⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Creo que Thiel ha manifestado la habilidad especial de la luz.
—…¿Qué?
Por un instante, el despacho quedó en completo silencio.
Solo se escuchaba el tictac del reloj y el clic de la tapa del relicario que Karthus jugaba en sus manos.
El primero en hablar fue Alpheus, quien miró a su hijo con incredulidad y le preguntó en voz baja:
—¿…Es cierto? ¿Lo viste tú mismo?
—Sí —Karthus asintió sin dudar—. Lo vi con claridad.
El sótano donde habían encontrado a Thiel era extremadamente oscuro, silencioso y rodeado de tinieblas, por lo que no era posible no verlo.
Los fragmentos de luz que surgían con fuerza en su pequeña mano.
Tomaron la forma de un pez, luego la de un leopardo, se dispersaron como una brisa ligera y se expandieron como si fueran a devorarla.
Por un breve momento, esa luz descomunal iluminó todo el sótano. Sin duda, era un poder que pertenecía a la niña.
Al escuchar la respuesta de Karthus, Alpheus murmuró incrédulo.
—Una habilidad de luz… Entonces, la leyenda es real…
En el Imperio de Crassion, había una antigua leyenda.
La leyenda del ‘portador de la habilidad de la luz’, bendecido por el dios de la luz, ‘Lysette’.
La leyenda contaba dos cosas: que un niño con la habilidad de la luz haría que amaneciera en tierras donde el día nunca llegaba, y que ese niño derrotaría a la oscuridad y mantendría el equilibrio entre la luz y la oscuridad.
Pero esa era solo una leyenda en un tiempo donde ya nadie creía en ellas.
Era una época en la que casi todos habían olvidado esa historia, y nadie creía que la ‘habilidad de la luz’ realmente existiera.
Y sin embargo…
—Mi nieta ha manifestado la habilidad de la luz.
La manifestación de esa habilidad no era solo un asunto sorprendente.
—En realidad, es un problema.
La habilidad de la luz, según la leyenda. Si se supiera que existe un portador de esa habilidad, tanto la familia Nesstian como el imperio y el templo intentarían llevársela.
Porque el impacto de la habilidad de la luz era inmenso.
Pero eso no era lo que preocupaba a Alpheus y Karthus.
Porque los Asterian…
Eran la única casa Ducal protectora del imperio, la familia de los leopardos negros, con la habilidad más poderosa de todas: el fuego.
Por lo tanto, independientemente de si Thiel poseía la habilidad de la luz, nadie se atrevería a tocar a los Asterian.
A menos que no valoraran su vida.
Así que Alpheus no estaba preocupado por las complicaciones que traería la noticia de que Thiel tenía la habilidad de la luz.
Había algo más importante.
Una leyenda oculta.
Junto a la leyenda del ‘niño de luz’, había otra que solo conocía la familia de los leopardos.
—La familia Asterian y la familia Nesstian recuperarán su verdadero poder junto con la gloriosa luz.
En una época en la que la ‘habilidad de la luz’ era vista como una leyenda sin fundamento, solo quedaban unos pocos que recordaban esa historia.
Ahora, solo el jefe de los Nesstian, el jefe de los Asterian y su heredero, Karthus, conocían la leyenda.
Alpheus cerró los ojos como si necesitara tiempo para reflexionar y murmuró:
—¿El verdadero poder…?
El verdadero poder… ¿Significaba que esa niña realmente podría romper la ‘maldición’ de la familia Asterian?
Si eso fuera cierto…
Justo en ese momento, Karthus, que había captado los pensamientos de su padre, suspiró brevemente y habló.
—Será mejor que no pongas esa carga sobre la niña.
—…
—La leyenda no es más que una leyenda, padre.
Su tono era firme. Parecía decidido a no permitir que nadie impusiera esa carga sobre Thiel.
Ni siquiera su propio padre, Alpheus Evald Asterian, jefe de la familia Asterian.
Alpheus asintió lentamente mientras tomaba su taza de té.
—Tienes razón.
Una leyenda no es más que una leyenda…
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Despacho de Zender Nesstian, jefe de la familia Nesstian.
—¿Todavía no la han encontrado? ¡Inútiles!
Zender Nesstian gritó con una voz furiosa. Sus ojos y cuello estaban llenos de venas, y su rostro se enrojecía de ira.
Mientras miraba al líder de los caballeros, que le informaba que no habían encontrado a Thiel, Zender rechinaba los dientes pensando en su nieta, que había desaparecido sin dejar rastro.
