⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Por qué?
Iandros era el príncipe heredero del Imperio Cracion, así que no podía faltar a un evento oficial como este. Sin embargo, el hecho de que el emperador no le permitiera participar dejó perplejos a Ferdian, Rudian y Olivier.
Iandros levantó su mano derecha en silencio.
Su mano estaba completamente limpia.
Tan limpia que no sabían qué querían que vieran.
Pero entonces…
—¿Eh? —Thiel soltó un pequeño sonido.
Aunque los demás no podían ver nada en la mano de Iandros, Thiel podía ver claramente algo viscoso y completamente negro pegado en ella.
—Ian-nim, ¿qué es eso? —preguntó Thiel frunciendo el ceño.
—¿Tú puedes verlo? —dijo Iandros mirando a Thiel.
—¿Eh? Sí. ¿No lo ven los demás? —preguntó Thiel.
—¿Qué es lo que se supone que estás viendo? —dijo Rudian con el ceño fruncido.
Olivier, mientras tanto, agarró la mano de Iandros y la sacudió de un lado a otro.
—¿No te has lavado las manos? ¿Qué se supone que deberíamos ver? —preguntó Olivier.
—¿Hay algo en tu mano? —preguntaron Ferdian, Olivier y Rudian entre murmullos, mientras Iandros apartaba la mano de Olivier de un golpe.
—Desde hace un tiempo, mi habilidad no está funcionando bien. Cuando la uso, el espacio se distorsiona o la entrada no se mantiene estable la mayoría de las veces —explicó Iandros con calma, aunque su rostro mostraba lo contrario.
Thiel, casi sin darse cuenta, tomó la mano de Iandros con cuidado.
Pero lo que estaba pegado en su mano no se desvaneció con el toque de Thiel, sino que se solidificó aún más, lo que la hizo soltarla de golpe.
—Esto… creo que lo he visto antes… —murmuró Thiel.
¿Dónde lo había visto? Esta sensación desagradable le resultaba extrañamente familiar…
—¡Ah! —exclamó de repente, con los ojos bien abiertos y la boca entreabierta.
Los otros niños, que antes murmuraban ruidosamente, guardaron silencio y se volvieron hacia Thiel al mismo tiempo.
—Thiel, ¿sabes algo? —preguntó Ferdian.
—¿Dónde lo viste? —añadió Olivier.
—Ni siquiera sé qué es lo que estás viendo —se quejó Rudian.
—¡Cállate, Rudian! —dijo Olivier mientras le tapaba la boca.
Thiel asintió al ver la escena.
—Lo sentí cuando estábamos paseando por la ciudad la otra vez… —dijo Thiel.
—¿Qué sentiste? —preguntó Ferdian, mientras Thiel trataba de recordar.
Thiel giró rápidamente la cabeza. Unos enormes ojos dorados brillaban en la oscuridad.
¿Qué fue eso?, pensó.
Acababa de sentir una extraña presencia. Era inquietante, como meter el pie en un pantano y luego sacarlo, con una sensación pegajosa que parecía seguir en su tobillo.
Recordando esa sensación, el cuerpo de Thiel tembló ligeramente.
Era una sensación mucho más desagradable que la que ahora veía en la mano de Iandros…
—Cuando estábamos en la ciudad la última vez, tuve un encuentro con algo. Fue tan breve que no sabía qué era, pero… ¡es lo mismo que esto! —exclamó Thiel, tomando de repente la mano de Iandros.
Con esas palabras, los rostros de Iandros, Ferdian, Rudian y Olivier se volvieron serios.
—Eso significa que la persona que intenta asesinarte está aquí en el festival, ¿no? —dijo Ferdian.
—Pensé que simplemente tu habilidad era inestable, ¿pero que intentan asesinarte? —preguntó Rudian.
—Esto no es algo menor. ¿No deberíamos informar al Emperador de inmediato? —sugirió Olivier.
Los niños discutían, y Iandros asintió en señal de acuerdo.
—Sí, si realmente es algo así… —dijo Iandros.
Su habilidad siempre había sido inestable a veces. Ocasionalmente no podía usarla correctamente o se manifestaba de forma errática.
Pero nunca antes había sentido que su habilidad estuviera completamente bloqueada. Hasta ahora, había pensado que simplemente era parte de su inestabilidad…
Pero si alguien estaba interfiriendo con ella, la situación era mucho más grave.
—¿Qué viste exactamente? —preguntó Iandros.
Thiel agachó la cabeza, incómoda.
—No puedo decir que vi algo concreto. No vi a ninguna persona sospechosa, solo sentí una sensación desagradable durante un momento… —explicó Thiel.
