⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Thiel también conocía a los médicos asignados a cada familia, ya que la familia Nesstian también tenía uno.
Pero…
…Esa persona no me trató.
El día que Rowen la empujó por las escaleras y se abrió una gran herida en la frente, Thiel había buscado en secreto al médico de la familia.
Había escuchado a Rowen decir algo una vez:
( Tengo que ir al médico. ¡Me molesta tanto la uña rota! )
Rowen había visitado al médico de la familia Nestian y después de eso, dejó de quejarse de la uña.
Desde entonces, cada vez que Thiel se lastimaba, a menudo quería ir a ver a ese ‘médico’, pero siempre se contuvo.
Su abuelo no lo permitiría. Podría ser castigada por actuar sin permiso…
Sin embargo, ese día, el dolor de su herida en la frente era tan insoportable que Thiel reunió el valor para llamar a la puerta del cuarto donde el médico se hospedaba.
La herida era demasiado profunda y dolorosa para dejarla sin tratar… Al menos, quería conseguir algo para limpiarla. Pero entonces…
( No puedo tratar sus heridas, señorita. )
El médico de Nestian, de aspecto amable, le dijo con firmeza mientras la dejaba plantada en el frío pasillo.
( Soy el médico de la familia Nesstian. Pero usted… no ha recibido el apellido de los Nesstian, ¿verdad? )
El médico explicó que, como Thiel no tenía el apellido Nesstian y era solo una mestiza, no podía tratarla, y la envió de vuelta.
Ese día, Thiel comprendió algo.
El médico de una familia solo trata a aquellos que llevan su apellido…
Yo, no puedo recibir tratamiento.
Pero ahora…
—Es un honor conocerte. ¿Puedo examinar tu estado de salud por un momento?
Cade, quien se presentó como el médico de los Asterian, preguntó amablemente si podía examinarla, mostrando consideración por la opinión de la niña.
La situación era tan diferente de lo que había vivido en Nesstian que Thiel, sin saber qué hacer, miró a su alrededor antes de abrir la boca.
—Soy Thiel. Pero… aún no he recibido el apellido de Asterian. ¿Aun así puedo ser atendida?
Tan pronto como terminó de hablar, el silencio cayó en la habitación.
Todos estaban sorprendidos por la pregunta: ¿Está bien recibir tratamiento sin tener el apellido Asterian?, y no sabían cómo responder a la pequeña niña.
Con el ambiente rápidamente volviéndose tenso, Thiel se sintió incómoda y nerviosa.
¿Había dicho algo mal?
¿No debería haber hecho esa pregunta?
Se arrepintió de haber hecho una pregunta tan tonta, pero ya no podía retractarse. Justo cuando estaba a punto de cerrar los ojos con fuerza y pedir que lo ignoraran, una voz suave llegó a sus oídos.
—Thiel.
La dulce voz, que ya le resultaba familiar aunque solo la había escuchado unas pocas veces, hizo que Thiel levantara la cabeza con cautela.
Una nariz afilada. Labios elegantemente curvados. Una mandíbula tallada como si un artista la hubiera esculpido y una piel suave.
Era como una estatua preciosa que Rowen apreciaba, aunque tal vez Karthus era incluso más guapo.
Pero lo que realmente captó la atención de Thiel no fue su apariencia…
Eran los hermosos ojos dorados y transparentes bajo sus tupidas pestañas.
Al encontrarse con unos ojos dorados idénticos a los suyos, Thiel, de alguna manera, se sintió más tranquila.
Mientras parpadeaba, incapaz de apartar la mirada del rostro de Karthus, él sonrió, levantando sus labios elegantemente.
—Mira tus ojos.
Tan pronto como Karthus terminó de hablar, Ria sacó un pequeño espejo de su bolsillo y se lo entregó.
Karthus acercó el pequeño espejo a la cara de Thiel.
—¿De qué color son?
Thiel miró sus ojos por un momento antes de asentir y responder.
—Son dorados.
—Es la prueba de que eres mi hija. Y también la prueba de que eres parte de la familia Asterian.
Era obvio. Los ojos dorados solo nacían en los miembros de la familia Asterian de la Pantera Negra.
Por eso, la prueba de paternidad no era más que una formalidad, y todos estaban de acuerdo en que Thiel era hija de Karthus y tenía la sangre de los Asterian.
Thiel abrió mucho los ojos y se encontró con la mirada de Karthus.
—Así que, Thiel —Karthus, sellando la cuestión, acarició suavemente su pequeña cabeza redonda y susurró con ternura—. Mientras tengas esos ojos, no habrá nada que no puedas hacer en esta mansión.
