⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ian estaba sentado en el lugar de honor del sofá en la enorme sala de estar, inclinando su taza de té.
El rostro del joven estaba sombrío. Con los dedos, presionaba y frotaba el entrecejo.
—¿Alteza, está cansado? —preguntó con cautela su lugarteniente, Cedric, en un tono preocupado.
Ian negó con la cabeza.
—No es nada de qué preocuparse, solo me duele un poco la cabeza.
—Cuando volvamos al palacio imperial, llamaré al médico personal.
—He dicho que no te preocupes.
Ian respondió con irritación.
Cedric no dijo más y retrocedió un paso.
Con años de experiencia, sabía que lo mejor en ese momento era no hablar con Iandros.
Iandros Krasion estaba muy irritable en ese momento.
¡Crash!
Como si para demostrarlo, la cucharilla de té de Ian cayó al suelo.
Sin recogerla, Ian frunció el ceño y fulminó la taza con la mirada.
Cedric, rezando para que su señor no explotara en ese lugar, recogió la cucharilla del suelo.
—Esa maldita Princesa Heredera…
Ian murmuró con desdén.
Desde hace un mes, la idea de elegir a su futura Princesa Heredera lo había estado atormentando.
Hasta ahora había logrado esquivar el tema, pero el Emperador había decretado que no podía posponerlo más, ordenando que, justo después de la Luminaria, se seleccionara a la Princesa Heredera y se comenzaran las conversaciones de matrimonio.
Gracias a eso, Ian, que se veía obligado a casarse con alguien al azar después del festival, estaba de muy mal humor.
Además…
¿Por qué está pasando esto también?
Ian observó con calma la energía oscura que revoloteaba en la punta de sus dedos.
Trató de contener su habilidad, pero fue en vano. Desde hace un tiempo, su poder había dejado de estar bajo su control.
En lugar de intentar contenerlo, Ian decidió usarlo lentamente.
El aire frente a sus dedos se rasgó y se abrió un agujero negro.
La habilidad de Ian era la creación de un espacio dimensional.
A simple vista, no parecía haber ningún problema, pero cualquiera que lo hubiera visto usar su poder antes sabría que algo andaba mal.
Normalmente, el espacio dimensional que Ian creaba brillaba con una luz blanca.
Sin embargo, en ese momento, su espacio era de un color negro, y oscilaba de manera ominosa, como si fuera a devorar todo a su paso.
Si Ian no se concentraba, sin duda se desmoronaría, igual que un vaso de cristal al borde de romperse.
Ian miró con irritación su poder inestable antes de hacer un gesto, cerrando rápidamente el agujero que oscilaba en el aire.
El joven abrió y cerró los ojos.
¿Por qué me pasa esto?
Hasta hace unos días, todo estaba bien. Podía estar seguro de ello. Hace unos días, cuando había entrado en su propio espacio dimensional, no había tenido problemas.
Pero de repente, su habilidad dejó de estar bajo su control.
Era como si reaccionara a algo, escapándose de su dominio cada vez más.
Sentía que su poder corría descontrolado dentro de su cuerpo. Ian llevó la taza a sus labios.
Desagradable.
Esa sensación lo hundía más y más en un mar oscuro y frío.
En ese momento.
Toc, toc.
Se escuchó un suave y ligero golpe en la puerta. Ian enderezó su cuerpo, que estaba recostado en el sofá. Cedric también miró la puerta con una expresión de alivio.
Creeeeek.
La puerta se abrió, revelando a una pequeña y adorable niña.
—¿Ian?
La princesa más joven de Asterian, a quien Ian y Cedric habían estado esperando, apareció frente a ellos.
En el momento en que Thiel entró, parecía que la habitación se iluminaba instantáneamente.
La pequeña niña, que poseía el poder de iluminar su entorno, también tenía la habilidad especial de alegrar el estado de ánimo de quienes la rodeaban.
—Thiel, ven aquí.
Ian, quien había borrado completamente la sombra que antes cubría su rostro, le hizo un gesto a Thiel.
Todo lo que había agobiado al joven hasta ese momento desapareció de su mente tan pronto como ella apareció.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
—¡Ian!
Thiel corrió y se sentó junto a él. Ya parecía natural que ese fuera su lugar habitual.
Era la primera vez que se encontraban desde que ella había celebrado su cumpleaños en la mansión de Ian.
Thiel estaba muy emocionada de ver a Ian después de tanto tiempo, ya que desde que lo había conocido, nunca habían estado separados por tanto tiempo.
