⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Los niños decidieron regresar primero a Arne. Querían contarle a la cabeza de la familia Arne lo ocurrido en ‘Arcadia’ y agradecerle por su amabilidad. Aunque le habían dicho a Ilum que no revelarían que Karl era el heredero de Everard, no podían ocultarlo a Arne. Para empezar, Clemence, la heredera de Arne, había visto con sus propios ojos a Karl usar su poder, y los caballeros de Arne también habían sido testigos de los extraños fenómenos que ocurrieron en Arcadia.
—Entonces, si lo piensas bien, todos lo van a saber, ¿no? —comentó Rudian, cruzado de brazos, mientras el carruaje se sacudía.
Levantó una ceja mientras hablaba.
—¿Qué cosa? —respondió Iandros.
—Dijiste que no lo contaríamos, que Karl es el heredero de Everard. Pero mira… para empezar, Asterian ya lo sabe, ¿verdad? —Rudian señaló a sí mismo, a Ferdian y a Thiel.
Los dos niños asintieron al unísono.
—Wolfgang también lo sabe —agregó Rudian, aunque no pudo señalar a Olivier, que estaba en otro carruaje.
En su lugar, dobló los dedos. Cuatro ya estaban doblados.
—Cierto.
—Y como Clemence estaba ahí, Arne también lo sabe —dijo, doblando otro dedo.
Iandros asintió en silencio.
—Y por último, la familia imperial.
Después de usar toda su mano derecha, Rudian levantó el pulgar izquierdo. Ferdian apoyó la cabeza contra la ventana, y Thiel hizo una expresión preocupada, contando mentalmente como Rudian.
—Supongo que no debimos decir ‘mantendremos el secreto’, sino ‘no se lo diremos a Nestrian y a Iker’ —comentó Thiel, mirando a Iandros, quien asintió.
—De todos modos, no es que realmente pensara que podríamos mantenerlo en secreto. Solo era para tranquilizarlos —explicó Iandros.
No tenía intención de divulgar por todas partes que el heredero de Everard había sobrevivido, pero tampoco creía que fuera posible mantener el secreto, como Rudian y Thiel habían señalado.
Aun así, había dicho eso por una razón.
—Ese lugar necesita estabilidad. Al menos hasta que puedan recoger los cuerpos de los caídos. Nosotros podemos ganarles tiempo para eso.
El Emperador, la cabeza de la familia Asterian y la de Wolfgang no eran personas que actuarían precipitadamente o que aprovecharían la desgracia ajena para su beneficio. Si escuchaban lo ocurrido, al menos intentarían mantener el secreto. Aunque Arne no era de fiar, su territorio estaba tan alejado de las otras familias que, incluso si lo difundían, pasaría tiempo antes de que llegara a oídos de los demás.
Así que, como decía Iandros, podrían ‘ganar tiempo’. No sería posible mantenerlo en secreto hasta que Karl creciera completamente, pero al menos algo de tiempo podrían conseguir.
Thiel recordó los cuerpos apilados de los habitantes y frunció el ceño. Arcadia, bajo la luz del sol, estaba en un estado mucho más devastador de lo que imaginaba. Tanto que temía que jamás pudiera recuperar su antigua gloria.
—De todos modos, lo bueno es que todo salió bien, ¿no? Yo pensé que los habitantes de allí iban a morir—comentó Rudian.
—Probablemente habrían muerto todos. Si Thiel no hubiera llegado, habrían sido exterminados por completo. Tal vez deberíamos agradecerle a Zender Nesstian por habernos enviado allí —respondió Ferdian con tranquilidad, abrazando a Thiel.
Ella, en los cálidos brazos de su hermano, asintió suavemente.
Zender nunca había sido de ayuda en la vida de Thiel, pero en esta ocasión, sí lo fue… Aunque no lo hubiera hecho intencionadamente. Thiel no podía negar que, de alguna manera, Zender había sido útil esta vez.
Si Zender hubiera escuchado estas palabras, seguramente se habría enfurecido e intentado atacarlos con su espada de hielo, pero no estaba allí, sino en territorio Nesstian, así que Thiel no tenía que preocuparse por él.
—Me alegra que todo haya salido bien. Si no hubiera sido por Karl, no lo habríamos logrado… ¿Crees que Ilum sabía que necesitaríamos a Karl y por eso le pidió que nos guiara? —preguntó Thiel.
En realidad, Ilum o Eren habrían sido mejores guías, o podrían haber enviado a algún habitante mayor para que los guiara. Karl conocía muy bien la geografía del lugar, pero era un desastre para orientarse. Por eso, tuvieron que tomar rutas más largas de lo necesario. Ferdian, Rudian y Olivier se quejaron de que deberían haber llevado a otro guía.
