⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Thiel les explicó a Ferdian y Rudian lo que había ocurrido en el espacio interdimensional de Iandros con detalle. Por supuesto, omitió la parte sobre el ‘gran cojín rosa’, ya que parecía algo que Iandros quería mantener en secreto.
Después de escuchar toda la historia, Ferdian y Rudian pusieron una expresión seria.
—Es mejor no decirle a nadie más sobre esto… al menos hasta que el señor Ian lo haga público.
—Sí, tienes razón. No sería bueno que esto se supiera. Pero me preocupa.
—¿Por eso salió corriendo con esa cara tan aturdida?
Thiel asintió a las palabras de Rudian. Ferdian suavemente le acarició la mejilla a Thiel.
—¿Estás bien? ¿No te asustaste? Ya decías que últimamente tienes pesadillas, me preocupa que esto te quite el sueño otra vez.
—Estoy… bien. Me asusté un poco, pero estoy bien. Me preocupa más Ian-nim.
Rudian y Ferdian asintieron.
La paloma mensajera que Iandros había dejado en su lugar voló y se posó suavemente en el hombro de Thiel.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—¿Una rama colateral de la familia imperial?
El Emperador frunció el ceño. Iandros asintió con expresión seria. El Emperador dejó los documentos que tenía en la mano y se quitó las gafas, dejándolas a un lado.
—En la rama colateral de la familia imperial no hay nadie con ojos de color esmeralda. Lo sabes, ¿verdad? Es un símbolo que sólo los descendientes directos de la familia imperial Cracion pueden tener.
—Lo sé.
—Entonces, ¿por qué preguntas esto? No es propio de ti.
—…
Iandros no respondió. El Emperador pensó que Iandros estaba actuando de manera inusualmente extraña hoy, pero no insistió en interrogarlo.
La relación entre ellos era más frágil y carente de confianza de lo que otros podían imaginar.
Iandros no apreciaba a su abuelo, y el Emperador lo sabía, así que no le hacía muchas preguntas.
Entre ellos existía una fina capa de confianza basada en la falta de interrogatorios. Esa era la última pizca de confianza que quedaba entre el Emperador y Iandros, y el Emperador no quería destruirla.
Después de un largo silencio, Iandros levantó la cabeza y preguntó:
—Entonces, ¿existen registros de personas que hayan tenido la misma habilidad que yo en el pasado?
—¿Por qué de repente buscas eso?
—Lo necesito.
—Como sabes, hay muy pocos registros sobre la creación de espacios interdimensionales. Pero si deseas buscarlos, revisa los archivos subterráneos de la biblioteca del palacio. Es un lugar al que solo el Emperador puede acceder, pero… te permitiré entrar.
—Agradezco la benevolencia de Su Majestad.
Iandros hizo una reverencia cortés.
El Emperador asintió con la cabeza. Iandros salió de la sala sin vacilar.
El Emperador, observando la espalda de su nieto mientras se marchaba, quedó pensativo por un momento.
¿Habrá ocurrido algo…?
Nunca había visto a Iandros con esa expresión antes.
Desde que Iandros experimentó aquel gran trauma siendo muy joven, siempre había sido desapegado, tranquilo y sereno en todo. No actuaba como un niño.
Eso preocupaba mucho al Emperador.
Ser sereno y tranquilo eran buenas cualidades para un Emperador, pero la falta de actitud infantil implicaba que estaba perdiendo la oportunidad de crecer como un niño normal.
Afortunadamente, después de conocer a la hija menor de la familia Asterian, cuidarla como a una hermana menor, y ahora tratarla como a una amiga, el Emperador pensaba que había mejorado mucho.
Iandros, me preocupas.
Como Emperador de Cracion, siempre tuvo que anteponer los intereses del imperio a los de su nieto.
A veces, eso le pesaba en el corazón.
¿Por qué no habría de querer abrazar y cuidar a su querido nieto?
Pero el trono en el que estaba sentado y la corona que llevaba sobre su cabeza no se lo permitían.
Con una expresión amarga, el Emperador miró el lugar donde Iandros había estado de pie por un momento.
Durante toda la conversación con el Emperador, Iandros no se sentó ni una sola vez.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—¿La biblioteca subterránea del palacio?
—Sí.
Respondió Iandros. Su asistente, Cedric, mostró una expresión de incomodidad.
—El acceso a la biblioteca subterránea está prohibido a todos excepto a Su Majestad.
—Su Majestad me ha permitido entrar. Deja de hablar y sígueme.
