⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Evitando su mirada y respondiendo con un tono deliberadamente ligero, Jeremy me observó fijamente por un momento antes de esbozar una sonrisa traviesa.
—Si te lo propones, no creo que haya nadie que no puedas conocer. Tal vez te cases de nuevo antes de que yo me case.
—Eso no. Nunca he pensado seriamente en volver a casarme.
—Como tú misma dijiste antes, nunca se sabe. ¿Acaso hay alguien que te guste?
¿Estaba tratando de sonsacarme? Me sorprendió lo despreocupado que parecía. Comparado con cuando le presenté a mis novios contratados en el pasado, su reacción era extremadamente relajada. Claro, aquella situación y esta son muy diferentes. Tragué saliva y negué con la cabeza.
—No es eso… Pero, si alguna vez llegara a salir con alguien, ¿hay alguna persona con la que definitivamente no querrías que estuviera?
Ni siquiera yo sabía por qué le estaba haciendo esta pregunta a Jeremy. Lógicamente, incluso si su madrastra llevaba un tiempo viuda, ¿quién aceptaría de buen grado que empezara a salir con otro hombre? Y mucho menos…
Cuando levanté lentamente la mirada, encontré sus ojos esmeralda brillando juguetonamente mientras me examinaba.
—Bueno, mientras no sea un hombre casado…
—¡Eso ni siquiera tiene sentido!
Vaya, fue un error esperar una respuesta seria de este chico. ¡Qué clase de impresión tiene de mí!
—Está bien, lo siento. Te ves tan seria que quise hacer una broma.
—No era tan serio, de todos modos.
Aunque, en realidad, sí lo era bastante. Pero verlo riéndose sin entender nada me molestaba tanto que le lancé una mirada fulminante a propósito. Entonces, de repente, él dejó de reír, tomó mi mano con la suya, enguantada, y añadió con un tono mucho más serio.
—Ya sea un anciano moribundo o un joven que acaba de cumplir la mayoría de edad, si te gusta, eso es lo importante. Solo que…
—¿Solo qué?
—Sea quien sea el afortunado, tendrá que amarte y tratarte con el máximo respeto.
—…
—Y ante todo, tendrá que poner tu felicidad por encima de todo y serte completamente leal. De lo contrario, este fuerte hijo tuyo, el mejor caballero del imperio, no lo dejará en paz.
Aunque sonaba en broma, era una declaración conmovedora y cálida. Sus ojos verde oscuro, inclinados hacia mí, estaban adornados con una sonrisa sincera. Yo también le devolví la sonrisa mientras sentía el calor de su mano.
—Ejém, ¿Lady Neuschwanstein?
¿Quién se atreve a interrumpir este momento tan cálido? Ambos giramos la cabeza al mismo tiempo, aún tomados de la mano. Allí estaba el Duque de Núremberg, tan elegante y refinado como siempre, aunque con una sonrisa que parecía más bien compleja.
—Lamento interrumpir este momento tan tierno entre madre e hijo, pero… Su Majestad el Emperador la está buscando.
—¿Su Majestad?
—Sí. Tiene algo importante que decirle.
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No muy lejos del salón de baile, en el Salón del Águila, nos habíamos reunido cinco personas: Jeremy, el Duque de Nuremberg, Su Majestad el Emperador, el príncipe heredero y yo. Con semejante compañía, era obvio que la atmósfera no sería muy cómoda.
Pero lo más sorprendente de todo fue la inesperada propuesta que Su Majestad me lanzó de repente.
—En resumen, esto no es una orden imperial, sino una solicitud. Quisiera que usted y su hija fueran como embajadoras al Reino de Safavid.
¿Qué debía pensar de este intento de involucrar no solo a mí, sino también a Rachel, en una misión diplomática? Parecía que el Emperador había notado la relación que estaba surgiendo entre Rachel y el príncipe Ali. No era algo que estuviéramos ocultando, pero aun así…
Aunque, a decir verdad, ambos son solo niños, y aun así, ¿por qué yo?
Si rebuscaba en mis recuerdos, la tensión entre nuestro imperio y el Reino de Safavid no empezó hasta mucho tiempo después de la celebración del aniversario de la fundación de este año. Aún era muy temprano para preocuparse por la ruptura de relaciones diplomáticas.
Sin embargo, ahora que tantas cosas habían cambiado desde aquellos tiempos, parecía que Safavid estaba actuando más rápido de lo que recordaba. ¿Por qué? ¿Sería por lo que el príncipe Ali había presenciado durante su estancia aquí? Tal vez.
El conflicto entre nuestro imperio y el Reino de Safavid había comenzado originalmente por razones religiosas.
Al igual que otras naciones aliadas, el Reino de Safavid había sido leal y devoto al papado con sede en nuestro imperio durante siglos. Sin embargo, en algún momento, comenzaron a cuestionar la autoridad eclesiástica, llegando a aceptar lo que algunos llamaban herejías. Finalmente, publicaron un manifiesto denunciando la corrupción de la Iglesia y declarando su ruptura con el papado, lo que marcó el inicio de las tensiones. Así es como lo recuerdo.
El príncipe Ali había sido testigo de todo el espectáculo del juicio eclesiástico que me involucraba. Dado que la causa del conflicto entre nuestros países tenía sus raíces en cuestiones religiosas, esa experiencia podría haber precipitado algo.