Si hubiéramos llevado a otro guía, seguramente habríamos fallado, pensó Thiel. No habrían podido invocar al sol ni haber hecho que la tierra seca de Arcadia se empapara de agua. Los habitantes habrían muerto, y Thiel habría quedado consumida por la culpa.
Iandros, después de reflexionar sobre las palabras de Thiel, asintió.
—Ilum era una de las pocas personas que sabían que Karl era el último hijo de Everard. Quizás no sabía todos los detalles, pero podría haber intuido que se necesitaba la sangre de Everard para devolver la vida a Arcadia.
—La extinción de la familia Everard fue hace mucho tiempo… ¿no es así? —preguntó Thiel.
—Sí.
—¿Crees que la razón por la que Karl eclosionó ahora tiene algo que ver con eso? ¿Sabía el jefe de los Everard todo lo que iba a pasar y lo dejó preparado, dejando a su hijo?
—No lo creo —dijo Ferdian, apoyando su barbilla en la cabeza de Thiel. Ella levantó la mirada para verlo. Él la miraba, sonriendo—. El poder de Everard no era la clarividencia, ¿cómo iba a saberlo? Tal vez, como dijo Ilum, necesitaban su sangre para que Arcadia siguiera existiendo, y por eso dejaron a Karl. A cambio de su vitalidad.
Ferdian desvió su mirada hacia la ventana y continuó hablando.
—Y seguramente también querían salvar a su hijo. No creo que lo dejaran solo como una herramienta para los habitantes de Arcadia… Tal vez el amor del jefe de los Everard por la tierra que tanto amaba fue lo que finalmente salvó Arcadia. Eso es lo que creo.
—¡Ahora que lo dices, parece que es así!
—Pero no estoy seguro de si sabía cuándo nacería su hijo. Ilum dijo que la familia de Karl lo había protegido por generaciones sin saber cuándo nacería. Pero si Karl nació hace siete años…
—Iandros murmuró: ‘Es el mismo año en que naciste tú, Thiel’.
Antes de partir, Iandros le había preguntado a Ilum cuántos años tenía Karl.
( Karl nació hace siete años. )
( ¿Siete años? )
( Sí, tiene siete años este año. )
Ilum había respondido a su pregunta, y desde entonces, todos los niños habían estado pensando lo mismo.
El heredero de la familia Everard, dormido durante mucho tiempo, y el niño con el legendario poder de la luz nacieron el mismo año. ¿Era realmente una coincidencia?
Ferdian extendió la mano y acarició suavemente el cabello rizado de Thiel.
Como no había una sirvienta que la ayudara a peinarse, Clemence y Olivier le habían atado el cabello, pero lo hicieron de manera un poco torpe, dejando mechones sueltos.
Aun así, a Thiel le encantaba el peinado que le hicieron sus hermanas.
Thiel sonrió ampliamente ante el gesto de Ferdian, y Ferdian, contagiado por la sonrisa de su adorable hermana, también sonrió.
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—No habrá pasado nada, ¿verdad?
—…
—¿Deberíamos enviar un equipo de búsqueda ahora mismo?
—…
—No, no. Lo mejor será que yo vaya personalmente…
—Padre.
Karthus lo llamó con calma. Alpheus giró bruscamente la cabeza para mirarlo. Sus miradas se cruzaron en el aire.
Karthus lo miró con respeto y afecto, y con una voz serena y firme, dijo:
—Siéntese, me está poniendo nervioso.
—…
—No hemos perdido el contacto con los niños, ¿por qué está tan inquieto?
Arne les había estado enviando regularmente informes sobre el paradero de los niños a través de Asterian, y sabían que los niños habían entrado a salvo en la ‘tierra donde no amanece’.
Aun así, desde el día en que los niños se marcharon, Alpheus no había dejado de dar vueltas por su despacho cientos de veces al día, murmurando cosas como: ‘Debí haber ido con ellos’.
Frustrado por la actitud tranquila de Karthus, Alpheus explotó.
—¡¿Es que no te preocupan los niños?! ¡Se están tardando mucho más de lo esperado!
—Por supuesto que me preocupan.
Karthus confiaba en los niños. Creía que podrían superar cualquier situación.
Sin embargo, sabía que también había cosas que no se podían resolver solo con la fuerza de los niños.
Por eso, al igual que Alpheus, Karthus también estaba preocupado por ellos. Pero aun así, mantenía la calma porque…
—Por eso envié a Salamandra. Debería estar llegando en cualquier momento.
Karthus murmuró mientras miraba el calendario con líneas marcadas. Una pequeña llama chisporroteó en la punta de sus dedos, como si Salamandra respondiera a su susurro.
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En ese momento.
Una pequeña salamandra hecha de fuego cruzaba apresuradamente la vasta tundra nevada.
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