⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Llevaron a Thiel al campo de entrenamiento?
Karthus y Alpheus interrumpieron su conversación y se giraron para mirar a Ria.
Ria asintió ligeramente con la cabeza mientras hablaba.
—Sí, los jóvenes amos llevaron a la señorita al campo de entrenamiento, pero me preocupaba, así que vine a informar.
—Está bien, iré a echar un vistazo.
Karthus se levantó y arregló su ropa.
Ria se apartó naturalmente de la entrada para permitirle salir.
El campo de entrenamiento era un lugar donde se practicaba esgrima, pero principalmente se utilizaba para entrenar habilidades especiales.
Ferdian y Rudian probablemente llevaron a Thiel allí porque querían presumir sus habilidades especiales.
Sin embargo, Thiel aún era demasiado joven para ver esas cosas.
La niña todavía no sabía exactamente qué habilidades poseía, ni cómo utilizarlas, como si fuera una recién nacida.
—¿No les dijimos a Ferdian y Rudian sobre las habilidades de Thiel?
Alpheus frunció ligeramente el ceño, como si no recordara bien.
Karthus negó con la cabeza.
—Sí, se los dije. Les advertí claramente que aún no entiende bien sus habilidades, y que debían tener cuidado.
La mirada de Karthus se dirigió hacia una ventana que daba al norte, hacia el campo de entrenamiento privado de Ferdian y Rudian.
—No ha pasado mucho desde que sus habilidades se manifestaron. Si se ve afectada por las habilidades de Ferdian y Rudian y eso desestabiliza el flujo de sus propias habilidades, podría ser problemático, así que la traeré de vuelta.
Las habilidades de Ferdian y Rudian eran poderosas.
Aunque aún eran jóvenes y no tan fuertes como Alpheus o Karthus, como herederos de Asterian, poseían habilidades especiales que se volvían más fuertes con cada generación.
Si, por alguna razón, usaban mal sus habilidades o se descontrolaban…
Sin duda, sería perjudicial para Thiel.
Karthus suspiró y giró la cabeza.
Había decidido que, al menos por un tiempo, no debería permitir que los gemelos estuvieran cerca de Thiel.
—¡Señor…!
Ria señaló hacia la ventana por la que Karthus había estado mirando.
Karthus y Alpheus miraron al mismo tiempo.
—¡…!
Desde el norte de la mansión Asterian, rayos de luz y columnas de fuego estallaban simultáneamente.
Los rayos de luz pronto cubrieron el cielo nocturno, iluminándolo. Los ojos de Karthus se entrecerraron y las pupilas de Alpheus se dilataron.
—No puede ser… —Alpheus murmuró.
Ambos salieron corriendo de la oficina al mismo tiempo, sin que ninguno esperara al otro.
Ria se quedó sola en la oficina vacía, mirando hacia el norte, sin saber qué hacer.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Y ahora.
Karthus pasó junto a Ferdian y Rudian, que estaban desconcertados, para comprobar el estado de Thiel.
La niña parpadeó lentamente antes de desmayarse en los brazos de Karthus.
Al mismo tiempo, la luz que había cubierto todo el territorio de Asterian se desvaneció.
—¡Thiel!
Ferdian y Rudian gritaron al unísono. Karthus levantó ligeramente la cabeza y llevó un dedo a sus labios.
—Silencio, o la niña despertará.
Alpheus, alarmado al ver a Thiel desmayada en los brazos de Karthus, ordenó de inmediato que llamaran al médico.
Todos estaban visiblemente alterados, excepto Karthus, que se mantenía sorprendentemente tranquilo.
Él comprobó el pulso de su hija y puso una mano sobre su pecho para evaluar el flujo de su habilidad.
Afortunadamente, no parecía haber ningún problema grave.
—Simplemente ha usado demasiada energía de golpe y se desmayó. Con algo de descanso estará bien.
Karthus levantó a Thiel en brazos, y su mejilla rozó suavemente el pecho de su padre.
Ferdian y Rudian miraban a Thiel con preocupación.
Karthus, que acababa de presenciar a su hija usando una poderosa habilidad, echó un vistazo al techo del campo de entrenamiento, ahora destruido.
Debería haber mandado construir un techo.
Si lo hubiera hecho, se habría evitado un problema.
No había duda de que la habilidad que Thiel acababa de usar fue vista por el palacio imperial, el templo y Nesstian.
La luz de Thiel fue tan fuerte y brillante que iluminó todo el territorio de Asterian.
Así que todos lo habrían visto.
Todos sabrían que una niña con el poder de la luz había aparecido.
Los ojos de Karthus se entrecerraron, pensando en lo molesto que sería.
Si se descubriese que Thiel era la ‘niña de la luz’ de las leyendas, sin duda habría quienes intentarían llevársela.
Claro que no tenía ninguna intención de dejar que eso sucediera.
Había tardado demasiado en encontrar a su hija. La niña a la que había soñado cada noche durante los últimos siete años, sin poder ni vivir ni morir.
No tenía la menor intención de dejar que se la arrebataran.
Este era Asterian.
La poderosa familia Asterian, con influencia para hacer caer a cualquier enemigo.
Mientras nadie fuera lo suficientemente imprudente como para enfrentarse a ellos, nadie podría tocar a Thiel.
Sin embargo, Karthus deseaba que esta pequeña niña no tuviera que soportar más sufrimientos.
El destino de haber nacido con poderes especiales significaba que, aunque Asterian la protegiera, en el futuro Thiel enfrentaría innumerables dificultades, y muchos la codiciarían.
