⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Vamos a entrar, pronto se pondrá el sol —dijo el granjero, secándose el sudor que le caía por la frente mientras sostenía una canasta llena de frutas recolectadas ese día.
Un niño pequeño, que parecía ser su hijo, dejó de perseguir insectos y levantó la cabeza de golpe mientras preguntaba:
—¿Pero no han pasado ni dos horas desde que salimos? ¿Ya se va a poner el sol?
—Sí, los días se han acortado. Pronto será la hora de que se ponga el sol. Maldición, me pregunto si algún día desaparecerá por completo…
El hombre murmuraba mientras agarraba la mano de su hijo y comenzaba a caminar. El niño sacó una fruta madura de la canasta que llevaba el granjero y le dio un mordisco crujiente.
—¿No sería bueno que los días fueran más cortos?
—¡Por supuesto que no! ¿No tienes idea de lo aterrador que sería eso?
—No.
—Este niño insolente… El equilibrio del mundo se está rompiendo.
El niño mordió la fruta una vez más.
—Bueno, entonces simplemente lo volvemos a poner en su lugar. Después de todo, tenemos al Niño de la Luz, ¿qué podría salir mal?
—¡El problema es que no podemos! El Niño de la Luz, el poder de la luz… Tanto alboroto por eso, y cuando ocurrió algo como esto, simplemente desapareció.
El granjero continuó quejándose durante un rato sobre lo inútil que era el Niño de la Luz. El niño entrecerró los ojos mientras miraba la colina donde el sol se estaba ocultando.
Las personas sobre la colina se estaban preparando para regresar a casa. Entre ellas estaban la madre y la hermana del niño.
El niño no entendía mucho sobre el equilibrio del mundo, pero le gustaba la idea de que su madre y su hermana pudieran volver a casa temprano.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—¿Ian regresó bien?
—Sí, lo acompañé.
—Ian no tiene poderes de teletransportación, ¿cómo es que viene tan seguido a Asterian? —dijo Rudian, realmente curioso.
Thiel sabía que la razón por la que Ian había visitado era porque sus hermanos lo habían llamado, pero no se molestó en recordárselo a ellos.
—Debe ser porque quiere verte, Thiel. No creo que sea necesario, de todos modos, pronto…
Ferdian se calló de repente, como si algo le hubiera molestado, y sus labios, normalmente bien formados, se cerraron con firmeza.
Rudian también miraba a Ferdian con una expresión de descontento.
Ambos, Rudian y Ferdian, sabían que tan pronto como la situación se calmara un poco, Thiel se casaría con Ian.
De hecho, Thiel debería haberse casado con Ian y haberse convertido en la princesa heredera tan pronto como cumplió veinte años.
Sin embargo, Thiel seguía siendo solo la prometida del príncipe heredero, en parte porque ella era la cabeza de la familia Asterian, pero también porque el mundo estaba en caos.
Con todo el resentimiento y las críticas dirigidas hacia Thiel, no era el momento adecuado para una boda imperial.
Por esa razón, incluso el Emperador había pospuesto llamar a Thiel al palacio. Pero en cuanto la situación se calmara, él querría que Thiel e Ian se casaran.
Aunque esa idea no le agradaba ni a Ferdian ni a Rudian, sabían que no podían cuidar de su hermana para siempre, por lo que habían hecho las paces con la situación.
Thiel, entendiendo de inmediato lo que sus hermanos estaban pensando, les habló de manera tranquilizadora:
—De todas formas, eso aún falta mucho tiempo. No tienen que preocuparse ya. ¡Además, ustedes dos aún no se han casado!
—Pero Ian es el príncipe heredero del imperio, no puede quedarse soltero para siempre… No me molesta tanto que te cases con él. De hecho, podría ser una buena elección. Es mejor que muchos otros con reputación de mujeriegos. Pero, ¿por qué me siento tan mal? —dijo Ferdian con una expresión de desconcierto.
Thiel podía adivinar por qué él se sentía así, pero decidió no decírselo.
En ese momento, alguien golpeó la puerta.
Todos voltearon al unísono hacia la entrada.
Una doncella de Asterian entró, hizo una reverencia y, con los ojos bajos, dijo:
—El señor Karthus ha regresado de su salida.
—¿Papá?
—¿Papá?
—Volvió rápido —murmuró Ferdian, recordando el estado desordenado del salón.
