⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Ahora que lo mencionas.
Iandros levantó una ceja como si acabara de recordarlo.
—Su Majestad desea conocer a Thiel.
—¿Su Majestad? ¿Por qué? No me digas que…
Los ojos de Rudian se afilaron.
Iandros Cracion, el chico, se estaba preparando para recibir a la futura princesa heredera. ¿No era por eso que todas las chicas de su edad se habían convertido en candidatas para el puesto?
De alguna manera, sabía que algo estaba raro.
En este momento, debía estar ocupado revisando a las candidatas para princesa heredera, así que era extraño que viniera todos los días a la mansión Asterian.
Pero, ¿acaso… podría ser que quisiera tomar a Thiel como su princesa heredera?
Rudian apretó los puños, decidido a no perdonar si eso fuera cierto.
Si Ian siquiera mencionaba la palabra ‘princesa heredera’, estaba dispuesto a golpearlo en la nuca sin vacilar.
Aunque tocar al príncipe heredero era considerado un delito de lesa majestad, no le importaba en absoluto.
Si esa era la única oportunidad de salvar a Thiel, Rudian estaba dispuesto a golpear a su amigo tantas veces como fuera necesario.
Ian observó las caras severas de Rudian y Ferdian, y negó con la cabeza.
—Por supuesto que no. No tengo la más mínima intención de hacer eso, así que no te preocupes. Lo sabes.
—…
—Sabes lo que significa convertirse en princesa heredera.
Ian no tenía intención alguna de imponerle esa carga a Thiel.
Incluso si algún día perdiera el control y muriera, no permitiría que eso afectara a Thiel.
—Así que no te preocupes por cosas innecesarias. Solo que… parece que Su Majestad está un poco intrigado.
Ian extendió la mano hacia Thiel. Sin vacilar, Thiel la tomó firmemente y se levantó.
—El poder de Thiel no es una habilidad cualquiera. Es lógico que despierte curiosidad.
La hija menor de la familia Asterian, que se creía muerta.
Al mismo tiempo, una chica que había manifestado el legendario poder de la luz.
Que el Emperador estuviera interesado no era extraño. Si Thiel hubiera sido de otra familia, ya la habrían convocado al palacio.
Lo único que había retrasado la citación era que Alpheus Evald Asterian, el padre de Thiel, era un amigo cercano del Emperador, y había podido usar la excusa de que ‘la niña es muy tímida’ para posponer su ingreso.
Ian dio una patada a Rudian de manera casual. El asiento al lado del sofá quedó vacío, e Ian hizo que Thiel se sentara junto a él.
—¡No deberías patear a mi hermano!
Thiel lo regañó mientras se sentaba, aunque no dejó de lanzarle una mirada de reproche a Ian.
Rudian, refunfuñando, intentó sentarse junto a Ferdian. Pero Ferdian, que no estaba contento de haber perdido a Thiel, se negó a ceder el asiento, por lo que Rudian tuvo que buscar otro sofá.
—De acuerdo, no lo haré. Pero, Thiel, tengo una pregunta para ti.
Ian agitó la mano hacia Rudian con una expresión nada arrepentida.
Rudian frunció el ceño ante aquella disculpa que no lo era.
Thiel, tras asegurarse de que Ian se había disculpado, respondió de manera un poco altiva.
—¡Sí! Pregunta.
—Hay un cojín rosa en mi espacio dimensional, uno que nunca había visto antes.
—¿…?
Thiel ladeó la cabeza, sin entender.
Ian persistió.
—¿Es tuyo?
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—Ya es hora de que me la muestres, Alpheus.
El Emperador, con una expresión seria, inclinó su taza de té. Su tono era algo recriminatorio.
Pero el anciano que estaba frente a él no se inmutó y respondió:
—La niña es muy tímida. A diferencia de su padre, es frágil. Si viniera al palacio, seguramente se desmayaría.
—No puedo ir yo a la casa Asterian, ¿no?
—Pronto será el Luminaria, y entonces podrá verla.
El Luminaria. Una gran festividad que se celebraba una vez al año, donde todos los ciudadanos del imperio se reunían para rendir homenaje a Lysett, el dios de la luz.
Ahora que se había revelado que Thiel había manifestado el poder de la luz, era inevitable que asistiera al festival.
Por eso Alpheus había decidido que el Luminaria sería la primera aparición pública de Thiel.
En otras palabras, hasta el Luminaria, no la dejaría salir al público, ni siquiera por orden del Emperador.
Si no fuera Alpheus, el patriarca de la familia Asterian, una de las casas que sostenían al imperio y amigo íntimo del Emperador, nadie habría osado siquiera imaginar tal cosa.
El Emperador, finalmente, desistió de intentar cambiar la obstinación de Alpheus. En su lugar, sonrió con calma y se encogió de hombros.
—Últimamente, Ian parece estar mostrando bastante interés por la niña.
—Su Majestad la salvó. Es natural que se preocupe por ella.
—Alpheus, conozco la leyenda de Asterian y Nesstian.
