⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
«Tsk…»
Desde la oscuridad resonó una voz profunda, pegajosa y aterradora.
En la penumbra, una princesa de cabello dorado y ojos color esmeralda permanecía de pie, como una marioneta.
Sin embargo, había una diferencia respecto a antes. En el pasado, la princesa parecía una marioneta sin ningún tipo de ‘conciencia’. Pero esta vez…
«La escondí profundamente. ¿Cómo es que despertó?»
Desde la oscuridad, una mano enorme, oscura y pegajosa, la más aterradora de todas, se extendió y tocó la frente de la princesa.
De allí comenzó a emanar una sombra tan negra como la noche.
No obstante, esa oscuridad se desvaneció rápidamente, dejando en su lugar pequeños fragmentos de luz que cayeron. Aunque esos fragmentos pronto fueron devorados por la oscuridad, alguien allí pudo ver claramente cómo un pequeño fragmento de luz devoraba la oscuridad.
«Molesto… Así que esto era lo que lo causaba.»
La oscuridad comprendió que lo que estaba interfiriendo con su plan era una creación de Lysette, Thiel Asterian.
En realidad, no había mucho que comprender. Las únicas dos entidades en este mundo capaces de interferir con su plan eran Lysette y Thiel.
Lysette.
Esa molesta criatura formada con la luz más pura del mundo.
Era completamente opuesta a la oscuridad. Su mera existencia ya era un obstáculo.
«Justo como ahora…»
La oscuridad empujó la frente de la princesa una vez más. Como una marioneta, la princesa fue empujada hacia atrás sin resistencia.
Al mismo tiempo, cayó de su regazo un ‘registro’. La oscuridad, con su inmenso poder, revisó todo el contenido del libro sin siquiera abrir la cubierta.
«¿Por esto es que algo de lo que oculté ha salido a la luz? Esto hiere mi orgullo…»
Cuando la oscuridad extendió su mano, el único registro sobre la ‘princesa’ que se había mantenido en el sótano de Everard se convirtió en cenizas y desapareció.
Sin embargo, la princesa no mostró resistencia. Permaneció quieta, como una muñeca incapaz de rebelarse.
«Bueno, no importa. Todo está preparado. En la noche en que todo esté completo, te convertirás en un dios perfecto…»
La oscuridad acarició a la princesa con una mano aparentemente gentil y amorosa. Al final de ese toque, una línea oscura emergió y atravesó la frente de la princesa.
Esa línea se asemejaba a una serpiente larga, o quizá a un hilo muy delgado…
Se retorció un par de veces y luego desapareció completamente en la cabeza de la princesa, sin dejar rastro alguno de su existencia.
«Todo está listo.»
Desde la oscuridad, una figura empezó a tomar forma.
Esa figura se asemejaba a una masa, aunque si uno la miraba detenidamente, podría notar algo que parecía una cabeza, un torso y extremidades, como la figura de una persona.
‘Esa’ figura se acercó a la princesa.
Y entonces, con una cara pálida como la de un cadáver, se inclinó hacia la princesa, tan cerca que parecía a punto de devorarla.
Luego, con una enorme boca abierta, susurró:
«Yo soy el gran dios, Orpheo…»
Orpheo sonrió.
«Nada podrá arruinar mis planes. Lysette y esa pequeña niña de Lysette pronto desaparecerán…»
Esa era la profecía y maldición del gran dios malvado, Orpheo.
La oscuridad se retorció, reaccionando a esas palabras.
Entonces, por un momento, un destello iluminó los ojos esmeralda de la princesa antes de desvanecerse nuevamente.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—Thiel, no puede ser. Vamos a regresar a Asterian. Prepárate, nos vamos —dijo Karthus.
Thiel abrió los ojos con sorpresa y habló.
—Pero, papá, si regresamos ahora…
—Que Rowen Nesstian siga jugando con lo del ‘niño de la luz’ tanto como quiera. Si eso es lo que Nesstian desea, que lo haga. No puedo seguir viendo cómo te pones en peligro.
Esa era la decisión de Karthus Asterian.
Como el segundo al mando de la Familia del Leopardo Negro y el padre de Thiel Asterian, había tomado esa determinación.
—Thiel, para mí eso no tiene valor. Sin embargo, si lo deseas, haré todo lo posible para que lo consigas.
—Papá…
—Pero esto no está bien, pareces demasiado agotada, Thiel.
Thiel no pudo decir nada al ver los ojos tristes de Karthus mientras hablaba.
¿Qué sentía papá en este momento?
¿Impotencia?
Karthus Asterian había perdido a su compañera de vida, Lena Nesstian, hace mucho tiempo.
