⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El primero en hablar fue el príncipe Retlan. A pesar de estar aterrorizado, su voz aún conservaba la determinación propia de un miembro de la familia real, sin perder su orgullo.
—No tengo que informarles a ustedes de mis pasatiempos personales… ¿verdad?
Con un fuerte estruendo, la ballesta fue lanzada violentamente sobre la mesa. No hacía falta decir que tanto Retlan, quien intentaba recordar su posición con valentía, como Elias, que depositaba sus esperanzas en él, se estremecieron al mismo tiempo.
Fue en ese momento cuando Nora, quien observaba con interés la tabla de apuestas sobre la mesa mientras se sentaba en una silla que había arrastrado, decidió intervenir. Colocando una mano sobre el brazo de su amigo, que parecía dispuesto a destrozar a los dos jóvenes imprudentes en cualquier momento, habló con una calma escalofriante:
—Parece que no entienden bien la situación en la que se encuentran. Príncipe Retlan, ¿no se da cuenta de que estas reuniones secretas con los hijos menores de familias nobles pueden fácilmente considerarse una conspiración contra el trono?
—¿Conspiración? ¡Eso es exagerado…!
—Con el príncipe heredero vivo, ¿qué cree que pasaría si el Emperador se entera de que el segundo príncipe ha estado organizando reuniones clandestinas como esta? ¿Es usted tan ingenuo o ha sido influenciado por ese cabeza hueca?
El comentario frío, insultante y brutalmente realista dejó a Retlan con el rostro completamente pálido. Elias, quien había sido indirectamente llamado ‘cabeza hueca’, también estaba pálido, incapaz de decir una palabra.
Nora soltó un suspiro breve al ver que finalmente empezaban a comprender la gravedad de la situación.
—Ahora, su única opción es: o le contamos todo al Emperador, o yo mismo me encargo de darle una lección aquí.
—P-pero…
—Primero, ¿por qué no empiezan explicando cómo comenzó todo esto?
Aunque sonaba más como una amenaza que como una oferta de negociación, el príncipe Retlan ya había comprendido que no tenía otra opción. Y además, el hombre que estaba frente a él era su primo, el joven Duque de Nuremberg. Además de su reputación como alguien capaz de cazar águilas delante de la corte imperial, también era alguien a quien ni siquiera el príncipe se atrevía a desafiar. Después de una breve vacilación, Retlan se rascó la cabeza y comenzó a hablar con resignación.
—No es que tuviera malas intenciones… Y, bueno, traje a este amigo aquí por mi cuenta. Así que…
Ante la conmovedora súplica Retlan, que parecía un líder de gremio suplicando clemencia para sus compañeros, Elias lo miró con admiración, pero los dos caballeros no parecían conmovidos. Mientras Jeremy levantaba una ceja con incredulidad, Nora chasqueó la lengua con desaprobación.
—¿De verdad crees que esto es un juego de amigos?
—N-no, no es eso. Al principio solo quería hacer amigos… y pensé que para eso, necesitaba saber qué estaba de moda últimamente…
—¿Así que decidiste frecuentar una casa de apuestas?
—No iba a participar de verdad. Solo tenía curiosidad, y al final solo vine a observar unas cuantas veces… pero entonces mi hermano mayor, bueno, mi hermano mayor me descubrió.
—…
—Como sabes, no soy muy cercano a mi hermano, pero él me dijo que no le contaría nada a mamá si lo hacía en un lugar seguro. Por eso me recomendó este lugar. Así que no tiene nada que ver con conspirar ni nada de eso.
—¿Y nunca te preguntaste por qué el príncipe heredero te recomendaría un casino?
Ante la pregunta, que sólo expresaba una gran decepción, Retlan titubeó por un momento antes de responder con una voz llena de resentimiento:
—Sé que no importa lo que haga, siempre seré visto como una carga. Así que, ya que estaba en esta situación, pensé que sería una oportunidad para involucrar a mi hermano en algo. Después de todo, fue él quien me recomendó este lugar…
—¿De verdad creíste que el príncipe heredero admitiría algo así si te descubrieran? ¿O que la Emperatriz y la madre del príncipe simplemente te creerían a ti?
—No, no lo pensé así… es solo que, no sé, me avergüenza decirlo, pero supongo que fue un último intento de probarlos.
Jeremy ahora miraba a Retlan con una expresión de absoluto asombro, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo. Nora también compartía esa expresión.
—Entiendo por qué te sientes así, pero ¿no crees que el príncipe heredero ya habría previsto algo tan obvio? ¿No pensaste en eso?
—…
—Y si en tu ‘última prueba’ las cosas hubieran salido mal, ¿qué habrías hecho? ¿Qué hubieras hecho si tus amigos del gremio también hubieran sido acusados de traición? ¿Cómo habrías solucionado eso?
—…
—¿De verdad creíste que alguien te tendría lástima o te sentiría pena por hacer esto? ¿Es por eso que has desarrollado este horrible hábito? ¿Así actúa un príncipe?
Ante la fría reprimenda de su primo, Retlan no pudo decir nada. Con los ojos abiertos de par en par, solo pudo bajar la cabeza, completamente abatido.
En ese momento, Jeremy, quien había estado escuchando en silencio, cambió de tema. O más bien, cambió de objetivo.
—Por tu culpa, Shuri lloró.
