⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Qué, qué está pasando?
—¿Qué es esto?
—¡¿Qué demonios?!
La gente gritaba. La plaza se llenó de caos en un instante. Ferdian y Rudian reaccionaron abrazando a Thiel.
Un denso humo negro, que se había originado en el centro de la plaza, cubrió rápidamente a los ciudadanos del Imperio, y luego envolvió a Thiel, Ferdian, Rudian y Karthus.
Los caballeros de Asterian adoptaron una postura defensiva. Todos miraban hacia el centro de la plaza, de donde había surgido el humo.
Ese era el lugar donde estaban los líderes de las cinco familias, el Emperador y el príncipe heredero.
¡Abuelo! ¡Ian-nim!
Thiel, a pesar del humo, forzaba sus ojos para intentar distinguir las figuras familiares en medio de la neblina.
Pero el humo era tan denso que no dejaba escapar nada, y Thiel tuvo que cerrar y abrir los ojos varias veces mientras tosía.
Y poco después, el humo se disipó.
—¿Qué… qué es eso?
—Esto es… una locura…
Los ciudadanos del Imperio, al ver lo que emergía del humo, quedaron horrorizados al unísono.
Los líderes de las cinco familias observaban con semblantes incómodos hacia el centro de la plaza, y en el centro de sus miradas…
¿Ian… -nim?
Iandros Crassion, el príncipe heredero de este Imperio, tenía su mano derecha extendida, usando su habilidad mientras miraba con claridad a los ciudadanos del Imperio.
El espacio vacío que Ian siempre abría, que solía ser de un brillante color blanco y grande, estaba ahora teñido de un oscuro y ominoso negro.
Ian agitó su mano una vez.
—¡…!
Se dibujó una estela negra en el aire, y en seguida, como si el espacio se rasgara, los objetos de la plaza comenzaron a ser absorbidos, uno tras otro, por la abertura.
El Emperador, al ver esto, con el rostro pálido de terror, gritó a los caballeros del palacio.
—¡Evacúen a todos de inmediato!
Alpheus también tenía el rostro blanco como el papel. Tanto él como Karthus dieron órdenes a los caballeros de Asterian.
—La mitad ayudará a evacuar a los ciudadanos, y la otra mitad protegerá a los niños. Nos retiraremos de inmediato.
Cuando tanto el Emperador como el líder de la familia Asterian mencionaron la palabra ‘evacuación’, los ciudadanos, presas del pánico, comenzaron a huir de la plaza en desorden.
—¡No empujen!
—¿Qué era eso? ¡¿No era el príncipe heredero?!
—¡Claro que era el príncipe heredero! ¡Pero qué está pasando!
La gente tropezaba y caía mientras intentaban escapar. Los caballeros de las familias intentaban mantener el orden para que los ciudadanos pudieran huir de forma más organizada.
Ferdian levantó a Thiel en brazos, y Karthus y Alpheus comenzaron a avanzar, seguidos de cerca por Rudian.
Por alguna razón, todos estaban huyendo de Iandros…
—¡Esperen, un momento!
Thiel, asustada, llamó rápidamente a Alpheus y Karthus, que caminaban a paso acelerado. Ambos se giraron.
—Thiel, no tenemos tiempo para explicaciones. Tenemos que salir de aquí ahora.
—¿Eh? ¿Pero Ian-nim está usando su habilidad?
—Eso… no es que esté usando su habilidad. Está siendo consumido por ella.
Karthus habló con serenidad, y los ojos de Thiel se abrieron aún más, casi incapaz de abrirse más.
—¿C-consumido?
—Sí, por eso debemos irnos. No podemos dañar el cuerpo del príncipe heredero.
¿Consumido por su habilidad?
Era algo que Thiel no podía comprender del todo.
Miró hacia Iandros de reojo. Como los que estaban cerca de él ya habían evacuado, no quedaba nadie alrededor de Iandros.
Sin embargo, Iandros no parecía tener la intención de perseguir a los que huían; simplemente permanecía de pie, absorbiendo los objetos de la plaza en su espacio vacío.
Entonces, una duda fugaz cruzó por la mente de Thiel.
Entonces, si yo me voy…
Si yo me voy, ¿dejaré a Ian solo ahí?
Era una pregunta completamente irracional. No era el tipo de pensamiento que debería tenerse frente a alguien que estaba enloquecido, absorbiendo todo lo que se cruzaba en su camino.
Y aun así, Thiel, que era tan joven y que había llegado a querer al bondadoso y un poco tonto Iandros…
Thiel se revolvió.
—¿Eh? ¡Thiel, Thiel! ¡Espera!
—¡Un momento!