¿Es por eso que el Emperador me eligió? De entre tantas personas, pensó que yo, quien estaba en el centro de esa farsa, y Rachel, que aún mantenía contacto con el príncipe Ali, seríamos capaces de calmar la chispa de resistencia que estaba empezando a surgir en el Reino de Safavid. ¿Una chispa de resistencia…?
—La familia real de Safavid está teniendo problemas con los fanáticos religiosos. Creemos que, si usted y su hija van, podrán evitar que el joven príncipe, que heredará el trono del envejecido rey Bayezid, caiga en malas influencias.
De repente, una idea me golpeó. Era una idea completamente opuesta a lo que el Emperador me estaba pidiendo, y era increíblemente peligrosa.
—¡No puede ser!
Vaya, qué susto. Al igual que yo, Jeremy no pudo contener su asombro y exclamó en voz alta, lo que hizo que todos en la sala se sobresaltaran y volvieran su atención hacia nuestro joven león.
Hubo un momento de silencio. Jeremy parpadeó, claramente sorprendido por el volumen de su propia voz, mientras el Emperador acariciaba su barba con una expresión severa y le preguntaba en tono sombrío:
—¿No puede ser? ¿Qué es lo que no puede ser, Sir Jeremy?
—Es que… Mi madre… En resumen, ¡no puede ser! ¿Cómo puede enviar a mi madre y a mi hermana menor al mismo tiempo a un país tan lejano y peligroso? ¡Nadie puede separar los lazos familiares, ni siquiera el destino!
—¿Quién ha mencionado romper lazos familiares? Además, Sir Jeremy, yo le hice la pregunta a su madre, no a usted.
—Pero, Su Majestad…
—Padre, si es así, por favor permítame acompañarlas. Esta sería una excelente oportunidad para ganar experiencia en diplomacia.
El ambiente en la sala se congeló en el momento en que el príncipe heredero Theobald, que hasta entonces había estado sonriendo con sutileza como si estuviera maquinando algo, intervino de manera inesperada.
Mientras yo sujetaba con firmeza la muñeca temblorosa de Jeremy, el Emperador emitió un leve murmullo y dirigió su mirada al Duque de Nuremberg. Era una mirada que no necesitaba palabras, preguntando su opinión. Y el Duque, sin dudar un segundo, respondió de inmediato.
—No creo que sea una buena idea que el príncipe heredero acompañe a la delegación. Como bien sabe, esta misión es oficiosa y debe percibirse como un gesto amistoso. La presencia del príncipe podría interpretarse como una forma de presión.
—Es un argumento razonable.
—Entonces, Su Majestad, permítame acompañarlas…
—¡Eso no puede ser!
El que interrumpió la ferviente solicitud de Jeremy no fue otro que yo. Mientras él me miraba con ojos abiertos de par en par, le respondí con firmeza.
—Debes quedarte a cargo de la familia mientras yo no esté.
—Pero… yo…
—¿En quién más podría confiar si no es en ti?
Jeremy parecía estar profundamente conmovido por mis palabras, pero en cuestión de segundos recobró el sentido y, con frustración, cambió a una expresión de incredulidad.
—¡Mejor deja que Rachel se encargue! ¡¿Quién te protegerá si yo no lo hago?!
—Rachel va a venir conmigo.
—¡¿Y qué se supone que hagamos sin ti y sin Rachel?! Solo de pensarlo me da escalofríos…
—Los hombres fuertes de la casa deben proteger el hogar. ¿Quién sabe qué accidentes podrían ocurrir si dejas solos a tus hermanos menores?
—Pero soy el primogénito, ¡es mi deber protegerte como tal…!
—Precisamente porque eres el primogénito y el heredero, debes asumir la responsabilidad de todo en mi ausencia. Y con eso, esta conversación se acaba. Su Majestad, aceptaré su orden.
Era natural que una sonrisa de satisfacción se extendiera por el rostro del Emperador. No podía decir lo mismo de Theobald ni de Jeremy.
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—¿Que mi hermana se va a ir…?
Si alguien pensaba que Jeremy iba a dejar pasar esto sin luchar, evidentemente no lo conocía bien. Apenas salimos de la sala del trono, Jeremy encontró a su único amigo cercano y le contó el horrible destino que acababa de escuchar. Y, como era de esperar, la reacción de su amigo fue justo la que había anticipado.
—¿Así que solo te quedaste ahí sentado como un tonto?
—¿Qué podía hacer? ¡Shuri dijo que aceptaba la orden imperial! Esto es grave, no podemos dejarlo así. Ya sabes…
Jeremy bajó la voz y comenzó a observar a su alrededor con cautela. Al ver su comportamiento, Nora también se frotó el mentón con cuidado, dejando escapar un suspiro cercano al lamento.
—Así que… ¿Todavía no hay mejoría en lo de su sonambulismo?
—No. Aunque Rachel estará con ella, nunca se sabe. ¿Y si algo sale mal durante el viaje? ¿O si se descubre lo del sonambulismo una vez allí? ¡Imagina la vergüenza si se enteran en un país extranjero! No podemos dejar que esto ocurra.
—Maldita sea, solo hay una forma de resolver esta situación.
Ante el tono grave y decidido de Nora, Jeremy comenzó a mirarlo ansioso.
—¿Hay una manera?
—En este momento, solo hay una persona que tiene la autoridad para reemplazar al Emperador en asuntos diplomáticos.
—¿Quién? No será el príncipe heredero, ¿verdad?
Nora lanzó una mirada de desdén hacia Jeremy, quien rápidamente se disculpó por su comentario.
—Nuestro viejo maestro.
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