⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El día en que los invitados del palacio imperial llegaron a la mansión Nesstian.
Como era de esperar, la mansión estaba increíblemente ocupada.
Incluso Thiel, desde su habitación en el ático, podía notar que era un día muy importante.
Las sirvientas limpiaban cada rincón de la mansión, y los jardineros recortaban con precisión los pequeños setos del jardín.
En el centro del jardín había una enorme escultura de hielo en forma de leopardo de las nieves, que parecía haber sido creada especialmente para ese día.
La mansión, decorada con todo el esmero de los sirvientes de la familia Nesstian, lucía más impresionante de lo que Thiel imaginaba.
Thiel observaba a los sirvientes moverse apresuradamente desde la ventana de su ático.
—Con tanta gente, me descubrirán enseguida.
Aunque los sirvientes estaban ocupados, no tanto como para no notar si Thiel intentaba escapar.
Además, el cabello de Thiel, como siempre decía su abuelo, era ‘seco y feo, con esos rizos desagradables’.
Ese tipo de cabello siempre llamaba la atención, así que si intentaba escapar ahora, estaba segura de que la atraparían en menos de diez minutos.
—Entonces, mejor escaparé al caer la noche.
Thiel asintió en silencio mientras lo pensaba.
Si había algo de suerte en su situación, era que nadie se preocupaba por ella.
—Cuando caiga la noche, todos estarán dormidos y será más fácil escapar.
Thiel revisó cuidadosamente el plan que había estado elaborando durante dos días.
Primero, cuando todos estuvieran dormidos, entraría en secreto al despacho de su abuelo.
—Siempre hay cosas brillantes en los cajones del despacho.
Su abuelo guardaba monedas relucientes y objetos hermosos, como plumas estilográficas, en los cajones de su despacho.
Y Thiel sabía que su abuelo no solía cerrar bien la puerta del despacho.
Eso se debía a que a Rowen le gustaba entrar y salir del despacho de su abuelo con frecuencia.
Aunque no le gustaba Rowen, en esta ocasión le estaba agradecida.
Sabiendo que las cosas brillantes valían dinero, Thiel planeaba robar algunas pertenencias de valor de su abuelo y huir.
Después, daría las joyas y monedas al cochero, quien la llevaría a la casa de la familia Asterian.
Tal vez una niña que viajara con objetos de valor podría ser reportada o encontrarse en peligro, pero Thiel no tenía forma de saberlo.
Satisfecha con su plan, Thiel abrazó la manta con fuerza.
Debajo de la manta estaban escondidos los dos trozos de pan que había guardado cuidadosamente.
Serían su provisión de emergencia para el viaje hacia la casa de los Asterian.
Mientras tanto, afuera, la llegada de los invitados del palacio imperial causaba alboroto.
Thiel miró a través de la ventana del ático.
Desde un carruaje lujosamente decorado, mucho más espléndido que cualquier cosa de la mansión Nesstian, descendieron un hombre con un uniforme brillante y un joven que parecía su asistente.
Al ver el carruaje del palacio imperial, Thiel se dio cuenta de que de verdad ese sería el día en que finalmente escaparía de la mansión.
Con el corazón palpitante, Thiel juntó sus manos sobre su pecho y observó el enorme carruaje.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Al caer la noche y una vez que todos en la mansión se hubieron dormido, Thiel abrió la puerta de su ático con cuidado.
Creeeek.
La vieja puerta emitió un ruido extraño. Thiel avanzó con cautela, preocupada de que el sonido despertara a los sirvientes.
Deslizándose desde el ático, Thiel giró con cuidado el pomo de la puerta del despacho de su abuelo, en el segundo piso.
La puerta del despacho se abrió suavemente.
Thiel sintió alivio al ver que la puerta no estaba cerrada y rápidamente la cerró detrás de ella.
Corrió hacia los cajones del escritorio de su abuelo y comenzó a rebuscar.
Como era un lugar al que todo el mundo tenía acceso, no había muchos objetos de valor, pero sí encontró algunas monedas.
Thiel las metió en su bolsillo y abrió el tercer cajón.
—¿Qué es esto?
Dentro del tercer cajón solo había un collar oxidado.
Thiel lo levantó cuidadosamente y lo tocó. Parecía muy viejo y descolorido.
Click.
Algo hizo mal al tocarlo, pues el collar emitió un sonido y se abrió por la mitad.
¡Qué susto!
Con el corazón aún acelerado, Thiel examinó el collar con cuidado.
Dentro del collar había una pequeña imagen.
Thiel reconoció de inmediato a la persona en la imagen.
—Mamá…
La mujer era su madre, Lena Nesstian.
Thiel apenas había visto retratos de su madre. Cornelia, quien la odiaba profundamente, había mandado retirar todos los retratos de Lena después de su muerte.
Sin embargo, algunos de esos retratos permanecían en el despacho de su abuelo, por lo que Thiel pudo reconocer que la mujer en el collar era su madre.
Conteniendo las lágrimas, Thiel apretó los labios y se colgó el collar al cuello.
Sabía que nunca volvería a ese lugar, así que quería llevarse al menos un recuerdo de su madre.
Acarició el collar con cuidado, como si fuera el objeto más preciado del mundo.
Después, se guardó una de las plumas de su abuelo y varias monedas antes de abrir la puerta.
Creeeek.
Aunque no había hecho ruido al entrar, al salir la puerta emitió un sonido desagradable.
Thiel frunció ligeramente el ceño.
Espero que no haya despertado a nadie.
