⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Tú…?
—Claro, suponiendo que uno de los tuyos no sea el culpable.
Los ojos de hielo azul del hombre brillaron con una chispa inquietante. Jeremy frunció el ceño, conteniendo su impulso habitual de explotar.
—¿Uno de los nuestros…?
—La clave de una investigación adecuada es no excluir a nadie como sospechoso. ¿Por qué tu gente debería ser diferente? De hecho, considero que es muy probable que todo esto sea una farsa montada por ti mismo.
Era una acusación tan absurda que resultaba increíble. Y al mismo tiempo, tenía un toque de lógica innegable. En lugar de encender su furia, Jeremy sintió que una frialdad creciente lo envolvía. Con una expresión ahora completamente desapegada, apretó los dientes.
—Me pregunto si eres tan bueno actuando como lo eres con las palabras. Muy bien, entonces, adelante, empieza la investigación con todas tus fuerzas, señor de Strafe. Pero tenlo claro: si después de todo este alarde no encuentras ninguna pista, serás el primero en morir.
A pesar de la advertencia aterradora, lo suficientemente fuerte como para dejar paralizado a cualquier otro, el joven señor solo sonrió con burla. Jeremy se dio la vuelta y salió de aquel lugar infernal, dejando atrás esa cara descarada.
Mientras volvía a casa ‘una casa donde ya no lo esperaba nadie’, un extraño sentimiento de apatía y desconexión se apoderaba de él.
El suave murmullo de su hermano menor, el sonido de las ruedas del carruaje rodando, el eco de los cascos de los caballos, todo le parecía distante. Lo único que podía sentir con claridad era el broche de peridoto que mantenía firmemente en su mano.
Quienquiera que estuviera detrás, lo único cierto era que su madrastra había sido brutalmente asesinada. Y Jeremy estaba decidido a descubrir la verdad. No, debía hacerlo.
Los primeros sospechosos que le vinieron a la mente fueron sus propios familiares. Después, otras personas conectadas con ellos, o tal vez alguien del lado de la familia de Shuri. Incluso podría estar involucrado el Duque Heinrich.
¿Quién la había matado realmente?
La gente solía decir que Jeremy era un caballero capaz de ver la verdad del mundo. Pero en este momento, no podía ver nada, ni siquiera sabía por dónde empezar. Lo único que sentía era un vacío insondable.
Las palabras del joven de Nuremberg resonaban en su mente. Tenía razón: ¿de qué servía sumirse en la tristeza frente a un cuerpo sin vida? No importaba lo que dijera, ella ya no podía escuchar su voz. Ninguna disculpa, ningún agradecimiento, ninguna confesión tendría algún valor ahora. Solo serían ecos vacíos.
Incluso si matara a todos los responsables, ella no volvería. Incluso si hiciera pagar a todos los que de alguna manera contribuyeron a su muerte, ella no reviviría.
Y aun así, una cruel y constante oleada de impulsos vengativos lo asaltaba sin cesar, aunque supiera que nada cambiaría.
Con un suspiro, Jeremy se llevó las manos a la cabeza. Un dolor sofocante lo envolvía, como si su pecho estuviera apretado por cadenas de hierro. Nunca había imaginado que ella se iría de esa manera. Como un niño atrapado en un cuento de hadas, había vivido en la ilusión de que ella siempre estaría allí con ellos.
¿De verdad había creído que ella no moriría? Que, como siempre, estaría allí, con su sonrisa, sus lágrimas, y su voz regañona, para siempre. Incluso ahora, esa voz resonaba en sus oídos tan claramente…
( Te lo he dicho mil veces, ¡no pongas los pies en cualquier parte! )
( Deja de ser tan impulsivo. Por eso siempre te olvidas de todo y cometes errores. )
Jeremy no quería pensar en el ‘si hubiera’. No, no quería ni siquiera contemplar esa posibilidad. Pero si realmente, en la noche anterior a la boda, hubiera ido a verla, si hubiera intentado hablar para aclarar todos los malentendidos, tal vez no habría sucedido lo que ocurrió.
Pero no lo hizo. Como siempre, se sintió torpe y avergonzado, y evitó enfrentarla. Perdió su última oportunidad.
Y ahora ella se había ido. Lo único que le quedaba era la promesa que alguna vez le hizo a su hermana menor. Aunque había llegado tarde para cumplirla, era mejor que no hacer nada.
Un suspiro sofocado escapó de sus labios, casi como un gemido. Sus ojos verde oscuro, húmedos, reflejaban a un niño asustado, temblando y llorando. Un niño que gritaba en su interior.
La gente dice que puedo ver la verdad. Siempre dicen que conozco todas las respuestas, que soy un verdadero león sin miedo a nada. Pero ahora, no puedo ver nada. No sé qué hacer.
¿Qué se supone que debo hacer? ¿Dónde estás, Shuri?
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—Buen trabajo, joven. Si no fuera por ti, esto habría terminado ya. Te cedo toda la autoridad de la investigación, sigue trabajando duro.
