⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Señorita Thiel!
En ese momento, una voz familiar resonó a lo lejos. Thiel giró la cabeza lentamente.
Un grupo de caballeros, con armaduras grabadas con el emblema de Everard, se acercaban a Thiel. Los suin de Arcadia, percibiendo la situación, se hicieron a un lado para abrirles paso.
Thiel reconoció de inmediato al joven que cabalgaba al frente.
—¿Karl?
Cuando Thiel murmuró con voz llena de certeza, el joven que montaba el caballo saltó de un brinco. Un chico con cabello azul y ojos color agua. En todo el imperio, solo había una persona con ese color de cabello y ojos.
—¡Karl Everard!
Thiel exclamó alegremente, mientras Karl se acercaba y besaba el dorso de su mano. Thiel, sin mostrar ningún signo de incomodidad, le ofreció su mano mientras sus ojos brillaban.
Karl levantó la cabeza y sonrió tras besar suavemente la mano de Thiel. Su cabello azul relucía bajo la luz del sol como el brillo sobre las olas.
Cuando Karl levantó la cabeza, Thiel se dio cuenta de que ahora él era una cabeza más alto que ella. Fue en ese momento que comprendió que ya no podía llamarlo ‘chico’. Al igual que ella misma ya no era una ‘niña’.
—¿Has estado bien? —Karl preguntó con amabilidad.
La voz, mucho más profunda que antes, sonaba extraña para Thiel. Asintió, sintiendo que, de repente, había pasado mucho tiempo.
—He estado bien. ¿Y tú, Karl?
—Gracias a ti.
Karl inclinó ligeramente la cabeza y dirigió su mirada a los suin de Arcadia que los rodeaban.
Cuando los miró, todos sonrieron con la misma luminosidad que el sol. No quedaba rastro alguno de las sombras que alguna vez oscurecieron sus rostros. Todos tenían la misma expresión radiante como la luz del sol.
—Todo ha cambiado mucho, ¿verdad? Los niños que han nacido recientemente ni siquiera saben que hubo ‘una época así’. Todo es gracias a ti, señorita Thiel.
La ‘época así’ a la que Karl se refería era el tiempo en que el sol no salía en estas tierras. Thiel miró a su alrededor y sonrió radiante.
—Sí, todo ha cambiado mucho. Es una tierra verdaderamente hermosa. Y su gente es igual de hermosa. Me encanta este lugar.
—Me alegra que te guste. Vamos a la mansión. Todos han estado preparándose durante mucho tiempo para recibirte con honor.
Karl extendió su mano hacia Thiel. Ella, con cuidado, puso su mano sobre la de él.
La mano de Karl era mucho más grande que la de Thiel, y parecía que, aunque ella usara ambas manos, aún habría espacio de sobra.
Karl tomó la mano de Thiel y la guio hacia el carruaje que había sido preparado por Everard. Los caballeros de Everard se hicieron a un lado para abrirles camino.
—Ah, bueno, he venido en un carruaje. Mi padre y mi abuelo también…
Thiel habló con cautela, queriendo ser educada para no rechazar la cortesía de Karl. Pero él negó con la cabeza, como si no fuera un problema.
—Hablé con el Duque Evald y el Marqués Celeste previamente.
Thiel, para confirmar que Karl decía la verdad, miró hacia atrás brevemente.
Karthus, Alpheus, Rudian y Ferdian observaban desde la distancia mientras Thiel subía al carruaje con Karl.
—Si no hubiera obtenido permiso previamente, me habrían detenido. Todos me cuidan y se preocupan por mí.
Así que, al ver que no la detenían, Thiel estaba segura de que Karl había obtenido el permiso con antelación. Subió al carruaje que Everard había preparado sin más preocupación.
Aunque el carruaje no era tan lujoso como los de Asterian, estaba decorado con esmero.
Por dentro y por fuera, estaba adornado con flores que solo crecían en Everard, y colgaban peces dorados, símbolos de Thiel, por todas partes.
Era un carruaje preparado exclusivamente para Thiel. Nadie podía negar ese hecho. Thiel subió al carruaje escoltada por Karl.
—Te llevaré hasta la mansión, señorita Thiel.
—Gracias.
Thiel sonrió ligeramente. Karl cerró la puerta del carruaje y luego montó en su propio caballo. Originalmente, este era el tipo de tarea que realizaban los caballeros, no algo que haría el jefe de una casa noble.
Me alegra mucho que Karl haya crecido tan bien.
Karl se había convertido en el líder de la familia Everard cuando apenas tenía seis años.
