⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Eso es…!
Eran letras antiguas, una escritura que se había olvidado en la memoria de la gente, y que solo unos pocos podían leer.
Alpheus y Karthus estaban entre esos pocos.
Reconocieron de inmediato las palabras que aparecieron en la pared.
—Karthus…
—Sí, es escritura antigua.
En la pared de piedra brillaban las siguientes palabras:
⌜Cuando la larga oscuridad desaparezca y la luz se establezca por completo en este mundo, Asterian y Nestian recuperarán su poder original.⌟
Poco después, apareció otro mensaje:
⌜La luz, con su mera existencia, dominará la oscuridad.⌟
—Dominará la oscuridad con su mera existencia…
Alpheus y Karthus comprendieron inmediatamente su significado.
Probablemente hacía referencia a cómo Thiel había calmado a Ferdian.
—Con solo su existencia, puede calmar la locura…
Era algo increíble.
Era lo que el clan de los leopardos había deseado durante tanto tiempo.
Sin embargo, no había una solución definitiva.
—En resumen, Thiel será necesaria para calmar la locura.
La existencia de Thiel suprimía la locura de Asterian y Nesstian.
En otras palabras, una vez que esta verdad se conociera, todos querrían cazar a Thiel.
Nesstian la buscaría para resolver su locura, y las demás familias la cazarían por temor a que la maldición de Asterian y Nestian desapareciera…
—Qué fastidio.
Sin embargo, ni Karthus, ni Alpheus, ni Asterian permitirían que Thiel fuera arrebatada.
Una vez había sido suficiente con perder a Lena. No cometerían el mismo error.
Una mirada asesina apareció en los ojos de Karthus.
Sus ojos dorados, que brillaban en la oscuridad, comenzaron a transformarse en los de una bestia.
Si Alpheus no lo hubiera detenido, seguramente habría mostrado incluso sus colmillos.
—Detente, Karthus.
—……
Karthus asintió.
Sus ojos volvieron a la normalidad.
No mucho después, las letras antiguas que brillaban en la pared de piedra comenzaron a desvanecerse.
Cuando el poder de Thiel se retiró, la oscuridad absoluta volvió a llenar la habitación.
Una pequeña luz redonda se reunió en las palmas de Thiel.
Cuando la niña parpadeó, la luz se absorbió de nuevo en sus manos, como si hubiera encontrado su lugar.
Thiel no podía interpretar las letras antiguas, por lo que no sabía qué significaban los escritos que acababan de aparecer en la pared.
Solo podía suponer que era algo grave al ver las expresiones serias de Karthus y Alpheus.
Thiel preguntó cautelosamente:
—¿Era algo malo?
—No, Thiel, lo hiciste muy bien.
Alpheus se acercó al altar, levantó a su nieta que aún estaba sentada, y la abrazó. Thiel se movió inquieta.
—¡Ah, abuelo! Te vas a ensuciar la ropa…
—No importa, pequeña. Lo hiciste bien.
Él no se preocupó en absoluto de la suciedad en su ropa, acariciando suavemente el cabello esponjoso de Thiel mientras la abrazaba.
—Lo hiciste bien, Thiel.
Karthus le dio un suave pellizco en la mejilla, y luego la soltó.
Thiel se rió mientras abrazaba aún más fuerte el cuello de Alpheus.
Alpheus y Karthus salieron de la habitación con Thiel en brazos.
Cuando los tres salieron, el sonido mecánico volvió a escucharse y la estantería se cerró por sí sola.
Alpheus miró nuevamente la puerta bloqueada y luego señaló el lomo del libro que había presionado antes, como si quisiera recordárselo a Thiel.
—Thiel, puedes venir aquí cuando quieras.
—Pero dijiste que solo los jefes de la familia podían entrar…
—Antes de ser la sala secreta de los jefes, es una habitación para aquellos que poseen el poder de la luz. Así que es tu habitación. Puedes entrar y salir cuando quieras.
Alpheus acarició la cabeza de Thiel.
Ella sonrió brillantemente y asintió con la cabeza.
—¡Sí!
Thiel echó un vistazo al lomo del viejo libro.
Sentía que ya le gustaba ese libro.
Ese libro, después de todo, era la prueba de que pertenecía a la sangre de Asterian…
Había noches en las que había perdido el sueño preocupándose de si realmente era de la familia Asterian.
Pero ahora, por fin, sentía que podría dormir en paz.
Karthus, que observaba a Thiel con una sonrisa en el rostro, acarició el cabello suave de la niña.
Los mechones esponjosos de su cabello se escapaban entre sus dedos.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Thiel, Ferdian y Rudian se sentaron uno al lado del otro en una larga mesa, comiendo pastel de arándanos.
Cuando mordían el pastel cubierto por una corteza crujiente, el jarabe dulce de los arándanos cocidos y la pulpa caliente y jugosa llenaban sus bocas con suavidad. Era un pastel de arándanos exquisito.
