⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Thiel corría atravesando las visiones que aparecían y desaparecían, con su cuerpo rejuvenecido.
El espacio dimensional de la princesa le mostraba a Thiel, de nuevo, cosas que ella ya había experimentado ‘realmente’.
Thiel giró bruscamente la cabeza, incapaz de seguir viendo los recuerdos del pasado que se reproducían frente a ella.
—…No quiero verlo.
Los recuerdos que se proyectaban ante sus ojos eran claramente suyos. Eran recuerdos que había enterrado en lo más profundo de su ser porque no quería recordarlos.
El abuelo gritando, la habitación de Thiel, estrecha y fría. El pan duro que no podía ni siquiera comer, y Rowen, quien, a diferencia de ella, era amada.
No quiso verlo, no quiso recordarlo, por lo que intentó olvidarlo. ¡Y finalmente había logrado olvidarlo todo!
Entonces, ¿por qué lo estaba viendo otra vez? Thiel apretó su desgastado pijama con sus pequeñas manos y corrió hacia adelante sin rumbo.
Huía de los recuerdos que se reproducían, ahora en el cuerpo de una niña pequeña. Sin embargo, los recuerdos continuaban persiguiéndola.
Cuanto más pensaba en esos recuerdos y en esos momentos, más pequeña, insignificante y joven se sentía Thiel.
Y no era solo una sensación.
Thiel miró su pijama, que ahora le quedaba más grande que antes. Su cuerpo se había encogido aún más. Un poco más joven, un poco más…
¿Hasta dónde podría escapar?
Esa pregunta le vino a la mente mientras corría sin parar. Este era el espacio dimensional de la princesa. ¿Hasta cuándo y hasta dónde podría escapar en este lugar?
Si seguía haciéndose más pequeña, ¿llegaría el momento en que ni siquiera podría moverse? Thiel, ahora con la apariencia de una niña muy pequeña, se detuvo y miró hacia atrás.
Los recuerdos de los que había huido aparecían y desaparecían repetidamente. Aquí y allá, se escuchaban gritos y sollozos.
Thiel sabía quiénes eran los dueños de esos sonidos.
El primero era Zender, y el segundo era ella misma.
La que estaba llorando en ese momento era ella. Mientras escuchaba el sonido de su llanto, una lágrima cayó de los ojos de Thiel.
La lágrima recorrió su mejilla. Thiel ahora tenía la apariencia de una niña de cuatro años. Su cabello, tan largo como su tristeza, estaba enredado y le cosquilleaba los pies.
Sus zapatos, al igual que su vestido, habían desaparecido en algún lugar, y estaba descalza, con los pies llenos de rasguños.
Thiel sabía muy bien que todo esto era una ilusión. Aun así, no podía dejar de llorar.
Este espacio parecía haber sido creado para obligar a Thiel a recordar y revivir sus tristes memorias.
¿Fue Orpheo quien ideó este lugar?
¿Un espacio diseñado para que nunca pudiera escapar, para hacerla pequeña e indefensa como una niña y encarcelarla…? ¿Era esta la prisión que Orpheo había creado?
Thiel sentía cómo se volvía completamente impotente. Ni siquiera parecía capaz de detener a Orpheo o a la princesa. Con este cuerpo pequeño y frágil, sentía que no podía hacer nada.
¿Cuándo terminarían estos dolorosos recuerdos? Thiel pensó que, tal vez, si aguantaba un poco más, esos recuerdos podrían desaparecer.
Pero estaba equivocada.
El espacio la burlaba mostrándole solo los recuerdos del período más doloroso de su vida. No le mostraba nada después de los siete años. No le mostraba nada de su tiempo en Asterian, donde fue amada. Solo le mostraba, una y otra vez, sus recuerdos en la mansión de Nesstian.
Sus mejillas estaban completamente empapadas. Las lágrimas no dejaban de caer. No podía explicarlo. Solo sabía que estaba triste. La tristeza provocaba más lágrimas, y las lágrimas más llanto…
Una niña muy pequeña, con las manos sobre los oídos, lloraba incesantemente.
Este lugar era como el infierno. Un lugar hecho a partir de todo lo que Thiel más temía.
Y entonces, en ese momento, una pequeña luz apareció en las manos de Thiel.
Fue algo que ocurrió sin su voluntad. Con su cuerpo actual, Thiel, una niña de cuatro años incapaz de hablar adecuadamente, no podía usar su poder.
Sin embargo, una luz apareció en su mano. Una esfera redonda flotó hacia su pecho.
La luz vibró brevemente y luego comenzó a cambiar de forma.
Poco a poco, creció una larga aleta. Era una forma que Thiel conocía bien, la de un pez. Thiel dejó de llorar y observó el pez con atención.
La luz cambiaba de forma, primero en un pez, luego en un leopardo, después en un conejo y finalmente en un león.
Parecía estar tratando de consolar a la niña en que se había convertido Thiel, y ella se concentró en el movimiento de esa luz.
Y cuando Thiel se concentró por completo, hasta el punto de no escuchar el ruido a su alrededor…
¡Paaah!