Incluso con la protección de Asterian, la carga que Thiel tendría que soportar no sería ligera.
Karthus odiaba esa idea.
No le importaría si Thiel no tuviera ninguna habilidad, siempre y cuando pudiera vivir una vida tranquila y feliz.
Pero, dado que las cosas han llegado a este punto, no hay más opción.
Los ojos de Karthus se transformaron en los de una bestia.
Sus grandes manos cubrieron el pequeño cuerpo de Thiel.
Si bien el destino de Thiel implicaba enfrentar dificultades debido a su poder de luz, Karthus sabía que la familia Asterian podría encargarse de muchos de esos problemas.
Como, por ejemplo, deshacerse de los parásitos que comenzarían a rondar tras este incidente.
Eso era responsabilidad de un protector.
—Ferdian, Rudian.
Karthus, con Thiel en brazos, se giró hacia sus hijos.
—Explíquense.
En ese momento, Ferdian tambaleó. Rudian apenas logró sostenerlo antes de que cayera.
Con Ferdian mirando a Thiel como si estuviera en shock, fue Rudian quien habló.
—Ferdian de repente… perdió el control. No había usado tanta habilidad, pero de repente se descontroló, y entonces…
—¿Y entonces?
—Rudian intentó detenerlo, pero se lastimó, y Thiel… me calmó.
Ferdian continuó las palabras de Rudian.
Su mirada temblorosa se fijó en el rostro de Thiel. Quería abrazar de inmediato a la niña que yacía desmayada.
Pero Ferdian no pudo decir nada.
( Imagínate lo que quieres hacer. )
En ese momento, lo que Ferdian había imaginado era un poder inmenso.
Un poder especial lo suficientemente fuerte como para no verse limitado por maldiciones ni locura. Un fuego poderoso.
Si no hubiera sido por la maldición, Ferdian habría podido utilizar ese poder… Y este era el resultado.
Ferdian no había podido resistir la maldición y había sucumbido a la locura, desatando su poder. Thiel había intentado calmarlo y, como resultado, se desmayó.
Ferdian no podía olvidar.
A la pequeña niña que, sin dudarlo un segundo, corrió hacia él.
( No me haré daño. )
Esa pequeña calidez que lo abrazó, fingiendo saberlo todo cuando en realidad no sabía nada.
Y esa cálida luz que comenzó en la palma de la mano de Thiel y se extendió por todo su cuerpo, fundiéndose en sus venas.
Ferdian lamentó profundamente haber desconfiado y sospechado de Thiel.
Aunque no hubiera tenido el ‘poder de la luz’, no debería haberlo hecho.
Thiel había confiado en Ferdian.
A pesar de estar en peligro, sin vacilar, arrojó su pequeño cuerpo para salvarlo.
Y sin embargo, Ferdian había desconfiado de esa pequeña niña.
Todo por la simple razón de que ‘podría tener el poder de la luz’.
Algunos que no entendían la situación podrían haber pensado que Ferdian temía perder su lugar como heredero, pero no era una razón tan simple.
No era eso.
Simplemente…
No quería tener esperanzas…
Ferdian, al igual que Asterian y Nesstian, había sufrido durante mucho tiempo por la maldición y la locura.
Si hubiera habido una forma de curar esa locura o de romper la maldición, habrían hecho cualquier cosa para conseguirlo.
Pero cuando realmente empezaron a creer que había una solución, cuando apareció ante sus ojos una niña con el poder legendario, Ferdian sintió miedo.
Temía que la leyenda fuera solo un mito absurdo. Temía que la maldición fuera tan terrible que ni siquiera el poder de la luz pudiera romperla.
Temía que la leyenda no fuera más que eso, una simple leyenda.
Rudian, al notar que el estado mental de Ferdian no era estable, miró a Karthus, que tenía una expresión fría y severa, e intentó defender a su hermano.
—¡No es culpa de Ferdian! Ni siquiera utilizó la mitad de la energía que usa normalmente. Pero de repente…
—Basta, Rudian.
Ferdian intentó detener a Rudian.
Sin embargo, Rudian le pisó el pie con fuerza y alzó la voz.
—¿Crees que estoy mintiendo? ¡Es verdad! Lo sabes tan bien como yo. ¡Ni siquiera usaste la mitad de tu poder y te descontrolaste!
Karthus suspiró y asintió con la cabeza.
Ante su severa mirada, Rudian se quedó en silencio.
—Hablaremos de esto… en otro momento. Ahora lo importante es Thiel.
—Sí, primero tenemos que acostar a Thiel.
Ante las palabras de Karthus y Alpheus, los dos chicos asintieron.
Karthus, con la pequeña niña en brazos, cruzó el campo de entrenamiento. Alpheus caminaba a su lado.
Ambos miraron a la pequeña Thiel, que dormía plácidamente en los brazos de Karthus.
Asterian y Nestian recuperarán su verdadero poder con la gloriosa luz.
La gloriosa luz.
Esa luz legendaria ahora dormía en los brazos de Karthus.
Y había logrado calmar la locura de Ferdian.
Tal vez, según la leyenda, Thiel realmente podría ser la clave para romper por completo la maldición de Asterian y Nesstian.
Pero Karthus no se sentía feliz por ello.
Porque sabía que en el futuro, Thiel enfrentaría innumerables dificultades.
Y entre esas dificultades, sin duda habría algunas que ni Karthus ni Alpheus podrían enfrentar por ella.
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