⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El espacio vacío de Iandros estaba conectado con la princesa. El inconsciente de Ian y el de la princesa estaban vinculados.
Iandros, como el dueño del espacio vacío y la persona cuyo inconsciente estaba conectado con el de la princesa, podía sentirlo. Fue por eso que le dijo a Thiel que la llevaría al espacio vacío de la princesa.
Nadie más podía llevar a Thiel allí. Iandros estaba seguro de eso.
Y el espacio vacío de Iandros respondió a su convicción.
Lo logré.
Para ser honesto, pensó que podría no tener éxito. Iandros nunca había creado otro espacio vacío que no fuera la ‘mansión’.
Según lo que había oído, la princesa podía crear miles de espacios a voluntad, pero el único espacio que Iandros podía crear era la mansión donde vivió de niño con sus padres.
Así que, naturalmente, esta era la primera vez que intentaba usar su espacio vacío como ‘pasaje’ para abrir una entrada a otro espacio vacío.
Afortunadamente, el espacio vacío de Iandros cumplió fielmente con su papel como pasaje.
El creador de un espacio vacío siempre sabe y siente lo que hay dentro de su espacio.
Al desgarrar el espacio de oscuridad y abrir otro, apareció un espacio vacío que, al igual que el de Ian, estaba sumido en la oscuridad. Tanto Thiel como Ian pudieron sentir al instante que ese era el espacio vacío de la princesa.
La esmeralda incrustada en la palma de Thiel brillaba, indicándole que ese era el lugar al que debía ir.
El espacio vacío de Ian también lo estaba comunicando: la persona que buscaban estaba al final de ese espacio.
Ian suspiró suavemente de alivio, apretando y soltando sus manos sudorosas por la tensión.
Thiel, sin embargo, tragó saliva en lugar de sentirse aliviada. Podría no regresar jamás.
Aunque Ian le había abierto la entrada, no estaba seguro de poder abrir la salida. Tenía que entrar con la determinación de no regresar, si eso significaba salvar a los suyos.
A pesar de todo, Thiel tenía miedo.
¿Quién no teme morir?
Por eso, antes de entrar, Thiel giró la cabeza y miró a Iandros.
Iandros la miraba con los ojos más amables del mundo.
—Aquí te esperaré, vuelve pronto, Thiel.
Ante las palabras de Iandros, Thiel asintió con la cabeza. Había algo en la mirada y la voz de Ian que llenaba el corazón de Thiel de calidez.
Thiel no sabía exactamente qué era ese sentimiento, pero sí sabía, desde hacía mucho tiempo, que Ian la apreciaba mucho y que ella también sentía lo mismo por él.
Al encontrarse con la mirada de Ian, que la apreciaba tanto, Thiel dejó de sentir miedo.
Si no detenía a la princesa, Ian moriría.
Ian moriría, Karthus y Ferdian morirían, Rudian y Alpheus morirían, todo lo que Thiel amaba y también lo que no amaba, todo moriría.
Lysette ya había fallado en detener a Orpheo, y ahora Thiel era la única esperanza. Solo ella podía detener a la princesa.
Si no lo lograba, no podría proteger a los seres que amaba. Esa realidad fue lo que empujó a Thiel a entrar en el espacio vacío sin dudar.
Thiel dio un paso dentro de la grieta que Ian había creado. La grieta tembló, como si fuera a romperse en cualquier momento, pero gracias al esfuerzo de Ian, no se cerró de inmediato.
¡Fuuuush!
En cuanto Thiel entró en la entrada del espacio vacío, empezaron a brotar gotas de luz en su mano. El poder de Thiel reaccionaba ante la oscuridad absoluta.
En los ojos dorados de Thiel se reflejaron las gotas de luz y la figura de Iandros.
—Aquí estaré —dijo Ian—. No tengas tanto miedo.
Tras decir esas palabras, el espacio vacío se cerró.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—¡Ah…!
Thiel se cubrió los ojos. Una luz brillante la rodeó de repente, cegándola.
No era su luz. La luz de Thiel no era tan cegadora ni dolorosa.
Entonces, ¿de quién era esta luz? Thiel, venciendo la molestia, entreabrió los ojos lentamente.
Y al ver lo que tenía frente a ella, olvidó la molestia y abrió los ojos de par en par.
—Lena.
Reconoció el rostro del hombre que estaba delante de ella, con las mejillas sonrojadas y sonriendo feliz.
Karthus Celeste Asterian, su querido padre.
Karthus se veía mucho más joven que ahora, su sonrisa era pura e inocente como la de un adolescente.
Thiel, aturdida, lo miró por un momento hasta que se recuperó.