La luz brilló intensamente. De repente, una mano cálida emergió de la luz y acarició suavemente la mejilla de Thiel.
—¿Eh?
Thiel, sorprendida por el repentino contacto, abrió los ojos de par en par. Esa gran mano, con cuidado, acarició su mejilla húmeda para que no se asustara más.
Le secó las lágrimas y la abrazó para que no siguiera llorando, besando su frente.
«No hay nada que temer.»
Entonces, una voz muy familiar se escuchó. Thiel no sabía de quién era esa voz, pero podía sentir que esa persona estaba profundamente preocupada por ella.
—Pero tengo miedo…
Thiel susurró con una voz temblorosa. En su estado actual, con la apariencia de una niña pequeña, sus pensamientos también habían regresado a los de una niña.
Cuando Thiel tembló como un animalito herido, la luz más cálida del mundo envolvió su pequeño cuerpo.
«No hay nada que temer, ya lo superaste una vez…»
En ese momento, Thiel abrió los ojos de golpe y levantó la cabeza.
Miró la figura que estaba delante de ella. No sabía si era un hombre o una mujer, pero sí sabía que era la figura de alguien muy querido.
La voz susurró de nuevo, como si estuviera sellando esa idea.
«Ya lo superaste una vez.»
Y era cierto.
Los recuerdos que atormentaban a Thiel en ese momento eran cosas que ella ya había vivido una vez.
El pasado que Thiel había atravesado, los recuerdos de un pasado que ya había superado.
Había soportado y vencido todo ese pasado para llegar a donde estaba ahora.
Al darse cuenta de esa verdad, ni la voz de Zender ni su propio llanto le parecían ya temibles o tristes.
En el momento en que comprendió eso, la enorme mano que acariciaba suavemente su mejilla desapareció. Se desvaneció en polvo y se esfumó.
Sin embargo, el calor de esa mano aún permanecía en su mejilla. Thiel se secó las lágrimas con el antebrazo y se levantó.
Cuando levantó la cabeza, vio un tenue resplandor verde parpadeando más allá de los fragmentos de recuerdos que se repetían una y otra vez.
Como respondiendo a esa luz, la esmeralda incrustada en la palma de Thiel emitió un destello brillante.
Como si le estuviera indicando que debía ir hacia allí…
Thiel comenzó a avanzar lentamente. Caminaba entre los fragmentos de recuerdos.
Con cada paso que daba, crecía un poco. Tras caminar tres o cuatro pasos, el pijama de Rowen le quedaba hasta las rodillas, haciéndose más pequeño.
Después de diez pasos, los rasguños en los pies de Thiel desaparecieron y unos zapatos aparecieron. Tras unos quince pasos, el pijama de Rowen desapareció y su vestido apareció.
Mientras Thiel cruzaba los fragmentos de recuerdos, las imágenes se agitaban y comenzaban a emitir gritos aún más desgarradores y grotescos que antes, pero ella no miró atrás.
No miró atrás ni huyó. No había razón para temer.
—Si ya lo viví una vez, significa que ya lo superé…
Por lo tanto, no había razón para tener miedo. Aunque su corazón latía con fuerza, no se permitió mirar atrás. El llanto de la niña pronto se transformó en un grito desgarrador. Ese no era un recuerdo de Thiel.
El espacio estaba distorsionando sus recuerdos, mostrando cosas más impactantes y aterradoras para intentar asustarla.
Thiel estuvo a punto de caer al suelo o huir varias veces, pero no se rindió ni huyó; siguió mirando hacia adelante y caminó con firmeza.
Y finalmente, cuando llegó al lugar donde estaba la luz…
De repente, todo se volvió silencioso. Los fragmentos de recuerdos que atormentaban a Thiel desaparecieron al mismo tiempo. Los gritos y sollozos se desvanecieron lentamente hasta desaparecer por completo.
Solo entonces Thiel miró hacia atrás.
—…
Allí estaba sentada una niña pequeña.
Una niña sucia y descuidada, con el cabello blanco que había sido menospreciado por considerarlo vulgar…
Esa era Thiel.
La joven Thiel extendió la mano y agarró el borde del vestido de Thiel.
—No te vayas…
Y habló con una voz triste y lastimera.
Esa voz sonaba tan desolada y solitaria que… Thiel no quería dejar a su yo más joven atrás.
Sabía muy bien con qué sentimientos su joven yo decía esas palabras.
Pero tenía que irse.
Los recuerdos del pasado no pueden atar los pies de alguien que sigue avanzando.
Thiel se arrodilló y acarició la cabeza de su joven yo.
—Tengo que irme.
—…¿Por qué?
—Tengo cosas que hacer… Pero no te preocupes demasiado.
Pronto vendrán personas que no te dejarán sola.
Como un milagro…
Tan pronto como Thiel terminó de hablar, la imagen de la joven Thiel se desvaneció en polvo y se dispersó.
Thiel miró en silencio el lugar donde su joven yo había desaparecido durante un buen rato.
Y finalmente…
¡Paah!
Apareció un pasaje hacia otro lugar.
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