⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
No todos los suin de dos razas heredan las características de ambas.
Lo común era que al nacer, los suin heredaran el aspecto de solo uno de sus padres.
El leopardo de las nieves y la pantera negra.
A primera vista, se podría pensar que pertenecían a la misma especie, pero en realidad eran dos especies completamente distintas, por lo que no era posible heredar las características físicas de ambas.
Sin embargo…
—Tienes ojos dorados, pero tu cabello es blanco. Wow, eres increíble, ¿verdad, Ferdian? —comentó Rudian.
Tal como decía Rudian, Thiel había heredado el cabello blanco del leopardo de las nieves y los ojos dorados de la pantera negra.
Thiel era el único ser que poseía el pelaje blanco del leopardo de las nieves y los ojos dorados de la pantera negra.
Por esa razón, Zender siempre llamaba a Thiel —mestiza—. Y además, odiaba profundamente los ojos dorados de Thiel.
Creía firmemente que la razón por la cual Thiel no había manifestado poderes especiales era porque había heredado los ojos dorados de la pantera negra.
( ¡Maldita mestiza! )
( ¿Adónde crees que miras con esos ojos espantosos? )
Al recordar esos malos momentos, Thiel bajó la mirada y entrelazó sus manos.
Karthus notó rápidamente que el estado de Thiel no era bueno y detuvo a Rudian.
—Rudian, evita hacer comentarios innecesarios —le ordenó.
Aunque Rudian lo miró con evidente molestia, a Karthus no le importó.
—Tu hermana es muy tímida, así que no te acerques demasiado por un tiempo —añadió Karthus, tratándolo claramente como un intruso no deseado.
Rudian, de temperamento explosivo, estaba a punto de replicar cuando…
—Entendido, padre. No seas imprudente, Rudian —intervino Ferdian, interrumpiendo a Rudian con una sonrisa.
Ferdian cortó un gran trozo de carne y lo puso en el plato de Rudian, como diciéndole que se callara.
Luego, se dirigió a Thiel con una voz amable.
—Siento haberte asustado. Dijiste que te llamas Thiel, ¿verdad?
Thiel, que estaba acurrucada mientras Karthus la consolaba, levantó la cabeza lentamente ante el tono cariñoso.
—Sí, soy Thiel —respondió en voz baja.
—Bien, Thiel. Yo soy Ferdian Asterian, tu hermano. Y este es Rudian, tu otro hermano y mi gemelo —explicó Ferdian con gentileza.
Ah, así que eran gemelos.
Con esa aclaración, Thiel comprendió por qué los dos chicos se parecían tanto. Los miró alternadamente y luego asintió.
Ahora que sabía que eran gemelos, sus rostros parecían aún más parecidos.
—Encantada de conocerlos… —dijo Thiel tímidamente.
—Me alegra tener una hermana pequeña, Thiel —dijo Ferdian con una cálida mirada dorada, lo que hizo que Thiel soltara lentamente las manos que había estado apretando por nerviosismo, sin darse cuenta—. Espero que pronto nos llevemos bien. Desde hace mucho tiempo he sentido envidia de mis amigos que tienen hermanas y van juntos a los festivales —añadió Ferdian con una sonrisa amable.
Rudian, que observaba la escena con una expresión de incredulidad, soltó una risa sarcástica.
—¿Qué? Si siempre decías que tener hermanos era una molestia.
—Eso era porque me refería a un hermano como tú, Rudian. ¿No crees que tú mismo puedes ser un poco molesto?
—¿Quieres morir? ¡No soy tu hermano! ¡Nacimos el mismo día, imbécil! Vamos afuera, resolvamos esto de una vez.
—Siempre intentas resolverlo todo con la fuerza. Por eso siempre te critican por ser tan simple —respondió Ferdian con calma.
El rostro de Rudian se enrojeció de ira, y parecía estar a punto de tirar los cubiertos y pelear.
Karthus, que estaba acostumbrado a esta situación, no les prestó atención y siguió sirviendo la comida en el plato de Thiel.
Finalmente, fue Alpheus quien intervino para detener a los dos.
Alpheus dejó sus cubiertos y, con una voz severa, dijo.
—Ferdian, Rudian, ¿qué creen que están haciendo en la mesa?
—Lo siento, abuelo —se disculpó Ferdian de inmediato.