La mano de Alpheus vaciló, pero con calma añadió azúcar a su té y respondió:
—Esa es solo la leyenda de Asterian y Nesstian. No tiene nada que ver con el príncipe heredero.
Como amigo íntimo del Emperador, Alpheus sabía que el poder de Iandros era extremadamente inestable.
Sabía que alguien con el mismo poder anteriormente había perdido el control y causado la muerte de muchas personas.
Y sabía que el Emperador, Wilhelm, estaba buscando una princesa heredera para compartir ese poder y prevenir que Iandros se desbocara.
—Su Majestad.
Alpheus lo sabía todo.
Y también entendía la verdadera intención del Emperador al mencionar a Thiel en ese momento.
—No tiene relación con el príncipe heredero.
Según la leyenda, un niño con el poder de la luz devolvería a Asterian y Nesstian su verdadera fuerza.
Un poder lo suficientemente fuerte como para calmar a un descontrolado Ferdian y despertar su verdadera fuerza.
El Emperador planeaba casar a Thiel, que poseía tal poder, con el príncipe heredero para que compartiera su fuerza con Iandros.
—Alpheus, no es algo que deba suceder ahora mismo. Pero…
—No existe algo como un ‘solo’. Su Alteza el Príncipe Heredero es el salvador de Thiel, y Su Majestad es mi señor.
—Alpheus.
—Pero él no es mi nieto.
Alpheus habló con firmeza.
Iandros era un compañero ideal para Thiel. Sin embargo…
—No habrás olvidado, Su Majestad.
—…….
—Yo sé la verdad de lo que ocurrió ese día.
El ceño del Emperador se frunció.
Sin decir más, llevó la taza de té a sus labios.
Aunque Alpheus sabía que sus palabras habían disgustado al Emperador, continuó hablando sin vacilar.
—No hay ninguna garantía de que mi nieta no termine siendo una víctima de lo que ocurrió ese día, ni tampoco de que esos eventos no se repitan.
—¡Alpheus! No estoy diciendo que suceda algo ahora mismo, ¡deja de insistir!
—¡Wilhelm! No pienses en ideas descabelladas. Mi nieta no será parte de esto. ¿Crees que no sé lo que significa un vínculo?
Un vínculo no solo consiste en compartir habilidades especiales entre dos personas.
Aquellos que forman un vínculo deben compartir vida y muerte por el resto de sus vidas, y asumir la plena responsabilidad el uno por el otro. Ese es el significado de un vínculo.
Y Alpheus no deseaba que su nieta estuviera atada de esa manera.
Mucho menos si era para detener el descontrol de Iandros.
Aunque se hablara de ‘compartir habilidades’, tanto el Emperador como Alpheus, e incluso Ian, sabían que la persona que recibiera el poder de Ian tendría una vida corta.
Esa era también la razón por la que Ian se resistía a tomar una princesa heredera.
El Emperador soltó un suspiro, uno tan profundo que se quedó suspendido en el aire. Miró a Alpheus con una expresión de cansancio.
—Alpheus, cálmate. Parece que estás demasiado alterado.
—Mis disculpas, Su Majestad. Pero mi nieta no será parte de esto.
—…Entiendo. Probablemente Iandros tampoco aceptará vincularse con tu nieta —El Emperador habló lentamente—. Conozco bien a Ian. Es… un chico que sufre de mucha soledad. Pero últimamente no ha estado tan irritable ni se ha encerrado en su habitación.
—…….
—Tal vez sea gracias a tu nieta. Quizás ella haya aliviado alguna parte de Iandros.
El rostro del Emperador reflejaba una melancolía. Alpheus, después de escucharlo en silencio, finalmente habló.
—Su Majestad.
—…….
—¿Aún no tiene intención de revelar lo que sucedió aquel día?
El Emperador asintió en silencio.
Alpheus no preguntó más.
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—¡Hasta la próxima!
Thiel abrazó brevemente a Ian y lo soltó. Ian sonrió y le acarició la cabeza en señal de aprobación.
—No la acaricie tan fácilmente, Su Alteza.
Sin embargo, Ferdian lo apartó de inmediato. Ian se encogió de hombros y subió al carruaje.
—Nos vemos, Thiel.
—¡Sí! ¡Hasta la próxima!
—Solo cumple tu promesa, Iandros.
Ian ignoró el comentario de Ferdian y subió al carruaje, que partió.
Thiel miró el carruaje alejarse, recordando lo que Iandros le había preguntado poco antes.
( En mi espacio dimensional apareció un cojín rosa que nunca había visto. )
( ¿Es tuyo? )
En ese momento, Thiel negó con la cabeza. ¿Un cojín rosa? Ese cojín ya estaba allí antes de que Thiel entrara en el espacio dimensional.
Pero lo que dijo Ian después la dejó perpleja y solo pudo mirarlo en silencio.
( Es un cojín adornado con hilos dorados y un lazo. )
El cojín sobre el que Thiel había dormido ese día en el espacio de Ian no era ni de lejos tan lujoso.
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