⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
A la noticia de que habían encontrado a la joven desaparecida, todos en la mansión Asterian suspiraron aliviados.
Karthus, después de manifestar su poder, regresó a su habitación sosteniendo cuidadosamente a la niña, que había perdido el conocimiento y se había desmayado en sus brazos.
Luego, la colocó con cuidado en la cama preparada para Thiel y ordenó inmediatamente que trajeran al médico de la familia Asterian.
Las sirvientas, empapadas en sudor después de buscar a Thiel por cada rincón de la mansión, se dispersaron rápidamente siguiendo la orden de Karthus.
Así, todos se fueron, dejando la habitación sumida en un profundo silencio.
—Ha…
Karthus dejó escapar un breve suspiro, y después de un momento de duda, acercó su gruesa mano a la pequeña nariz de la niña.
—…Por suerte, está respirando bien.
Solo después de confirmar que el pecho pequeño de la niña subía y bajaba de manera regular, y de sentir el leve aliento en su mano, Karthus cerró los ojos, aliviado.
El débil sonido de la respiración de la niña en sus brazos, tan tenue que parecía que podría desaparecer en cualquier momento, solo aumentaba la ansiedad de Karthus.
Consolándose con el leve sonido de su respiración, acarició suavemente la pequeña mejilla húmeda por las lágrimas.
¿Qué demonios…?
¿Qué le habrán hecho en ese maldito lugar de Nesstian a esta pequeña?
( Abuelo… ¿Poder? Yo no tengo… )
Solo de recordar a la niña, encogida y suplicante, su sangre se enfriaba por completo.
Al mismo tiempo, una inmensa ira empezó a hervir desde lo más profundo de su ser.
Primero, una furia hacia sí mismo, por no haber sabido nada de la vida o muerte de su hija hasta que llegó a ese estado.
Segundo, una furia hacia quienes habían empujado a su hija a llegar a ese punto.
Aún no habían investigado exactamente qué le habían hecho a la niña en la familia Nesstian…
Aunque no necesito verlo para saberlo.
Basado en lo que la niña había dicho hace un momento, parecía que Thiel no había podido manifestar su poder en Nesstian.
Y Zender Nesstian, el cabeza de la familia Nesstian, era un hombre con una ambición desmedida.
Por lo tanto, Zender no podría haber tolerado el hecho de que la hija de Lena y Karthus no manifestara poder.
Sin embargo…
Karthus recordó lo que Thiel le había mostrado hace un momento en el pasillo.
La luz que primero tomó la forma de un pez, luego de un leopardo, después se dispersó en una ráfaga de viento, y finalmente se hinchó como si fuera a devorar a la niña.
Y si mi suposición es correcta, eso definitivamente es…
En ese momento, la puerta, que había estado firmemente cerrada, se abrió de golpe.
Poco después, Alpheus, el jefe de la familia Asterian, entró corriendo, olvidando toda compostura.
Era la segunda vez que lo hacía ese día.
—¿Dijiste que encontraste a la niña? ¿Está bien?
Alpheus entró directo, con una expresión que indicaba que tenía muchas preguntas para Karthus, y se acercó rápidamente a la cama donde yacía Thiel.
Su nieta, tumbada en la enorme cama, seguía viéndose muy pequeña, delgada… y frágil.
Tan pequeña y frágil que era comprensible que los sirvientes no la hubieran encontrado.
Los ojos de Alpheus se quedaron fijamente en el rostro de Thiel.
El corazón que se le había detenido al escuchar que la niña había desaparecido, empezó a derretirse como nieve al sol en cuanto vio su pequeña carita.
Cuando escuchó que la niña había desaparecido, se había asustado muchísimo, pensando que acababa de perder nuevamente a su recién recuperada nieta.
Inconscientemente, Alpheus extendió la mano hacia Thiel, pero justo antes de tocar su mejilla, Karthus lo detuvo.
—Shh, la niña se despertará, padre.
—¿Qué? Pero, ¿no deberíamos asegurarnos de que está bien?
—Yo ya lo hice, está bien. Solo está dormida.
—¿De verdad? Entonces, llamemos al médico…
—Ya lo llamé hace un momento, llegará pronto. Lo mejor ahora sería salir y dejar que la niña descanse un poco.
Después de un breve momento de duda, Karthus añadió:
—Además, hay algo de lo que debo hablarte.
Ante las palabras firmes de su hijo, Alpheus miró a su querida nieta con una mirada llena de desilusión.
Quería quedarse un poco más. De hecho, después de todo lo que había pasado, sentía que no sería suficiente mirarla todo el día.
Pero tampoco quería despertarla, así que asintió sin protestar.
—…Está bien. Pero no podemos dejarla sola. Llama a una sirvienta.
Karthus ordenó que trajeran a Ria, la sirvienta que había cuidado a Thiel cuando llegó a la mansión.
Dado que parecía tímida con los desconocidos, sería mejor que alguien con quien ya hubiera tenido contacto cuidara de la niña hasta que asignaran a una sirvienta permanente.
