⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
No mucho tiempo después, Asterian anunció públicamente la existencia de Thiel, junto con los resultados de la prueba de parentesco realizada por el templo.
Los nobles comenzaron a hablar sin cesar sobre la ‘hija menor de Asterian’, que había ‘vuelto a la vida’, y sobre la ‘misteriosa luz’ que había brillado en el territorio de Asterian.
—Entonces, ¿eso significa que… la Marquesa también estaba viva?
—He oído que la Marquesa en realidad sí murió ese día, ¡pero que el bebé sobrevivió!
—¿Podría ser que la luz que brilló en el territorio de Asterian fuera de la hija menor…?
—¡El poder de la luz! Pensaba que era solo una leyenda, pero parece que ese poder realmente existe.
Asterian no se molestó en informar sobre el poder especial de su hija menor.
Sin embargo, todos ya estaban seguros de que la ‘luz’ que había aparecido en el territorio de Asterian pertenecía a su hija menor.
La época del anuncio coincidió convenientemente con la aparición de la ‘luz’ en el territorio de Asterian.
Como resultado, el interés por la ‘hija menor de la familia Asterian’ alcanzó alturas insospechadas.
Era lógico que el interés por Thiel aumentara, ya que nunca había aparecido oficialmente en público.
Además, los rumores de que los hombres de la familia Asterian, conocidos por ser fríos e implacables, la mimaban, solo avivaron más la curiosidad.
Decenas de invitaciones a fiestas llegaron a la residencia de la familia Asterian, todas dirigidas a Thiel Asterian, la hija menor de la familia Asterian.
Thiel miró las invitaciones apiladas en montones y giró los ojos.
—¿Todo esto son… invitaciones para mí?
—Sí —respondió Karthus con aire de fastidio.
Cogió una de las invitaciones de la parte superior, la abrió y, tras echarle un vistazo, la lanzó con indiferencia.
—Por supuesto, no tienes que ir si no quieres. Pero…
—¿Pero?
—Sería bueno al menos mandarte a hacer algunos vestidos. No tenemos mujeres en la casa, así que no hemos prestado atención a esos detalles…
Thiel ladeó la cabeza con curiosidad ante las palabras de Karthus.
Tenía tantos vestidos que no cabían en su armario.
Algunos eran regalos de Ian, y otros habían sido encargados específicamente por Karthus.
¿Por qué necesitaría más vestidos? Era algo que Thiel no entendía del todo.
—Es porque ahora tendrás que asistir a eventos oficiales. Es mejor que tengas vestidos adecuados para esas ocasiones —comentó Ferdian mientras lanzaba varias invitaciones a la chimenea.
Rudian, que estaba removiendo las brasas para que las invitaciones ardieran más rápido, intervino.
—Exacto. Debemos mandarte a hacer los vestidos más caros y lujosos del imperio, Thiel. No puedes ir por ahí usando cualquier cosa siendo la hija menor de la familia Asterian.
Thiel quiso preguntar por qué estaban quemando las invitaciones, pero se contuvo. En su lugar, decidió hacer otra pregunta.
—¿No son suficientes los vestidos que ya tengo? Además, algunos fueron regalos de Ian…
—Es mejor mandar a hacer nuevos vestidos según la temporada. Las tendencias cambian constantemente.
Por supuesto, no todas las damas de las familias nobles encargaban nuevos vestidos para cada fiesta.
Un vestido hecho por un diseñador famoso podía costar tanto como el presupuesto de una pequeña región.
Pero esto era Asterian. Si querían, podían encargar vestidos nuevos en docenas de boutiques, uno para cada día.
Ferdian recordó el vestido que Ian le había regalado a Thiel.
Le mandaría a hacer uno que le quedara mucho mejor, para que ni siquiera pensara en ponerse el regalo de Ian.
Una sonrisa maliciosa apareció en los labios de Ferdian al pensar en su plan.
—Hay varias boutiques famosas en la capital. Podemos hacer una lista y visitarlas juntas, o también podemos hacer que vengan a la mansión —dijo Ferdian, mirando a Karthus como buscando su aprobación.
Karthus pensó por un momento y luego asintió.
—Sí, eso suena bien. Además, deberíamos invitar a Olivier a la mansión. Las chicas de su edad entienden mejor este tipo de cosas.
Al escuchar ese nombre, Thiel levantó la cabeza.
Cuando llegó por primera vez a la mansión Asterian, Ria le había dado un pijama y una habitación, diciendo que era la que solía usar la señorita Olivier.
Recordaba haber doblado las mangas del pijama, que le quedaba demasiado grande, y haberse preguntado quién sería la señorita Olivier.
¿Finalmente la conocería?
En ese momento, Rudian frunció el ceño como si la idea le resultara horrible. El rostro impecable de Ferdian también se arrugó un poco.
—¿Olivier? ¿De verdad, padre? —dijo Rudian con incredulidad.