El salón de recepción, que Olivier había dejado en un caos, aún no había sido restaurado cuando su padre regresó.
Aunque Alpheus ya había regañado a Olivier, y a Karthus normalmente no le importaban esos accidentes, Ferdian se sentía un poco preocupado.
Ferdian y Rudian se excusaron, diciendo que tenían trabajo que hacer, y Thiel salió para recibir a su padre.
—¡Papá!
Thiel lo llamó, y Karthus la abrazó suavemente, presionando su mejilla contra la cabeza de Thiel. Era un gesto que demostraba cuánto la apreciaba y la cuidaba.
—Thiel, he oído que hemos tenido visitas.
—Sí, la hermana Olivier y el señor Ian ya se han ido. ¿Dónde estuviste, papá?
—Fui brevemente al templo, tenía algo que discutir con el gran sacerdote. Hoy cenaremos juntos.
—¡Sí! Ah, y además…
Thiel le contó a su padre sobre el ‘plan’ que Ferdian había mencionado hace un rato.
No podía creer que su padre hubiera aprobado una idea tan imprudente.
Karthus escuchó atentamente y asintió con la cabeza.
—Ferdian ya me había hablado de eso. Me parece un plan increíblemente temerario, pero si esa es la única manera de atraparlos, no queda otra opción.
—Pero si los descubren…
—Ferdian y Rudian son lo suficientemente fuertes ahora como para enfrentarse incluso a mí. Además, Ian también los acompañará. Aunque Nesstian se volviera loco y los atacara, saldrán caminando con sus extremidades intactas.
La voz de Karthus, al decir esas palabras, estaba llena de confianza. Thiel asintió con la cabeza.
Sus hermanos, su padre, e incluso Ian. Todos estaban haciendo grandes esfuerzos por ella, lo cual la llenaba de alegría, pero al mismo tiempo le causaba un poco de presión.
Dijeron que soy la hija del dios Lysette…
Thiel estaba segura de que lo que había escuchado era, de hecho, la voz de Lysette. Su habilidad también provenía de ese dios.
Entonces, ¿por qué, a pesar de todo, no podía hacer nada para resolver esta situación?
La frustración que sentía por esta crisis no solo la compartían los granjeros de Cracion, que estaban preocupados por los días cada vez más cortos. Thiel también sentía una presión tan fuerte que casi le cortaba la respiración. Además, aunque los demás aún no se habían dado cuenta, sus poderes estaban disminuyendo poco a poco.
¿Y si mi habilidad desaparece por completo?
Un pensamiento inquietante comenzó a apoderarse de su mente, pero Karthus le habló con ternura, ayudándola a salir de sus preocupaciones.
—Ferdian y Rudian hacen esto porque te quieren mucho, así que no debes sentirte presionada. Ellos son hijos de Asterian. Si hay algo que debe hacerse en nombre de Asterian, es justo que lo hagan ellos. Y entre esas tareas está capturar a criminales despiadados que tienen en la mira a su hermana menor, la líder de Asterian…
Parecía como si Karthus pudiera leer los pensamientos de Thiel con los ojos cerrados.
—Así que no te preocupes demasiado, Thiel. Ni tu abuelo ni yo hemos dado nuestro permiso sin considerar la gravedad de la situación. Ya sabes cuán cauteloso es Ferdian.
—Sí, lo sé… —respondió Thiel.
—Así que no te preocupes demasiado y confía en él.
Karthus le entregó a Thiel una pequeña caja de regalo, y ella parpadeó al recibirla.
—Le pedí que lo trajeran de tu tienda favorita. Según Olivier, te encanta el pastel de higos de este lugar.
—¡Así es! Muchas gracias, papá… ¡Gracias! —dijo Thiel, asintiendo con los ojos brillantes. Su cabello blanco centelleaba al moverse a ambos lados de sus hombros.
Karthus sonrió y agregó:
—Come el pastel y, si te sobra tiempo, podrías practicar tus habilidades en el campo de entrenamiento o hacer algunos ejercicios de transformación animal. Eso te ayudará a despejar la mente.
La ‘práctica de transformación animal’ de la que hablaba Karthus se refería a usar habilidades mientras se estaba en forma animal. No era una tarea fácil, y requería entrenamiento constante.
Thiel sabía que todos en la mansión de Asterian estaban preocupados por ella.
Esa simple comprensión le provocaba una cálida sensación de alivio, como si un rayo de luz brillante explotara dentro de su pecho.
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