Poco después, llegó Ria, empapada de sudor como si también hubiera estado buscando a Thiel por la mansión.
Karthus señaló a la niña dormida con un gesto y dijo:
—Cuida bien de ella. No dejes que vuelva a desaparecer.
—Sí, señor Karthus.
Ria asintió con la cabeza, decidida a no apartarse ni un momento del lado de la niña.
Karthus y Alpheus miraron una vez más el rostro de Thiel antes de salir de la habitación donde ella dormía.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Thiel parpadeó, aturdida, al sentir una mano que la sacudía suavemente.
—Mmm…
Quería seguir durmiendo.
Cuando giró su cuerpo, su suave mejilla se hundió en la almohada, haciendo que sus párpados se levantaran ligeramente.
Sin embargo, todo estaba borroso ante sus ojos.
Era como si una fina capa cubriera sus pupilas, impidiendo que pudiera ver con claridad, y además su cuerpo se sentía pesado, como si algo la aplastara.
Extrañada, Thiel se incorporó con cuidado.
Fue entonces cuando escuchó una voz desconocida.
—Señorita…
—¡¡¡…!!!
Al girar la cabeza hacia donde venía la voz, Thiel vio a un hombre extraño sentado junto a su cabecera, y sorprendida, se escondió rápidamente bajo la suave manta.
Tan sorprendida estaba que de repente le salieron las orejas. Su corazón latía rápidamente. Sentía como si hubiera despertado por completo.
¿Quién es esa persona?
Thiel temblaba debajo de las mantas, tratando de entender qué estaba pasando.
Además,
¿Por qué estoy aquí…?
Estaba segura de que después de enterarse de que la gente de Asterian la odiaba profundamente, había huido de inmediato.
Revolviéndose debajo de las mantas, Thiel trató de recordar vagamente lo que había sucedido.
Pronto recordó que, después de escuchar la conversación entre Karthus y Alpheus, había escapado al sótano, donde terminó sentada llorando en un pasillo interminable y oscuro.
Pero el problema era lo que pasó después.
…¿Qué hice después?
En ese momento, Thiel recordó finalmente lo que había hecho en ese oscuro pasillo, y su mente se detuvo.
Luego, abrió los ojos de par en par y salió disparada de las mantas.
Sin prestar atención a la persona desconocida frente a ella, miró sus manos cubiertas de cicatrices y heridas.
Después de eso, estaba segura de que en su palma…
¡De mi palma salió un pez…!
Mientras Thiel examinaba frenéticamente sus manos, sintió una mano grande y cálida sobre su hombro.
Thiel levantó la cabeza, sorprendida.
—¡!
—Pequeña.
La mano cálida pertenecía a Karthus. Thiel, olvidando por completo lo que estaba haciendo hace un momento, se encogió instintivamente y miró a su alrededor con nerviosismo.
Thiel se encogió no solo porque Karthus le daba miedo, sino porque nunca en su vida había escuchado a alguien llamarla con tanta ternura y cariño como ‘pequeña’
…O quizás lo había escuchado antes…
( Pequeña, ven aquí. )
En ese momento, Thiel recordó la voz suave y amable de Karthus llamándola en el sótano, y sus orejas se levantaron con atención.
Aunque Thiel estaba en pánico en el sótano, aún recordaba claramente la situación, la cálida voz de Karthus, y el consuelo que sintió en sus brazos.
…Es raro. Parecía que me odiaba profundamente…
¿No fue en ese pasillo donde dijo que debía matarme de inmediato?
( …¡Debo matar a este maldito ahora mismo…! )
Al recordar la voz airada del Duque, Thiel tembló.
Sí, fue así.
Por eso Thiel había huido desesperadamente.
Porque no quería morir, porque quería vivir.
Pero…
¿Por qué ahora Karthus la llamaba como si fuera lo más preciado del mundo?
A pesar de su confusión, Thiel no evitó ni rechazó la mano de Karthus.
Karthus, al ver la reacción de Thiel, se sintió aliviado. Le preocupaba que la niña entrara nuevamente en pánico y rechazara ser atendida.
Acariciando suavemente el cabello esponjoso de Thiel, Karthus habló con calma.
—Lamento haberte asustado, pero será mejor que terminemos rápido para que puedas descansar.
—…Sí.
—Este es Cade, el médico de la familia Asterian, quien cuidará de tu salud a partir de ahora.
Al escuchar las palabras de Karthus, Thiel giró la cabeza cautelosamente para mirar a Cade.
Un hombre de mediana edad, con una bata blanca, la observaba con una sonrisa amigable.
—Hola, señorita. Soy Cade Lester, el médico de la familia Asterian. Puedes llamarme simplemente Cade.
Thiel dudó un momento.
Por el ambiente, sentía que debería decir algo, pero no sabía qué decir.
Además,
…¿El médico de la familia Asterian?
Thiel parpadeó sorprendida.
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