⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Alpheus había regresado.
Los niños se reunieron en el comedor para cenar juntos con Alpheus y Karthus.
—¡Abuelo!
Thiel saludó alegremente a Alpheus cuando entró al comedor. Alpheus se rió suavemente y acarició ligeramente la cabeza de Thiel.
—Thiel, ¿te divertiste?
—Sí, me divertí mucho. ¿De dónde vienes, abuelo?
—Fui a ver al Emperador. Vamos, comamos antes de que se enfríe.
Cuando Alpheus se sentó y tomó los cubiertos, los niños hicieron lo mismo y comenzaron a comer.
Los cuchillos y tenedores de plata pasaban con calma sobre los platos. Alpheus, en silencio, pinchaba la comida con su tenedor. Karthus hacía lo mismo.
—Abuelo.
Fierdan, que había estado esperando pacientemente a que Alpheus hablara, finalmente fue el primero en romper el silencio. Alpheus levantó la cabeza.
—¿Qué sucede?
—¿Nos reuniste porque querías decirnos algo?
Fierdan dejó su cuchillo y preguntó. Alpheus permaneció en silencio por un momento, como si estuviera pensando, y luego sacudió la cabeza.
—…No.
No parecía alguien que no tuviera nada que decir.
—Vamos, abuelo, dinos lo que tienes en mente, ahora mismo… ¡Mph!
—Cállate.
La boca de Olivier, que estaba a punto de insistir, se cerró de golpe cuando Fierdan le metió un trozo de carne.
Olivier, mientras masticaba el trozo de carne, miraba alternativamente a Alpheus y a Karthus.
El rostro de Karthus era perfectamente sereno, mientras que Alpheus tenía una expresión que indicaba que algo no le agradaba.
Los niños decidieron no seguir insistiendo y, vigilándose mutuamente, continuaron comiendo en silencio.
Thiel levantó la cabeza para mirar a Karthus.
Karthus, que estaba sentado frente a ella, la miró, sonrió y parpadeó.
—¿No te gusta la comida?
Karthus le preguntó al ver el plato de Thiel prácticamente intacto.
Thiel cortó un trozo de carne, lo pinchó con el tenedor y se lo llevó a la boca.
—No, está deliciosa.
—Entonces, ¿por qué no estás comiendo bien hoy?
—Eh…
Thiel echó un vistazo a Alpheus.
Alpheus seguía con el ceño fruncido, claramente preocupado.
Con el abuelo luciendo tan malhumorado, era difícil tener apetito…
Sin embargo, Thiel no mencionó nada de esto y simplemente sacudió la cabeza.
Solo dijo:
—Um, tengo algo que decir.
Thiel habló con cautela.
Karthus, Alpheus, Fierdan, Rudian y Olivier la miraron al mismo tiempo.
Thiel limpió cuidadosamente su boca con la servilleta que tenía sobre las rodillas y miró a Alpheus antes de continuar.
—Vi algo extraño en la calle.
—¿Algo extraño?
Alpheus preguntó.
Thiel dudó un momento, pero luego continuó hablando lentamente y con claridad.
—Sentí como si algo me estuviera observando en la calle. No estoy completamente segura, pero…
—¿Algo te estaba observando?
Karthus, que había estado escuchando en silencio, preguntó con calma. Sus ojos dorados, generalmente tranquilos, brillaron por un momento.
Thiel, visiblemente nerviosa, sacudió la cabeza rápidamente.
—No estoy segura, solo quería avisar por si acaso ocurre algo más la próxima vez…
—¿Que ocurra algo más?
Rudian intervino, dejando su tenedor sobre la mesa.
—No va a pasarte nada, Thiel.
—…Hermano.
Rudian, con una expresión decidida, señaló a Olivier, que estaba sentado frente a él.
—Si algo te pasara, ella sería la que se lastimaría en tu lugar, así que no te preocupes.
En ese momento, el rostro de Olivier se contrajo visiblemente antes de volver a su expresión habitual.
—…Es cierto, ¿no?
—Claro.
—Sí, si parece que nuestra pequeña va a salir lastimada, por supuesto que yo…
—Deja de decir tonterías. Ninguno de ustedes va a salir lastimado.
Karthus intervino en voz baja. Los niños, asustados por su tono, cerraron la boca al instante.
—Thiel, continúa.
Dijo Alpheus. Thiel asintió y continuó lentamente.
—No vi nada con certeza, así que no puedo decirlo con seguridad, pero…
—¿Tienes una sensación de mal presentimiento?
—Sí.
En realidad, Thiel no había querido contarle nada a Fierdan ni a Rudian.
