⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Te gusta eso? Vaya, parece que tienes gustos similares a los de tus hermanos mayores —murmuró Alpheus mientras tomaba de un tirón el cuello del peluche de pantera negra y se lo daba a Thiel.
Thiel, abrazando con fuerza el suave peluche de pantera, levantó la mirada hacia Alpheus y le preguntó:
—¡Sí! Realmente me gusta. Pero… ¿hermanos?
Ahora que lo pensaba, además de Thiel, había otros dos niños entre Lena y Karthus.
Cada vez que Zender Nesstian regañaba a Thiel, siempre murmuraba:
( Debería haber traído a esos chicos. )
Decía que si hubiera criado a esos chicos en lugar de Thiel, que no era más que una inútil mestiza, habrían sido mucho más útiles para Nesstian.
Gracias a eso, Thiel sabía que tenía dos hermanos más.
Y también sabía que esos hermanos eran mucho más talentosos que ella. Sin embargo…
Lo olvidé por completo con tanto que pensar.
Desde que Thiel había llegado a Asterian, nadie en la mansión le había hablado sobre sus ‘hermanos’, y Thiel tampoco había visto a otros niños en la mansión aparte de sí misma, por lo que lo había olvidado.
Cuando Thiel parpadeó con sorpresa, Alpheus miró a Ria y le dijo:
—Sí, tus hermanos. ¿No le has hablado todavía a Thiel sobre Ferdian y Rudian?
—No, pensé que lo más importante era que la señorita se adaptara a la mansión, así que no le he mencionado nada aún.
—¿Es así? Thiel, tienes dos hermanos mayores. El primero es Ferdian Asterian, y el segundo es Rudian Asterian —dijo Alpheus, acariciando suavemente la pequeña cabeza de Thiel—. Probablemente los verás pronto. Les informé el día que llegaste a la mansión que ya tenían una hermana menor.
—Entonces…
—Sí, parece que están regresando apresuradamente de la academia. Los verás pronto.
Thiel apretó con más fuerza el peluche de pantera que tenía entre sus manos.
La niña hundió su rostro en la suave piel del peluche mientras movía los ojos con inquietud.
¿Y si no les gusto?
Afortunadamente, Karthus y Alpheus parecían gustarle a Thiel.
Lo mismo ocurría con los demás sirvientes de la mansión Asterian. Pero…
El abuelo dijo que mamá murió por mi culpa.
Zender siempre gritaba a Thiel diciendo:
( Lena murió por tu culpa. )
Por eso, Thiel creía firmemente que era la causa de la muerte de Lena.
Y Lena también era la madre de Ferdian y Rudian.
En otras palabras, eso significaba que la madre de Ferdian y Rudian había muerto por culpa de Thiel. Al llegar a esa conclusión, el rostro de la niña se puso completamente pálido.
Alpheus, quien notó su expresión inusual, miró a Ria y preguntó:
—¿Qué le sucede a la niña? Se ha puesto pálida de repente…
—Es muy tímida, puede que aún no esté lista para conocer a los jóvenes amos —respondió Ria mientras la sostenía suavemente.
Thiel, abrazando con fuerza su peluche para no soltarlo, hundió la cabeza en el pecho de Ria.
El rostro de Alpheus, que hasta hace poco estaba satisfecho por haber impresionado a su nieta, se oscureció.
Con cuidado, tocó las pequeñas manos de Thiel y le habló suavemente:
—Haré que lleven las cajas de regalos a tu habitación. Ábrelas cuando quieras verlas, ¿de acuerdo?
—¡Sí, gracias…!
Thiel estuvo a punto de añadir ‘Alpheus-nim’ pero, tras echar un vistazo a Alpheus con cuidado, corrigió su tono.
—…Abuelo.
Lo añadió tímidamente, como si estuviera dando sus primeros pasos.
En ese momento, el rostro arrugado de Alpheus se iluminó de alegría.
Sonrió ampliamente y asintió con la cabeza.
—Está bien, pequeña. Ahora sube y descansa.
Cuando Alpheus terminó de hablar, Ria pidió permiso y, con Thiel aún en sus brazos, salió de la habitación.
Alpheus observó en silencio cómo Ria y Thiel se alejaban.
—…Abuelo, eh.
Era el mismo título que había escuchado de Ferdian y Rudian durante años, pero esta vez le resultó diferente.
Una sonrisa amplia apareció en el rostro de Alpheus mientras murmuraba para sí mismo.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Los juguetes que Alpheus había regalado eran más numerosos y bonitos que los que Thiel había visto en la habitación de Rowen.
Un caballito de madera hecho de preciosa madera, móviles adornados con toda clase de gemas, numerosos muñecos y bloques de madera.
La amplia habitación de Thiel se llenó de los juguetes que Alpheus le había regalado.
Tal como Ria había anticipado, ella se convirtió en la doncella personal de Thiel, y gracias a los buenos alimentos que había comido durante unos días en la mansión Asterian, la niña ahora estaba más saludable, con la piel más tersa y pálida.
Así que no había problema. Excepto por una cosa.
¿Por qué no puedo usar mi poder a voluntad?
Rowen y Zender podían controlar sus poderes sin problemas.
Dijeron que los poderes eran algo con lo que se nacía, por lo que deberías poder usarlos naturalmente.