Thiel no dejaba de alabar el pastel mientras comía.
No podía creer que existiera una comida así…
Cada alimento que comía en Asterian era siempre nuevo y delicioso.
Pero sus dos hermanos ya no mostraban mucho interés en ese tipo de comida. Después de un par de bocados, dejaron sus pasteles a un lado.
Su actitud contrastaba mucho con la de Thiel, que no dejaba de abrir la boca con admiración.
—Thiel, ¿te gusta? ¿Pido más?
Ferdian le preguntó mientras limpiaba las comisuras de su boca con una servilleta.
Thiel miró de reojo a Ria para ver si aprobaba.
—Pero no debemos comer demasiado…
—No, señorita, jóvenes señores. Solo un pastel por persona. Aún deben cenar después.
—Entonces, toma este.
Rudian empujó rápidamente su pastel de arándanos hacia Thiel.
Luego, mirando triunfalmente a Ria, dijo:
—Como no lo voy a comer y se lo doy, está bien, ¿no?
—Rudian, no es eso lo que Ria quería decir, tonto.
Ferdian suspiró.
Thiel miró por un momento el plato que Rudian le había empujado, luego lo devolvió al frente de su hermano.
—¡Cómetelo, hermano! Está realmente delicioso. A mí me basta con uno.
Thiel cortó un trozo del pastel de arándanos con su tenedor y lo acercó a la boca de Rudian.
Aunque no iba a comer ella misma, abrió la boca como si fuera a hacerlo.
—¿Me lo das, Thiel?
Rudian, conmovido, se lo comió de inmediato. Restos de pastel quedaron esparcidos por toda su boca, pero no le importó.
Ferdian, que observaba en silencio, tocó el dorso de la mano de Thiel y le preguntó:
—¿Y yo, Thiel?
—¡Ah, también te daré a ti, hermano!
Thiel, apresurada, pinchó un trozo de pastel con el tenedor.
Ferdian, apoyado en el mentón, sonrió con ternura.
Fue en ese momento.
—Les dije que no molestaran a su hermana. Ferdian, Rudian.
Karthus apareció de repente y presionó la cabeza de Ferdian. El cabello cuidadosamente peinado de Ferdian se desordenó al instante.
—¡No la estaba molestando! ¿En qué se parece esto a molestar?
—Sí, padre, solo estábamos jugando con Thiel.
Rudian replicó indignado, y Ferdian, mientras tanto, se acomodaba el cabello despeinado.
Karthus se encogió de hombros, ignorando a sus dos hijos.
—Thiel.
Miró a su hija, que tenía las mejillas llenas de pastel y masticaba con la boca repleta. Sus mejillas regordetas estaban completamente hinchadas.
Thiel terminó de masticar el pastel y sonrió ampliamente.
—¡Señ-no, papá…!
—Sí, hija.
Karthus, con su gran mano, acarició suavemente la mejilla de Thiel y le limpió las migas de pastel con el pulgar.
Thiel parpadeó.
—Tienes que comer la cena. No puedes alimentarte solo de dulces.
—Sí, no te preocupes. También comeré la cena.
—Bien, buena chica. Hoy come mucho y descansa bien, porque mañana saldremos.
—¿Salir?
No fue Thiel quien preguntó, sino Rudian.
Rudian, que le había robado el pastel de arándanos a Ferdian, inclinó la cabeza mientras preguntaba.
—¿Vas a salir con Thiel?
—Sí. Los resultados de la prueba de paternidad ya han salido. No te preocupes, Thiel, yo te acompañaré.
Thiel asintió enérgicamente con la cabeza. Ya no le temía al resultado de la prueba de paternidad.
La sala secreta de Asterian me ha reconocido.
No había forma de que no fuera de la sangre de Asterian.
Los resultados de la prueba eran solo una formalidad. Aunque, un poco de miedo le daba ir al templo.
Thiel seguía siendo tímida, y nunca había estado en otro lugar fuera de las mansiones de Asterian y Nesstian.
Pero como Karthus iba con ella, se sentía más tranquila, así que sonrió y asintió sin decir más.
—Yo también iré.
Ferdian, quien ya se había arreglado el cabello, dio un paso al frente y puso una mano en el hombro de Thiel.
—Entonces yo también quiero ir, ¿y si alguien intenta llevarse a Thiel?
Aunque era una preocupación innecesaria en Asterian, Karthus y Ferdian no se molestaron en corregirlo.
Karthus miró a sus dos hijos alternadamente, luego metió las manos en los bolsillos y se levantó.
—A los del templo no les agradará mucho.
Era un permiso.
Después de decir eso, Karthus acarició una vez más la cabeza de Thiel antes de salir de la habitación.
Poco después, Thiel terminó de vaciar por completo su plato de pastel de arándanos.
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