No estaba segura de qué había visto exactamente, pero el sentimiento de inquietud y disgusto permanecía muy claro en su mente.
Pero por si acaso.
¿Qué pasaría si realmente fuera algo que intentaba hacerle daño?
Por eso pensó que era mejor informarle a Karthus y a Alpheus de antemano.
No quiero correr ningún riesgo.
No había nada que Thiel temiera más que la posibilidad de ser separada de su familia.
Y esa sensación desagradable que había tenido le hacía temer que, quizás, aquello realmente podría separarla de ellos.
Karthus asintió con comprensión y le habló con voz suave.
—No te preocupes, Thiel. Después de que termine Luminaria, regresaremos a Asterian, y el territorio es seguro. Aun así, investigaré para ver si alguien más ha visto algo.
—Gracias, papá.
—Además, tus hermanos y los caballeros de Asterian estarán allí, así que no hay nada de qué preocuparse…
Fierdan y Olivier eran los herederos que algún día liderarían sus respectivas familias, y Rudian tenía habilidades excepcionales como miembro directo de Asterian.
Si alguien quería hacerles frente a estos tres, tendría que ser alguien tan poderoso como el líder de otra casa noble.
Por lo tanto, no cualquiera podría hacerles daño. Sin embargo, lo que preocupaba a Karthus era otra cosa.
—Thiel, no te separes sola.
Después de todo, los más jóvenes son los primeros en ser atacados cuando se separan del grupo.
Mientras permanezcan dentro del grupo, están a salvo, pero fuera de él, esa seguridad no está garantizada.
Lo que más preocupaba a Asterian era que Thiel terminara ‘sola’ en algún momento.
—Fierdan, Rudian.
Alpheus llamó a los dos chicos, quienes levantaron la cabeza para mirarlo.
—Sí, abuelo.
—Sí.
—Cuiden bien de Thiel. No la pierdan de vista.
Los dos chicos asintieron sin dudar.
Así terminó la cena.
Karthus y Alpheus finalmente no les dijeron nada a los niños.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Al día siguiente, los niños no salieron.
La ciudad estaba abarrotada por la celebración de Luminaria, la gente reía y se divertía en el festival, pero Fierdan, Rudian, Olivier y Thiel se quedaron en la mansión.
—De todas formas, ya disfrutamos lo suficiente.
Fierdan se encogió de hombros. Rudian y Olivier asintieron en señal de acuerdo.
—¿Quién necesita más de dos días de festival?
—Sí, después de dos días, lo interesante ya se acaba.
Thiel estaba preocupada de que sus hermanos mayores no estuvieran saliendo y divirtiéndose por su culpa, pero…
Fierdan, Rudian y Olivier hablaron en voz alta, dejando en claro que no había razón para que Thiel se preocupara.
Eran personas amables. Gracias a ellos, Thiel pudo pasar el día descansando tranquilamente en la mansión.
Y esa misma tarde…
—Hermano, ¿qué pasa?
—¿Qué sucede?
En ese momento, la doncella que estaba detrás de Fierdan le colocó con cuidado un abrigo a Thiel.
—¿Eh?
Thiel parpadeó mientras miraba alternativamente a Fierdan y a la doncella.
—Thiel.
Fierdan sonrió ampliamente. Luego, acarició suavemente las mejillas regordetas de su pequeña hermana.
—Salgamos, vamos a ver los fuegos artificiales.
—¿Fuegos artificiales? Pero…
Thiel recordó cómo Fierdan había quemado todos los arbustos del jardín esa misma mañana y mostró una expresión de duda.
¿Por qué quiere hacer eso de nuevo?
¿Será que a su hermano no le gustaba el jardinero?
Fierdan, sin preocuparse por lo que pensara Thiel, levantó a la pequeña y la cargó mientras bajaba las escaleras con pasos firmes.
Abajo, Olivier y Rudian ya los estaban esperando, vestidos para la ocasión.
Ambos llevaban máscaras peculiares en sus rostros.
—¿Hermana? ¿Hermano?
Thiel miraba a Olivier y Rudian, inclinando la cabeza con curiosidad.
—¿Por qué llevan esas máscaras?
—Tú también.
Fierdan tomó una pequeña máscara de mano de la doncella y la colocó con cuidado en el rostro de Thiel.
Era una máscara pequeña y adorable con forma de leopardo, decorada con joyas.
Mientras que las máscaras de Fierdan y Rudian eran negras como el ébano, la de Thiel era completamente blanca y hermosa.
Fierdan y Rudian habían encargado la máscara especialmente para su pequeña hermana, diseñada para adaptarse a su imagen.
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