⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Thiel…
Casi choco contigo. Ian regañó suavemente a la chica, sorprendido.
—¡Ah! Lo siento mucho. Pero de repente recordé algo…
Thiel sonrió tímidamente. La niña miró a su alrededor en silencio. Las sirvientas que seguían a Thiel e Ian los observaban con expresiones desconcertadas.
—¿Podrían dejarnos a solas por un momento? Tengo algo que hablar solo con Ian.
Las sirvientas asintieron sin problema. Thiel tomó la mano de Ian y lo llevó a un rincón del pasillo.
Ian tenía una expresión de desconcierto, pero la siguió sin oponer resistencia.
—¿Por qué no hablamos en el salón?
—Mis hermanos están allí. Están esperándote.
—Ah.
Ya me extrañaba que los sobreprotectores no estuvieran pegados a mí. Así que fueron adelante a esperarme.
Ian soltó una pequeña risa al entender. Thiel miró a su alrededor una vez más, asegurándose de que no hubiera nadie, y luego le hizo una señal a Ian.
—Acércame… a tu oído.
—Siempre tienes algo en mente.
Ian se quejó, pero no rechazó la petición de Thiel. Se inclinó para acercar su oído a la boca de la chica.
—Um, Ian… ¿por casualidad… tienes algún problema?
—¿?
Ian frunció el ceño, confundido.
—Escuché a papá decir que este año no celebrarás tu fiesta de cumpleaños…
Ah, eso.
El joven miró a Thiel con una expresión ambigua. Entonces, ella lo llamó a escondidas porque pensaba que, al no celebrar su fiesta, algo malo me pasaba.
Incluso hizo que las sirvientas se fueran… ¿Qué clase de niña hace esto?
—Thiel, pequeña. ¿De verdad piensas que cancelaría mi fiesta de cumpleaños solo porque estoy pasando por un mal momento?
Ian la regañó suavemente, y Thiel, con la boca apretada, negó con la cabeza.
—No, no lo creo.
—La cancelación de la fiesta ya estaba prevista. No la cancelé por ninguna razón especial.
—Entiendo… Pensé que te pasaba algo.
—¿Te preocupaste por mí?
Al oír la pregunta de Ian, Thiel apretó su mano con fuerza. Sentía la palma de Ian, mucho más grande que la suya.
—Me preocupé. ¡Eres mi salvador!
—No necesito una fiesta de cumpleaños. Solo los tontos lloran por no ser felicitados en su cumpleaños.
Ian sonrió traviesamente. Thiel lo miró pensativa por un momento antes de hablar.
—Entonces, ¿por qué no celebras tu cumpleaños en la mansión Asterian? Estoy segura de que a mis hermanos y a papá les encantaría.
—¿En la mansión Asterian?
—Sí, conmigo, mis hermanos Ferdian y Rudian…
Ian, después de pensarlo un poco, apretó suavemente la mano de Thiel. Su pequeña mano encajaba perfectamente en la suya. Parecía que podría sostener ambas manos de la niña con una sola mano.
—De acuerdo, Thiel.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—No.
Ferdian rechazó la propuesta rotundamente.
—¿Rechazarás así una petición del príncipe heredero?
—Esto no es una petición, es un aviso, alteza. ¿Por qué querrías celebrar tu fiesta de cumpleaños en nuestra mansión, teniendo el palacio real disponible?
No eres un niño, murmuró Ferdian en voz baja. Pero todos en la sala lo escucharon claramente.
—Thiel, la próxima vez que su alteza te diga algo así de absurdo, debes negarte. Ya te enseñé cómo manejar estas situaciones.
—¿No quieres hacerlo?
—Exacto.
—Qué buen maestro eres, Ferdian —Ian se burló. Parecía que iba a seguir bromeando, pero luego habló en serio—. No estoy bromeando. Realmente quiero celebrar mi cumpleaños en la mansión Asterian.
—Y yo tampoco bromeo, Iandros. ¿Por qué querrías hacer tu fiesta de cumpleaños en nuestra casa?
Ferdian seguía firme en su negativa. Thiel miraba a su hermano con cautela.
Pensaba que Ian, que siempre visitaba la mansión Asterian, también podría pasar su cumpleaños allí.
Parece que eso es diferente.
Ian miró a Thiel, quien, sintiéndose avergonzada, empezó a juguetear con el dorso de la mano de Ferdian.
—Hermano… Pasar el cumpleaños solo es muy solitario. Además, fui yo quien le hizo la propuesta a Ian.
—Thiel, no se puede.
—Yo no me siento sola porque no sé cuándo es mi cumpleaños, pero si lo supiera, me sentiría aún más sola al pasarlo sola.
—…
—¿…?
¿No saber cuándo es su cumpleaños? Justo cuando Ian iba a decir algo, Rudian le dio un golpecito en el hombro.
Cállate.
Ian entendió la indirecta y se quedó en silencio. Ferdian, mientras mantenía a Thiel sentada en su regazo, se pasó la mano por los ojos.
—Thiel, Ian no está solo. Es el príncipe heredero. Incluso sin nosotros, hay personas con las que podría pasar su cumpleaños…
—Me siento solo, Ferdian.
