⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue

—Eso no importa. Si Thiel no está en condiciones de ir, simplemente no la enviaremos.

Karthus habló. 

Ferdian y Rudian lo miraron.

—No hay razón por la cual no podamos proteger a Thiel en Asterian. Será mejor avisar de antemano que no asistirá debido a su estado de salud.

—Pero entonces el templo…

—¿Qué tiene que ver el templo conmigo?

Ante las palabras de Karthus, Rudian y Ferdian asintieron. Aunque Karthus podía ser algo terco en ese momento, no estaba equivocado.

Karthus agitó su mano y, de repente, una pequeña salamandra apareció flotando en el aire.

Era un poco más grande que las salamandras de Rudian y Ferdian, pero aun así lo suficientemente pequeña como para caber en el bolsillo de alguien.

Sin embargo, nadie debía subestimarla por su tamaño. Todos los miembros de Asterian lo sabían. 

Esa pequeña salamandra se transformaría en una gran llama ardiente en el momento en que su dueño estuviera en peligro.

—Por ahora, pondré una salamandra con Thiel. La protegerá mientras no pueda usar su poder.

—Yo me encargaré de proporcionar la protección directa.

Alpheus se ofreció. 

Karthus asintió.

El poder de las llamas que se encontraba en la prisión subterránea de Asterian también pertenecía a Alpheus, y en ese aspecto, Alpheus era mejor que Karthus.

Aunque no lo habían mencionado delante de Thiel para que no se preocupara ni tuviera malos pensamientos, todos en Asterian sabían que el poder de Thiel se había debilitado.

Pero ¿qué importancia tenía eso?

Tuviera o no poder, Thiel era su nieta, hija, hermana, y un miembro de Asterian.

Por lo tanto, debían protegerla hasta donde fuera posible. Para ellos, lo importante no era si Thiel tenía poder o no, sino solamente eso.

—Y respecto al poder perdido, sería bueno investigar más. No me da buena espina.

—¿Crees que alguien debilitó a propósito el poder de Thiel?

—Es imposible, pero de alguna manera, creo que podría ser así.

Thiel había crecido enfrentando todo tipo de sucesos extraordinarios.

Por eso, debían considerar todas las posibilidades. Alpheus, después de pensarlo un momento, se levantó de su asiento.

—Iré a ver a Su Majestad el Emperador. Quizás haya información relacionada en la biblioteca del palacio. Y también…

Alpheus se detuvo un momento antes de continuar.

—Deberíamos buscar una forma de romper la marca.

—¿En serio lo harás?

Ferdian habló.

—Thiel no lo querrá. Además, nunca he oído hablar de romper una marca, y quién sabe qué podría pasar durante el proceso.

Rudian, en esta ocasión, parecía estar de acuerdo con Ferdian, ya que guardó silencio.

—¿Aun así romperás la marca?

—Esa no es una decisión que me corresponda a mí.

Alpheus cortó las palabras de Ferdian.

—Esa es una decisión de Su Majestad, no mía. Solo estoy aquí para ayudarle en el momento en que tome esa decisión.

—¿Eso no es lo mismo?

—Ferdian.

Alpheus miró a Ferdian. Ferdian asintió, indicando que hablara.

—Todos cuidamos de Thiel tanto como tú.

—……

—Cada decisión que tomamos es siempre por ella, y no tengo la menor intención de poner a Thiel en peligro.

—……Sí.

—Así que no te preocupes. Solo quédate en la mansión por ahora y observa la condición de Thiel. También estoy preocupado por ella.

—Lo haré.

Ferdian respondió brevemente.

Alpheus, preparándose para su visita al palacio imperial, envió primero una carta para solicitar una audiencia y luego subió a su habitación.

Karthus, mientras tanto, se recostó en el sofá, apoyando su barbilla, con una salamandra en la palma, como si estuviera absorto en sus pensamientos.

La salamandra en su mano jugaba encendiendo y apagando pequeñas llamas.

—Nosotros también nos iremos.

—Bien.

Karthus respondió brevemente.

Ferdian y Rudian abandonaron la habitación, dejando a Karthus, que parecía sumido en pensamientos profundos.

Finalmente, Karthus salió de allí mucho después de que Ferdian y Rudian se hubieran marchado.

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—¿Por qué ha aparecido aquí?

Los peces de Thiel siempre aparecían en su cuerpo o cerca de ella.

Esos peces eran creados por el poder de Thiel y, cada uno de ellos, era prácticamente una parte del poder de Thiel, por lo que era natural que aparecieran cerca de ella.

