⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El día de la visita al templo.
Ria se esmeró más de lo habitual al arreglar a Thiel. Aunque no era una salida oficial, sería la primera vez que Thiel salía de la casa.
Entre los vestidos que Ian le había regalado, Ria eligió uno rosado lleno de volantes y lazos, y se lo puso a Thiel. Luego, le recogió su abundante cabello blanco en dos coletas bien enrolladas.
Le colocó un bonito sombrero adornado con volantes sobre la cabeza y ató un lazo bajo su barbilla. Para completar el atuendo, le puso unos lindos zapatos. Ya era difícil reconocer a la Thiel que llegó por primera vez a la mansión de Asterian.
Gracias a toda la comida deliciosa que había estado disfrutando, sus mejillas estaban redondeadas y sonrojadas. Sus grandes ojos brillaban con vitalidad, y su cabello, que antes era áspero, ahora estaba bien peinado y resplandeciente.
Ahora realmente parecía una jovencita de una familia noble a quien cualquiera podría admirar.
Ria, orgullosa de su obra, llevó a Thiel frente a un espejo de cuerpo entero.
—¿Qué te parece, señorita? ¿Te gusta? —preguntó Ria cariñosamente mientras le daba un ligero apretón en los hombros.
Thiel miró el espejo atónita antes de asentir distraídamente.
—¿Esa soy yo…?
Era un aspecto que jamás habría imaginado cuando vivía en Nesstian. Rowen siempre le decía que era una mestiza vulgar y fea, pero la Thiel de ahora no se veía para nada así.
De hecho, su cabello blanco y sus ojos dorados inusuales resaltaban aún más el encanto de la pequeña niña.
Avergonzada, Thiel miró a Ria con el rostro ruborizado.
—Me gusta, Ria. Gracias por arreglarme tan bonita.
—Qué dulce es nuestra señorita. Y realmente está hermosa. Te aseguro que no hay ninguna jovencita noble de tu edad más linda que tú.
El rostro de Thiel volvió a sonrojarse ante el cumplido de Ria.
En ese momento, alguien llamó a la puerta. Ria se apresuró a abrirla.
—Thiel.
Quienes estaban en la entrada eran Ferdian y Rudian, los dos hermanos mayores de Thiel.
A diferencia de su ropa casual de siempre, Ferdian y Rudian llevaban chalecos de seda bordados en oro y chaquetas.
Al ver a sus hermanos tan bien vestidos, los ojos de Thiel brillaron de alegría, formando dos medias lunas.
—¡Hermanos…!
—Hoy estás realmente hermosa. Te queda muy bien el vestido rosa.
—Tienes razón. Creo que llenaremos tu armario con vestidos rosados. Con esta ropa pareces una pequeña muñeca.
Rudian, riendo, intentó acariciar la cabeza de Thiel, pero se detuvo de inmediato. No quería arruinar el peinado que Ria había hecho con tanto esmero.
Sin embargo, Thiel lo miró con extrañeza cuando Rudian retiró la mano. ¿Por qué no me acaricia la cabeza?
Durante su tiempo en la mansión de Asterian, con Karthus, Alpheus, Ferdian y Rudian, Thiel se había acostumbrado a recibir caricias, abrazos y a que le tomaran de la mano.
Ahora, si no le acariciaban la cabeza, se sentía un poco decepcionada.
Ferdian, comprendiendo el sentimiento de Thiel, arregló cuidadosamente su vestido para que no se arrugara y luego la levantó en brazos.
Thiel, abrazada al cuello de Ferdian, entrelazó sus manos alrededor de él.
—Es hora de irnos, llegaremos tarde. Padre nos está esperando.
—¡Oye, Ferdian! No deberías estar levantando a Thiel todo el tiempo. Se supone que a las chicas de su edad hay que tratarlas con mucho cuidado.
—¿De dónde sacaste esa idea tan tonta? A Thiel le gusta que la carguen.
—…De un libro. ¡Pero eso no es lo importante!
Rudian y Ferdian discutían mientras se dirigían hacia el carruaje.
Thiel, escuchando la discusión de sus hermanos, colocó con cuidado una mano sobre su pecho, que latía con fuerza.
No estaba nerviosa por los resultados de la prueba de paternidad.
Sin embargo, ir al templo le daba un poco de miedo.
Karthus le había explicado antes lo extraordinaria que era su habilidad, advirtiéndole que muchas personas la desearían.
Dicen que el templo querrá aprovechar mi habilidad.
Thiel tragó saliva.
Solo pensar en ir a un lugar desconocido y conocer a personas desconocidas ya era suficiente para ponerla nerviosa. Que esas personas pudieran tener intenciones sobre ella lo hacía aún más aterrador.
—¡Mira, nos están esperando! —dijo Ferdian de repente, mirando a lo lejos.
Thiel giró la cabeza en la dirección que él señalaba.