—Pero, ¡este idiota…! —intentó replicar Rudian.
—Rudian —lo interrumpió Karthus con calma.
Rudian, sorprendido de que su padre, que nunca le había prestado atención antes, lo llamara, lo miró con confusión.
—Tu hermana está comiendo —dijo Karthus.
—…
—Si la haces sentir mal, podría atragantarse —añadió.
Todos guardaron silencio y miraron a Thiel.
Solo entonces, Karthus, satisfecho, le puso un pequeño tomate cherry en la boca a Thiel.
—…
—…
—Qué silencio tan agradable —comentó Karthus.
En ese momento, Thiel sintió ganas de llorar.
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—Ah, sobre eso…
—Sí, adelante, señorita.
—¿Por qué mis hermanos siempre me están… observando? ¿Hice algo mal?
Thiel, visiblemente inquieta, hizo la pregunta, y Ria, cubriendo su boca con una mano para reír, le respondió amablemente.
—No, no es porque hayas hecho algo mal, señorita. Los jóvenes maestros solo te observan porque les pareces muy curiosa y adorable.
Thiel no estaba convencida de las palabras de Ria, pero asintió.
¿Me observan porque les parezco curiosa y adorable?
Eso no podía ser…
Thiel recordó fugazmente la mirada de Ferdian y murmuró para sí misma. Durante su tiempo en la mansión de Nesstian, había visto a muchas personas que solo mostraban hostilidad hacia ella, y sabía bien cómo se veían los ojos llenos de desprecio.
Aunque Ferdian fue muy amable durante la comida aquel día, la próxima vez que lo vio…
( Ah, Thiel, hola. )
( ……. )
Me estaba vigilando… pensó Thiel.
A diferencia de Rudian, que parecía no tener ningún pensamiento en su cabeza, Ferdian claramente la estaba observando con precaución. Aunque trataba de ocultarlo, se notaba.
Como resultado, Thiel, incapaz de relajarse, solo podía sudar nerviosamente mientras mantenía la taza de té en sus labios.
El sabor amargo del té negro llenó su boca.
Incapaz de acostumbrarse al sabor del té, Thiel miró por un momento el azucarero lleno de terrones de azúcar, pero rápidamente apartó la vista.
Vaya.
Mientras tanto, Ria, al ver a Thiel beber el té con una expresión tensa, se llevó una mano a la boca, ligeramente preocupada.
Parece que el té no era de su gusto. A pesar de que le había puesto mucho azúcar, aún no parecía disfrutarlo.
Ria rápidamente le puso un dulce en la boca y le preguntó.
—Señorita, si no le gusta el té, ¿le gustaría que le trajera otro?
—Sí, estaría muy agradecida.
—Jeje, claro, enseguida lo traigo.
Ria tomó la taza que Thiel tenía en sus manos y la dejó a un lado.
Justo cuando estaba a punto de ir a buscar otro té, una sirvienta se acercó apresurada y le susurró algo a Ria.
—¿Ahora?
—Sí, acaba de llegar.
Thiel escuchó atentamente la conversación entre Ria y la sirvienta.
¿Quién había llegado?
Ria miró a Thiel por un momento, como si no supiera qué hacer, y luego se acercó, se arrodilló a su lado y le susurró suavemente.
—Señorita, ha llegado una visita. Es el príncipe heredero Iandros, quien la trajo a la mansión la vez pasada. Quiere verla. ¿Le gustaría recibirlo? Si no se siente cómoda, está bien decir que no.
Rechazar la visita de un príncipe heredero sería impensable para cualquier familia común, pero esta era la familia Asterian.
La poderosa familia Asterian, cuyo poder era tal que hasta las aves caían de los cielos.
Ria, con la mayor calma, estaba lista para rechazar la visita del príncipe si Thiel lo deseaba.
Sin embargo, para sorpresa de Ria, quien estaba convencida de que Thiel rechazaría la visita inesperada…
…Iandros Cracion, me dijo que lo llamara Ian.
Thiel recordó la voz amable de su benefactor, y su rostro, un poco más animado, se iluminó con una sonrisa.
—¡Me gustaría verlo! No pude agradecerle adecuadamente la última vez.
Al mismo tiempo, se escuchó un fuerte estruendo de algo rompiéndose y derrumbándose detrás de los rosales.
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