⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Thiel! ¿Estás bien?
Thiel abrió los ojos al sentir unas manos agitándola y escuchar una voz algo ruidosa pero amable.
Uh… ¿me quedé dormida?
Thiel pensó que últimamente su resistencia estaba algo baja mientras miraba a quienes la rodeaban. Creía recordar que Ria había ido a buscar al médico, pero frente a ella no estaba el médico, sino los cuatro hombres de Asterian e Iandros.
—¿Hermano?
Rudian, algo aliviado al escuchar la voz de Thiel, la abrazó con fuerza.
—Estaba preocupado. Me asustaste mucho cuando te desmayaste de repente…
Thiel, abrazada a Rudian, apoyó la barbilla en su hombro y sonrió con timidez.
—Lo siento, no sé qué pasó… Solo sentí que todo me daba vueltas de repente…
—¿Estás bien? ¿De verdad estás bien?
Rudian sostuvo a Thiel por los hombros, examinando el estado de su hermana. Ferdian, que llevaba un rato observando la escena con desagrado, agarró a Rudian por el hombro y lo apartó de Thiel.
—Para ver si Thiel está bien, primero deberías apartarte un poco, ¿no crees?
Ferdian señaló con el pulgar hacia atrás. Rudian giró la cabeza en esa dirección.
Allí estaba el médico de Asterian, quien, algo incómodo, no se había atrevido a acercarse. Entre Alpheus, Karthus, Ferdian, Rudian y el príncipe heredero Iandros rodeando a Thiel, el médico no tenía espacio para hacer su trabajo.
Finalmente, Rudian se apartó un poco para que el médico pudiera acercarse a Thiel. Su nombre era Cade, el mismo médico que había cuidado de la salud de Thiel desde que ella llegó por primera vez a la mansión.
—Buenas tardes, señora. Feliz cumpleaños.
Cade saludó con naturalidad a Thiel mientras se sentaba junto a ella. Thiel respondió con una brillante sonrisa.
—Gracias, doctor Cade… ¡Gracias!
—Qué desafortunado que algo así ocurra en un día tan especial, ¿verdad? Voy a examinarte para ver si hay algún problema con tu salud.
Cade solía hablarle a Thiel como si todavía fuera una niña de siete años, pero a Thiel no le molestaba demasiado. Cade comenzó a examinar el estado de Thiel con habilidad. Ella, a diferencia de cuando era pequeña, no lloraba ni se asustaba, sino que esperaba con calma mientras el médico revisaba su cuerpo cuidadosamente.
Tras examinarla, Cade llegó a la conclusión de que no había nada malo con la salud de Thiel.
—Parece que tu resistencia está un poco baja, pero solo eso. Comiendo a tiempo y descansando un poco, te recuperarás.
—Entonces, ¿por qué se desmayó? —preguntó Alpheus, sin poder contenerse.
Cade se rascó la nuca con gesto incómodo.
—Esto es solo una suposición mía, pero… ¿hubo algún problema con las habilidades de ustedes dos?
Ante las palabras de Cade, tanto Iandros como Thiel se estremecieron. Viendo su reacción, el médico supo que su suposición era correcta y dijo:
—Ya veo, esto es algo común entre aquellos que comparten el sello de pareja. Cuando el cuerpo de la pareja sufre algún problema, a través del sello, uno también lo experimenta, compartiendo el dolor. Por eso te desmayaste.
La expresión de Iandros se ensombreció ante las palabras de Cade. Thiel también evitó su mirada. Alpheus suspiró brevemente, al igual que Karthus. Ferdian y Rudian permanecieron en silencio, pero estaba claro que no estaban satisfechos con la situación.
Aunque era algo egoísta, Alpheus se arrepintió de no haber detenido a Thiel ese día. La habilidad de Iandros, la ‘creación de espacio vacío’, era una de las más poderosas y peligrosas del linaje imperial de Cracion, y hasta ahora solo tres personas, incluido Iandros, habían sido capaces de manifestarla.
Que solo tres personas hubieran mostrado esa habilidad hasta el momento significaba que había muy poca información sobre ella. Además, la habilidad de Thiel tampoco era algo común.
En esas circunstancias, ambos se habían marcado con el sello… Podrían pasar más cosas como esta en el futuro. El peor escenario sería que la habilidad de Iandros se descontrolara, haciendo que tanto él como Thiel fueran incapaces de soportar el inmenso poder y desaparecieran.
El sello era tan peligroso, y un sello incompleto lo era aún más. La razón por la que Alpheus se había enfurecido tanto cuando se enteró del plan de Wilhelm era precisamente esa. Aunque Iandros fuera el supremo príncipe heredero del imperio, también era la única bomba de tiempo del mismo.
