⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Elias estaba a punto de echar espuma por la boca.
Parecía tener mucho que decir, pero no sabía por dónde empezar, atrapado en un dilema.
Mientras tanto, Jeremy también estaba igual de desconcertado.
—¿A quién llamas un inútil, cachorro?
—Veamos, por lo menos en las cosas que he estado involucrado…
—¡Vamos, todos ustedes suban y prepárense! ¡Tú también, Jeremy! ¡Todos se están retrasando! ¿No pueden moverse más rápido?
Con una palmada urgente, tanto Elias, que se había puesto rojo de ira, como los gemelos, que estaban observando la situación en silencio, se apresuraron a subir las escaleras. Jeremy, que miraba a su amigo con expresión incómoda, también levantó las manos en señal de rendición ante mi severa mirada y se marchó.
Hubo un breve silencio. Todo permaneció en calma hasta que decidí hablarle cautelosamente al joven que seguía tranquilamente disfrutando el café en mi casa.
—Eh, Nora…
—¿Sí?
La forma inocente en la que parpadeaba con esos ojos azules me resultaba difícil de asimilar. ¿Qué estaría pensando este chico?
—Bueno, deberías volver a casa y prepararte para asistir al baile, ¿no crees? Como sabes, hoy es el… de tu tía…
—Ya estoy listo, como puedes ver.
Nora levantó los brazos con calma, mostrándome su atuendo. Estaba impecablemente vestido, desde la cabeza hasta los pies, con un elegante traje azul oscuro que le sentaba muy bien a su figura atlética… aunque eso no era el punto.
—Pero si vas con nosotros y no con tu familia, ¿no crees que tu madre podría molestarse?
—Soy el hijo que dejaron ir, no pasa nada.
—…De todos modos, últimamente casi no vas a casa. Claro que siempre eres bienvenido aquí, pero tus padres…
—No suelo encontrármelos mucho en casa.
—Pero en un día como hoy…
—Hoy, siendo el cumpleaños de mi ilustre tía, mi hermana se vestirá de manera especialmente hermosa. Y como su caballero, tengo el deber de protegerla de los animales que babean a su alrededor.
…¿Qué estaba diciendo este chico ahora?
—Bueno, por supuesto que eres mi caballero, pero…
—Es un hecho reconocido tanto por ti como por mí. ¿Cómo podría dejar que esos leones molestos se peguen a mi hermana mientras yo lucho con lobos solitarios? Eso es algo que no puedo tolerar, una situación completamente injusta.
Lo único que tenía claro en este momento era que probablemente tenía la boca abierta como una tonta. ¿Este es el mismo Nora que conozco?
Mientras yo me quedaba congelada como una estatua, Nora, tras dejar su taza de café, se levantó y de repente suspiró, inclinando la cabeza hacia mí. La distancia entre nuestros rostros se acortó bruscamente, y sentí cómo mi corazón comenzaba a acelerarse. Intenté apartar la mirada de sus intensos ojos azul oscuro mientras movía los labios para hablar.
—Yo…
—Pero como parece que te sientes incómoda, lo aceptaré y me controlaré.
—¿Eh…?
—Al menos ahora, me estás prestando atención.
Mis mejillas se sonrojaron de inmediato. Antes de que pudiera soltar una respuesta sin sentido como ‘¿y a quién más miraría mientras hablo?’, Nora se inclinó y me dio un beso corto y ligero en la mejilla, luego se giró y salió de la habitación.
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El primer evento oficial desde el juicio divino fue la fiesta de cumpleaños de la Emperatriz Elizabeth. Dejando de lado los resultados del juicio, la fiesta era una oportunidad para que la familia de la Emperatriz, los Duques de Nuremberg, mostraran abiertamente su posición.
Aun así, todos los nobles en el salón de baile actuaban como si hubieran borrado el tema del juicio de sus mentes. Yo también estaba haciendo lo mismo.
—Es un vestido precioso, Lady Neuschwanstein.
—Gracias, Lady Bayern. He oído que su hijo se comprometió recientemente, ¿no es así?
—¡Oh, no sabe cuánto me ha causado dolores de cabeza todo ese proceso!
Si algo se había vuelto claro tras el juicio divino, era que al menos había logrado establecer una sólida red de contactos con las damas nobles en esta vida. En gran parte, esto se debía a mi relación algo antagónica con la Emperatriz Elizabeth, pero muchas de ellas me habían mostrado simpatía, y yo, a su vez, mantenía una relación cordial con ellas y sus esposos. Después de todo, el problema solía estar en los esposos.
—Lady Neuschwanstein, es un placer verla. No tuve la oportunidad de decírselo antes, pero los asuntos del parlamento y el matrimonio de nuestros hijos son cosas completamente separadas…
Como por ejemplo, el Duque Heinrich, que ya estaba borracho y, sin que yo hubiera dicho nada, comenzaba a mencionar temas de matrimonio entre nuestros hijos.
—Creo que ha bebido demasiado.
—Oh, sí, me temo que sí. Mi vergüenza proviene de no haberme ofrecido a ayudarla cuando más lo necesitaba, y ahora…
—Disculpe, Lady Neuschwanstein. Está demasiado ebrio. Rochefort, por favor…
Si el Duque Heinrich hubiera sido una mujer, acompañar a su joven amante, casi de la edad de su propio hijo, a la fiesta de cumpleaños de Su Majestad la Emperatriz habría sido considerado bastante irrespetuoso. En cualquier caso, parecía que la amante del Duque estaba atenta para asegurarse de que él no estuviera con ninguna otra joven, lo que me salvó de tener que soportar más de sus borracheras.
