⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El día del festival amaneció.
Aunque lo llamaban ‘festival’, no era uno oficial, sino más bien un evento similar a una plegaria dirigida al dios Lysette, por lo que no hubo ninguna celebración la noche anterior.
Sin embargo, los súbditos de Arcadia se reunieron frente a la fuente que había sido diseñada con las imágenes de Thiel y Karl, organizando una pequeña celebración entre ellos.
Karl le preguntó a Thiel si quería ir a ver la celebración juntos, pero Thiel lo rechazó. Este ‘festival’ también era un evento bastante estresante para Thiel.
Por eso, Thiel se sumergió en un baño caliente lleno de flores primaverales, se fue a la cama temprano y se levantó al amanecer.
Las sirvientas que Thiel había traído de Asterian y las sirvientas de Everard se reunieron en su habitación desde temprano para arreglarle el cabello.
—Venga, le ayudaré a vestirse.
Ria envolvió suavemente una cinta de seda alrededor de la delgada cintura de Thiel mientras hablaba suavemente.
Thiel llevaba puesto el vestido blanco que Iandros le había regalado. El vestido estaba adornado con delicados fragmentos de ópalo y diamantes, brillando hermosamente bajo la luz del sol.
—¡Se ve realmente hermosa, señorita!
Ria exclamó mientras arreglaba el cabello de Thiel.
Después de alisar el cabello rizado de Thiel, Ria lo recogió en dos grandes moños redondeados y los aseguró con cintas. Era un peinado que Thiel había usado mucho cuando era niña, aunque rara vez lo llevaba después de crecer.
Ria decoró los moños con cintas adornadas con joyas y esparció polvo de perlas sobre los rizos sueltos de Thiel.
Thiel se miró en el espejo.
—Así… me parezco a cuando era niña…
Dijo Thiel, ruborizándose. Tal como ella lo había mencionado, Thiel ahora lucía exactamente como en su niñez.
La niña que aparecía brevemente en el espejo, con el cabello recogido en dos moños y los rizos sueltos, parecía desaparecer tan pronto como la veías.
—En serio, señorita, era hermosa cuando era niña, pero ahora ha crecido y se ha vuelto incomparablemente más hermosa… ¡parece una diosa!
—Ria… eso me da vergüenza.
—Jeje, pero es la verdad, ¿no?
Ria respondió juguetonamente. Thiel, con las mejillas sonrojadas, seguía mirando el espejo.
El proceso de arreglo duró otra hora. Entre peinarse y abrochar el vestido, parecía haber más pasos de los que Thiel imaginaba.
Toc, toc.
En ese momento, alguien llamó a la puerta de Thiel. Una de las sirvientas abrió la puerta con cuidado.
Iandros Cracion estaba allí, vestido con el uniforme simbólico del príncipe heredero del Imperio y una capa roja. Lucía imponente.
Sin embargo, la sirvienta, visiblemente nerviosa, inclinó la cabeza y dijo:
—La señorita aún no ha terminado de prepararse, si Su Alteza pudiera esperar un poco más…
—¿Eh? No, ya terminé. Dejen pasar al señor Iandros.
Thiel habló, todavía en las manos de Ria. Las sirvientas intercambiaron miradas con Ria, quien seguía arreglando a Thiel con entusiasmo.
Ria terminó de ajustar el vestido de la señorita, o más bien, de la señora de Asterian, y le sonrió suavemente.
—Ya está, señorita. Perdón por la espera, Su Alteza.
Ria se disculpó cortésmente, pero Iandros hizo un gesto para indicar que no importaba.
Las sirvientas salieron de la habitación en fila, cargando alfileres, joyas, el vestido, maquillaje, polvo de perlas y flores secas.
La fila era tan larga que Iandros, al ver a las sirvientas salir una tras otra, murmuró:
—¿Ya comenzó el festival?
Thiel, un poco avergonzada, le dio un ligero empujón a Iandros.
—¡No te burles de mí…!
—Pero es que si actúas así, me dan ganas de burlarme.
—¡Eres malvado…!
—¿No hay nada que no puedas decirle al príncipe heredero del Imperio?
—Pero soy tu prometida..
—Eso es cierto, eres mi prometida. Por eso no te reprocho por hablarme mal.
Iandros siguió bromeando con Thiel, ayudándola a relajarse. Los hombros tensos de Thiel finalmente se aflojaron, y sus ojos volvieron a brillar.
