⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El Sumo Sacerdote Andras inició el festival con una oración a la diosa Lysette al pie de la colina de Arcadia, esperando que con ello se restableciera el equilibrio entre el día y la noche en Cracion. El lugar de la oración era el mismo donde Thiel y Karl habían devuelto la luz a Arcadia más de diez años atrás.
Al orar en el sitio donde se había producido el milagro de la diosa Lysette, se esperaba que nuevamente un milagro divino descendiera sobre el imperio. Andras deseaba que el festival se llevara a cabo como una luminaria, por lo que los representantes de cada familia se situaron a su lado al finalizar la oración.
Clemence de Arne, Olivier de Wolfgang, Karl de Everard, Rowen de Nesstian y Ferdian de Asterian fueron los que dieron un paso al frente. Ferdian, aunque ya no era el heredero de Asterian desde que Thiel asumió el liderazgo, asistió en representación de la familia.
Poco después, Andras habló:
—Traigan a Thiel.
Al caer las palabras de Andras, un caballero sagrado salió corriendo hacia algún lugar. Los representantes de cada familia permanecieron en su sitio, mirando hacia la colina.
Excepto Rowen, los otros cuatro ya habían estado allí aquel día, por lo que la colina no les resultaba desconocida.
Todos recordaban con claridad el momento en que el agua volvió a la Tierra de Agua, el instante en que la luz regresó a un lugar que la había perdido para siempre.
Aunque cada uno de ellos observaba la colina con pensamientos distintos, las imágenes que evocaban en su mente eran las mismas.
Y en ese momento…
—¡¡…!!
Un ruido lejano de aclamaciones se escuchó. Karl giró la cabeza. No solo él, sino también Ferdian, Clemence, Olivier y Rowen.
Los representantes de las familias, ahora adultos y ya no más adolescentes, miraron al unísono hacia el origen del sonido.
Desde la distancia, los habitantes de Arcadia vitoreaban. No pasó mucho tiempo antes de que la carroza que transportaba a Thiel se hiciera visible.
Era una carroza fabricada por los habitantes de Arcadia específicamente para Thiel, decorada con piedras luminosas que reflejaban la luz del sol y hacían que la carroza brillara a su paso.
Parecía un pequeño sol. Era un claro recordatorio del profundo significado que Thiel tenía para los habitantes de Arcadia.
A lo largo del camino por donde pasaba la carroza, los habitantes de Arcadia esparcían flores silvestres perfumadas.
Olivier agitó su mano en un gesto juguetón, y las flores que cubrían el camino se levantaron de repente en una ráfaga de viento.
La brisa se convirtió en un gran remolino de flores que barrió a los habitantes de Arcadia y luego envolvió la carroza de Thiel.
El viento, cargado de pétalos, empujó suavemente la carroza, y los caballos que la tiraban se sintieron aliviados al notar la carga un poco más ligera, avanzando con paso más ligero.
Pronto, la carroza llegó frente a ellos.
Los caballeros de Asterian y Everard que la escoltaban se alinearon junto a la carroza. Uno de ellos avanzó para abrir la puerta.
Sin embargo, para sorpresa de todos, quien descendió no fue Thiel, sino el príncipe heredero del Imperio de Cracion, Iandros.
—¿Qué hace él aquí? —murmuró Rudian con el ceño fruncido.
Pero Ferdian, quien podría haberle respondido, estaba de pie a lo lejos junto a los otros representantes de las familias, por lo que no había nadie que contestara a Rudian.
Iandros, que había bajado al suelo, extendió la mano hacia el interior de la carroza para ayudar a alguien a salir.
Thiel tomó la mano de Iandros y descendió con cuidado de la carroza.
Vestida con un vestido de color ópalo y adornada con cintas de seda, joyas y flores primaverales, Thiel parecía una verdadera diosa, tal como Ria había mencionado antes. Su belleza era impresionante.
Los habitantes de Arcadia, al ver aparecer a su salvadora, contuvieron la respiración por un momento antes de soltar un ensordecedor grito de júbilo.
Thiel, aún sorprendida por el recibimiento, esbozó una sonrisa hacia ellos. Hacía mucho tiempo que no se encontraba con personas que no la criticaban por su papel en el ciclo de día y noche, por lo que no le resultaba fácil adaptarse.
—Todo está bien —susurró Iandros al oído de Thiel al notar su nerviosismo, mientras sostenía su mano con firmeza—. Si quieres huir…
—¡No quiero huir! —susurró Thiel juguetonamente.
A través de los guantes de seda, Thiel sintió el calor de Iandros, y comenzó a caminar con cautela.
