⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Los sirvientes de la Mansión Everard decidieron quedarse temporalmente en otro lugar.
No tenían problemas para alojarse, ya que todos tenían familiares o amigos con quienes podían quedarse. Los sirvientes de Everard siempre habían sido amables entre sí.
Aquellos que no tenían dónde quedarse fueron acomodados temporalmente por Karl e Ilum.
—Por cierto, ahora que esto ha sucedido… —Ilum se frotó la nariz.
Los sirvientes que estaban en Arcadia tendrían que regresar a sus respectivos territorios.
Ahora que la Mansión Everard se había derrumbado, no había nada que pudieran hacer permaneciendo allí.
—Rowen también debería regresar a Nesstian —murmuró Ferdian.
Si Rowen Nesstian volvía a Nesstian, ellos también podrían regresar a la mansión.
Ferdian, Rudian, Karthus y Alphius estaban deseando volver a Asterian.
No es que extrañaran sus hogares, sino que estaban ansiosos por regresar y permitir que Thiel descansara adecuadamente.
—Probablemente —respondió Rudian, aunque su tono seguía siendo inseguro.
Después de todo, nadie sabía cuánto más Rowen podría hacer algo fuera de lo común estando allí.
Decidieron no preocuparse por cosas innecesarias y concentrarse en sacar los —documentos— que estaban en el espacio de bolsillo de Iandros.
—Ian, ábrelo.
—Espera, no me apresures —dijo Iandros mientras extendía su mano hacia el vacío y trazaba un gran círculo con sus dedos.
Pronto, apareció una gran entrada circular en el aire. El interior era completamente oscuro, pero ya no les daba miedo, ya que sabían lo que había dentro del espacio de bolsillo de Iandros.
—¿Vamos a sacar las cosas desde aquí?
—Será mejor que saquemos ahora los documentos relacionados con la princesa. Tu espacio de bolsillo no es tan seguro como parece…
—También lo creo —dijo Iandros asintiendo antes de entrar primero en su espacio de bolsillo.
Thiel lo siguió cautelosamente.
Sin embargo, los demás no los siguieron dentro.
El espacio de bolsillo era un área muy privada de Iandros, y entrar sin su permiso sería inapropiado.
A excepción de Thiel, quien siempre había sido bien recibida en el espacio de Iandros, los demás no se atrevieron a poner un pie dentro.
—¡Uf!
Una vez dentro, Thiel hizo flotar un pequeño pez sobre las palmas de sus manos.
—Ahora…
Cuando Thiel extendió la mano, el pez se multiplicó en dos, luego en cuatro, y luego en ocho.
Numerosos peces nadaron iluminando el lugar. Gracias a eso, Thiel e Iandros pudieron verse en la oscuridad.
—Solo tenemos que encontrar el libro que buscamos y salir. El resto… parece estar en su lugar —dijo Iandros, observando el desorden de objetos apilados.
En realidad, no era posible mantener otros objetos dentro de su espacio de bolsillo por mucho tiempo.
El ‘hogar’ dentro del espacio de Iandros sólo podía preservar las cosas que ya estaban ahí desde el principio. Cualquier otra cosa sería destruida.
Parece que estas cosas están seguras. Probablemente porque contienen parte del poder de Renato,pensó Iandros mientras miraba la montaña de objetos apilados.
Esa era la razón por la que no se había opuesto cuando decidieron guardar esas cosas en su espacio.
Estos objetos habían sido creados hace siglos y contenían vestigios del gran poder de Renato Virgilio Everard.
Ese poder hizo que el espacio de Iandros los reconociera como algo no perteneciente a este mundo, evitando que se destruyeran.
Aun así, no podían bajar la guardia y necesitaban sacarlos rápidamente. Iandros se prometió a sí mismo que los trasladaría a un lugar más seguro tan pronto como encontrara uno.
—Yo buscaré en esta área.
—Entonces yo revisaré por aquí… ¡Oh!
En ese momento, Thiel abrió los ojos de par en par.
Iandros, que estaba frente a ella, ladeó la cabeza, extrañado.
—Thiel, ¿qué pasa?
—I-Ian… ¡Ian!
Thiel, temblando, levantó su dedo.
Iandros, aún sin entender, frunció el ceño y dio un paso hacia ella.
—Thiel, ¿estás… bien?
—…Ah…
Thiel respiraba agitadamente.
Fue entonces cuando Iandros se dio cuenta de que Thiel no lo estaba mirando a él, sino a ‘otra cosa’.
Instintivamente, Iandros se dio la vuelta.
