⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¿Qué… qué has dicho?
Ferdian frunció el ceño, como si no hubiera oído bien, y preguntó de nuevo.
—¿Qué hicieron? ¿Qué hizo Thiel con Iandros?
—¿Qué es lo que he escuchado?
Ferdian y Rudian se miraron mutuamente. Los dos hermanos, idénticos, intercambiaron una mirada desconcertada antes de que Rudian finalmente hablara, con dificultad.
—Lo que quiere decir es que…
—…
—Thiel… se marcó con Ian…
Rudian intentó completar la frase, pero se agarró la cabeza con una expresión desesperada, como si el mundo se le hubiera venido abajo.
A su lado, Ferdian, que se había mantenido tranquilo, se desató el lazo con el que llevaba el cabello recogido, se lo ató de nuevo y se levantó con una sonrisa brillante.
—¿Ferdian, a dónde vas? —preguntó Alpheus, mirándolo con desconfianza.
—Por favor, cedo el puesto de sucesor a Rudian. Parece que tengo asuntos que atender en el palacio imperial —dijo Ferdian, sonriendo.
—Agárrenlo —ordenó Alpheus de inmediato.
Karthus, que mantenía una expresión tranquila, apareció de repente y presionó firmemente el hombro de Ferdian.
—Quédate quieto.
—…
—No eres el único que está aguantando. No hagas tonterías.
Ante la advertencia severa de Karthus, Ferdian intentó levantarse, pero terminó sentándose de nuevo en silencio.
—Entonces, ¿qué va a pasar? —preguntó Rudian, mirando a Alpheus con una expresión de desconcierto.
Pensaba que era un alivio que Thiel no estuviera presente.
Si Thiel estuviera allí, Ferdian, quien siempre había sido amable con ella, probablemente habría perdido la calma y empezado a interrogarla, exigiendo saber qué le había hecho ese sinvergüenza de Iandros.
—La marca no se puede romper —dijo Karthus con calma.
—¡Pero debe haber una forma…!—
—No se puede romper. No es por nada que los seres hombre-bestia evitan las marcas.
La marca implicaba un riesgo demasiado grande. No había manera de deshacerla, y aunque existiera un método, no había garantías de que Thiel no correría peligro.
El ambiente se tornó tenso de inmediato. Alpheus y Karthus suspiraron.
—No entiendo cómo ocurrió. Se dice que Su Alteza el Príncipe Heredero estuvo inconsciente todo el tiempo…
—¿Está diciendo que Thiel hizo la marca sola?
—No es posible marcarse sola, así que, de alguna manera, debió haber una interacción entre ellos. El problema es cómo ocurrió. ¿Qué método utilizaron? —murmuró Alpheus.
—Abuelo —llamó Ferdian en voz baja.
—¿Qué quieres?
—Si Thiel se marcó con Iandros, ¿se convertirá en la futura princesa heredera?
—Así es.
—Entonces, ¿Thiel vivirá en el palacio del príncipe heredero?
—Probablemente.
Ferdian soltó una risa seca.
—Voy a matar a Iandros…
—¡Oye, oye!
Antes de que Ferdian cruzara la línea, Rudian le tapó la boca apresuradamente.
—Pero escucha, Rudian. Mi hermana tiene apenas siete años, y no ha pasado ni un año desde que la encontramos. ¿Tenemos que enviarla al palacio imperial ya?
—…
—Así que… lo mejor sería…
—Basta.
Karthus interrumpió a Ferdian una vez más. Ferdian guardó silencio.
Alpheus y Karthus intercambiaron una mirada en el aire.
—Karthus.
—Sí.
Karthus asintió.
Ferdian y Rudian observaron a los dos con expresiones de curiosidad.
Alpheus y Karthus parecían tener algo importante que decirles.
—Hay una manera de evitar que Thiel se vaya al palacio imperial.
—¿Cuál es?
—¡Si existía una manera, debieron habérnosla dicho antes!
Rudian explotó de frustración, pero ni Karthus ni Alpheus lo reprendieron.
Simplemente cerraron la boca como si estuvieran reflexionando.
—Ferdian, tu opinión es importante.
—Dígame —respondió Ferdian, asintiendo.
—Si Thiel hereda el título de líder de los Asterians, no tendrá que ir al palacio inmediatamente.
—…
Karthus quiso continuar hablando, pero se detuvo.
Ferdian había crecido durante once años como el sucesor de Asterian y era el niño destinado a suceder a Karthus como líder de la familia.
Sabían lo difícil que era decirle esto a Ferdian.
