⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Andras, el sumo sacerdote del templo de Lucet, poseía una habilidad especial para distinguir poderes.
Con esta habilidad, fue capaz de reconocer de inmediato que el poder de Thiel, cuando llegó por primera vez al templo, era el ‘poder de la luz’.
Los ojos de Andras nunca fallaban. El poder de Thiel era, sin duda, el de la luz.
Y, sin embargo…
—El poder de la señorita Rowen era claramente el de congelación, pero… —murmuró Andras, recordando la habilidad que Rowen había mostrado momentos antes.
El poder de Rowen se asemejaba mucho al de Thiel. Por ejemplo, los pequeños peces de hielo en los que se transformaron los cristales de hielo.
—Es definitivamente el poder de congelación, pero tal como dijo la señorita Rowen, también hay una mezcla del poder de la luz. ¿Cómo es esto posible?
Nunca ha habido un caso en el que una persona posea dos habilidades diferentes. Todos, sin excepción, solo pueden tener una habilidad.
Sin embargo, aunque solo fue por un momento, Andras vio el poder de la luz mezclado en la habilidad de Rowen.
El mismo poder de la luz que poseía Thiel.
—¿Qué significa esto?
Su mente estaba confusa. Andras permaneció en su lugar, mirando fijamente el espacio donde Rowen había estado.
Algo similar a una serpiente negra se retorcía donde había estado Rowen, pero como ya era tarde y Rowen había apagado todas las velas, Andras no pudo verlo.
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—¿Rowen está en Arcadia?
Thiel preguntó sorprendida, abriendo los ojos. Ria, quien estaba peinando y trenzando su cabello, asintió con la cabeza.
—Sí, eso es lo que dicen. Pronto vendrán el señor Alpheus o el señor Karsus para darte más detalles.
Ria, que había seguido a Thiel hasta Arcadia, pensó que había hecho bien en acompañarla.
Ria podría haberse quedado en Asterian, pero decidió que quería seguir cuidando de la pequeña señorita que había criado con tanto cariño ‘aunque ya no fuera tan pequeña, eso no importaba’, y por eso la siguió hasta Arcadia.
Fue una buena decisión, pensó Ria.
Ria juró que, si los leopardos de Nesstian intentaban hacerle algo a Thiel durante el festival, los haría añicos, tanto que no quedarían ni los huesos.
Por supuesto, si se enfrentaba a Rowen Nesstian o a Zender Nesstian, no aguantaría ni diez minutos, pero estaba segura de que podría enfrentarse a los caballeros leopardos de menor rango sin perder.
Después de todo, antes de ser doncella de Thiel, Ria era un leopardo bestial. ¡No se quedaba atrás en ferocidad!
Mientras Ria y los demás protectores de Thiel se preparaban, encendidos de determinación tras enterarse de que los Nesstian asistirían al evento, Thiel no parecía especialmente preocupada.
Es decir, no es que no pensara en Rowen en absoluto, simplemente no le preocupaba demasiado.
Thiel sabía que Jay se había infiltrado en los Nesstian.
Sabía que Ferdian, Rudian e Iandros estaban tramando un peligroso plan para capturarlo.
Probablemente, después de que terminara el festival, se infiltrarían en Nesstian. Tal como estaba planeado.
Llevarían consigo las esferas de luz que Thiel había creado.
Pero con tanta gente tras él, no hay manera de que Jay venga aquí.
Los caballeros de Asterian y Everard estaban desplegados por toda Arcadia para proteger a Thiel, que hacía tiempo no salía de casa.
Ni Nesstian ni Jay podrían hacerle daño en estas circunstancias.
Entonces, ¿por qué ha venido?, pensó Thiel mientras se miraba en el espejo, mientras Ria terminaba de trenzarle el cabello.
¿Había venido realmente para participar en el festival? Sin embargo, Zender Nesstian no era el tipo de persona que enviaría a Rowen a un evento oficial por una razón tan trivial.
Mientras Thiel meditaba sobre esto, Ria terminó de prepararla y ató con cuidado una cinta detrás de su cabeza.
—Listo, señorita.
—Mmm, gracias, Ria. Tienes una habilidad increíble…
—¡No es nada, señorita! ¡Hoy también está realmente hermosa! ¿Cómo es posible que cada día se vuelva más bella?
—Me sonrojas…
—¡Por favor! Si es verdad. El señor Iandros también lo dirá, estoy segura.
—¿Eh? ¿El señor Iandros?
Thiel giró rápidamente la cabeza, sorprendida. ¡Oh! Ria rió divertida. La cinta en el cabello de Thiel se balanceó suavemente.
—¿Está aquí el señor Iandros?
