⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Pedir ayuda al padre de un amigo nunca es algo agradable. Y menos aún si no se llevan bien.
Pedir ayuda al padre de un amigo, estando con el amigo con el que no se lleva bien, es algo aún menos deseable. Especialmente si el padre en cuestión es alguien a quien no soporta siquiera ver en persona.
Sin embargo, dos jóvenes caballeros llenos de vigor estaban dispuestos a soportar ese incómodo sentimiento para enfrentarse hoy al Gran Duque de Hierro. Esta sería la segunda vez, y en ambas ocasiones, el motivo era la seguridad de una misma mujer.
El Duque de Nuremberg no parecía sorprendido en absoluto cuando su hijo, que rara vez le hablaba primero, y el astuto amigo de su hijo lo buscaron abruptamente, mirándolo con ojos de resolución pero sin demasiada cortesía. En lugar de eso, el Duque cruzó los brazos con aire de que ya se lo esperaba, y los miró a ambos.
—Entonces, ¿qué es lo que tienen que decirme?
Fue Nora quien rompió el silencio primero. Con sus ojos azul oscuro fulgurantes, lanzó una mirada desafiante a su padre y gruñó casi con tono amenazante:
—Quiero unirme a la delegación de la señora de Neuschwanstein. No, debo acompañarla.
—¿Viniste por eso?
—No es que quisiera pedirle ayuda, padre. Si hubiera otra opción, habría hecho lo que fuera por evitarlo.
La voz de Nora era tan fría que parecía desprender escarcha. Su actitud no tenía nada que ver con la de un hijo pidiendo ayuda a su padre. Aun así, por primera vez en años, le estaba pidiendo algo. Era la primera vez desde aquellos días en que ni siquiera podían mirarse a los ojos.
El Duque podía ver claramente por qué su único hijo hacía tal petición. Y comprendía muy bien la urgencia de su solicitud. Él mismo, en otro tiempo, había sentido lo mismo…
Y, aparte de todo eso, no quería decepcionar a su hijo nuevamente, después de que por fin había venido a pedirle algo, aunque fuera por necesidad.
—Está bien. Ve con ella.
¿Había sido tan fácil? Nora, que estaba preparado para agarrar a su padre por el cuello si era necesario, se quedó petrificado, más sorprendido que aliviado. Mientras tanto, Jeremy, con una expresión más animada, intervino rápidamente:
—En ese caso, señor Duque, yo también…
—Eso no será posible, Sir Jeremy. Debes quedarte y proteger a tu familia, tal como dijo tu madre. No puedo permitirlo.
—Pero, señor Duque…
—No es solo que no pueda enviar a los dos mejores caballeros del Imperio. La situación es delicada, y no debes dejar desprotegida tu casa. Te lo digo como el líder de una casa aliada. Si también te ausentas, ¿quién quedará al cargo? No quiero oír hablar de tus hermanos menores irresponsables.
El argumento del Duque era perfectamente lógico. En la situación actual, era evidente que Jeremy, el heredero, no podía ausentarse. Sin embargo, Jeremy se encontró sacando excusas ridículas y torpes. No era para menos: ¡Esto era como dejar a un lobo al cuidado de las ovejas!
—Pero, señor Duque, ¡si le sucede algo a mi madre, entonces la casa de Neuschwanstein estará verdaderamente acabada! ¡Sería el verdadero fin!
—¿El fin? No digas tonterías. No hagas predicciones absurdas. ¿No sabes que lo que se dice puede hacerse realidad?
—Pero, señor Duque…
—Entiendo tu noble preocupación, pero si realmente deseas proteger a tu familia, debes quedarte y cuidar de tu casa. Sabes perfectamente la diferencia que marcas estando presente.
—¡Pero estamos hablando de mi madre y mi hermana! ¡No puedo quedarme tranquilo en casa mientras las dejo al cuidado de extraños! ¡Es inhumano y absurdo!
—Ese es el privilegio de los extraños.
Jeremy se quedó boquiabierto, con los ojos completamente desorbitados. Nora también parecía en estado de shock.
Aunque por motivos diferentes, los dos jóvenes amigos se quedaron atónitos y con la boca abierta, mientras el Duque, con una sonrisa fluida y encantadora, remataba la conversación con firmeza:
—Bien, cada uno debe cumplir con su deber en su respectivo lugar.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
A excepción de Jeremy, que ya había superado la frustración y se encontraba resignado ante el viaje repentino e imprudente de Suri a Safavid, el resto de los hombres de Neuschwanstein no mostraron reacciones demasiado fuertes. Leon casi se desmayó, mientras que Elias salió corriendo, suplicando que le permitieran acompañar a Suri. Por supuesto, fue rechazado.
—¿Cómo puedes permitir que esto suceda? ¡Nos estás abandonando! ¡Y además te vas con ese lobo malvado!
—Rachel, ¡di algo! ¡¿Cómo se supone que me las arregle solo con esos dos monstruos sin una pizca de sentido común?!
Sin embargo, Rachel, la única de los hermanos que acompañaría a su madre, esbozó una sonrisa tan brillante y emocionada que no pudo evitar responder con coquetería:
—Leon, mientras no esté, tendrás que ser el único que use el cerebro para ayudar a nuestros hermanos, que tienen más músculos que neuronas. Además, si nuestro hermano menor viniera con nosotros, es más que obvio que causaría un grave problema diplomático entre ambos países.