—¡O’hara! ¿Dónde estás? Aquí está la señora de Neuschwanstein, ven a saludar…
Antes de que la hija del Duque Heinrich llegara a mí, me retiré rápidamente y escapé hacia donde estaba la homenajeada de la noche. El Duque siguió gritando cosas ininteligibles, atrayendo la mirada de los demás, y al final acabó llorando desconsoladamente con la cara enterrada en el pecho de su amante. La gente, que hasta entonces había estado ignorando su comportamiento, finalmente intervino para reprenderlo por no comportarse con más dignidad.
—Al verte, cualquiera pensaría que es tu cumpleaños, no el mío. ¿Has encontrado un amante?
—Es usted muy amable, su Majestad. Y puedo decir lo mismo, hoy está radiante como la estrella de la velada.
—Bah, ¿y qué se supone que haga con este regalo? Debes ser muy torpe si aún no te has dado cuenta de que no me gusta el té.
La homenajeada de la noche, Elizabeth, parecía particularmente malhumorada. Su tono punzante no era nuevo para mí, pero hoy parecía especialmente irritada.
—He oído que últimamente no ha podido dormir bien.
—Bah, como si el té pudiera hacer mucho por el insomnio.
—En mi experiencia, es bastante útil. Pero, ¿por qué parece tan molesta en un día tan bueno como hoy?
—¿Me estás preocupando? Qué curioso, como si un gato se preocupara por un ratón.
—Más bien, se trata de la empatía entre iguales. ¿Tiene que ver con los príncipes?
Elizabeth no respondió, simplemente bajó sus largas pestañas carmesí. Bajo esas pestañas, sus ojos azules parpadearon con una leve sombra de preocupación.
Desde que mencioné el incidente en la sala de juegos, esta era la primera vez que sacaba a colación el tema de los príncipes. No estaba claro lo que Elizabeth estaba pensando, pero era evidente que se encontraba en medio de una gran confusión.
—Por cierto, he oído que recientemente perdiste a tu padre. Quiero ofrecerte mis condolencias, aunque sea tarde.
—Gracias.
La historia de cómo mi padre, en estado de ebriedad, tropezó frente a nuestra puerta y murió trágicamente se había extendido por todas partes. Independientemente de lo que realmente sucedió, eso era lo que todos sabían. Y yo me aseguré de organizar un funeral grandioso para mostrar públicamente mi dolor. La única persona que conocía la verdad era…
Aparté la mirada de Elizabeth y la dirigí a la Duquesa de Nuremberg, quien estaba de pie en silencio a su lado. Al encontrarse nuestras miradas, me sonrió levemente.
—Con la pérdida de tu padre y todo lo demás… has pasado por muchas dificultades.
—Gracias por su preocupación. Y, por cierto, creo que no me disculpé adecuadamente por lo ocurrido la última vez.
—¿Preocuparte? ¿Por qué?
—Por lo del joven, su hijo. No esperaba que él actuara como mi caballero en esa ocasión…
—No tienes por qué disculparte por algo que fue decisión suya. De hecho, soy yo quien siente que debería disculparse, ya que parece que mi hijo te ha causado molestias alojándose en tu casa con tanta frecuencia.
La Duquesa respondió amablemente, esbozando una sonrisa tranquila que me dio una sensación de alivio, aunque también despertó una serie de preguntas inútiles en mi mente.
—L-Lady Nuremberg…
—¿Sí…?
—Estaba hablando con la homenajeada de hoy y, bueno, he oído algo que me ha hecho pensar… ¿Podría ser que la razón por la que me hizo aquel pedido sobre su hijo hace tres años fuera… esa?
A pesar de la ambigüedad de mi pregunta, Heide, la Duquesa, pareció comprender de inmediato lo que quería decir. Su mirada acuosa vaciló por un momento antes de desviarla hacia el suelo.
—Si piensas eso… no puedo decir nada en mi defensa. Si te he incomodado, lo siento mucho-
—No, no me siento especialmente incómoda. Solo que me pareció curioso, y por un momento pensé que quizás era eso.
No pude evitar sentir una ligera incomodidad. ¿Acaso pensaba que, al parecerme tanto a la primera esposa de su esposo, sería más fácil abrirme el corazón de su hijo, que era tan parecido a su padre? ¿Que como padre e hijo compartían gustos similares…? Pero yo soy yo, y Nora es Nora…
—Por cierto, ¿cómo era la anterior Emperatriz, a quien dicen que me parezco tanto?
Hablar de las primeras amores de nuestros maridos en una fiesta podría haber parecido raro, pero ahora que entendía mejor por qué la Duquesa siempre me miraba con tristeza y por qué me había hecho aquel pedido hace tres años, la curiosidad sobre la difunta Emperatriz creció en mí. ¿Cómo fue ella para haber conquistado el corazón de los tres hombres más poderosos del Imperio?
—Era una persona amable y alegre. También fue mi amiga de la infancia…
Ante esas palabras, dichas en un tono algo amargo, las cejas de Elizabeth, que hasta entonces había escuchado nuestra conversación con indiferencia, se alzaron de golpe.
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