—Mañana es el festival, así que probablemente ahora esté conversando con el señor de Everard en esta mansión. Por eso hoy le he prestado especial atención a su arreglo.
Ria envolvió suavemente los hombros de Thiel y la giró hacia el espejo.
—Es una cinta de seda color esmeralda, del mismo tono que los ojos del señor Iandros.
—¡Es hermosa! Me encanta. Es igual a los ojos del señor Iandros.
—¿Verdad? La elegí con mucho cuidado. Ahora, vaya a ver al señor Iandros, señorita~.
Ria le dio un ligero apretón en los hombros a Thiel, con un toque juguetón, y Thiel le devolvió la sonrisa.
Sin embargo, no tuvo que caminar por toda la mansión de Everard para encontrarse con Iandros.
Iandros había venido directamente a verla en cuanto escuchó que Thiel estaba allí.
—¡Señor Iandros!
—Thiel, ¿cómo has estado?
Iandros envolvió suavemente la cintura de Thiel en un abrazo.
Llevaban tanto tiempo como prometidos que ya no les incomodaba tocarse mutuamente.
—Mañana por fin es el festival. ¿Estás cansada o te resulta molesto? Si no quieres participar, no tienes que hacerlo.
Iandros habló con un tono amable pero firme. Thiel negó con la cabeza.
—Si no quisiera estar aquí, no habría venido hasta aquí.
Iandros la miró, como si estuviera sopesando algo, y después de unos momentos, pidió a todas las doncellas que salieran de la habitación.
Acercándose más a Thiel, inclinó la cabeza y le susurró al oído:
—¿Qué hay de tu habilidad?
—Todavía estoy bien. Desde entonces, lo he estado usando con moderación, y no siento que mi poder se esté debilitando como antes.
Como prueba, los peces que nadaban alrededor de Thiel brillaban con el mismo resplandor de siempre.
Iandros asintió con la cabeza.
—Aun así, si surge algún problema, dímelo de inmediato. ¿De acuerdo? No lo ocultes…
—Sí, no te preocupes. ¿Y tú? ¿Cómo está tu poder últimamente? —Thiel levantó la cabeza para encontrarse con la mirada de Iandros.
Sin embargo…
¿Eh?
El color de los ojos de Iandros… ¿siempre había sido tan opaco? Thiel frunció el ceño mientras observaba los ojos de Iandros.
El color de los ojos de Iandros solía ser un hermoso y brillante verde esmeralda, como la cinta de seda atada detrás del cabello de Thiel.
Pero ahora parecía como si tuviera un toque de negro…
Iandros, dándose cuenta de que Thiel estaba pensativa, chasqueó los dedos.
—Estoy bien. Así que… no es nada serio. Aparte de estar un poco cansado, no hay ningún otro problema.
—¿No has vuelto a quedar atrapado en el espacio dimensional como antes?
—No, no me ha vuelto a pasar. Si algo así ocurriera, serías la primera en saberlo, así que no te preocupes demasiado.
—Pero, ¿cómo no voy a preocuparme…? ¡Eres mi prometido! Es decir… también eres mi compañero.
Thiel murmuró, casi como una queja infantil. Iandros se rascó la mejilla y luego colocó su gran mano sobre la cabeza de Thiel.
—No quise decir que no quiera que te preocupes. Solo no quiero molestarte. Además, mi poder está bien, o eso creo… Y también he descubierto algo sobre quien solía entrar en mi espacio.
—¿Has descubierto algo?
—Te lo diré cuando esté seguro.
—¡Tienes que decírmelo! —Thiel insistió.
Después de arrancarle la promesa, Thiel finalmente dejó que Iandros se marchara.
Iandros se fue, diciendo que tenía a alguien que debía ver.
Arcadia estaba llena de suin que llegaban de todas partes. Carrozas con los emblemas de diversas familias pasaban constantemente por las puertas de Everard.
Había muchos más suin reunidos para rezar por la paz de Crassion que de costumbre, y también habían venido para presenciar nuevamente la legendaria luz que había ocurrido en estas tierras hace más de diez años.
Thiel observaba a los suin reunidos, y con cuidado juntó ambas manos para usar su poder. Como cuando era pequeña.
La luz se acumuló en sus manos como un cuenco.
La cantidad de luz que Thiel acababa de crear era pequeña, no lo suficiente para lanzarla sobre las cabezas de todos los suin.
Pero ahora es de día.
Incluso si no fuera ella, el sol ya estaba derramando su luz sobre las cabezas de los demás.
Una suave brisa sopló, rozando ligeramente el flequillo de Thiel.
En ese momento, la luz en las manos de Thiel se debilitó un poco.
Pero Thiel no se dio cuenta de ello.
Simplemente pensó que sería porque el sol estaba especialmente brillante ese día.
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