Ferdian no pudo mantener un buen agarre en su pequeña hermana, y finalmente la dejó caer.
Thiel, que había caído al suelo con un ligero rebote, miró a Ferdian, Rudian, Alpheus y Karthus.
—Si me voy, Ian-nim tendrá que quedarse solo, ¿verdad?
—Thiel… no, no puedes. Esto no es algo que puedas arreglar. No es lo mismo que lo de Ferdian.
—Cuando yo estaba sola, Ian-nim me salvó…
Thiel dobló un dedo.
—Cuando estaba huyendo, él me ocultó.
Dobló otro dedo.
—Me llevó hasta Asterian.
Otro dedo se dobló.
—Y en el templo, me ayudó para que no tuviera problemas…
La niña sonrió.
Era una sonrisa decidida y madura, poco común para una niña de siete años.
—Así que creo que ahora me toca a mí ayudar a Ian-nim… al menos una vez.
No era que confiara en su habilidad.
No era que creyera que podría calmar a Ian, como había hecho con Ferdian.
En aquel momento, había tenido la certeza de que podría calmar a Ferdian, porque una voz le había susurrado al oído, alentándola.
Pero ahora no tenía esa certeza, ni oía esa voz susurrante y amable en su oído. Solo que…
—Él no me hará daño.
Iandros no me hará daño.
Pase lo que pase, él no me lastimará. Intentará protegerme.
Porque esto, esto sí lo sé con certeza.
Iandros no haría nada que me perjudicara, pase lo que pase.
—¡Thiel! ¡Es una locura!
Ferdian extendió su mano hacia Thiel, pero ya era demasiado tarde.
Thiel corrió rápidamente hacia Iandros.
—¡No! ¡Debemos detenerla!
Alpheus gritó con desesperación, y Karthus salió corriendo, pero también fue tarde.
No lograron alcanzarla; la pequeña figura de Thiel se alejaba cada vez más. Se alejaba… y entonces…
—¡Ian-nim!
Thiel saltó mientras extendía su mano hacia Iandros. Él la miró, sorprendido. El cabello blanco de la niña brillaba bajo el sol, resplandeciendo como un ópalo.
¡Kugugugung!
El enorme espacio vacío de Ian emitió un sonido de desgarramiento y se abrió aún más, como la boca de una serpiente, lista para devorar a su presa.
—¡Thiel!
Karthus gritó el nombre de su hija.
Pero Thiel no miró atrás.
Frente a ese espacio abierto como la boca de una serpiente, que parecía que la absorbería en cualquier momento, Ian miró a Thiel con una expresión de sorpresa.
Y no solo Ian estaba asombrado, los demás también lo estaban.
—¿Q-q-qué está haciendo…?
El Emperador Wilhelm, incrédulo, tartamudeaba mientras observaba la impactante escena.
Esa niña era la que había manifestado la habilidad de la luz, la única esperanza del Imperio Cracion.
Al mismo tiempo, era la nieta de su amigo y la preciada niña que la familia Asterian había recuperado después de siete largos años…
Y aun así…
No podían dejar que muriera de esa manera. Wilhelm miró instintivamente a Alpheus, como culpándolo por no haber detenido a su nieta.
Pero Alpheus también estaba paralizado, mirando a la pequeña niña sin poder hacer nada, lo que hizo que Wilhelm no pudiera gritarle.
En realidad, si alguien debía ser culpado por no controlar a la niña, no era Alpheus, sino…
—No… no puede ser…
Wilhelm, con la boca abierta, miraba a Iandros y a Thiel.
Wilhelm era una de las pocas personas que sabía exactamente cómo habían terminado los padres de Iandros, su propio hijo.
Por eso, no podía intervenir imprudentemente ni simplemente quedarse mirando.
Se escuchaban gritos desde todas direcciones advirtiendo que no se acercaran, pero la pequeña niña no parecía tener miedo de nada mientras corría hacia Ian.
—¡Ian!
Thiel llamó su nombre mientras saltaba hacia sus brazos, abrazándolo.
—¡…!
Al mismo tiempo, el cuerpo de Ian comenzó a inclinarse, deslizándose lentamente hacia el espacio vacío.
El pequeño cuerpo de Thiel también fue arrastrado.
La pequeña niña, que abrazaba a Ian con todas sus fuerzas para no soltarlo, eligió arrojarse al espacio vacío junto con él.
Y entonces, de repente,
Boom,
……
El espacio vacío se cerró.
Los ciudadanos del Imperio, que huían aterrados, miraron la plaza que ahora estaba en completo silencio.
El centro de la plaza, donde hace unos instantes había un vendaval furioso.
Ahora no tenía a nadie.
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