⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Tú…?
Intentaba preguntarle cómo tenía eso en su poder, pero mi voz se desvaneció por sí sola. Eso no era lo importante. Es decir, eso no era lo importante. Sabía bien que insistir en ese tipo de detalles solo era una forma de evitar el verdadero problema.
Jeremy seguía allí, sentado inmóvil, observándome fijamente. Sus ojos verdes esmeralda, hundidos en la oscuridad, me resultaban terriblemente familiares y al mismo tiempo extraños. Mientras tanto, el collar de diamantes que sostenía en sus manos emitía un suave resplandor blanco. La cadena de platino, los doce diamantes colgantes y el pequeño adorno de águila blanca destellaban como si enviaran algún tipo de señal enigmática. Mi respiración se aceleró y, en el siguiente momento, empecé a hablar sin parar.
—De todas formas, tenía pensado devolverlo en silencio, sin que nadie lo supiera. No sé qué se le pasó por la cabeza a Su Alteza el Príncipe Heredero al enviarme un regalo tan extravagante, pero no es algo que yo deba tener ni tampoco significa nada para mí. No te lo mencioné porque no quería que te preocuparas por ese tipo de cosas. Así que, aunque no entiendo en lo más mínimo por qué me lo envió, no podía hacer nada cuando él decidió enviarlo. Incluso me pregunté si hice algo que pudiera malinterpretarse, pero yo simplemente…
—…Espera, espera un momento-
—Claro, puede que por lo que pasó hace tres años parezca sospechoso, pero como sabes, hace mucho tiempo que dejé de preocuparme por él. No es que lo guardara como si fuera un símbolo preciado. Solo estaba esperando el momento adecuado para…
—¡Shuri!
Si Jeremy no me hubiera interrumpido con ese grito mientras me sujetaba por los hombros, probablemente habría seguido hablando sin siquiera darme cuenta de lo que estaba diciendo. Mi cuerpo se sacudió de manera brusca, y sentí cómo el aire me faltaba.
—¿Qué te pasa?
—¿…Eh?
—¿Qué te pasa? ¿Tienes miedo de mí?
¿Miedo…? ¿Tengo miedo de Jeremy?
Respiré hondo y parpadeé. Mi lengua, que había estado moviéndose descontroladamente, de repente se sintió pesada y rígida. La oleada de pánico que me había invadido comenzó a desvanecerse lentamente, y finalmente volví en mí.
Dios mío, ¿qué estaba haciendo? ¿Qué demonios le acababa de decir a mi hijo mayor?
Jeremy volvió a hablar. Su voz, suave pero de alguna manera inquietante, resonó en mis oídos.
—Sé que la única persona que podría haberte enviado un regalo así es el príncipe heredero. Solo quería confirmarlo.
—Ah, sí, claro. Es evidente.
Intenté sonreír torpemente y apartar la mirada, pero Jeremy no parecía tener intención de soltarme los hombros. Al contrario, me miró directamente a los ojos con una intensidad aún mayor que antes y me lanzó una pregunta que jamás habría imaginado.
—Shuri, ¿acaso mi padre te hizo algo malo alguna vez?
…¿Qué? Lo miré atónita, sin entender de dónde venía esa pregunta, y luego sacudí la cabeza con firmeza.
—¿De qué estás hablando? Eso es imposible. Sabes perfectamente que tu padre…
—Sé muy bien cómo era mi padre. Y también sé que las personas no siempre se comportan de la misma manera. Así que dime, ¿alguna vez te trató mal o te levantó la mano?
En sus ojos verde oscuro, que me miraban de forma insistente, brillaba una chispa que ya había visto antes. Me preguntaba qué había visto en mí hace un rato para hacerle pensar en eso. Aun así, ni siquiera yo sabía por qué me había comportado de esa manera.
¿Quizá me confundí un momento por un sueño que tuve? No lo creo, pero incluso si fue así, no entendía por qué me sobrevino esa oleada de pánico. Fue un asunto tan trivial, de hace tanto tiempo, que apenas lo recordaba ya.
No fue nada importante. Fue al principio de mi matrimonio, creo. Alguien me envió una pulsera de rubí de forma anónima, y no sabía qué hacer con ella, así que la escondí en el fondo de un cajón. Mi esposo la encontró.
Era joven y no sabía mucho de la vida en ese momento, pero en ese instante me di cuenta de que todo lo relacionado conmigo, todos mis movimientos, grandes y pequeños, llegarían inevitablemente a oídos de mi marido.
¿Qué hombre podría quedarse callado al descubrir que alguien había enviado en secreto un regalo a su esposa? Ya no recuerdo exactamente lo que pasó, pero en cualquier caso, no fue nada grave…
—No, eso jamás sucedió. Jeremy, tu padre fue siempre amable conmigo. No sé por qué de repente piensas en algo así, pero yo solo…
—…
—Eh, ejem, me sorprendí un poco porque pensé que te enojarías y arremeterías contra el príncipe.
Jeremy no dijo nada. Parecía que ni siquiera estaba respirando. Eso me hizo sentir increíblemente incómoda. Dios, la gente siempre dice que no puedes hacer el ridículo delante de tus hijos. Mi torpeza momentánea ahora ponía en peligro la memoria del padre de mis hijos. ¡Qué situación más tonta!
—No pienses en tonterías, solo fue eso. Por cierto, ¿cómo encontraste eso?