Thiel, viendo cómo el ambiente se había vuelto tenso de repente, se movió nerviosamente y tomó suavemente la punta de los dedos de Alpheus.
—Abuelo… Estoy bien.
—……
—No volverá a pasar, de verdad. Hoy solo fue porque me esforcé demasiado anoche y estaba algo cansada…
—Thiel.
Alpheus sostuvo la mejilla de Thiel. La piel blanca y suave de Thiel quedó presionada contra la áspera mano llena de callos de Alpheus.
Thiel parpadeó mientras su mejilla era apretada. Alpheus miró a los ojos de su querida nieta.
Los ojos de Thiel eran tan claros e inmaculados que Alpheus solo quería proteger a esta nieta suya por el resto de su vida…
—Thiel, recuerda siempre lo que te voy a decir.
—Sí, abuelo…
—En cualquier situación, debes poner tu vida y tu seguridad por encima de todo. Sabes que las cosas no están bien ahora mismo.
—Sí, lo sé…
—Nadie sabe qué puede pasarte. Puede que te desmayes de nuevo, como hoy, o puede que ocurra algo aún peor.
Thiel giró los ojos hacia Iandros. Él no apartaba la mirada de ella.
Alpheus continuó hablando sin importarle nada más.
—Así que recuérdalo. No hay nada más importante que tu seguridad, ni siquiera mi vida es más importante que tu seguridad. Mi vida no tiene más valor para mí que la tuya.
Esas palabras parecían dirigidas a Iandros.
Al mismo tiempo, sonaban como una respuesta a lo que Iandros había dicho y decidido hace un momento.
—Thiel, me preocupas. Quiero protegerte, pero me preocupa no poder hacerlo…
Todos asintieron con la cabeza, mostrando estar de acuerdo con las palabras de Alpheus.
Thiel, después de reflexionar un momento, sostuvo firmemente la mano arrugada de Alpheus.
La mano de Alpheus, que utilizaba el poder del fuego, era ardiente como una llama, pero cálida como una hoguera, y Thiel deseaba quedarse allí mucho tiempo con la mejilla en ella.
Mirando a su abuelo, Thiel sostuvo firmemente su mano entre las suyas.
A los siete años,
Ahora tenía veintidós.
Thiel había crecido mucho y ya no quería hacer cosas imprudentes en nombre de proteger a los demás. Quería mostrar que cuidaba de ellos tanto como ellos la querían a ella.
—Abuelo, lo recordaré. Sé bien cuánto me aman y se preocupan por mí tú, papá y mis hermanos.
—……
—No haré cosas imprudentes en ninguna situación. Antes de actuar de forma arriesgada, siempre pensaré en mi familia. Nunca olvidaré que hay personas que me aman.
Los ojos de Alpheus se llenaron de lágrimas.
Cuando Thiel se desmayó, Alpheus tuvo muchos pensamientos. ¿Qué haría si algo le ocurría a Thiel? No había podido concentrarse ni un segundo mientras esperaba a que ella despertara, deambulando de un lado a otro. Incluso había comenzado a prepararse para ir al templo porque Thiel no despertaba, y justo entonces ella abrió los ojos.
Alpheus deseaba de todo corazón que no ocurriera nada peligroso a su nieta. Quería proteger a esta pequeña y adorable nieve leopardo, que a sus ojos todavía era una niña de siete años, para siempre.
Comprendiendo los sentimientos de Alpheus, Thiel continuó hablando en voz baja, y no era de extrañar que los ojos de Alpheus se llenaran de lágrimas.
—Sí, Thiel… Muy bien.
Alpheus, con la voz entrecortada, no pudo agregar más palabras y solo repitió que estaba orgulloso de ella.
Luego soltó la mejilla de su nieta y se alejó.
Karthus acarició la cabeza de Thiel, acomodó su cabello y, después de asegurarse de que no tenía fiebre ni parecía que fuera a desmayarse de nuevo, desvió la mirada.
—Entonces nos retiramos para que Thiel pueda descansar. Su Alteza también debería acompañarnos.
La mirada de Karthus se dirigió a Iandros. La de Thiel también.
Iandros miró a Thiel una vez y luego a Karthus antes de hablar.
—Tengo algo que preguntarle a Thiel. Quiero hablar con ella a solas, así que me quedaré. Agradecería si pudieran salir primero.
Ante las palabras de Iandros, Karthus y Alpheus abandonaron la habitación.
Rudian no quería irse, y Ferdian tuvo que llevárselo casi a rastras.
—……
—¡….!
En la habitación solo quedaron Thiel e Iandros.
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