Thiel rió suavemente y luego miró hacia arriba a Iandros, diciendo:
—¿Pero por qué viniste aquí? Tú deberías estar yendo antes que yo a ver al gran sacerdote.
—Quería asegurarme de que tu habilidad especial estuviera bien.
Iandros tomó la mano de Thiel. La mano de Thiel, cubierta con un guante de seda blanca, descansó suavemente sobre la de Iandros.
—Si crees que no puedes usarla, dímelo ahora. Entonces inventaré que estás enferma y te llevaré de regreso al palacio imperial. El emperador estaría encantado con la idea.
—¡No hay manera de que el Emperador estuviera contento de que abandonáramos el festival dedicado a su pueblo!
—Sí lo estaría. El Emperador parece apreciarte más que a sus propios nietos.
Iandros le hizo cosquillas en la palma de la mano a Thiel con los dedos. Thiel frunció el ceño, intentando contener las ganas de reírse. Iandros siguió haciéndole cosquillas suavemente.
—Usa tu habilidad, necesito confirmarlo.
—Siempre te preocupas demasiado…
—No quiero preocuparme, pero sigues dándome razones para hacerlo.
Siguiendo la petición de Iandros, Thiel activó su habilidad. Pequeños fragmentos de luz comenzaron a caer de su mano, donde Iandros había estado haciéndole cosquillas.
Con los ojos entrecerrados, Thiel lo miró y, en tono de broma, dijo:
—Eso también aplica para ti… Por cierto, ¿ya terminaste con lo que dijiste que me contarías? ¿Ya has terminado la investigación?
—Aún no ha terminado. Te lo diré cuando esté más seguro. Hmm, parece que hoy no habrá problemas.
Iandros volvió a ponerle el guante de seda a Thiel con mucho cuidado. Su toque seguía siendo extremadamente delicado.
Thiel, con los guantes puestos, le extendió la mano a Iandros.
—¿Vas a ir por separado?
—¿Eh?
—Se suponía que primero debías visitar al Gran Sacerdote y luego unirte al festival. Y yo debía aparecer a mitad del evento…
—Eso era antes de venir a verte.
—Creo que ya es un poco tarde para ir a ver al Gran Sacerdote. ¿Qué tal si simplemente vamos juntos al festival? —Preguntó Thiel.
Iandros miró a Thiel. Thiel Asterian debía aparecer en el festival junto con Evalt Alpheus Asterian a mitad del evento, según lo planeado.
—¿Y tu abuelo qué?
Preguntó Iandros ‘por cortesía’.
—Si es contigo, creo que mi abuelo lo entenderá. Además, eres mi prometido —Dijo Thiel.
Tan pronto como terminó de hablar, Iandros le tomó la mano sin dudarlo.
Se le cruzaron por la mente las caras de varias personas que probablemente se enfurecerían por el cambio inesperado en los planes, pero para él, rechazar la petición de Thiel no era una opción.
Además…
Estaba temblando.
Iandros recordó el momento en que le había quitado con cuidado el guante a Thiel y le había hecho cosquillas en la palma de la mano.
Thiel intentaba parecer tranquila, pero Iandros sabía perfectamente lo que estaba pasando.
Thiel Asterian estaba temblando de nervios…
Y reconfortarla era una de las responsabilidades de un compañero. No podía descuidar su deber. Con esos pensamientos, Iandros justificaba su comportamiento.
—Vamos, te llevaré en la carroza.
—¿Tú también te subirás, verdad?
—No me apetece caminar, así que sí.
—¡Si camináramos, llegarías al festival cuando ya hubiera terminado…!
—Soy un león gigante, con solo dos pasos puedo llegar al lugar del festival.
Iandros y Thiel intercambiaron bromas mientras caminaban.
Frente a la puerta de Everard ya estaba preparada la carroza en la que Thiel viajaría.
Era la misma carroza que había ido a recibirla el día que llegó a Everard.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
«Todo volverá a su estado original.»
Una voz poderosa retumbó en la oscuridad. Ya no sonaba débil ni distante.
Era tan clara que cualquiera cerca podría haberla escuchado.
La voz resonó de nuevo en la oscuridad.
«En el principio, existía la oscuridad.»
«Todo seguirá su curso natural y volverá al origen…»
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