—Fui a buscar unos documentos en tu estudio… y lo encontré por casualidad.
Respondió increíblemente rápido y luego frunció un poco el ceño mientras miraba el collar en su mano. Parecía dispuesto a romper la cadena en cualquier momento.
—Creo que lo mejor será que lo devuelva.
—Hmm, no creo que sea una buena idea…
—¿Por qué? ¿Temes que realmente le saque los dientes a ese tipo?
—No es que esa preocupación no me pase por la cabeza.
—Se lo devolveré de manera respetuosa, así que no te preocupes. Y creo que es mejor que yo lo devuelva en lugar de ti. Ese tipo es tan retorcido que nunca se sabe qué estará tramando.
Tenía sentido lo que decía. Si yo intentaba devolverlo y alguien me veía, podría ser muy problemático. Aunque intentaba no pensar que Theobald aún pudiera tener sentimientos hacia mí, fuera cual fuera su intención, debía cortar cualquier posibilidad. Teniendo en cuenta las circunstancias hasta ahora…
—De acuerdo. Entonces, ve a descansar. Mañana es un día importante. Hablaremos después de que todo termine.
No estoy segura de si Jeremy entendió lo que quise decir, pero tras mirarme fijamente un poco más, finalmente se levantó obediente.
—Por cierto, Shuri.
—¿Sí?
—…Esa frase de que no importa lo que digan los que no somos nosotros, ¿aún piensas lo mismo?
Ante la inesperada pregunta, incliné la cabeza confundida por un momento, pero pronto asentí con firmeza.
—Tú también la usas todo el tiempo. Claro que sí.
—…Bien. Lo entiendo. Buenas noches, Shuri.
El suave roce de sus labios en mi frente se sintió cálido. Cuando Jeremy se fue, volví a acostarme en la cama y cerré los ojos.
Pensaba que yo ya no era la misma de antes, pero ahora me doy cuenta de que no he cambiado mucho. Lo único que ha cambiado son las relaciones entre las personas a mi alrededor y yo.
Sin embargo, ¿cómo podría contarle a Jeremy todo lo que pasó entre su padre y yo?
Johannes se casó conmigo solo porque me parecía a su primer amor. Además, no cumplí mis deberes como esposa adecuadamente, y mi relación con los niños tampoco era especialmente buena.
Por eso, a menudo me encontraba nerviosa por cosas insignificantes, con el temor de ser abandonada en cualquier momento… Era algo completamente natural. Quizás, incluso hoy, ese temor sigue presente.
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El último día del torneo de esgrima amaneció con el cielo cubierto de nubes grises, como si fuera a llover en cualquier momento. Tal como lo recordaba. Y, por más gris que estuviera el día, la cantidad de personas en las gradas y el entusiasmo no habían cambiado en absoluto.
Cuatro personas participaban en las semifinales: Jeremy, Nora, un guerrero que era comandante de la guardia personal del reino de Safavid, y un caballero del Reino de Teutón. Como si todo hubiera sido perfectamente planeado, dos locales se enfrentaban a dos extranjeros. Las semifinales terminaron sorprendentemente rápido. Aunque ya conocía el desenlace, me sorprendió un poco. Pero los espectadores del Imperio, repentinamente llenos de fervor patriótico, comenzaron a vitorear locamente. Ya estoy preocupada de lo bulliciosa que será la situación cuando termine la final.
—Señora, escuche esto. El pastel de crema está muy dulce.
Esa fue la voz de mi ex futura nuera, la princesa Heinrich, quien se acercó a mí en las gradas. Sus ojos violetas resaltaban aún más bajo su vestido del mismo color. En la bandeja que sostenía su doncella había un pastel de crema de colores pastel, dispuesto de manera encantadora.
—Gracias, señorita.
—Espero que le guste. Maya es muy buena haciendo dulces. Por cierto, ¿quién cree que ganará? Imagino que usted apoya a su hijo, ¿verdad?
—Claro, pero independientemente de quién gane, debemos celebrar a todos por igual.
—Le regalé a Sir Jeremy un pañuelo para desearle suerte. Por favor, apoye para que su hijo gane.
Mientras O’hara decía esto en un tono extremadamente coqueto, Rachel, que hasta entonces había estado mirando al frente con una expresión indiferente, levantó una mano y comenzó a agitarla en el aire. Fruncí el ceño.
—Rachel, ¿qué pasa?
—Nada, solo que escucho un molesto zumbido.
…Parece que estas dos jóvenes son las únicas que siguen recreando viejas rivalidades.
O’hara, quien claramente había recibido una provocación, inmediatamente frunció el ceño y miró a mi hija con ojos entrecerrados. Pero Rachel, siempre con un carácter fuerte, la miró directamente, lo que hizo que O’hara cambiara de inmediato su expresión a una más sumisa.
—Señorita Rachel, ¿se refería a mí con ese comentario?
Ante la incómoda pregunta, Rachel respondió de manera casi esperada: con una evasiva.
—Señorita O’hara, ¿por casualidad quiere robarme a mi madre?
—…¿Perdón?
—Desde hace un tiempo siento como si estuviera intentando adueñarse de ella. Pero tanto yo como mi gigantesco hermano mayor adoramos a nuestra madre más que nada, así que será difícil que se la lleve. Los pañuelos como sobornos no funcionarán.
—…¡Jaja!
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