—…
—No tengo amigos con los que pasar mi cumpleaños.
—…Haa.
Ferdian suspiró, mirando hacia otro lado. Thiel dejó de juguetear con su mano y lo miró expectante.
—De acuerdo, está bien. No te pediré más. Pero hagamos un trato.
Ian, que hasta ese momento había estado bromeando, ahora hablaba con una expresión seria. Se recostó en el sofá y cruzó las piernas.
—¿Un trato?
—Sí, escuché que Thiel se va a hacer un vestido.
—¿Y eso quién te lo contó?
—Ferdian, ¿a quién crees?
La mirada de Ian se dirigió a Thiel. Ella se sonrojó, recordando la charla que había tenido con él mientras lo acompañaba al salón.
Pero Ferdian no la regañó. Simplemente inclinó la cabeza, como si quisiera escuchar lo que Ian tenía que decir.
—Llamaré a Madame Estella.
—…
—Si a cambio celebro mi cumpleaños con los Asterian.
Los ojos de Ferdian se entrecerraron. ¿Madame Estella? ¿Hablaba en serio?
¿Quién era Madame Estella? Era la diseñadora exclusiva de la realeza. No trabajaba exclusivamente para la familia imperial de Cracion, pero era conocida por no hacer vestidos para nadie que no fuera de la realeza o la nobleza más alta.
Muchos nobles le habían hecho innumerables propuestas para vestir sus creaciones, pero Estella nunca había respondido a ninguna de ellas.
Solo aceptaba encargos de la realeza, por lo que la mayoría de la gente ni siquiera había visto su rostro.
De hecho, nadie sabía ni su edad ni de qué imperio era. ¡Todo sobre ella estaba envuelto en misterio porque así lo prefería!
¿Y ahora él decía que podía llamarla?
Si lo hubiera dicho cualquier otra persona, Ferdian lo habría desestimado como una tontería. Pero el joven frente a él era el príncipe heredero del imperio.
Es decir, alguien con acceso directo a Madame Estella. Ferdian golpeó suavemente el cuero del sofá con los dedos antes de preguntar:
—¿Hablas en serio?
—Claro que sí. ¿Por qué mentiría?
Ian se encogió de hombros.
—Ya estaba pensando en regalarle un nuevo vestido a la pequeña. ¿Qué te parece ahora, príncipe Asterian? ¿Te interesa más la idea?
—¿Cómo estás tan seguro de que ella haría el vestido de mi hermana? Dijiste que no hace ropa para nadie que no sea de la realeza.
Ante el comentario de Ferdian, Ian agitó la mano con despreocupación y soltó una risita.
—No es que no haga ropa para nadie más. Es solo que la única gente que puede contactarla son los miembros de la realeza.
—¿…?
—Entonces, ¿aceptas o no?
La mirada de Ferdian se dirigió a su hermana, que estaba en su regazo. Thiel no sabía quién era Madame Estella, por lo que no comprendía cuán extraordinaria era la oferta de Ian.
Ferdian empezó a calcular mentalmente. Si podían pasar un par de horas en la fiesta de cumpleaños de Ian y Thiel podía ponerse un vestido de Estella, sería un buen negocio.
Ninguna otra joven noble podría conseguir uno de esos vestidos.
Si vestía un diseño de Estella, Thiel sería la que más destacara en el próximo ‘Luminaria’.
Claro, Ian estaba insinuando que le regalaría el vestido a Thiel de todas formas, pero Ferdian decidió ignorar esa parte.
Si Ian se lo daba como un regalo, sería un regalo de él. Pero si lo conseguía como parte de un trato, no sería un regalo, sino parte del acuerdo.
Ferdian terminó sus cálculos y aplaudió con decisión.
—Sería un honor celebrar el cumpleaños de su alteza. La casa Asterian hará todo lo posible para prepararse.
—¡Jaja! Al final convenciste a Ferdian, Ian. Increíble, supiste aprovechar bien sus debilidades.
Rudian soltó una carcajada, e Ian también sonrió ampliamente.
—¡Gracias, hermano!
Thiel se arrojó a los brazos de Ferdian, sonriendo con timidez. Él le acarició la espalda, resignado.
—¡Qué bien! ¿Verdad, su alteza?
Thiel se volvió hacia Ian, con los ojos brillando de emoción y alegría.
Sin embargo, Ian, que había cruzado miradas con Thiel, no sonrió. De hecho… por alguna razón, se sintió incómodo y preguntó:
—… ¿Su Alteza?
—Sí, todos te llaman ‘Su alteza’. Creo que he sido yo la única que no lo hacía de forma adecuada.
—…
El rostro de Ian se torció levemente. Ferdian y Rudian apartaron la mirada con una sonrisa burlona.
Ian se tomó su tiempo para elegir las palabras antes de hablar lentamente.
—Llámame simplemente Iandros.
—¿Eh?
—O Ian, como prefieras. Lo que sea más cómodo para ti. Pero nada de ‘Su Alteza’.
¿Por qué? La cabeza de Thiel se llenó de preguntas. Pero la expresión de Ian le pareció de algún modo intimidante, así que asintió sin protestar.
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