—¡No molestes a nuestra pequeña! —gritó Olivier mientras abrazaba a Thiel.
—Thiel, no te preocupes. No es culpa tuya —dijo Ferdian, mientras Rudian y Olivier también la consolaban.
Iandros se quedó mirando, sorprendido, mientras los tres la reconfortaban, pareciendo el villano que había estado molestando a una niña pequeña.
—¿Eh? —exclamó.
—¿Qué? ¡No, no es eso! ¡No estoy desanimada, de verdad! ¡Hermano! —exclamó Thiel, nerviosa.
—Has desanimado a mi hermana. Nunca más pondrás un pie en la mansión Asterian… —declaró Rudian con orgullo, antes de que Olivier le diera un golpe en la cabeza.
—No, en serio. No podemos arruinar el festival de Luminaria sin testigos o pruebas claras —dijo Iandros, volviendo al tema.
Tenía razón. El festival de Luminaria era el evento más importante para los hombres bestia, y muchos de ellos habían esperado tres años para este día.
No podían cancelar el festival por algo sin pruebas ni testigos.
Al final, lo único que podían hacer era reforzar la seguridad con los guardias imperiales y que Iandros tuviera más cuidado.
—Tienes razón —respondió Thiel.
—No te preocupes, no te estoy culpando. No escuches a tus hermanos —dijo Iandros señalando a Olivier con la barbilla—. Y tampoco les hagas caso a ellos.
Cada vez que decía algo, los demás lo atacaban, así que suspiró mientras miraba a los hermanos Asterian y al heredero de la familia Wolfgang.
Antes de que llegara Thiel, no parecían estar así, pero desde su llegada, parecía que los tres niños habían sufrido una ligera regresión mental…
Thiel escuchó a Iandros y asintió torpemente.
Y luego dijo:
—Es porque mis hermanos y mi hermana me adoran demasiado…
Susurró en voz baja, defendiendo a los tres niños.
Ante esto, Olivier, sin poder contenerse más, abrazó a Thiel con fuerza y frotó su mejilla contra la suave cabeza de la niña.
—¡Aww! ¡Es tan adorable! ¿De dónde ha salido algo tan lindo? ¿Eh? Esto no puede ser, ¡vamos a Wolfgang!
Thiel, todavía en los brazos de Olivier, sonrió tímidamente mientras sus mejillas se sonrojaban.
Iandros, observando la escena, esbozó una ligera sonrisa.
Cuando Iandros había mencionado que su habilidad estaba inestable, el Emperador le ordenó que no saliera del palacio y permaneciera solo dentro de sus confines.
No solo eso, el Emperador despidió a todos los sirvientes del palacio de Iandros, dejando solo a los guardias estrictamente necesarios para su protección.
Aunque la habilidad de Iandros superaba con creces la de ellos, no podían dejar al príncipe heredero sin ningún tipo de protección.
El problema era que Iandros no soportaba estar solo…
Para ser exactos, antes estaba acostumbrado a estar solo, pero…
( ¡Señor Ian! )
( ¿Qué haces ahí? )
( ¡Otra vez aquí! ¡Nos vemos todo el tiempo, qué aburrido! )
( ¿Por qué te quejas si esta no es ni tu casa? Pero bueno, tienes razón. )
Esas voces ruidosas.
Desde que empezó a estar con esas voces ruidosas, no le gustaba estar solo.
Cuando se quedaba solo en la oscuridad y el silencio del palacio, una soledad, ansiedad y miedo abrumadores lo envolvían como una ola gigante.
No podía usar su habilidad, no podía ocultarse en su espacio alterno ni ver el objeto sagrado que Thiel le había regalado…
Por eso, Iandros desobedeció la orden del emperador y salió a encontrarse con sus amigos.
Ha sido productivo, pensó Iandros mirando a Thiel.
No había salido con una expectativa concreta, pero había obtenido algo inesperado.
De hecho, todos los momentos que pasaba con Thiel eran inesperados para él.
Desde el primer momento en que la conoció, cada encuentro con Thiel había sido así.
A Iandros le gustaba estar allí.
El palacio oscuro y vacío, con el mínimo de sirvientes, el mínimo de ayudantes y el mínimo de guardias…
Todo eso le hacía sentir que el palacio lo negaba, y ya no quería estar allí.
Pero cuando venía a este lugar, todos lo trataban de manera natural, sin preocuparse si era o no el príncipe heredero.
Y cuando veía los grandes ojos dorados de Thiel mirándolo con firmeza, sin vacilar ni un momento… eso hacía que disfrutara aún más estar aquí.
Por eso, Iandros desobedeció la orden del Emperador y salió del palacio.
Sin saber qué consecuencias traería aquello.
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