! ¡Te digo que fue un error! ¡Aghhhh! ¡Fue un accidente!
Mientras Elias recibía una buena paliza de los puños de acero de Jeremy, yo miré aturdida hacia Nora, quien estaba hojeando el misterioso libro de cubierta roja con una sonrisa muy significativa en su rostro. ¿Qué le pasa a esta gente?
—¿Qué es eso?
—Es una edición limitada de un libro ilustrado para adultos.
No sé qué expresión tengo en este momento, pero probablemente sea similar a la que tenía el chef esta mañana. ¿Quién en su sano juicio le regalaría un libro así a su madrastra? Realmente, el nivel de locura de mi segundo hijo me desconcierta.
Aunque su excusa de que lo confundió no es del todo absurda, ¿por qué demonios pediría algo así en primer lugar? Definitivamente voy a cortar su dinero de bolsillo por un tiempo…
—Y ustedes, ¿cómo sabían todos lo que era solo con ver la portada?
—…
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—Mamá, el hermano pequeño volvió a salir.
Después de la caótica cena, mientras les pedía a las doncellas que trajeran té y me dirigía al salón donde estaban los dos jóvenes, Leon se acercó para susurrarme esas palabras. Me detuve de inmediato, frunciendo el ceño.
—¿Cuándo…? ¿Y con quién se supone que va a encontrarse esta vez?
—No lo sé. Pero, mamá, el hermano pequeño se llevó monedas de oro otra vez. No creo que haya salido para una cita.
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