⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Nosotros también lo vemos.
Ferdian respondió al comentario de Rudian. Olivier intentó acariciar a la dormida Thiel, pero se sobresaltó cuando le mordieron la mano.
—¿Siempre ha sido así? Si la doncella de Thiel estuviera aquí, podríamos preguntarle si Thiel siempre brilla cuando duerme…
—No, Thiel no brilla cuando duerme.
Ferdian respondió con firmeza. Ferdian había acunado a Thiel en sus brazos para que durmiera en varias ocasiones.
Por eso podía decirlo con certeza. Aunque Thiel tuviera la habilidad de la luz, no brillaba en cualquier momento.
Sin embargo, ahora estaba brillando claramente. Las dos pequeñas patas delanteras del joven leopardo de las nieves emitían un resplandor. Aunque no había ninguna luz encendida en la tienda, era tan brillante como el día.
—¿No estará enferma, verdad?
Olivier, con expresión preocupada, acarició a Thiel. Al parecer, el cansancio del viaje en carro la mantenía profundamente dormida, sin despertar al contacto de Olivier, respirando tranquilamente.
Ferdian negó con la cabeza.
—No parece que esté enferma… ¿será que no puede controlar su habilidad?
Pero, para no poder controlar su habilidad, la energía de Thiel se sentía tranquila y serena, como el mar tras una tormenta. Su luz no parecía inestable ni vacilante. Las patas delanteras brillaban de la misma manera que cuando usaba su habilidad estando despierta…
Tras mucho deliberar, los chicos llegaron a una conclusión. De todas formas, quedarse ahí preocupándose no cambiaría nada.
—Mejor durmamos. Veremos cómo está la niña por la mañana.
—Tú duerme aquí, Rudian y yo dormiremos afuera.
—¿Eh? ¿Qué te pasa? ¿Me estás diciendo que duerma aquí con Thiel?
—Es mejor que las chicas duerman juntas en la misma tienda… además, no podemos darte una tienda solo para ti.
Olivier asintió ante las palabras de Ferdian. Era cierto. No había suficientes tiendas como para que Olivier y Thiel tuvieran una cada una.
Bostezando y mostrando signos de cansancio, Olivier fue la primera en acostarse al lado de Thiel, mientras Ferdian y Rudian vigilaban para que ambas durmieran tranquilas.
Después de que Ferdian y Rudian salieron de la tienda y Olivier se quedó dormida…
«…»
Algo se deslizó en la oscuridad y subió por los brazos de Olivier y Thiel. Parecía un insecto o quizás una serpiente.
Era similar a lo que había estado en el cuello de Iandros en algún momento, pero esta vez era más denso, ominoso y fluía suavemente por sus cuerpos.
Como un gusano o una serpiente, subió por el cuerpo de Olivier de manera inquietante, pero al darse cuenta de que ella no era su objetivo, desapareció silenciosamente.
Esta vez, el objetivo era Thiel. La oscuridad creció y se intensificó alrededor del pequeño leopardo, como si fuera a devorarla… hasta que…
«¡…!»
Antes de que las sombras pudieran reaccionar, al entrar en contacto con la luz de Thiel, fueron destruidas instantáneamente.
En ese momento, dos pequeños peces aparecieron de las patas delanteras de Thiel, aunque ella seguía dormida y no era un acto consciente.
Todo esto era una respuesta instintiva, una acción para protegerse, para proteger a su dueña.
Los dos peces que emergieron de las patas de Thiel comenzaron a nadar alrededor de ella, como si estuvieran emitiendo una advertencia.
Las sombras, que habían crecido para devorar a Thiel, se encogieron y comenzaron a desvanecerse gradualmente…
Los peces brillaban, esparciendo pequeñas chispas de luz a su alrededor. Como copos de nieve, esas chispas cayeron suavemente sobre las dos niñas dormidas, acumulándose en sus cuerpos.
Como era de esperarse, la oscuridad retrocedió. La habilidad de Thiel siempre había sido capaz de disipar las tinieblas, incluso cuando su luz era débil.
Y ahora, su resplandor era tan claro como las estrellas, lo que hacía imposible que la oscuridad persistiera.
«!!!»
Las criaturas que se escondían en las sombras se retorcieron de dolor.
No podían escapar de la luz. La luz no apuntaba a un solo lugar, sino que iluminaba todo de manera equitativa.
¡Fwoosh!
Los peces de Thiel destellaron, demostrando que la oscuridad no podía vencer a la luz, sin importar cuán débil o tenue fuera.
Los peces, creados por la habilidad de Thiel, nadaron alrededor de las niñas toda la noche, manteniendo a raya la oscuridad.
