⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Iandros conversó un poco más con Karthus y Alpheus antes de regresar al palacio. A partir de entonces, la rutina siguió su curso habitual, salvo por la advertencia de que sería mejor evitar salir por un tiempo. Cuando Thiel preguntó hasta cuándo tendría que evitar salir, Karthus y Alpheus respondieron que hasta que atraparan a los responsables.
La niña que estaba en la prisión subterránea de Asterian no había recobrado la consciencia. A pesar de que el médico había dicho que pronto despertaría tras haber superado lo peor, aún seguía sin recuperarse del todo. Se movía inquieta, como si estuviera atrapada en una pesadilla, frunciendo el ceño, pero sin despertar.
Así pasó una semana.
—¿Dices que la niña despertó?
Alpheus, que revisaba unos documentos en su oficina, levantó una ceja. La sirvienta que le había traído la noticia inclinó la cabeza en señal de respeto. Alpheus dejó caer los papeles sobre el escritorio y se levantó de un salto.
—Iré ahora mismo. ¿Karthus ya fue informado?
—El señor Karthus salió hoy, así que acabo de enviar una paloma mensajera a Asterian.
—Bien. Yo me encargaré… Espera un momento.
Alpheus, que estaba a punto de salir de la oficina, se detuvo de repente. La sirvienta, que lo seguía con la cabeza baja, levantó la mirada, confusa.
—¿Hay algo más que deba hacer?
—No habrás informado a Thiel, ¿verdad?
Alpheus entrecerró los ojos y susurró.
Aunque Thiel no tenía la costumbre de escuchar conversaciones ajenas, y no había forma de que la joven dama de Asterian estuviera detrás de la puerta, Alpheus actuaba con cautela.
—No, aún no le he informado.
—Bien. De todas formas, se enterará pronto, pero mantén esto en secreto por ahora. No quiero que Thiel esté presente durante el interrogatorio.
—Sí, señor Alpheus.
La sirvienta inclinó la cabeza respetuosamente.
Solo entonces Alpheus reanudó su marcha, con su asistente siguiéndolo de cerca. Se dirigieron apresuradamente hacia la prisión subterránea. Los soldados de Asterian que custodiaban la entrada lo reconocieron y, tras hacer una reverencia, abrieron la puerta.
Alpheus caminó directamente hacia la celda más alejada, donde una niña de mirada vacía estaba sentada.
—…
Alpheus la miró en silencio. Era la niña que había intentado dañar a su querida nieta.
No lo puedo soportar.
Era imposible perdonarla. Había criado a su nieta con el mayor cuidado, protegiéndola de cualquier amenaza. ¿Y ahora esto? ¡Habían intentado hacerle daño a Thiel! Y aún no habían identificado el veneno que se había utilizado. Alpheus presionó su frente, que comenzaba a doler.
—Abre la puerta.
Ante la orden de Alpheus, el guardia de la prisión se acercó y abrió la celda. Las rejas, que hasta entonces habían estado calientes, comenzaron a enfriarse gradualmente.
Alpheus no se molestó en acercarse demasiado y, desde donde estaba, preguntó:
—¿Cuál es tu nombre?
—… Liss —respondió la niña obedientemente, pero algo no cuadraba.
Alpheus frunció el ceño. La respuesta de la niña sonaba extrañamente vacía. Solo había dicho su nombre, pero esa simple palabra sonaba inusualmente hueca.
Algo no estaba bien.
—Entonces, ¿por qué atacaste a mi nieta?
Esta vez, Liss no respondió.
Alpheus no esperaba una respuesta, así que no se preocupó demasiado. Dio un paso adelante, lo que hizo que Liss se encogiera de miedo. Parecía una niña de trece o catorce años, pero su cuerpo era tan delgado y pequeño que, al encogerse, se veía de la misma edad que Thiel.
Al ver a Liss en esa postura, Alpheus se detuvo. Por un momento, la imagen de Thiel cuando era más joven se cruzó en su mente, lo que lo hizo desistir de acercarse más. En su lugar, pronunció sus palabras de manera clara y firme, como si estuviera dando una advertencia.
—Has cometido el crimen de intentar asesinar al líder de Asterian. Según las leyes de Asterian, deberías ser ejecutada.
—…
—Sin embargo, teniendo en cuenta tu corta edad, el hecho de que te arrepentiste en el último momento y la posibilidad de que alguien te haya manipulado, te perdonaré si me dices quién te hizo hacer esto.