Pero…
Thiel miró la palma de su mano. En la pequeña palma apareció una tenue luz.
¡Paaa!
Poco después, la luz creció un poco más, tomando la forma de un pequeño pez que comenzó a dar vueltas alrededor de su mano.
Thiel lo miró y sonrió con ternura.
Aunque aún no podía producir una luz tan grande y poderosa como aquella vez, tras practicar un poco, al menos podía crear este pequeño pez.
Aunque sus aletas eran cortas y su forma no estaba del todo definida, así que no parecía un pez completo, ¡aún así era un pez!
No debo apresurarme demasiado. Algún día también podré usar mis poderes a voluntad.
Después de todo, el señor Karthus había dicho que era una niña especial con un poder único. Así que…
Algún día, definitivamente, también podría ser útil para la familia Asterian.
En ese momento, el pez flotó en el aire y se posó suavemente sobre el puente de la nariz de Thiel, como si quisiera consolarla.
—¿Me estás consolando? Gracias.
Los ojos de Thiel se suavizaron con ternura, y un rubor rosa apareció en sus suaves mejillas.
El pez agitó sus pequeñas aletas.
Poco después, un cálido resplandor envolvió suavemente la vista de Thiel.
Toc, toc.
Entonces, se escuchó un golpe en la puerta.
Thiel volteó a mirar hacia la entrada.
El pez que nadaba sobre el puente de su nariz ya había desaparecido.
Poco después, la puerta se abrió y Ria apareció.
—Señorita, es hora de ir a comer. El señor Alpheus y el señor Karthus la están esperando.
—¿Hoy vamos a bajar a comer?
Thiel inclinó la cabeza con curiosidad.
Hasta ese momento, Thiel había estado comiendo en su dormitorio gracias a la consideración de Karthus, por lo que aún no había bajado al comedor.
—Sí, hoy bajaremos a comer. ¿Te sientes incómoda con eso?
—¡No! Estoy bien —respondió Thiel rápidamente, sacudiendo la cabeza, y se levantó para tomar la mano de Ria.
El camino hasta el comedor era bastante largo, pero como Ria ajustó su paso al de Thiel, la caminata no se le hizo pesada.
Los sirvientes que estaban de pie frente al comedor abrieron la puerta al ver a Thiel.
Ria soltó suavemente la mano de la niña.
—Adelante, señorita.
—Sí.
Thiel asintió y entró al comedor.
Lo primero que captó su atención fue una enorme mesa adornada con un lujoso candelabro y un mantel blanco extendido a lo largo de la mesa.
Era similar a lo que había visto en Nesstian, pero mucho más grande y opulento.
Al final de la amplia mesa, estaba sentado Alpheus Ewald Asterian, y a su lado se encontraba Karthus. Y…
—¿…?
Dos jóvenes con rostros juveniles estaban sentados frente a Karthus, sosteniendo sus cubiertos.
Instintivamente, Thiel reconoció que esos dos jóvenes eran sus hermanos mayores, los hijos de Karthus y Lena.
No podía ser de otra manera, pues se parecían sorprendentemente a Karthus.
—Thiel, ven aquí —dijo Karthus con voz amable, justo a tiempo.
Thiel movió sus grandes ojos de un lado a otro antes de correr hacia Karthus.
Karthus levantó suavemente a la niña y la sentó a su lado.
Para que Thiel, que era pequeña, pudiera comer cómodamente en la mesa, había varios cojines suaves colocados bajo la silla.
Mientras Karthus servía comida en su plato, Thiel echaba miradas furtivas a los dos jóvenes sentados frente a ella.
No había duda de que eran hermanos, con sus rostros casi idénticos.
Tenían el cabello negro, que simbolizaba la pantera negra, y ojos dorados. Ojos grandes y hermosos, una nariz bien perfilada, y labios delineados con suavidad.
Ambos eran realmente apuestos. Si había alguna diferencia entre los dos hermanos, era…
El peinado es diferente…
El joven que estaba sentado más cerca de Alpheus llevaba el cabello recogido, mientras que el otro lo tenía cortado corto.
Si no fuera por los peinados, habría sido difícil distinguirlos.
—Hola —dijo el joven de cabello recogido y oscuro, mirando a Thiel con una voz tan amable que disipó todas sus preocupaciones.
—Thiel, estos son los hermanos de los que te hablé la otra vez —dijo Alpheus, colocando con cuidado sus cubiertos sobre la mesa y señalando a los dos jóvenes cuando Ferdian saludó a Thiel.
—Hola, soy Thiel —dijo la niña, añadiendo tímidamente—, tengo siete años.
Aunque habló, no se atrevió a hacer contacto visual. Todavía sentía un poco de miedo hacia Ferdian y Rudian.
—Es tan pequeña, ¿en serio es mi hermana? —preguntó Rudian, con curiosidad.
—Rudian, cuida tus palabras. No digas ‘esto’ refiriéndote a tu hermana —lo reprendió Ferdian.
El primero en hablar era Rudian; el segundo, Ferdian.
Rudian, que estaba a medio camino de llevarse un trozo de carne a la boca, levantó una ceja, mirando a Thiel con ojos llenos de curiosidad.
—Pero, ¿no es rara? Tiene el pelaje de un leopardo de las nieves y los ojos de una pantera negra. Normalmente no se mezclan así.
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