¿Papá acaba de decir ‘Lena’?
Lena era el nombre de la madre que la dio a luz. Thiel giró la cabeza hacia donde miraba Karthus.
Una mujer con hermoso cabello plateado corrió hacia Karthus y se lanzó a sus brazos.
Thiel se quedó allí, inmóvil, mirando a sus padres jóvenes abrazarse, besarse y susurrarse palabras de amor.
¿No estaba en el espacio vacío de la princesa? ¿Por qué estaba viendo esto de repente?
Por un momento pensó que tal vez Ian había abierto el espacio ‘equivocado’, pero pronto sacudió la cabeza.
La esmeralda en la mano de Thiel estaba reaccionando. Eso significaba que este lugar era efectivamente el espacio vacío de la princesa.
Entonces, ¿por qué no le estaba mostrando sus recuerdos, sino esto?
De repente, todo se oscureció. Thiel se quedó de pie en el centro, sintiéndose como si estuviera viendo una obra de teatro.
Numerosos fragmentos de recuerdos pasaron rápidamente a ambos lados de Thiel. En la oscuridad, apareció Lena Nesstian.
—¡No cambiaré de opinión por esto! Ya me he casado con Karthus, soy su esposa.
Lena gritó con vehemencia. Thiel, sorprendida al escuchar esa voz desconocida de su madre, dio un paso atrás.
Lena gritaba furiosa a ‘alguien invisible frente a ella’.
—¡En cuanto esta niña nazca, me escaparé! ¡Me iré para no volver a ver la cara de mi padre nunca más! ¡Mi hija crecerá sin saber nada de los Nesstian!
Fue entonces cuando Thiel comprendió que la persona a la que Lena le gritaba era su abuelo, Zender.
Lena desapareció de nuevo. Esta vez apareció dando a luz.
Thiel, aunque temblaba por una sensación desconocida y emociones arrolladoras, no huyó del lugar y observó cómo su ‘madre’ daba a luz.
Después de dar a luz, Lena hizo un gesto a la criada para que le acercara al bebé.
La criada puso al pequeño bebé en los brazos de Lena. El bebé era muy pequeño; aunque tenía los ojos cerrados, se podía intuir que sus pupilas eran doradas.
Porque el bebé tenía el cabello blanco.
Ese bebé soy yo…
Lena, derramando lágrimas, besó la frente del bebé. Y luego Lena desapareció de nuevo.
Poco después, apareció otra figura. Esta vez no era Lena, sino Zender.
La criada que le había entregado el bebé a Lena, temblando, le ofreció el recién nacido a Zender.
Zender miró al bebé con una expresión de disgusto y luego hizo un gesto como si quisiera que se lo llevaran de inmediato.
Curiosamente, esta vez no se escuchaban sus conversaciones, pero Thiel sentía que sabía de qué estaban hablando Zender y la criada.
Mi madre murió al darme a luz, así que la criada debió informarle a mi abuelo que mamá había muerto.
Y también debió decirle que había nacido. Que, en lugar de Lena Nesstian, la heredera más poderosa en la historia de los Nesstian, solo había nacido esta pobre y diminuta leopardo blanco.
La escena cambió de nuevo. Esta vez era Thiel siendo muy pequeña.
Thiel estaba sola en una habitación, tarareando una canción, hasta que, poco después, entró una criada con expresión maliciosa.
La actual Thiel se sobresaltó al ver de nuevo el rostro de aquella criada y se puso rígida.
Pero, a pesar de su reacción, la pequeña Thiel y la criada maliciosa siguieron moviéndose. Eran fragmentos del pasado, recuerdos que no se dejaban influir por las emociones o el estado de ánimo de Thiel.
Los eventos que una vez sucedieron se estaban desarrollando frente a Thiel como una obra de teatro.
Thiel observó cómo aquella criada le daba un poco de gachas frías y pan duro, gritando con las venas del cuello hinchadas.
Le empezó a sudar el cuerpo y le temblaba. Todo se volvió borroso frente a sus ojos y su cabeza estaba tan mareada que ya no recordaba bien por qué había entrado allí.
¿Por qué le estaba mostrando el espacio vacío todo esto?
¿Por qué?
En ese momento, la altura de Thiel comenzó a disminuir poco a poco.
El vestido hermoso y lujoso se transformó en el camisón viejo que Rowen había dejado. Sus manos y pies se volvieron tan pequeños como una hoja de arce y su cabello volvió a enredarse y endurecerse de manera desordenada.
Thiel bajó la mirada hacia sus manos.
…¿Qué es esto…?
Las manos de Thiel eran ahora muy pequeñas.
Como las de una niña de siete años…
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