Aunque el segundo piso de la mansión estaba vacío a esa hora, Thiel no lo sabía, así que caminaba con pasos cautelosos.
Pero justo cuando estaba por bajar las escaleras…
¡Gasp!
Thiel respiró hondo. Su pequeño pecho se hinchó con el aire.
—Señorita Rowen, le dije que no debía andar por aquí a estas horas… ¿Eh?
Era Zaira, la niñera de Rowen.
Al ver la pequeña figura, Zaira asumió que era Rowen. Sin embargo, al notar los ojos dorados brillando bajo la luz de la luna, abrió los ojos con sorpresa.
Pronto se dio cuenta de que no era Rowen quien vagaba por la mansión a esa hora, sino Thiel, y comenzó a gritar furiosa.
—¡Tú! ¿Qué haces aquí a estas horas? ¡Vuelve a tu habitación ahora mismo!
Los gritos de Zaira resonaron en el pasillo.
Thiel, con la cara enrojecida y sin saber qué hacer, mordió sus labios.
¿Qué hago?
Tenía que escapar, pero sus piernas no le respondían.
Para empeorar las cosas, parecía que los sirvientes de la mansión estaban despertando y el alboroto crecía.
Zaira se acercó a grandes zancadas para atrapar a Thiel.
Thiel negó con la cabeza y, abrazando la manta con fuerza, comenzó a correr.
—¡Ven aquí! ¡Si te atrapo esta vez, pondré un candado en tu habitación!
Thiel corría temblando por el pasillo mientras escuchaba los pesados pasos de Zaira persiguiéndola.
¿Adónde, adónde debo ir?
Los pasos de Zaira se acercaban rápidamente. Thiel bajó apresuradamente al primer piso y se escondió entre los arbustos.
—¡La niña ha escapado! ¡Búsquenla!
Zaira gritaba órdenes. Thiel, temblando y escondida en los arbustos, estaba al borde de las lágrimas.
Con las manos cubriéndose la cara, murmuró en voz baja.
—¿Qué hago…? Me atraparán.
Uno de los sirvientes, recién despertado, se acercó al lugar donde Thiel estaba oculta.
Asustada, Thiel agarró la manta y salió corriendo nuevamente.
—¡Está aquí! ¡Atrápenla!
Thiel, desesperada, corrió hacia una parte de la mansión en la que nunca había estado antes: el anexo.
Los sirvientes se detuvieron al verla entrar en el anexo, retrocediendo de inmediato.
El anexo estaba reservado para invitados importantes, y no se podía entrar sin permiso.
Además…
Los invitados del palacio imperial están alojados ahí.
¿Qué debemos hacer?
Los sirvientes, confundidos, decidieron informar de la situación a Zender, mientras algunos permanecían vigilando la entrada del anexo para asegurarse de que Thiel no escapara.
Thiel, fuera de sí, tiró de la puerta de una habitación en el primer piso del anexo.
La puerta se abrió sin resistencia. Thiel entró apresuradamente sin pensar en nada más.
Luego, con la respiración agitada, observó el pasillo del anexo a través de la rendija de la puerta.
En ese momento,
—¿Quién entra en mi habitación a esta hora?
Una voz desconocida sonó a sus espaldas.
Thiel, temblando instintivamente, se giró lentamente.
Un joven, al menos una cabeza más alto que ella, estaba de pie a sus espaldas, con la luz de la luna brillando a sus espaldas.
El joven acercó sus afiladas garras al cuello de Thiel.
—Identifícate de inmediato, o te mataré clavándote mis garras.
—Sa… sálvame…
—¿Qué dijiste?
—Por favor, sálvame…
Antes de terminar de hablar, las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Thiel.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Iandros, sorprendido, retiró sus garras. Luego, giró a la pequeña niña que tenía frente a él.
La niña, de cuerpo pequeño y al menos una cabeza más baja que él, lloraba desconsoladamente, con lágrimas corriendo por su rostro.
—Tú…
Iandros, al ver el cabello blanco de la niña, frunció el ceño, incrédulo.
El cabello blanco era un símbolo del leopardo de las nieves. Sin embargo, en la familia Nesstian, solo había una niña.
Rowen Nesstian.
Iandros repasó mentalmente cómo se veía Rowen Nesstian.
Aunque no recordaba bien, ya que nunca le había prestado mucha atención, la niña frente a él no tenía los ojos azules, sino dorados.
En otras palabras, la niña que había entrado temerariamente en la habitación del príncipe no era Rowen Nesstian.
Examinó detenidamente la apariencia desaliñada de la niña.
Un camisón tan delgado que casi dejaba ver su piel, el cabello enredado por no haber sido cepillado en mucho tiempo, los pies descalzos llenos de rasguños…
…y la manta vieja que abrazaba con fuerza.
No sabía cómo había terminado en su habitación, pero cualquiera podía ver que estaba tratando de escapar.
Iandros, aún desconcertado, la observaba en silencio mientras reprimía un suspiro.
Luego, usando la manga de su camisa, secó las lágrimas de las mejillas de Thiel y dijo:
—No llores. No llores y responde claramente. Dime quién eres. Si no lo haces, te echaré de inmediato.
Iandros la amenazó. Thiel dudó un momento, como si estuviera considerando algo. Luego, con labios temblorosos, finalmente habló.
—Yo… soy Thiel Nesstian, de la familia del leopardo de las nieves. Debo escapar de aquí. Necesito escapar…
Toc, toc.
Pero antes de que Thiel pudiera terminar de hablar, alguien llamó a la puerta.
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