La voz solemne del Emperador parecía tener un matiz más personal que el simple duelo por la muerte de la esposa de un viejo amigo. El rostro sombrío del Duque, que fumaba incesantemente su pipa, compartía la misma sombría desesperación.
Y Nora Von Nuremberg sabía muy bien por qué su tío y su padre reaccionaban de manera tan similar.
—Haré todo lo posible por descubrir al responsable. Déjelo en mis manos.
Su voz, al salir, sonaba fría y formal, incluso para sus propios oídos. Últimamente, como siempre, no le importaba en absoluto que los dos adultos más cercanos a él estuvieran afligidos.
—Nora.
Justo cuando intentaba retirarse en silencio, su padre lo detuvo. Nora se detuvo, casi al llegar a la salida del salón de audiencias, y lo miró con expresión de ¿qué pasa?
—…Deberías pasar por casa alguna vez. Tu madre está muy preocupada por ti.
Ah, ¿en serio?
Mientras pensaba que no le gustaba que el Emperador lo mirara con esa expresión, Nora miró a su padre directamente. Mientras su padre lo miraba con una mezcla de amargura y preocupación, los ojos de Nora eran fríos, completamente desprovistos de calor. A pesar de ser del mismo color y forma, los ojos de ambos no podían ser más diferentes.
—Cuanto más me aparezca por casa, más preocupada estará. Para mí, es suficiente cruzarnos ocasionalmente aquí, con usted.
—Nora…
—Creo que es mejor que sigamos así, es lo mejor para ambos. Me retiro.
Cualquiera que fuese la próxima cosa que el Duque estuviera a punto de decir, quedó interrumpida por la impertinencia de su hijo, que ya se alejaba sin mirar atrás. El Emperador, como era de esperar, comenzó a aclararse la garganta torpemente.
Mientras tanto, Nora salió del salón de audiencias, pensando que su padre seguramente se comportaba así debido a su edad. Pero pronto se encontró con otra persona inesperada. Para ser precisos, una voz femenina, suave, lo detuvo de repente mientras se le acercaba apresuradamente.
—Eh… Señor…
Nora, molesto y girando inmediatamente hacia la fuente de la voz, vio a la señorita Heinrich, una figura clave en el caso actual. No estaba seguro de si había venido a hacer una petición o simplemente acompañaba al Duque Heinrich. Con una bufanda sobre su vestido sencillo, ella lo miraba con las mejillas sonrosadas y una expresión dubitativa.
—¿Qué es?
—Eh… quería agradecerle por salvarme esa vez. Me pregunto si hay alguna manera de devolverle el favor…
Con timidez y bajando las pestañas, ella lo observaba de reojo, tratando de captar su reacción. Nora, ante ese gesto tan predecible, inclinó ligeramente la cabeza y esbozó una sonrisa sarcástica.
—¿Por qué cree que la salvé, señorita?
—¿Eh? Bueno, pero…
—Lo entiendo. Con la cancelación de su boda y pocas posibilidades de conseguir un buen partido, no es sorprendente que se aferre al caballero que parece haber caído rendido por usted.
Parecía haber acertado de lleno. La señorita Heinrich retrocedió vacilante, ruborizándose más y parpadeando con nerviosismo.
—Yo solo…
—Una dama frágil como usted no podría manejar a alguien como yo. Pero si tiene confianza, no estaría mal probar, ¿no cree?
Sus ojos azules brillaban con oscuridad mientras la observaba de arriba a abajo, desde la cabeza hasta los pies, con lentitud. O’hara, de repente sintiendo un escalofrío, dio un paso atrás involuntariamente. No había esperado que él respondiera con una atracción tan cruda y feroz.
—Cuide sus modales, señorita. Su reputación ya está bastante dañada, ¿no es así?
Con una burla cargada de sarcasmo, Nora se dio la vuelta, dejando a la joven, pálida y congelada en su lugar. Qué ilusiones tienen todos.
Sí, fue Nora quien detuvo a Jeremy cuando, como poseído, comenzó a estrangular a la novia en medio de la ceremonia. Pero su acción no se debió a razones como la caballerosidad o el honor. Mientras sujetaba el brazo del león medio enloquecido, lo que Nora le dijo fue simplemente:
( …No tienes derecho a hacerlo. )
Eso fue todo. Solo quería dejarle eso claro. No le importaba si una joven estúpida moría deshonrosamente. Solo quería que él entendiera que no tenía derecho a esa furia.
Cuando Nora Von Nuremberg era un niño pequeño, uno para quien el mundo entero parecía un cuento de hadas, su primo había visitado su casa y roto una pipa que estaba en la repisa.
No recordaba cuánto valor tenía ese objeto. Lo que sí recordaba con claridad era la cobardía de su primo, que intentó culparlo mientras él jugaba con una espada de madera, y la severidad en los ojos de su padre mientras lo sujetaba por los hombros, exigiendo una respuesta.
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