¿Sería gracias a esa luz protectora que vigilaba su sueño?
Las niñas pudieron dormir profundamente toda la noche sin ser perturbadas.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Después de eso, los niños tuvieron que acampar varias veces más.
Originalmente deberían haberse quedado en el pueblo, pero por alguna razón, cada vez que intentaban llegar, los caminos estaban derrumbados o habían desaparecido, por lo que se vieron obligados a pasar tres noches más en la oscuridad de las montañas.
Y tras esas tres noches de campamento, los niños descubrieron algo.
—¡Thiel brilla cuando duerme en la montaña!
Olivier exclamó, como si fuera un gran descubrimiento. Rudian y Ferdian asintieron, de acuerdo.
—Cuando nos quedamos en el pueblo, no brillaba.
—¿Estará reaccionando a la montaña? ¿Qué opinas, Thiel?
Ferdian miró a Thiel y le preguntó.
Thiel, que estaba comiendo un pan de maíz, masticó y rápidamente tragó antes de responder.
—No lo sé… Ustedes dicen que uso mi habilidad cada vez que me duermo.
—Es cierto, tiene sentido.
Ferdian asintió y le limpió las migas de pan de la boca a Thiel, quien volvió a darle un gran mordisco a su pan de maíz.
No había ningún problema con que Thiel usara su habilidad mientras dormía. La luz de Thiel era tan cálida y acogedora que, en lugar de interrumpir su sueño, ayudaba a que Olivier durmiera profundamente.
Rudian acomodó cuidadosamente la manta que cubría a Thiel, asegurándose de que estuviera bien abrigada. Desde hacía unos días, el frío penetrante había obligado a cada uno de los niños a usar una manta propia.
El viento del norte que soplaba con fuerza era una señal de que se estaban acercando a Arne.
—¿No tienes frío?
—¡Estoy bien!
Thiel negó con la cabeza. Gracias a que Rudian y Ferdian alternaban el uso de sus habilidades para calentar el aire dentro del carruaje, el interior estaba acogedor y cálido.
Alpheus y Karthus estaban preocupados de que los niños, acostumbrados a vivir en lugares cálidos, sufrieran por el frío del norte, pero…
—¡La habilidad del fuego es realmente útil! ¿No es así, calentador de manos?
—Ten cuidado o el calentador de manos podría quemarte el cabello.
Ferdian, que estaba usando su habilidad, sonrió mientras le susurraba. No solo calentaban el aire del carruaje con su habilidad, sino que también tostaban el pan de maíz que Thiel estaba comiendo, dejándolo crujiente y tibio.
Era una habilidad extremadamente útil en muchos aspectos. Incluso cuando acampaban, Ferdian y Rudian encendían rápidamente las fogatas, lo que evitaba que los caballeros tuvieran que esforzarse en hacer fuego.
—¡Qué exigente es este calentador de manos!
—¿Quieres viajar en otro carruaje y pasar frío?
—Sí, pongámoslo en otro carruaje. Quizá temblar de frío le haga entrar en razón.
El primero en hablar fue Ferdian, y el segundo Rudian. Thiel, por su parte, seguía disfrutando de su cálido pan, sin prestar atención a las discusiones entre sus hermanos mayores.
No se preocupaba por las frecuentes disputas entre Ferdian, Rudian y Olivier, pues estos solían pelearse con más frecuencia de lo que uno podría imaginar…
Mientras tanto, el paisaje fuera del carruaje cambió abruptamente.
Hasta hace un momento, estaban atravesando una tierra cubierta de nieve, pero de repente apareció un exuberante paisaje verde.
Habían cruzado la frontera del territorio de Arne.
En lugar del aullido de las fieras en la nieve, se oían los cantos de los pájaros de montaña, y una brisa cálida acarició suavemente las ventanas del carruaje.
—¿Hemos llegado?
Rudian, al notar el paisaje verde, abrió la ventana del carruaje. En lugar del frío viento cortante, una cálida brisa entró suavemente al interior.
—¡Parece que sí hemos llegado!
Al escuchar la voz de Thiel, Ferdian y Rudian dejaron de usar sus habilidades. Sin embargo, el carruaje no se enfrió, gracias al clima templado de Arne.
En lugar de la nieve, se extendía ante ellos un vasto campo de flores. Los rayos cálidos del sol acariciaban suavemente el dorso de sus manos. Thiel levantó su pequeña mano para protegerse del sol y miró hacia afuera, ensimismada.
Sus ojos dorados brillaban como un lago al atardecer. Maravillada, murmuró casi sin darse cuenta.
—Este es…
La tierra bendecida por los dioses,
Arne.
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