Sin embargo, el pez que ahora nadaba desde la distancia no había aparecido cerca de Thiel, sino simplemente dentro de ese espacio dimensional.

—Ven aquí, pequeño…

Thiel susurró y el pez que había nadado hasta ella frotó afectuosamente su cabeza contra la palma de su mano.

—Mira esto, señor Ian, este pez apareció aquí dentro… ¿Lo llamó para mostrármelo?

—Sí, hay algo que aún no te he dicho.

Iandros miró a Thiel.

Dentro del espacio dimensional, todo seguía siendo oscuro, tan oscuro que no podían ver lo que había a un paso de distancia.

Sin embargo, gracias al pez en la mano de Thiel y los que nadaban a su alrededor, Ian y Thiel podían mirarse el uno al otro.

—La verdad es que cuando tú caíste inconsciente, yo estaba atrapado en este espacio dimensional.

—¿…Estabas atrapado?

—Tal cual. Iba de camino a la mansión Asterian para celebrar tu cumpleaños, pero cuando volví en mí, estaba atrapado en este espacio dimensional.

Iandros frunció el ceño mientras recordaba lo sucedido.

—Era una habitación descuidada que nunca antes había visto. Pensé que era una de las cientos de habitaciones dentro del espacio dimensional, así que intenté salir abriendo la puerta.

—……

—Pero fuera de la puerta había otra habitación idéntica. Me extrañó y abrí la siguiente puerta.

Detrás había otra habitación igual, y otra más, y otra idéntica… Iandros le contó a Thiel la misma historia que antes había compartido con Karthus y Alpheus.

—Pero de repente apareció uno de tus peces. Como si me estuviera diciendo que lo siguiera, agitó su aleta brillante y me guió hasta la salida.

—¿Mi pez?

—Sí, así que pensé que tú… estabas inconscientemente usando tu poder mientras tu mente estaba conectada a la mía.

Iandros tocó suavemente la nariz del pez que se retorcía juguetonamente en la mano de Thiel.

El resplandor del pez brilló con intensidad, iluminando brevemente a ambos antes de desvanecerse.

—Por eso, cuando escuché que podías absorber fragmentos de poder, pensé que sería bueno que absorbieras a este pez que vi aquí dentro…

En ese momento, justo después de que Iandros terminara de hablar, el pez salió de la mano de Thiel.

—¿Oh-oh?

—¿…Hm?

—¿No habrá escapado porque mencionaste que lo absorberías?

—No, de todos modos ese pez no está vivo. Es solo una parte de tu poder.

—¡Pero huyó…! ¡Rápido, pídele disculpas al pez!

Iandros miró al pez con una expresión desconcertada.

El pez estaba flotando un poco alejado de Thiel e Iandros, mirándolos fijamente.

Aunque Thiel lo llamó, no volvió a su mano. Considerando que ese pez estaba hecho del poder de Thiel, era algo realmente extraño.

—Ven aquí, lo siento. No te voy a absorber…

Thiel habló con amabilidad, como si estuviera tratando con un animal vivo.

Iandros, al observarla, pensó: Debería susurrarle que lo absorba en cuanto se acerque.

Sin embargo, el pez no volvió a la mano de Thiel y siguió dando vueltas en el aire.

Thiel e Iandros entendían bien las señales que daban los peces de Thiel.

Esa señal significaba que debían seguirlo.

El pez que los guió cuando entraron por primera vez en Arcadia también había girado en círculos de esa manera.

Iandros y Thiel se miraron brevemente. El pez giró sobre sí mismo unas cuantas veces más y luego comenzó a nadar hacia algún lugar.

En ese momento, los peces de ‘luz tenue’ que nadaban alrededor de Thiel también lo siguieron.

—¿Adónde va?

—Por eso… ¿seguimos detrás?

Thiel habló mientras observaba las luces que se alejaban cada vez más. Iandros asintió.

De todos modos, si querían absorber todo ese poder, tenían que seguir a esos peces.

Lo que les preocupaba era que últimamente el espacio dimensional de Iandros se estaba distorsionando y, a veces, las cosas dentro de él desaparecían.

Pero no podían dejar escapar a esos peces, así que Thiel e Iandros comenzaron a seguirlos lentamente.

Por donde nadaban los peces, quedaban pequeños fragmentos de luz brillante, y de vez en cuando los peces se detenían y miraban hacia atrás para asegurarse de que ellos los seguían bien. Gracias a eso, pudieron seguirlos sin perderse.