El rostro de Elias, quien estaba levantándose lentamente mientras seguía llorando, se enrojeció de inmediato. Aunque, claro, ya estaba bastante enrojecido por lo que acababa de pasar.
—Eso… eso…
—¿Y encima de que ya es difícil pasarlo por alto, intentas empeñar la ballesta que te regalaron en un juego de apuestas? ¿Tienes alguna idea de lo que haces?
—…De todas formas, no significa nada para ella —respondió Elias con tono desafiante, lo que no fue la mejor decisión.
Unas monedas volaron hacia él y una le golpeó la frente con precisión.
¡Tach!
El golpe fue tan fuerte que casi parecía que le iban a partir el cráneo.
—¿¡Acaso te oyes hablar!?
—¡Agh! ¡De todas maneras, a ella solo le importa su hermano! ¡Y a mi hermano también sólo le importa ella!
¿Qué tonterías está diciendo ahora?, pensó Jeremy, que observaba a Elias, incrédulo. Mientras tanto, Elias, con lágrimas en los ojos, comenzó a gritar lleno de frustración.
—¡Honestamente, dime! ¿Realmente lo ves como una madre? ¡No, claro que no! ¡Sé por qué no te interesa conocer a nadie ni pensar en comprometerte con alguien! ¡Todos hablan de la forma en que lo miras! ¡Si no hubiera sido por ti, tres años atrás ella no habría anulado su matrimonio con nuestro padre! ¡Pero, ¿qué importancia tengo yo en todo esto? Sé perfectamente que para ella no soy nada, ni siquiera me ve!
Hubo un momento de silencio. El príncipe Retlan, perplejo, observaba a los dos hermanos, sin entender qué estaba ocurriendo. Por otro lado, Nora miraba fijamente a su amigo con una expresión impenetrable.
Jeremy quedó momentáneamente congelado, pero enseguida, una intensa rabia comenzó a crecer dentro de él. Las palabras de Elias, como un filo cortante, le hirieron el corazón, pero un enojo aún mayor lo cubrió por completo.
No importaba lo que dijeran los demás, para Jeremy, ella era su madre. Desde el momento en que tomó esa decisión tres años atrás, no había permitido que pensamientos absurdos nublaran su juicio. Lo sabía demasiado bien: para corresponder el sacrificio que ella estaba dispuesta a hacer por proteger su futuro, su amor por ella debía ser igualmente puro.
Y ahora, este idiota había osado mancillar ese santuario.
—¿Así es como lo ves tú?
—Yo… yo solo…
—Siempre he sabido que eras el más tonto de nosotros, pero no pensé que fueras tan estúpido como para creer lo que los enemigos de nuestra familia dicen. ¿Alguna vez pensaste en lo que ella ha tenido que soportar desde que fue enviada a nuestra casa como una mercancía? ¿O en lo ridículo que es que uses tu lengua para hablar de algo que no comprendes?
—…
—¿Qué clase de idiota eres? ¿En serio crees que esos pensamientos mezquinos justifican descargar tu frustración en una madre que es demasiado buena para nosotros? Si tanto te molestaba, ¿por qué no viniste a mí? ¿Por qué no me dijiste lo que sentías?
La voz de Jeremy era afilada y fría, contrastando con la ira que ardía en sus ojos de color verde oscuro.
La intensidad abrumadora de su presencia hizo que a Elias se le escapara un sollozo ahogado. Quería decir que no era así, pero en el fondo sabía que era verdad. Lo que en un principio parecía una pequeña ofensa, ahora le hacía sentir que había cometido un error imperdonable.
—Y-yo…
—Ya basta. Has cruzado tres líneas esta vez. Te involucraste en apuestas, intentaste empeñar un regalo de nuestra madre, y además, le diste oído a quienes la insultan.
—…Hic… Hic.
—Dame una buena razón para no hacer que te quedes quieto durante mucho tiempo.
—…
Desesperado, Elias miró al príncipe Retlan, buscando apoyo. Sin embargo, Retlan no estaba en posición de ayudar. De hecho, él mismo estaba tan atemorizado que no hacía más que lanzar miradas nerviosas a su temible primo, igual de asustado que Elias.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
El torneo de esgrima que se celebraba durante los dos últimos días del festival en conmemoración de la fundación del reino. El primer día, se llevaban a cabo las eliminatorias y las rondas preliminares, y el segundo día, las semifinales y la gran final.
El torneo de esgrima, en el que podía participar cualquier espadachín de entre dieciséis y veintinueve años que ya hubiera alcanzado la mayoría de edad, era un evento de gran magnitud. La mañana del primer día, o más bien, debería decir al amanecer…
—¿Chicos..,?
Como de costumbre, me había despertado temprano con la intención de tomar una taza de café, cuando mi fiel Robert se acercó a mí con una expresión muy seria. Sintiendo que algo pasaba, bajé directamente al primer piso, donde no me sorprendió encontrar a mi hijo mayor y su amigo profundamente dormidos en el enorme sofá alfombrado del salón. No tenía idea de por qué estos dos estaban durmiendo aquí.
Según los testigos, los caballeros de la familia, que me miraban con ojos vacilantes, la noche anterior Elias se había escapado de nuevo, aunque nadie había visto entrar a los dos chicos.
Hmm, interesante, ¿verdad?
Comments for chapter "67"
MANGA DISCUSSION