Y allí estaba.
—…
—¡…!
Frente a ellos, de pie, estaba la ‘princesa’, con los documentos que acababan de recuperar del sótano de la Mansión Everard en sus manos.
¿Cómo es posible?
¿Cómo había entrado tan rápidamente y encontrado esos documentos? Thiel dio un paso atrás, temblando.
La presencia de la princesa era tan fuerte y amenazante que nadie se atrevía a acercarse.
En ese momento, los peces de Thiel nadaron hacia el rostro de la princesa, iluminando su alrededor.
Gracias a esa luz, Iandros y Thiel pudieron ver claramente su rostro.
Era idéntico al retrato.
Se parecía sorprendentemente a Iandros… Desde lejos, cualquiera podía decir que pertenecía a la familia imperial debido a sus rasgos distintivos.
Y entonces.
—¡…!
—Ah…
Tanto Thiel como Iandros sintieron al mismo tiempo que una imagen les venía a la mente.
El rostro de una niña que habían visto antes en el espacio, solo como una silueta…
Ese rostro volvió a sus recuerdos. Los detalles y los colores se añadieron a la silueta, revelando el joven rostro de la niña en su totalidad.
Se sentía como si estuvieran resolviendo las piezas de un rompecabezas de recuerdos perdidos.
Thiel e Iandros retrocedieron un paso, con los ojos muy abiertos. Iandros, mirando al ‘intruso’ que estaba detrás de él, se apartó y desenvainó su espada, la verdadera espada que siempre llevaba en la cintura.
—Ja, hasta aquí has llegado por tu propia voluntad… —soltó Iandros con una sonrisa sarcástica.
La verdad es que no le importaban los espectros del pasado. No entendía por qué la princesa, fallecida hace tanto tiempo, había vuelto a aparecer como un espectro en esta época.
Lo único que le importaba era que esa ‘princesa’ representaba una amenaza para él y para Thiel.
—¡Ian, no lo hagas! —gritó Thiel.
Iandros blandió su espada, con la intención de cortar al intruso de un solo golpe.
Sin embargo, la princesa detuvo la espada justo a tiempo, impidiendo que él lograra su objetivo.
—¿Qué…? —exclamó sorprendido.
Además, la princesa poseía una fuerza descomunal. Iandros retrocedió con dificultad, con el rostro retorcido por el esfuerzo.
—¡Ian! —gritó Thiel de nuevo.
¡Clang! ¡Clang! ¡Clang!
La princesa golpeó varias veces con su espada. Iandros no pudo soportar su fuerza y dio un paso atrás.
—¡Thiel, no te acerques! —gritó Iandros.
Con la mano que no empuñaba la espada, intentó abrir la entrada de su espacio de bolsillo.
Debía abrirlo para sacar a Thiel de allí cuanto antes. El lugar era demasiado peligroso para ella.
—¡Maldición!
Como era de esperarse, la entrada al espacio de bolsillo no se abrió.
Iandros lo supo al instante. La princesa había bloqueado su acceso al espacio. Había obstruido el flujo de su poder.
Finalmente, no pudo sacar a Thiel de allí. En su lugar, la puso detrás de él, dispuesto a protegerla a toda costa. No dejaría que nadie la tocara mientras él siguiera de pie.
—¿Estás bien, Ian? —preguntó Thiel, preocupada por su estado.
Iandros asintió levemente para tranquilizarla y extendió su brazo para ponerla completamente detrás de él. El cuerpo de Thiel quedó totalmente cubierto por el de Iandros.
Pero entonces…
La princesa no parecía prestarles ninguna atención.
Con su expresión indiferente, dejó caer su espada y comenzó a leer los documentos que tenía en las manos.
—Dámelo ahora —ordenó Iandros con voz tensa.
Sin embargo, la princesa no parecía tener intención de devolver los documentos. Las páginas seguían pasando lentamente entre sus dedos.
Thiel e Iandros no se atrevieron a acercarse. Solo observaban en silencio.
¿Qué pasará si destruye esos documentos?, pensó Iandros.
¿Y si la princesa había destruido todos los registros?
Se decía que el emperador había eliminado todos los documentos, pero era imposible que hubiera eliminado absolutamente todo.
Sin embargo, los registros sobre la princesa habían sido borrados de manera inusualmente meticulosa. Si ella había sido la responsable, todo tendría sentido.
Las páginas seguían pasando.
Thiel e Iandros permanecían inmóviles, y la princesa no los atacaba.
Ella solo se limitaba a leer los documentos.
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