⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Thiel decidió posponer un poco su visita a Ian. Aunque encontrarse con Ian era algo importante y urgente, en ese momento lo más prioritario era darle la bienvenida a Karthus, que acababa de regresar.
De todas formas, tengo que ver a Ian, pensó Thiel, recordando al intruso misterioso que había encontrado en el espacio alterno de Ian.
También recordó la expresión pálida y aterrorizada de Ian después de ese encuentro. Aunque no había nada que Thiel pudiera hacer para ayudarlo en esa situación, si no podía ofrecer su ayuda, al menos quería estar a su lado.
Con la determinación de visitar a Ian después de ver a Karthus, Thiel salió de la habitación junto a Ria. Justo en ese momento, se encontraron con Karthus, que subía para verla.
—¡Papá!
Thiel lo llamó alegremente y se lanzó a los brazos de Karthus. Él la levantó en un abrazo.
—Thiel.
Aunque Thiel había crecido mucho desde la primera vez que la vio, para Karthus aún era su pequeña hija. Su cuerpo cabía perfectamente en sus brazos, lo cual era una prueba de lo pequeña que seguía siendo para él. Karthus la sostuvo y le dio un suave beso en la frente.
—Parece que te lo has estado pasando bien. Pero… ¿a dónde ibas?
Karthus notó que Thiel no llevaba su ropa de casa, sino un atuendo de salir, y le preguntó con cautela.
Thiel aprovechó el momento para besar la mejilla de Karthus y respondió:
—¡Iba a ver a Ian! ¡Volveré rápido!
—Thiel…
—Sé que no debería estar saliendo ahora mismo, pero hay algo que me preocupa. ¿No puedo ir por un ratito?
Thiel parpadeó, mirando a Karthus con sus ojos brillantes. Él suspiró. Siempre había sido débil ante las peticiones de su hija.
—Lleva a Ferdian o a Rudian contigo, no puedes ir sola. Además, los caballeros de la guardia deben acompañarte.
—¡Sí, está bien, papá! ¡Gracias!
Thiel rodeó el cuello de Karthus con los brazos y gritó emocionada. Karthus, incapaz de resistirse, le dio una suave palmada en la cabeza.
—Ten cuidado. Algunos de los culpables aún no han sido capturados. Podrían intentar atacarte de nuevo.
—¿Se escaparon?
—Sí. Lograron ganar tiempo en la entrada y aprovecharon para huir.
Después de hablar, Karthus sacó una esfera de cristal de su bolsillo. Era la misma que Thiel le había dado, diciéndole que podría ser útil. Sin embargo, algo le resultaba extraño.
¿Por qué está tan oscura?
La esfera que ella le había dado brillaba con fragmentos de luz, pero ahora parecía haberse oscurecido, como si hubiera absorbido toda la oscuridad del mundo. Thiel la tomó en sus manos y preguntó:
—¿Usaste la esfera que te di?
—Sí, la usé. Sin ella, no habría podido atrapar siquiera a uno de ellos.
—Pero… ¿por qué se ha vuelto tan oscura?—
—Iba a preguntártelo a ti, pero parece que tampoco lo sabes… La arrojé dentro de esa niebla negra, y así fue como se tiñó de este color.
Thiel frunció el ceño al escuchar la explicación de Karthus.
Hasta ahora, había derrotado muchos ‘seres oscuros’ usando su habilidad. Y esos seres, cuando usaba su poder, siempre se desvanecían en pedazos. Nunca había visto que fueran absorbidos de esta manera. Aun así, asintió y guardó la esfera en su bolsillo.
—Voy a investigar un poco más sobre esto, ya que es mi habilidad. Tal vez yo pueda descubrir algo.
—Hazlo, te lo encargo. Además, tu esfera fue de gran ayuda. Gracias.
Karthus le dio una última caricia en la cabeza antes de bajarla al suelo. Los pliegues de su vestido de encaje revolotearon mientras ella aterrizaba suavemente y, con la esfera en mano, miró a Karthus hacia arriba.
—¡Me alegra que te haya sido útil! Aún no he descubierto qué es exactamente ‘eso’, pero esta vez, tal vez pueda averiguarlo.
—Si atrapamos a los que escaparon, probablemente lo sepamos.
Thiel asintió y luego habló:
—Tal vez esté relacionado con Arcadia.
—¿Arcadia?