A lo lejos, vieron a Karthus, de pie, con una imponente capa, esperando a Thiel, Ferdian y Rudian.
Levantó la vista y miró a Thiel.
Sus ojos, firmes y seguros, se posaron en la pequeña niña.
Se encontraron sus miradas.
—¡…!
Y en ese instante, todas las preocupaciones de Thiel se desvanecieron como la nieve bajo el sol.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—Thiel.
Karthus recibió a Thiel en sus brazos desde los de Ferdian.
Thiel, acostumbrada, rodeó el cuello de Karthus con sus brazos. Estaba acostumbrada a ser llevada en brazos por él.
—Señor Karthus… ¡Ah, no!
Karthus la sostuvo con cuidado, esperando pacientemente hasta que Thiel encontrara las palabras que quería decir.
—Papá…
—Sí, hija mía. Hoy estás realmente adorable.
Thiel, sonrojada, asintió con la cabeza.
Cada vez que lo hacía, el lazo en su cabeza se balanceaba suavemente.
—Gracias. Papá también se ve muy elegante hoy… ¡de verdad!
Karthus realmente lucía impresionante.
Aunque su apariencia diaria no dejaba nada que desear, hoy se había esmerado aún más, y su porte era evidente incluso estando de pie.
Thiel, preocupada por arrugar su elegante capa, intentó apartarse de él para sentarse en el carruaje.
—¿…?
Karthus no bajó a Thiel. La sostuvo en sus brazos y subió al carruaje, sentándola sobre sus rodillas.
Thiel, que ahora estaba sentada como una pequeña muñeca en el regazo de Karthus, parpadeó sorprendida.
—……
—¿Por qué la llevas en brazos? El asiento de Thiel está aquí —dijo Ferdian con una sonrisa mientras señalaba el mullido cojín junto a su asiento.
—Dicen que cuando un niño está muy nervioso, lo mejor es tenerlo en brazos de sus padres —respondió Karthus encogiéndose de hombros.
Puso suavemente la mano en el estómago de Thiel y la acercó más a su cuerpo.
Thiel, sentada muy cerca de Karthus, miró a sus dos hermanos mayores que estaban sentados enfrente.
—Así que planeo tenerla en mis brazos. ¿Algún problema con eso?
Al menos dentro de ese carruaje, no había nadie que pudiera contradecir las órdenes de Karthus. Por lo tanto, Ferdian y Rudian negaron con la cabeza, aunque con expresiones de descontento.
—Thiel, ¿estás cómoda? —preguntó Ferdian mientras acariciaba el suave cojín preparado para Thiel—. Las rodillas pueden ser algo duras. Estarías más cómoda en el cojín.
—Sí, Thiel. El cojín es más cómodo que las rodillas de papá. O, si prefieres, también puedes sentarte en mis rodillas —añadió Rudian.
Karthus los observó con una sonrisa divertida, como si las tímidas protestas de Ferdian y Rudian ‘o su esfuerzo por ganarse a Thiel’ fueran insignificantes.
Thiel, tras un momento de reflexión mirando a Ferdian y Rudian, negó con la cabeza.
—Gracias por la oferta, pero me gustaría quedarme aquí.
Apenas terminó de hablar, Karthus la abrazó aún más cerca. Thiel, acurrucada en sus brazos, parpadeó y explicó, como si quisiera justificar su decisión:
—De verdad… estoy cómoda.
La verdad era que, si se trataba solo de comodidad, el cojín al lado de Ferdian sería más cómodo que el regazo de Karthus.
Pero aquí me gusta más…
El cálido abrazo de Karthus lograba disipar instantáneamente la tensión de Thiel.
Y tal vez fuera cierto lo que él había dicho: ‘Cuando un niño está muy nervioso, lo mejor es el abrazo de sus padres’. Al estar en los brazos de Karthus, Thiel podía olvidar, aunque fuera por un momento, los malos recuerdos que había vivido.
Por eso, a Thiel le gustaba estar en los brazos de Karthus. Incluso el fresco aroma que siempre emanaba de él ayudaba a calmar sus nervios.
—Está bien, si así lo prefieres —respondieron finalmente Ferdian y Rudian, retrocediendo sin insistir.
Karthus, con Thiel todavía en brazos, lanzó una mirada de triunfo a sus dos hijos.
—Qué infantil eres —murmuró Ferdian.
—Es realmente molesto —añadió Rudian.
El primero fue Ferdian, y el segundo, Rudian. Los dos hermanos refunfuñaron, desviando la mirada hacia la ventana, como si hubieran visto algo desagradable.
Karthus, sin prestar atención a sus quejas, continuó acomodando cuidadosamente el cabello de Thiel para que no se desordenara.
—¿…?
Thiel, que no podía ver la expresión de Karthus al estar en sus brazos, lo miraba confusa desde abajo.
Comments for chapter "33"
MANGA DISCUSSION