—Por eso no queríamos mencionarlo.
Desde que otros clanes comenzaron a ver a Thiel y a los Asterians como una amenaza, Alpheus y Karthus habían discutido este tema en varias ocasiones.
Pero habían intentado evitar sacarlo a relucir.
—El palacio imperial sería peligroso para Thiel. Todos lo saben.
Thiel había mostrado habilidades extraordinarias de luz.
Y se había difundido el rumor de que esas habilidades podrían fortalecer las de los Asterians y los Nesstian.
Incluso había surgido la absurda idea de que tener a Thiel cerca permitiría usar poderes más fuertes.
Enviar a Thiel al palacio imperial sería como dejarla sola en un campo de batalla.
—Aunque el Emperador y el príncipe prometan protegerla…
El palacio imperial es grande.
Eso significa que en cualquier momento, en cualquier lugar, alguien podría intentar hacerle daño a Thiel.
El lugar más seguro para ella es la residencia de los Asterians en su territorio.
Para eso, necesitaban una solución que asegurara que nadie pudiera quitarle a Thiel. Y esa solución era…
—Que Thiel se convierta en la líder.
Si Thiel asumía el cargo de líder de los Asterians y Alpheus manejaba los asuntos hasta que ella creciera, no habría problemas para dirigir la familia.
Además, siendo la líder de los Asterians, no podría mudarse fácilmente al palacio imperial. Aunque no evitaría que se convirtiera en princesa heredera, al menos retrasaría ese momento.
—Al menos hasta que Thiel crezca.
Thiel era muy pequeña y joven.
Solo tenía siete años, y debido a que no había sido bien alimentada en Nestyán, su crecimiento había sido tardío, por lo que era mucho más pequeña que los niños de su edad.
En otras palabras, era una niña pequeña que no podía defenderse por sí misma.
Y era deber de los adultos, y de su familia, proteger y cuidar de ella.
Sin embargo, esto era solo la opinión de Karthus, y no tenía intención de imponer esa responsabilidad y deber a Ferdian.
Si Ferdian se negaba, Alpheus y Karthus buscarían otra solución.
Karthus miró suavemente a su hijo, que ya había crecido mucho, y colocó su gran mano sobre su pequeña cabeza.
—Ferdian, no te estoy obligando a nada. Tienes que tomar tu propia decisión. Nadie juzgará la elección que hagas.
—¿Me está diciendo que debo tomar mi propia decisión? —preguntó Ferdian, mirando directamente a Karthus.
Su hijo, que había crecido tanto, miraba ahora a su padre.
El padre no dijo ni hizo nada, simplemente observaba a su hijo en silencio.
—Entrégale a Thiel el título de líder.
—Ferdian, lo más importante es tu voluntad. Tú…
—La única voluntad que importa no es la mía. Después de nuestro abuelo, el próximo en recibir el liderazgo no debería ser yo, sino usted —dijo Ferdian con claridad mientras miraba a Karthus.
La voz del joven era firme, sin vacilaciones ni arrepentimiento, lo que dejó a todos en la sala sorprendidos.
—Pero como me lo está preguntando, parece que usted ha decidido renunciar al liderazgo.
—Sí —respondió Karthus.
Por Thiel, Karthus estaba dispuesto a renunciar no sólo al título de líder, sino a cualquier cosa, incluso a su vida si fuera necesario.
Thiel era alguien indispensable para los Asterians, alguien que jamás quería volver a perder, la niña más querida entre los ‘panteras negras’ de Asterian.
Ferdian asintió, como si hubiera esperado esa respuesta.
—Entonces, ¿por qué me lo preguntan? Si usted, que ha pasado su vida preparándose para heredar el liderazgo de los Asterians, está dispuesto a renunciar a ello por Thiel, ¿qué me impide a mí hacer lo mismo?
—…
—El título de líder de los Asterians no es importante para mí. Si puedo salvar a Thiel, estaría dispuesto a dárselo a un mendigo.
—No puedes hacer eso. ¿Qué estás diciendo? —murmuró Alpheus, el actual líder de los Asterians y la persona a la que Ferdian y Karthus intentaban evitar heredar el título.
—Es solo una forma de hablar. En cualquier caso, no necesitan preocuparse por mí. Hagan lo que quieran hacer.
—Ferdian…
—Seguiré lo que decidan. Haré lo que sea necesario para proteger a Thiel.
Los ojos dorados de Ferdian brillaban intensamente.
Como cuando Thiel abrazó a Ferdian, que estaba fuera de control, y cubrió el cielo sobre el campo de entrenamiento con su luz…
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