Hubo un momento de silencio. Entonces, Thiel, dándose cuenta de lo que esas palabras significaban, preguntó con una voz temblorosa.
—¿Eso significa…?
—…
—¿Que puedo quedarme en esta mansión?
—Sí.
Karthus respondió sin dudarlo ni un momento. En ese instante, los ojos de Thiel brillaron y su boca se abrió en asombro. El corazón que había estado congelado por tanto tiempo, debido al desprecio y el abuso, se llenó rápidamente de una cálida luz.
No me echarán.
Independientemente de lo que sucediera después, al menos por un tiempo podría quedarse. Solo ese pensamiento hizo que Thiel se sintiera inmensamente feliz.
Claro, aún sentía algo de inquietud al recordar la voz furiosa del Duque Evald.
—No tienes que comer solo un poco de comida. No tienes que vivir como si no existieras, ni dormir en el granero o en un almacén.
Cada vez que escuchaba la voz de Karthus, la ansiedad que brotaba se desvanecía sin dejar rastro, y solo quedaba una pequeña sensación de alivio que le reconfortaba el corazón.
La mano grande de Karthus acarició su pequeña y suave mejilla, aplastando ligeramente su piel, cerrando uno de sus ojos. Thiel, con el otro ojo bien abierto, miraba fijamente a Karthus.
—Así que no te preocupes. No tienes que hacer nada de eso, aún podrás quedarte aquí.
—…Sí.
—Debes estar cansada. Hablaremos más tarde, pero primero recibamos la consulta, Cade.
—Sí, señor Marqués.
Cade inclinó ligeramente la cabeza. Se acercó a Thiel con cuidado, pidiéndole permiso una vez más.
—¿Puedo examinar su estado de salud, señorita?
Thiel dudó por un momento, pero finalmente asintió con la cabeza.
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Después de un examen detallado, Cade diagnosticó que Thiel sufría de desnutrición, pero por fortuna, su estado general de salud era bueno.
Le recomendó comer bien y descansar lo suficiente para que su estado mejorara naturalmente.
Aunque Thiel se sintió aliviada al escuchar que su salud general era buena, no ocurrió lo mismo con los sirvientes de la mansión Asterian.
—¡Una niña de siete años con desnutrición!
—Es inaudito. Debemos pedirle a Hugo que prepare algo rico y delicioso de inmediato.
Sin embargo, los sirvientes que querían presionar al cocinero de la mansión fueron detenidos por Farden, el mayordomo, y Sophie, la jefa de las criadas.
—La desnutrición no se cura alimentando a alguien con comidas grasas de repente.
Además, ya era tarde por la noche. Comer alimentos pesados a esa hora solo le causaría malestar y la haría sufrir un tiempo.
De hecho, cuando Thiel llegó a la mansión por primera vez, había comido un pastel en exceso y lo había vomitado todo.
Así que no era adecuado darle de comer nada a esa hora, pero…
No comió ni almuerzo ni cena.
No podían acostar a la niña con el estómago vacío. Por lo tanto, Sophie pidió en la cocina que prepararan una sopa suave de maíz con un trozo de carne y un poco de pan caliente para Thiel.
Siguiendo las indicaciones de Sophie de que ‘por la noche, siempre se debe comer algo ligero’, Thiel comió media taza de la cálida sopa de maíz.
Al sentir el calor de la comida en su estómago, realmente sintió como si su cuerpo se relajara.
Mientras acariciaba su barriga llena, sentada en la amplia cama, Ria entró en la habitación con una bandeja que colocó sobre una pequeña mesa.
—Aquí tienes, señorita. Comer algo dulce te hará sentir mejor.
Ria susurró suavemente como si pronunciara un hechizo mágico de cuento de hadas, colocando una pequeña cuchara en la mano de Thiel.
Thiel parpadeó al ver el postre frente a ella.
Era un pudín de frutas rojas con crema dulce y fresca.
Ria había visto cómo a Thiel se le iluminaban los ojos al ver postres anteriormente, así que sabía que le gustaban.
Por eso, Ria pidió permiso a Farden y Sophie para traerle un postre ligero y dulce que pudiera comer sin problemas.
Thiel parpadeó al mirar el pudín frente a ella.
¿De verdad podía comerlo?
Era la primera vez que comía algo tan tarde, así que se sentía extraña. Miró a Ria como si pidiera permiso, y Ria, sonriendo, cubrió las manos de Thiel con las suyas.
Tomó una cucharada de pudín con crema, equilibrando perfectamente ambos sabores, y la acercó a la boca de Thiel.
—…
—¿Qué tal? ¿Está rico?
Thiel abrió los ojos como platos, sorprendida por el sabor del pudín que había probado.
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