—Bueno, eso tiene sentido.
—¡Oye!
Leon, asintiendo rápidamente en señal de acuerdo, recibió una ráfaga de golpecitos en la cabeza por parte de Elias, lo que era de esperarse. Mientras tanto, Elias se lanzó a un fervoroso discurso sobre lo extraordinario que era al dominar tanto las letras como las armas, y proclamó que, si quisiera, podría desplegar una diplomacia tan astuta que ni el Gran Duque de Hierro podría imaginar. Por supuesto, nadie le prestó atención.
—El privilegio de un hombre ajeno, dices…
Mientras sus hermanos reaccionaban a su manera única, Jeremy, con una mezcla de amargura y desconcierto, no dejaba de repetir esa frase, como si estuviera completamente aturdido. Preocupado por su amigo, Nora le preguntó suavemente:
—¿Te da envidia?
—…Lo que me pregunto es desde cuándo te llevas tan bien con tu padre.
—No es que nos llevemos bien, simplemente tiene razón, y no puedo rebatirlo. Además, es mucho mejor que vaya yo antes que ese príncipe.
Y era cierto. Aun así, Jeremy se encontraba experimentando, por segunda vez en su vida, un doloroso sentimiento de derrota debido a ese ‘privilegio del hombre ajeno’. La primera vez fue, por supuesto, durante el juicio sagrado, específicamente en el duelo de honor.
—Maldita sea, si como hijo no puedo proteger a mi madre, ¿de qué sirve el título de mejor caballero del Imperio?
—Es una prueba de que ni siquiera tú puedes hacerlo todo. Además, tú también tienes una responsabilidad que yo jamás podría cumplir.
—¿Cuál es?
—Quedarte en casa y no causar ningún problema mientras nuestra madre no esté.
No era un comentario muy consolador. Tampoco parecía que tuviera la intención de serlo. De cualquier modo, Jeremy soltó un profundo suspiro antes de mirar a su amigo con una mirada intensa y amenazadora.
—Está bien, es un alivio que seas tú, pero escúchame bien: si a Shuri le pasa algo, ten por seguro que te separaré los huesos de la carne personalmente.
—¿Por qué no admites simplemente que estás celoso?
—¡Maldito engreído…! Hmph, lo único que puedo hacer es confiar en ti. Pero ya sabes, si allí ocurriera algo…
—¡Oye, imbécil! Si a nuestra Shuri le ocurre algo, ¡prepárate para una guerra entre nuestras familias!
La advertencia de Elias no fue precisamente oportuna. Con Jeremy interrumpido y ya molesto, tanto él como Nora, que estaba escuchando con seriedad, dirigieron miradas irritadas a Elias.
Así que, fingiendo no haber interrumpido nunca la conversación de su hermano y su amigo, Elias se retiró discretamente y volvió a poner a Leon en una llave de cabeza. Rachel, observando con una mezcla de lástima y resignación la escena de su segundo hermano, se acercó a Jeremy y, en un gesto reconfortante, le dio unas palmaditas en el brazo.
—Me preocupa que causen algún problema mientras no estemos, pero confío en que nuestro hermano mayor podrá manejarlo bien.
—Qué conmovedora confianza, querida hermana.
—Cuando mamá esté descansando, nosotras nos ocuparemos de todo. Así que no te pongas a llorar de nostalgia por mamá. Te traeremos un regalo.
Tal vez realmente termine llorando, pensó Jeremy con una sonrisa amarga mientras asentía. Ya había decidido mentalizarse. Cuanto antes se acostumbrara, mejor sería para todos. Además, con la situación tal y como estaba, tal vez no tendría que preocuparse tanto por su sonambulismo.
Rachel y Nora ya sabían del problema, así que confiaba en que lo manejarían bien, no solo por ese motivo, sino porque un hecho que siempre había perturbado sus pensamientos había emergido completamente en su mente. Un hecho que había evitado considerar seriamente hasta ahora:
Que cada vez que ese molesto lobo aparecía en su casa, las noches eran tranquilas.
Por supuesto, podría ser una coincidencia, ya que el sonambulismo de Shuri no ocurría todas las noches. Eso era algo que aún debía comprobar.
De todos modos, ahora necesitaba concentrarse en lo que debía hacer durante la ausencia de Shuri. Después de todo, ella confiaba tanto en él.
⊱─━━━━⊱༻●༺⊰━━━━─⊰
Mi primera misión diplomática en mi vida, la delegación a Safavid, partió cinco días después del banquete de cumpleaños de Elisabeth.
A diferencia de mis hijos, que parecían algo abatidos, mi hija, que venía conmigo, estaba tan emocionada que no pudo evitar pasar la noche eligiendo su mejor vestido y zapatos. Por eso, no tuve el valor de decirle que, una vez en Safavid, usaríamos la vestimenta tradicional de allí.
Aunque la delegación era pequeña, los guardias eran lo mejor de lo mejor. Tres caballeros de nuestra casa, cinco guardias de la capital imperial, y el capitán de la guardia, Sir Joseph. Aunque el tiempo fuera de casa no sería muy largo, no podía evitar preocuparme al dejar a los niños solos por primera vez.
Comments for chapter "96"
MANGA DISCUSSION