⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El Aliento del Invierno.
Ahora era un tesoro que quedaba poco en Nesstian. Sin embargo…
—Aceptaré tu deseo —dijo el Emperador.
Zender apretó los puños en secreto. ¿Tendrían que entregar eso?
Además, los leopardos negros de Asterian eran conocidos por no soportar el frío, por lo que no tenían ninguna necesidad del Aliento del Invierno.
Zender apretó los dientes. Las cinco familias habían participado en la competencia, y cada una tenía la obligación de cumplir el deseo del ganador.
Por lo tanto, Nesstian tendría que entregar el Aliento del Invierno sin objeciones, incluso si quedaba muy poco de ese valioso tesoro en Nesstian.
¡Lo que apenas queda en Nesstian!
Zender rechinaba los dientes y fulminaba con la mirada a Ferdian. Pero Ferdian no le dirigía ni una mirada hacia donde estaban los Nesstian, dándoles la espalda.
—Conseguiré tanto Aliento del Invierno como sea posible. No puedo romper mi promesa.
—Gracias por su generosidad —respondió Ferdian con una sonrisa mientras miraba a Thiel.
En el pecho de Thiel estaba prendido el broche que le había regalado Iandros, hecho del Aliento del Invierno.
Ahora es primavera, así que estará bien, pero pronto hará mucho más calor.
Cuando llegue el verano, el calor será mucho peor que ahora, y una sola flor del Aliento del Invierno no será suficiente.
Por eso, Ferdian planeaba conseguir la mayor cantidad posible de Aliento del Invierno para llenar la habitación de Thiel y mantenerla fresca, para que su hermana no sufriera por el calor.
La competencia de los herederos terminó, y los niños bajaron del estrado para correr hacia donde estaban sus familias. Ferdian caminó tranquilamente hacia donde estaba Thiel y la levantó en sus brazos.
—Thiel, ahora ya no tendrás calor.
—¡Hermano!
Thiel rodeó el cuello de Ferdian con los brazos, frotando su suave mejilla contra la de él como una muestra de cariño felina.
—¡Hermano, estuviste increíble!
—¿De verdad?
—Sí, ¡fuiste el mejor, de verdad!
Thiel asintió recordando al invocador envuelto en llamas. La habilidad de Ferdian se fortalecía cada día más.
¿Será porque Thiel estaba a su lado? O tal vez se debía a que Ferdian no descuidaba su entrenamiento. Lo único seguro era que su habilidad seguía fortaleciéndose, y cuando creciera, sería mucho más poderosa que la de cualquier otra familia.
Y Thiel no era la única que se había dado cuenta de esto.
Todos los demás líderes de las familias presentes habían presenciado el imponente poder de la habilidad de Ferdian Asterian. Incluso ahora, Karthus era más fuerte que Alpheus, y cuando Ferdian asumiera el liderazgo de la familia, Asterian se convertiría en una casa aún más poderosa.
Ese pensamiento dejó una pequeña chispa en el corazón de los demás líderes de familia, excluyendo a los Asterian.
En ese momento…
—¡Thiel!
Desde lejos, Olivier corrió rápidamente hacia ellos e intentó arrebatar a Thiel de los brazos de Ferdian.
—¿A dónde vas?
Pero Ferdian era Ferdian. Con Thiel en sus brazos, giró su cuerpo para que Olivier pasara corriendo sin alcanzarla.
—¡Hey!
—No toques a mi hermana —dijo Ferdian con firmeza.
Olivier lo miró de reojo, molesta.
—¿Vas a seguir así? Ayer tampoco me dejaste estar con Thiel.
—Eso fue porque estabas siendo irracional. Deberías haber dicho algo coherente.
Mientras Ferdian y Olivier discutían, Thiel, acostumbrada ya a estas peleas, extendió la mano para tomar la de Olivier.
—¡Hermana, te extrañé…!
Y, como de costumbre, calmó a Olivier con dulzura.
—¿Verdad? ¿Verdad? ¡Sabía que solo podía contar con mi Thiel! ¿Qué tal estuve? ¿Fui increíble, no?
—Solo eres una perdedora —comentó Rudian con sarcasmo.
Olivier inmediatamente le agarró del cabello, y Rudian respondió sujetando su muñeca con fuerza.
Justo cuando una pelea de gatos estaba a punto de estallar, Karthus, que los había estado observando en silencio, intervino y separó a su hijo y a su sobrina con una mano cada uno.
—¿Qué problema tienen ustedes dos?
Después de alejarlos, Karthus miró a Ferdian y Thiel.