—Esa mocosa… Si la atrapo…
Se aseguraría de que no volviera a hacer algo así.
Después de la desaparición de Thiel, Zender había encarcelado a las doncellas responsables de vigilarla en el calabozo subterráneo.
Pero eso no calmó su furia, por lo que también recortó el salario de Zaira, la niñera de Rowen que había visto a Thiel por última vez, amenazándola con despedirla si no encontraba a la niña.
Aunque Zender siempre había amenazado con deshacerse de Thiel, esta vez la situación era diferente.
Si los Asterian descubren que está viva…
Si se descubría que los Nesstian habían ocultado a Thiel, los Asterian no se quedarían de brazos cruzados.
Thiel no solo era la hija de Lena, también era la hija de Karthus Celeste Asterian.
Por eso debía encontrarla rápido. Antes de que los Asterian supieran de su existencia.
Zender se frotó la sien, sintiendo que su cabeza latía de dolor, mientras abría los ojos con furia hacia los caballeros que aún no la habían encontrado.
Al mismo tiempo, al pensar en la desaparición de Thiel, la imagen de su madre, Lena, la hija de Zender, se le vino a la mente.
Lena, quien un día desapareció repentinamente, diciendo que estaba enamorada de ese sinvergüenza Karthus Celeste Asterian y que se casaría con él.
Igual que Lena, Thiel parecía obediente, tranquila y dócil, pero también desapareció repentinamente a su antojo.
Si iba a parecerse a su madre, debería haber heredado su genial habilidad de congelación.
Pero, ¿por qué tenía que heredar esa otra parte de su madre?
Zender Nesstian, sin prestar atención al líder de los caballeros que temblaba frente a él, se sumergió en sus pensamientos por un momento.
¿Por qué no la han encontrado todavía?
Ya había pasado una semana desde la desaparición de Thiel. Todos los sirvientes y caballeros de la casa Nesstian habían registrado a fondo toda la mansión. Y, sin embargo…
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
( Lo siento. No la encontramos. )
( No la encontramos. )
( No hay rastros en el pabellón… )
No podían encontrar a Thiel en ningún lugar.
Después de una semana, sin haber comido ni ido al baño, si estuviera escondida dentro de la mansión, habría algún rastro suyo en algún lugar.
Ni un solo rastro.
Eso solo podía significar que Thiel había escapado de la mansión.
Qué molestia…
Zender chasqueó la lengua con irritación. Debería haberla eliminado cuando tuvo la oportunidad. Ahora, se arrepentía profundamente de haber dejado pasar esa oportunidad.
Lo único que le daba algo de tranquilidad era que Thiel era solo una niña de siete años y que la mansión de Nesstian estaba rodeada por un vasto campo nevado que ni siquiera los adultos podían atravesar fácilmente a pie.
Por lo tanto,
—Hmph… Registra los alrededores fuera de la mansión. Aunque haya salido, no habrá llegado muy lejos.
—¡Sí!
El líder de los caballeros, que había estado con una expresión incómoda todo el tiempo, respondió brevemente y salió del despacho apresuradamente.
Zender se acercó a la ventana que daba al campo nevado y observó en silencio cómo caía la nieve fina.
Si había salido de la mansión, seguramente habría muerto.
El campo nevado de Nesstian era tan vasto y severo que incluso los adultos perdían el rumbo y morían congelados.
Y Thiel, que solo tenía siete años, además de ser una mestiza de pantera negra y leopardo de las nieves, había nacido con un pelaje corto que no soportaba bien el frío.
Por lo tanto, probablemente…
Si salió, estará muerta.
Zender miraba el campo nevado con una mirada fría. Su voz era tranquila mientras murmuraba que, en realidad, era mejor así.
En su tono no había ni un rastro de remordimiento ni tristeza.
Sí, mejor así.
No podía matarla con sus propias manos ni devolverla a los Asterian, lo cual le había causado un gran dolor de cabeza. Si se había ido para morir por su cuenta, era lo mejor.
Por orden de Zender Nesstian, los caballeros de la familia Nesstian ampliaron su búsqueda desde la mansión hasta el campo nevado.
La orden que se les dio fue:
—Si está muerta, traigan el cadáver.
Y…
—Si está viva, mátenla de inmediato.
Los caballeros, que recibieron la orden de asesinar a una niña de solo siete años, levantaron la vista hacia la mansión, como si lo hubieran acordado previamente.
En la ventana del despacho del jefe de la familia Nesstian, las cortinas de terciopelo azul estaban echadas.
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