No supo el destino de su hija durante siete años, y ahora innumerables cosas amenazaban la vida de esa hija.
Para Karthus, era una situación intolerable.
Hasta ahora, había soportado porque ‘Thiel quería hacerlo’.
Ella quería asumir la responsabilidad que correspondía a su poder, cuidar de las bestias de esta tierra y transmitirles las palabras de los dioses como su emisaria.
Pero si Thiel se lastimaba…
¿Si resultaba herida o moría? ¿De qué serviría todo eso?
Para Karthus, lo más importante era la seguridad de su hija. Y ahora esa seguridad estaba en peligro.
—Thiel…
Karthus abrazó a Thiel de repente. Ella, sorprendida, parpadeó y luego extendió los brazos para corresponder el abrazo.
—No puedo seguir viendo cómo te pones en peligro. Vamos a regresar. Te llevaré al lugar más seguro y te protegeré con todo lo que tengo.
Karthus susurró. Su voz parecía temblar.
Thiel contuvo el aliento por un momento.
¿Cuánto tiempo había esperado papá para decirme estas palabras?
¿Cuántos momentos había soportado antes de decirlo?
¿Desde que decidió seguirme a este lejano lugar, dejando a un lado todos los asuntos de Asterian?
¿O desde que Rowen Nesstian mostró su habilidad ante el mundo?
O tal vez…
Desde el principio.
Desde el principio, papá siempre había querido protegerme…
Desde el día en que Thiel, con siete años, llegó a la mansión Asterian.
Con el cabello enmarañado, vestida con ropas andrajosas, encogida y temblando, rogó, sin importarle no comer nada, solo que le permitieran quedarse allí…
Desde ese momento, Karthus quiso proteger a Thiel con todas sus fuerzas.
Thiel sabía lo que sentía su padre. Él nunca habría deseado que su hija fuera especial, ni por un solo instante.
Solo habría querido que ella tuviera una vida feliz, ordinaria, bajo su protección para siempre.
Sin embargo, el destino de Thiel fue cruel y despiadado. A la edad de siete años, manifestó la —habilidad de la luz— y se convirtió en la emisaria del dios Lysette.
Y desde ese instante, la vida de Thiel no había conocido un solo momento de paz.
Al reflexionar sobre ello, realmente era así. ¿Cuánto sufrimiento habría visto Karthus al estar a su lado?
¿Cuánto habría sufrido papá?
No hay padre en el mundo que desee ver a su hija enfrentarse al peligro y a pruebas constantes, día tras día.
Y Karthus ya había perdido una vez a su hija y a su esposa.
Él debió de haber sentido un deseo aún más desesperado de proteger a Thiel.
Sin embargo, como Thiel no lo deseaba y quería probarse a sí misma ante el mundo, él la dejó ser.
Al llegar a esa conclusión, Thiel se dio cuenta nuevamente del inmenso amor que su padre le tenía.
Y no podía rechazarlo.
Quería buscar más registros sobre la princesa. Si no estaban en Everard, iba a ir a Arne, y si no estaban en Arne, pensaba buscarlos en otra familia…
Pero con su padre hablando con tanta sinceridad, ¿cómo podría ignorar los sentimientos tan urgentes de su padre?
Thiel no tenía la fortaleza para hacerlo, ni tampoco deseaba hacerlo.
El asunto de la princesa podría investigarse más tarde, una vez que regresaran a Asterian.
No era necesario que lo hiciera ella misma. Podría ordenar al grupo de élite de caballeros de Asterian que lo hicieran por ella.
—Está bien, papá. Volvamos. Volvamos a Asterian.
Thiel abrazó con todas sus fuerzas el cuello de Karthus, como cuando era pequeña, a la edad de siete años, aferrándose a su pecho.
Iandros observaba en silencio, sabiendo que respetaría la decisión de Thiel.
—De acuerdo, de todas formas, si el oráculo es cierta, ya no somos necesarios.
Rudian resumió la situación brevemente.
Hace poco, el sumo sacerdote había anunciado que una nueva profecía había sido revelada.
( A través de Rowen, se restaurará el equilibrio de esta tierra. )
Según esa profecía, no había lugar para Thiel.
No importaba si la profecía era falsa o verdadera. Lo importante era que había sido proclamada por el sumo sacerdote del templo de Lysette, y que era la única profecía vigente.
—Así que, volvamos. Yo también estoy de acuerdo con nuestro padre, no puedo seguir viendo cómo te pones en peligro.
Rudian, el segundo hijo de la familia Asterian, habló con voz firme, como si hubiera tomado una decisión.
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