Aunque tenía a su alrededor muchos adultos dispuestos a ayudarle, no debió haber sido fácil.
Aun así, ver a Karl crecer tan bien y haber reconstruido Arcadia hasta este punto llenaba de orgullo a Thiel. Miró por la ventana del carruaje.
Los suin de Arcadia estaban alineados a ambos lados del camino, lanzando flores hacia el carruaje en el que viajaba Thiel.
—¡Señorita Thiel!
—¡Señorita Thiel! ¡Bienvenida a Arcadia!
—¡Bienvenida a Arcadia!
Los caballeros que escoltaban el carruaje de Thiel acabaron cubiertos de flores.
Una de las flores lanzadas entró en el carruaje. Thiel la recogió con cuidado.
La salamandra y los peces dorados que flotaban a su alrededor olfatearon la flor antes de volver a acostarse sobre las piernas de Thiel, satisfechos.
Finalmente, Thiel acercó la flor a su nariz para olerla.
Era la flor más fragante que Thiel había visto en su vida.
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—¿Es habitual que el líder de la casa salga a recibir en persona?
Rudian preguntó con curiosidad. Ferdian, sin apartar la mirada de los suin de Arcadia que lanzaban flores a Thiel, respondió.
—No, no es normal. A menos que sea el Emperador quien venga.
En los territorios de los suin, el líder de la casa que posee el territorio tiene la mayor autoridad.
Incluso si un noble de mayor rango visitara, dentro del territorio de otro suin, debía mostrar el respeto adecuado.
Sin embargo, Karl parecía haber olvidado que era el líder de la casa Everard, ya que había salido a caballo para escoltar personalmente a Thiel hasta la mansión de Everard.
Ferdian frunció el ceño ligeramente.
—¿Será que Arcadia está tan aislada que no han recibido la noticia? Quizás no saben que Thiel ya tiene un prometido.
—¿Cómo no podrías saberlo? Incluso cuando visitamos Arcadia, Thiel estaba con Ian y…
—En ese entonces, Thiel solo tenía siete años, y Karl Everard tenía seis.
Ferdian se encogió de hombros. Rudian, imitando a Ferdian, hizo un leve sonido de asentimiento mientras seguía con la mirada el carruaje en el que viajaba Thiel.
—Entonces, lo que estás insinuando es que Karl Everard podría estar interesado en Thiel…
—Deberías evitar decir tonterías, Rudian —Karthus interrumpió las palabras de Rudian—. Como ustedes mismos están diciendo, este es el territorio de Everard. Sería mejor no insultar a Everard de ninguna manera. Además, no creo que Karl Everard haya salido a recibir a Thiel solo por esa razón.
Karthus también siguió con la mirada el carruaje en el que viajaba Thiel. El carruaje estaba adornado con piezas de cristal en todas partes, brillando constantemente, como lo hacía Thiel cuando usaba su poder.
—Dicen que los suin de Arcadia no olvidan una deuda. Thiel es su benefactora. Si no fuera por ella, los suin de Arcadia habrían sido exterminados ese día. Así que, por supuesto, querrán tratarla con el mayor honor.
Ferdian y Rudian asintieron con la cabeza ante las palabras de Karthus. Sin embargo, no pudieron evitar pensar que si Ian Dros hubiera estado presente, habrían sentido una incomodidad extraña.
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De repente, la puerta del carruaje en el que viajaba Thiel se abrió de golpe. Thiel asomó su cabeza con cautela hacia el exterior del carruaje.
En ese momento, Karl se acercó y le ofreció su mano para ayudarla a bajar cómodamente.
Thiel no rechazó el gesto, tomó la mano de Karl y descendió del carruaje.
—Bienvenida a Everard, señorita Thiel —Karl dijo cortésmente.
Thiel agarró ligeramente su vestido y, doblando las rodillas, devolvió el saludo con igual cortesía.
—Gracias por invitarme a la mansión, Karl.
—He preparado un lugar para que descanse. Relájese primero, debe estar agotada por el largo viaje.
Con un gesto de Karl, tres doncellas se acercaron a Thiel e hicieron una reverencia.
—Le mostraremos su habitación, señorita Thiel. Síganos, por favor.
Thiel asintió con la cabeza y luego miró a Karl para preguntar.
—¿Dónde se quedarán mis hermanos?
—No muy lejos de la habitación de la señorita Thiel —Respondió Karl.
Thiel, finalmente sonriendo suavemente, siguió a las doncellas con pasos ligeros.
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