—Puedo llevar a Thiel a comprar los vestidos yo mismo. No veo por qué sería necesario invitar a Olivier —agregó Ferdian.
Pero Karthus se mantuvo firme.
—La opinión de los hombres es limitada. Las chicas conocen mejor sus propios gustos. Justo acabo de recibir noticias de Etienne, así que esta es una buena oportunidad para que Thiel conozca a Olivier.
Karthus dirigió su mirada hacia Thiel. Ella asintió con la cabeza y preguntó:
—¿Quién es Olivier?
—Es tu prima. Etienne es el nombre de tu tía.
—¿Mi… prima?
Thiel, sin darse cuenta, pensó en Cornelia y Rowen, y su rostro se contrajo ligeramente.
Si era parte de la familia Asterian, probablemente sería diferente de su tía Cornelia y Rowen…
Los siete años de maltrato que había sufrido en una habitación pequeña la habían dejado sin la capacidad de tener una visión más amplia.
Aunque su vida había mejorado mucho desde que llegó a la mansión Asterian, aún le quedaba un largo camino por recorrer. Thiel tragó saliva.
—Thiel, si no quieres conocerla, no tienes que hacerlo. Tu tía no te obligará —dijo Ferdian, aprovechando la oportunidad.
Luego, el joven le acarició suavemente la palma de la mano.
—Nuestra Thiel aún es muy tímida… Es mejor que vayamos a comprar los vestidos solo los dos, ¿no crees?
—¿Por qué solo los dos? ¡Me estás dejando fuera por completo!
¡Ah, ya van a empezar a pelear otra vez…!
—¿Qué sabrás tú de vestidos? Como mucho, sabrás cómo manejar una espada. Si vienes, solo serás una carga.
—¡No peleen!
Thiel rápidamente cubrió la boca de Ferdian. Luego, sorprendida por lo que había hecho, retiró su mano apresuradamente.
—¡Ah! Esto, yo… o sea…
¿Por qué lo había hecho? ¡Thiel nunca había tapado la boca de alguien antes!
Ferdian, Rudian y Karthus miraban a Thiel, todos con expresión de sorpresa por su repentino comportamiento.
Por un momento, hubo silencio.
Poco después, Ferdian se echó a reír. El rostro de Thiel se puso rojo, como si fuera a estallar.
—Jaja, Thiel. ¿Me tapaste la boca para que no peleara? Está bien, no pelearé.
—¡Exacto! Fue porque tú, Ferdian, empezaste la discusión que Thiel tuvo que taparte la boca.
Ferdian no respondió a Rudian, simplemente tomó a Thiel y la sentó en sus rodillas. Etienne y Olivier ya estaban completamente olvidadas en la mente de los tres hermanos.
Las invitaciones de familias ‘poco respetables’, cuidadosamente seleccionadas por Ferdian y Rudian, ardían brillantemente en la chimenea.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
El carruaje imperial se detuvo frente a la mansión Asterian. Los sirvientes de la mansión ya no se sorprendían y guiaron a Iandros directamente al salón de visitas.
—¡Señor Ian!
Al escuchar la noticia de que Iandros había llegado, Thiel salió corriendo con una gran sonrisa.
Había salido tan apresuradamente que su cabello estaba completamente despeinado.
Iandros levantó las cejas y empezó a alisarle el flequillo con suavidad.
Poco después, la doncella personal de Thiel apareció con un peine en la mano, luciendo algo avergonzada al ver que el príncipe heredero hacía lo que ella debía haber hecho.
—Disculpe, Alteza. La señorita salió corriendo apresuradamente…
Ian levantó la mano para indicar que no importaba y luego la extendió, palma arriba.
Rápidamente, Ria comprendió lo que quería y colocó el peine en su mano.
—La próxima vez, no corras. ¿Qué harías si te caes y te lastimas?
—Hehe, sí, lo siento. Es que me emocioné porque viniste, Ian.
La niña apretó sus manos, sonrojando sus pálidas mejillas.
Ian, con una expresión resignada, comenzó a peinar el cabello de Thiel suavemente.
—Aun así, no corras. ¿Entendido? Si te haces daño, tus hermanos se volverán locos.
Ian dejó el peine sobre la palma de Ria de manera brusca mientras le hablaba con tono severo.
—No te preocupes. No volveré a correr.
Ahora, Thiel sabía cómo guiar a Ian. Mientras ella lo llevaba de la mano hacia el salón, Ian echó un vistazo a su reflejo en la ventana y dejó escapar una risa irónica.
Antes, no podía ni siquiera entrar en esta casa sin temblar de miedo…
Conmovido por su progreso, le acarició la cabeza redonda de Thiel, deshaciendo el peinado que acababa de arreglar.
Fue en ese momento cuando Thiel, que caminaba con decisión al frente, se dio la vuelta de repente.
—¡…!
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