Cedric cerró la boca y lo siguió ante la firme actitud de Iandros.
Aunque Iandros visitaba la biblioteca del palacio con frecuencia, nunca había estado en la sección subterránea. Como había dicho el Emperador, era un lugar exclusivo para el Emperador.
Ni siquiera el príncipe heredero tenía acceso.
Iandros caminaba con pasos decididos hacia la biblioteca.
Los guardias apostados en la entrada del palacio se enderezaron y saludaron con firmeza al ver a Iandros y Cedric.
Iandros los pasó de largo y entró en la biblioteca.
La vasta colección de registros imperiales estaba perfectamente conservada en la biblioteca del palacio, y aunque era un día caluroso de verano, el ambiente era fresco.
Iandros se detuvo frente a las escaleras que conducían al sótano y miró a Cedric.
—Espera aquí.
—Sí, Su Alteza. ¿Pero ha ocurrido algo?
—No es asunto tuyo. Te lo haré saber cuando sea el momento.
El joven respondió fríamente mientras descendía hacia el sótano.
Frente a él, dos guardias custodiaban la entrada a la sección subterránea de la biblioteca, pero al ver a Iandros, mostraron una expresión de duda.
—Este lugar está prohibido para todos excepto Su Majestad. Lo sentimos.
—Su Majestad me ha permitido el acceso. Abrid la puerta.
Los soldados se miraron entre sí, dudando si las palabras de Iandros eran ciertas o no.
Sin embargo, Iandros era el príncipe heredero, y ellos solo eran simples soldados.
Incluso si Iandros mentía, no tenían otra opción más que abrir la puerta.
Los soldados abrieron la puerta de la biblioteca subterránea. Un olor rancio llegó de golpe a la nariz de Iandros.
A Iandros, quien solía preferir la pulcritud, no le gustó el olor y frunció el ceño mientras entraba en la sala.
Aunque la biblioteca estaba meticulosamente cuidada, los libros y documentos almacenados allí eran tan antiguos que era inevitable que el lugar tuviera un mal olor.
Iandros comenzó a examinar los documentos lentamente.
Sabía exactamente lo que buscaba: quería saber si había existido alguien fuera de la familia imperial de Cracion que poseyera la habilidad de crear un espacio interdimensional.
Aunque oficialmente no existía tal persona, Iandros pensó que quizás había algún registro oculto sobre alguien nacido en una rama colateral de la familia imperial.
Comenzó por reunir todos los libros y documentos que parecían hablar sobre la creación de espacios interdimensionales.
Gracias a la buena organización y clasificación de los archivos, no tardó mucho en encontrar lo que buscaba.
Iandros encontró algunos documentos sobre la creación de espacios interdimensionales. Se sentó sin mucha ceremonia y comenzó a hojear los libros.
Uno de los documentos fue escrito por el cronista de un antiguo Emperador de Cracion, que había dejado registros sobre la ‘creación de espacios interdimensionales’.
Iandros pasó por alto la página que hablaba sobre una princesa que poseía esa habilidad. No le interesaba la historia de una princesa; lo que él buscaba era saber si alguien de una rama colateral podía nacer con esa habilidad, y si las personas con esta habilidad podían conectar sus espacios entre sí.
Pasó las páginas rápidamente. El libro describía con detalle cuán sabia, hermosa y grandiosa era la princesa de Cracion que poseía la habilidad de crear un espacio interdimensional.
Se mencionaba que ella estaba casi destinada a ser la próxima Emperatriz. Incluso se podía percibir el tono personal del cronista, quien escribía que ella era la heredera legítima del trono.
Iandros entrecerró los ojos con sorpresa.
Era de conocimiento público que alguna vez existió una princesa con la habilidad de crear un espacio interdimensional, pero también era sabido que esa princesa era una mujer completamente loca, que casi exterminó a toda la población del imperio con su poder, y que murió encarcelada como criminal.
Sin embargo, el registro contaba una historia completamente diferente.
¿Que ella era sabia y sensata?
En Cracion, todos sabían que la princesa que había tenido la habilidad de crear un espacio interdimensional era una lunática.
Iandros continuó pasando las páginas, ahora con más interés.
Quizás este libro contenía más información sobre los espacios interdimensionales, y tal vez lo que él buscaba estaba aquí.
De repente, la mano de Iandros se detuvo.
Su mirada se fijó en una página donde estaba dibujado un retrato de la princesa.
Era un rostro terriblemente familiar.
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