—Sí, la maldición en los cuerpos de los hombres bestia de Arcadia reaccionó a mi poder. Si la oscuridad que encontraste también reaccionó, entonces…
—¿Estás diciendo que podría ser un poder similar a la maldición de ese lugar? Entendido.
Thiel pensó en contarle a Karthus sobre el episodio de Ian cuando perdió el control, pero decidió que hablar solo sobre Arcadia era suficiente por el momento.
Ahora que lo pienso, me pregunto cómo estará.
El último heredero de Everard.
Hacía mucho que no escuchaba noticias sobre ese chico. La niña pensó que pronto debería preguntarle a Karthus sobre él, mientras se separaba y salía hacia el carruaje.
—¿Va a salir, señorita?
—Sí, papá me dio permiso… ¡Ah! Casi lo olvido, dijo que debía ir acompañada por mis hermanos. ¡Un momento, voy a buscarlos!
—De acuerdo, tomaré mi tiempo preparando el carruaje.
El mayordomo de Asteria le dedicó una sonrisa y una ligera inclinación de cabeza.
Thiel subió las escaleras en espiral de nuevo y se dirigió a las habitaciones de Rudian y Ferdian. Sabía que sería fácil encontrarlos, ya que ambos casi no salían y se la pasaban tumbados en sus habitaciones.
Toc, toc.
Primero llamó a la puerta de Ferdian. La razón era simple: su habitación estaba más cerca de las escaleras. La puerta se abrió suavemente, y apareció Ferdian.
—¿Thiel?
Ferdian llevaba unas gafas transparentes colgando en la punta de su nariz, como si estuviera leyendo un libro. Thiel echó un vistazo por encima de su hombro.
El escritorio de Ferdian estaba lleno de gruesos libros y pergaminos. Probablemente estaba estudiando.
—¿Te interrumpí?
—Claro que no. ¿Quieres pasar?
Ferdian dio un paso a un lado, pero Thiel negó con la cabeza.
—¡No! Si no estás ocupado, quería pedirte un favor.
—No estoy ocupado. Dime.
—Voy a ir al palacio a ver al señor Ian, y papá dijo que debía ir acompañada por uno de ustedes. Si no estás ocupado, ¿podrías acompañarme
—¿Al palacio?
Ferdian entrecerró los ojos.
—Pero si ya viste a Ian hace poco, ¿no?
—Sí, es que hay algo que me preocupa un poco. Si estás ocupado, no tienes que acompañarme. Puedo ir con el hermano Rudian….
—No estoy ocupado —dijo Ferdian, interrumpiendo a Thiel y colocando su mano sobre la cabeza de ella—, ¿Papá te dijo que fueras con uno de nosotros dos, cierto?
—Sí.
—Entonces puedo ir solo yo. Rudian probablemente está durmiendo —comentó Ferdian sin siquiera mirar la puerta de Rudian.
Thiel asintió con la cabeza ante sus palabras.
¡Menos mal!
Si hubiera abierto la puerta de Rudian primero, probablemente lo habría despertado. Thiel miró de reojo la puerta cerrada de Rudian, agradecida de no haberlo hecho.
—Primero me cambiaré de ropa. Espérame aquí.
—Sí, te esperaré.
La voz de Ferdian sonó un poco más baja de lo normal. Tal vez lo hacía para no despertar a Rudian. Thiel, sin saber lo que pasaba por la mente de Ferdian, pensó que era muy amable mientras lo esperaba fuera de la habitación.
Ferdian no tardó en salir, ya vestido con ropa de salir. También llevaba puesta una chaqueta con botones dorados. La chaqueta, adornada con pequeños bordados de estampado de leopardo, era muy llamativa y elegante. Pero lo que destacaba aún más era el rostro que la llevaba.
Cada vez que veía a su hermano así, Thiel se daba cuenta de lo guapo que era. Antes no había conocido a muchos hombres bestia, así que no lo había notado. Pero ahora lo sabía: el rostro de Ferdian era uno de los más apuestos que había visto.
—¿Por qué me miras tanto? —preguntó Ferdian con una leve sonrisa, como si supiera perfectamente por qué lo estaba mirando.
—¡Hoy te ves especialmente elegante! —respondió Thiel, dándole a Ferdian la respuesta que él esperaba.
Ferdian, satisfecho, la levantó en brazos.
La llevó en brazos hasta la entrada principal, donde el carruaje que el mayordomo había preparado los esperaba.
Ferdian subió al carruaje con Thiel en brazos y la acomodó en el suave asiento. Poco después, la puerta del carruaje se cerró.
El carruaje partió suavemente.
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