—Pueden seguir disfrutando un poco más, pero no se queden demasiado tiempo.
—Sí, padre —respondió Ferdian.
—Sí, papá —añadió Thiel.
Ambos respondieron obedientemente. Karthus asintió con la cabeza y soltó los cuellos de Olivier y Rudian, luego se dirigió hacia donde estaba Alpheus.
Olivier, sin dejar de mirar mal a Rudian, tomó a Thiel de los brazos de Ferdian y le preguntó:
—¿Has visto a Iandros?
—Aquí se le llama Su Alteza el Príncipe Heredero.
—Sí, sí. ¿Lo has visto?
—No, no lo he visto. Es extraño, debería estar allí con ellos —dijo Rudian señalando el asiento del Emperador.
El asiento de Iandros estaba vacío.
Thiel, escuchando a sus hermanos mayores, inclinó la cabeza con preocupación y preguntó:
—¿Estará enfermo Ian-nim?
—¿Enfermo? ¿Él?
—Nunca lo he visto enfermo. ¿Tú lo has visto enfermo?
—No.
Olivier, Rudian y Ferdian reflexionaron un rato y finalmente llegaron a la conclusión de que no podía estar enfermo, sino que probablemente no había salido porque no quería.
Después de todo, para ellos, Iandros no era un problema importante.
Por supuesto, la ausencia de Iandros era un gran problema para Thiel… pero como Ferdian, Rudian y Olivier no le dieron importancia, Thiel no tuvo más remedio que ignorarlo también.
—Ya comimos casi todo lo que había ayer. ¿Qué hacemos ahora para divertirnos?
—No sé, pero vámonos de aquí. Si nos quedamos, nos hablarán.
—¿Quiénes? —preguntó Thiel.
Rudian inclinó la cabeza en dirección a un grupo de jóvenes de otras familias que merodeaban cerca, queriendo acercarse a Ferdian, Rudian y Olivier.
Eran los hijos de las cinco grandes familias, probablemente tratando de hacer amistad, como les habían sugerido sus padres. Sin embargo, ni Ferdian ni Rudian tenían interés en hacer nuevas amistades, así que decidieron marcharse.
—Antes de que se acerquen, vámonos… —dijo Ferdian.
Justo cuando Ferdian, Rudian, Olivier y Thiel se subían a la carreta de Asterian para irse, alguien puso una mano sobre el hombro de Ferdian.
De inmediato, Ferdian abrazó a Thiel con un brazo y, con el otro, generó llamas.
—¿Quién…?
Pero al girarse y ver el rostro de la persona, sus ojos se entrecerraron.
—¿Iandros?
Iandros asintió con la cabeza.
Estaba completamente cubierto con una capa negra. Si no hubiese levantado la cabeza, nadie lo habría reconocido. Los guardias de Asterian no lo habían detenido porque no parecía alguien sospechoso.
Olivier, al ver la extraña apariencia de Iandros, inclinó la cabeza, confusa.
—¿Por qué estás así? ¿Y por qué no fuiste a la competencia?
—Tengo mis razones.
Iandros extendió la mano hacia Thiel, quien sonrió alegremente y la tomó.
—Ian-nim, ¡estaba preocupada por usted!
—Suban rápido. No deben verme —dijo Iandros.
—¿No deben verte? ¿Quién no debe verte?
Iandros no respondió y, en cambio, se subió ágilmente a la carreta de Asterian. Los otros niños, aunque sorprendidos, no lo detuvieron y también subieron tras él.
La carreta de Asterian era lo suficientemente grande como para que los cinco niños pudieran sentarse cómodamente. Cuando la puerta se cerró, uno de los guardias se acercó a la ventana y le preguntó a Ferdian:
—¿Adónde vamos, señor?
—Primero… volvamos a la mansión.
El guardia asintió y se alejó. Poco después, la carreta comenzó a moverse lentamente.
Una vez en marcha, Iandros se quitó la capa negra que lo cubría. Su brillante cabello dorado estaba completamente despeinado por haber tenido el capucho puesto.
—Ahora sí, ¿puedes explicar por qué andas disfrazado de esa forma? —preguntó Ferdian amablemente.
Pero Iandros lo ignoró y, en su lugar, sacó de su bolsillo una bolsa de caramelos, ofreciéndosela a Thiel.
—Toma, los compré de camino.
—¿Para mí? ¡Gracias! —dijo Thiel sonriendo mientras tomaba la bolsa.
Iandros la observó meterse uno de los caramelos en la boca antes de apoyarse despreocupadamente en el asiento y decir:
—Mi abuelo no me deja salir. Me prohibió acercarme al festival.
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