Pero…
¿Le habrá pasado algo?
Había una sombra en el rostro de Ian, a quien no veía desde hacía tiempo.
Thiel parpadeó con sus grandes y redondos ojos mientras lo observaba.
Aunque Ian y Ferdian eran hábiles ocultando y disimulando sus emociones, no podían engañar a los ojos de Thiel.
Después de haber sufrido tanto tiempo bajo el maltrato y abuso en Nesstian, Thiel había aprendido a leer las emociones de los demás.
Por lo tanto, no le fue difícil darse cuenta de que el ánimo de Ian no era bueno.
Pero por alguna razón, sintió que no debía preguntarle qué le pasaba, así que optó por otra estrategia en lugar de interrogarlo.
—¡Ian! ¿Abriste el regalo que te di?
Los ojos dorados de Thiel brillaban como joyas. Sus grandes pupilas redondas estaban llenas de expectativa mientras miraba a Ian.
Thiel había estado ansiosa por encontrarse con Ian.
¡Quería saber si le había gustado o no el regalo que le había dado! Había tantas cosas que quería preguntarle.
Ian, al percibir las emociones de Thiel, esbozó una leve sonrisa.
—Claro que lo abrí, me gustó mucho.
—¿De verdad? ¿No me estarás mintiendo solo para no herir mis sentimientos?
—¿Por qué haría algo así? Yo nunca digo cosas que no siento.
Ian respondió tajantemente.
—Qué alivio, ¡me lo pensé mucho! Sentía que tú, Ian, ya lo tenías todo…
Era obvio, Iandros Cracion era el Príncipe Heredero del Imperio Cracion.
Encontrar algo que él no tuviera debía ser tan difícil como encontrar una aguja en un pajar.
Afortunadamente, después de mucho pensar, ¡Thiel había logrado encontrar esa aguja en el pajar!
—Lo que me diste no se puede comparar con nada más, ¿verdad que le pusiste tu poder?
Ian miró el rostro redondo y brillante de Thiel. Ella asintió emocionada, y su trenza redonda se movió de arriba a abajo.
—¡Aprendí a infundir mi poder! Pensé que si lo hacía, la luz duraría más tiempo…
Tal como Ian había supuesto, Thiel comprendió instintivamente que la luz no podía sobrevivir dentro de su espacio dimensional.
Por eso había infundido su poder en el regalo. Quería que esa luz durara un poco más en su espacio.
En el fondo, Thiel quería regalarle a Ian uno de sus peces, pero… los peces eran como fragmentos de su ser, por lo que no podía dárselos a nadie.
Así que, en lugar de eso, infundió su poder en el objeto sagrado. Y a juzgar por la reacción de Ian, ¡parecía que su esfuerzo había sido exitoso!
—¿Cómo está? ¿Se ha iluminado un poco más el espacio?
Preguntó Thiel con una expresión llena de esperanza. Ian, con ganas de bromear, formó un pequeño pellizco con el pulgar y el índice.
—Sí, solo un poquito.
Sin embargo, la reacción de Thiel no fue la que Ian esperaba.
—Menos mal…
En lugar de desanimarse, Thiel se alegró de que al menos se hubiera iluminado ‘un poco’.
Ian la miró y sonrió, sin poder evitarlo. Thiel siempre lograba sorprenderlo.
—Es una broma, Thiel. Gracias a tu regalo, el espacio se ha iluminado mucho más.
Al final, Ian decidió dejar de jugar con ella, y colocando su mano sobre su pequeña y redonda cabeza, le dijo:
—Gracias, lo digo en serio.
Thiel lo miró y le sonrió con dulzura.
—¡Pero si yo he recibido mucho más de ti, Ian! Mucho más, tanto en lo material como en otras cosas.
Todo lo que Ian le había dado a Thiel era invaluable.
Y no solo hablaba de cosas materiales.
Por ejemplo, cuando la encontró en la mansión de Nesstian, sabía que se metería en problemas, pero aun así la rescató y la devolvió a los brazos de su padre.
O cómo, preocupado de que ella no se adaptara fácilmente en la mansión de Asterian, la visitaba con frecuencia para ver cómo estaba.
Por eso, cualquier regalo que ella le diera siempre se quedaría corto en comparación con lo que él había hecho por ella.
—¡Cuando sea mejor controlando mi poder, te haré un objeto sagrado que brille aún más!
—Lo esperaré, Thiel.
Ian sonrió relajadamente. Thiel asintió con determinación.
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