Al final de su camino la esperaban el Sumo Sacerdote Andras y los representantes de las familias.
—Señora Thiel —dijo Andras.
Thiel inclinó la cabeza ligeramente y llevó su mano al pecho.
—Sumo Sacerdote.
—Hemos estado esperando. Por favor, acompáñenos —dijo Andras, extendiendo su mano hacia Thiel.
Iandros apretó brevemente la mano de Thiel antes de soltarla.
Thiel dejó atrás a Iandros y tomó la mano del Sumo Sacerdote, quien la condujo hacia la plataforma preparada para la ocasión.
La plataforma, decorada con un pez tallado, símbolo de la diosa Lysette, había sido hecha especialmente para este día.
Desde allí, Thiel miró a Andras, quien habló dirigiéndose a ella, a los habitantes de Arcadia y a todos los que se habían reunido para ver el festival.
—Esta colina es el lugar donde, según tengo entendido, la señora Thiel y el señor Karl trajeron de vuelta la luz a Arcadia —Andras continuó hablando—: Por favor, muéstrenos una vez más su habilidad divina. Esa habilidad que ha traído luz por primera vez en siglos, un don de la diosa Lysette.
Cuando Andras terminó de hablar, Ferdian utilizó su habilidad, tal como se le había indicado previamente.
¡Fwoosh!
El fuego se encendió.
Thiel miró a Ferdian.
Luego fue el turno de Olivier. Una ráfaga de viento, similar a la que había protegido a Thiel anteriormente, sopló nuevamente con fuerza.
La falda del vestido de Olivier ondeaba sin descanso bajo el embate del viento.
Luego, fue el turno de Clemence. Con su habilidad, una ráfaga de flores rosadas floreció en sus manos.
El siguiente era Rowen Nesstian, pero…
—Tch.
Rowen no usó su habilidad. Los sacerdotes, que esperaban que Rowen mostrara su poder en ese momento, comenzaron a sudar nerviosos y murmuraban entre ellos.
Los habitantes de Arcadia que observaban el festival, así como aquellos que habían venido desde lejos para presenciarlo, comenzaron a murmurar.
—¿Por qué está haciendo eso?
—No está usando su habilidad.
—¿Acaso los Nesstian han perdido su habilidad?
Al escuchar susurros, Andras cerró los ojos lentamente, como si se sintiera incómodo. Él era el único en ese lugar que sabía acerca de la habilidad que poseía Rowen Nesstian. Esa habilidad…
Andras suspiró.
¿Qué estás tramando?
A pesar de los murmullos y el malestar de Andras, Rowen seguía sin utilizar su habilidad. Finalmente, su turno pasó y Karl fue el siguiente en usar la suya.
Aunque los comentarios sobre Rowen continuaban, como ¿para qué está aquí si no va a hacer nada?, ellal actuaba como si no escuchara nada.
Karl utilizó su habilidad. De la palma de su mano se formó una enorme gota de agua. Era exactamente igual al agua que había fluido en esta tierra hace mucho tiempo. Era el poder ancestral que Karl Everard había invocado.
Una gota de agua antigua.
Los habitantes de Arcadia vitorearon al ver la habilidad de Karl, y aquellos que habían venido desde lejos no podían ocultar su asombro ante la ‘resucitada’ habilidad de los Everard.
Todas las habilidades de las familias estaban reunidas en ese lugar.
Excepto por la habilidad de hielo, las habilidades de las cuatro familias se entrelazaron, girando como un torbellino. Era una escena similar a la de la celebración de la Luminaria.
Y entonces…
—Ahora…
Thiel, dándose cuenta de que era su turno, apretó y relajó los puños con cuidado.
No pasa nada, puedo hacerlo. No tengo miedo.
Era una habilidad que había usado miles de veces. No habría problemas. Lo había comprobado junto a Iandros justo antes de llegar a este lugar.
Thiel juntó ambas manos frente a su pecho.
Luego, cerró y abrió los ojos, concentrándose cuidadosamente en reunir su poder en las manos.
Con cautela y concentración, como si fuera la primera vez que manifestaba su habilidad, cuando tenía siete años…
Para usar la habilidad, debía haber un verdadero deseo de hacerlo. Era esencial tener la voluntad de iluminar esta tierra con su luz.
Nadie comprendía esto mejor que Thiel.
Una ligera brisa, generada por Olivier, alborotó levemente el cabello blanco de Thiel, como si intentara relajar su tensión.
Tomando esto como señal, Thiel calmó su respiración y finalmente utilizó su habilidad…
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