Al finalizar sus palabras, Alpheus la miró fríamente. Sus ojos dorados, ocultos entre sus arrugas, brillaban intensamente.
—Pero si no hablas, Asterian te ejecutará.
—¿Salvarán…?
Liss murmuró en voz muy baja. Si Alpheus hubiera estado de espaldas, ni siquiera habría notado que habló. Sin embargo, notó el leve movimiento de sus labios y le preguntó nuevamente.
—¿Qué dijiste?
—Si… si les digo, ¿salvarán a mi hermano?
—¿Estás intentando negociar conmigo siendo una criminal? ¡No tienes opción alguna!
—…
Liss lo miró directamente, sin decir nada. Su rostro seguía siendo vacío, pero no mostraba miedo, incluso teniendo al antiguo líder de Asterian justo frente a ella. Era como si ya hubiera experimentado todo el miedo posible y no tuviera nada más que temer.
Sin embargo, había algo extraño.
¿Hermano…?
Alpheus parpadeó, sorprendido. Si tenía un hermano que salvar, ¿por qué no lo había mencionado antes, cuando se le preguntó por sus motivos?
Había pensado que no tenía nada que perder, pero si tenía un hermano, todo cambiaba. Nadie en el mundo quería perder a un hermano. Y si tenía que protegerlo, seguramente no querría morir siendo ejecutada.
Así que, si Alpheus se hubiera encontrado en esa situación, habría informado sobre todo y ‘pedido’ que le salvaran a su hermano. Sin embargo, ¿por qué esta niña tenía esa actitud? ¡Como si nunca hubiera tenido la expectativa de que Alpheus podría salvar a su hermano!
Si su familia estaba siendo retenida como rehenes y esa era la razón de su acción, Alpheus ya había dejado claro que estaba dispuesto a ser comprensivo, considerando la edad de la niña y su lamentable situación. Pero, ¿por qué actuaba así? Su preocupación se profundizó. Después de un breve silencio, Alpheus abrió la boca.
—¿Tu hermano está siendo retenido como rehén?
—……
—Habla. Si no lo haces, te mataré. Entonces perderás para siempre la oportunidad de salvar a tu hermano. ¿Es eso lo que realmente deseas?
Alpheus presionó con severidad. La niña, encogida y mordisqueándose las uñas, levantó la mirada hacia Alpheus.
—Sí, está encerrado.
—¿Te enviaron el veneno a ti, manteniendo a tu hermano como rehén?
—Sí.
—¿Sabes quién hizo eso?
La niña dudó por un momento, pero finalmente asintió. Alpheus hizo un gesto con la cabeza, instándola a que hablara. La niña, aún dudando, frunció el ceño.
—Nosotros no hemos hablado con él, pero Jay lo llamó ‘Oshian’.
—¿Oshian?
Curiosamente, el nombre que la niña mencionó era el de un noble. No era alguien famoso, pero Alpheus había oído el nombre antes.
No, podría ser un homónimo.
Este asunto debía ser abordado con cautela. Alpheus asintió. Su asistente, que lo seguía, sacó de su bolsillo una pequeña libreta y un bolígrafo, listo para tomar nota de lo que la niña decía.
Escribió ‘Jay’ y ‘Oshian’ con claridad en la libreta. Alpheus asintió.
—¿Quién es Jay?
—Jay es su nombre. No le llaman de otra forma que no sea Jay. Él es… amigo de Oshian.
Alpheus asintió vagamente. Probablemente, ‘Jay’ no le había revelado su nombre verdadero a la niña. Seguramente era un apodo.
La niña sabía más de lo que parecía. Aunque todavía estaba recuperándose y a veces fruncía el ceño, se esforzó por contarle todo lo que sabía a Alpheus.
Gracias a ello, Alpheus pudo descubrir que un hombre llamado ‘Oshian’ y otro llamado ‘Jay’ estaban llevando a cabo extraños experimentos con niños pequeños. Al oír esto, la expresión de Alpheus se tornó de sorpresa.
—¿Entonces tu hermano también está encerrado allí?
Liss asintió.
Alpheus le preguntó si recordaba qué tipo de experimentos estaban haciendo, pero Liss dijo que no sabía. Lo único que sabía era que, a intervalos regulares, se quedaba dormida. Al despertar, su cuerpo dolía como si hubiera sido golpeada.
Alpheus no podía comprenderlo.
¿Por qué estos tipos, que realizaban experimentos extraños con niños, estaban intentando hacerle daño a Thiel?
Un intenso dolor de cabeza lo golpeó.
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