⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Eso es absurdo —dijo Khartus, mirando al Emperador.
Después de inclinar ligeramente la cabeza con respeto, continuó hablando de manera cortés y educada.
—Como mencioné antes, Thiel tiene solo siete años. Es una niña que aún no ha crecido por completo. No me gustaría que se le impusiera una carga tan pesada a una niña tan joven.
—¿Quién está tratando de imponer una carga tan pesada a una niña de siete años? ¿Somos nosotros, que estamos tratando de evitarlo, o es la familia Asterian que insiste en hacerla su líder?
Zender respondió con sarcasmo. Los otros líderes de las familias también asintieron ligeramente o añadieron breves palabras, mostrando su acuerdo con Zender.
—Sin duda, el Duque Buchanan tiene razón en lo que dice.
—Es cierto.
Alpheus y Khartus fruncieron el ceño al ver la reacción. Aunque ya habían considerado que habría oposición, no esperaban que Zender fuera tan contundente.
Ahora, ni siquiera el Emperador podría ponerse del lado de la familia Asterian. Stefano había intentado defenderlos, pero su voz ya había quedado opacada por las palabras de Zender.
En ese momento.
—…Eso es absurdo.
La puerta se abrió, y Iandros Cracion apareció.
Todos los presentes abrieron los ojos sorprendidos, mirando a Iandros.
Iandros, sin prestarles atención, caminó directamente hacia el Emperador y se inclinó ante él.
—Su Majestad.
—¿Iandros? ¿Cuándo despertaste?
—Acabo de despertar. Apenas lo hice, vine de inmediato a preguntarle algo a Su Majestad. Sin embargo…
La fría mirada de Iandros se dirigió primero hacia Zender y luego hacia los otros líderes de las familias.
—Están discutiendo algo bastante interesante sobre una niña de siete años.
—Ian.
El Emperador lo reprendió, pero Iandros, ignorándolo, miró directamente a Alpheus Asterian y le dijo:
—Duque, ¿aceptarás esa propuesta?
—…
—No es una propuesta, ¿verdad? Ahora se ha convertido en algo que debe lograr si quiere que esa niña sea la líder de los Asterian.
A pesar de que el joven príncipe heredero estaba actuando de manera audaz frente a los líderes de las principales familias del imperio, nadie se atrevía a oponerse a él.
Ni siquiera el Emperador.
Todos recordaban el poder asombroso que el príncipe heredero Iandros había demostrado en Luminaria.
Alpheus no respondió y solo miró a Iandros, quien también sostuvo su mirada sin desviarla.
—La tierra donde nunca amanece está en el extremo norte del imperio. Es un camino largo y peligroso para que Thiel vaya sola, por lo que… —Iandros miró a Zender—. Yo la acompañaré.
—¿Su Alteza?
—Le debo un favor a esa niña. He estado buscando una oportunidad para devolverlo, y esta es perfecta. Su Majestad.
Iandros se giró para mirar al Emperador. El Emperador, al ver cómo Iandros había irrumpido repentinamente en la reunión, presionó su cabeza como si tuviera un dolor de cabeza y asintió, indicándole que continuara.
—Si Thiel Asterian acepta esta propuesta, la acompañaré y la apoyaré en todo lo que pueda. Pido su permiso.
—…¿Apoyarla?
—Exactamente. Después de todo, es la niña de la leyenda, con la habilidad de la luz. No creo que necesite mi ayuda, pero haré lo posible por asistirla.
—Iandros, no deberías precipitarte. Aún no te has recuperado del todo, sería mejor que primero…
—En lugar de esto, ¿no deberíamos llamar a la interesada y preguntarle su opinión?
Iandros ya no estaba escuchando al Emperador. El rostro del Emperador se oscureció al darse cuenta de que el príncipe heredero no estaba prestando atención.
—Haa… Duque Evald, ¿qué piensas tú?
El Emperador miró a Alpheus. Alpheus pareció meditar por un momento antes de hablar.
—Honestamente, no creo que Thiel pueda traer el amanecer a la tierra donde nunca amanece, como dice la leyenda. Las leyendas son solo eso: leyendas.
—Exacto.
—Sin embargo, escuchar la opinión de la propia Thiel parece una buena idea. Nosotros pensamos de esta manera, pero ella podría tener una perspectiva diferente.
—Entonces, tráiganla.
—Está esperando afuera. Voy a pedir que la llamen.
Alpheus se volvió hacia un sirviente del palacio y le ordenó:
—Traigan a Thiel.
El sirviente asintió con una reverencia y salió apresuradamente de la sala.
Poco después, las grandes puertas se abrieron lentamente, y la niña que todos estaban esperando apareció.
—¡Ah, hola!
Thiel, parpadeando rápidamente con ojos grandes y redondos, hizo una pequeña reverencia levantando su vestido frente al Emperador.
—Thiel Asterian saluda a Su Majestad el Emperador…
Aunque su saludo era algo torpe, Alpheus y Khartus sonrieron ampliamente al ver el esfuerzo que había puesto.
Al mismo tiempo, el rostro de Zender se contrajo. La forma en que Thiel se comportaba, tan distinta a cuando vivía en la casa Nesstian, lo irritaba profundamente.
Thiel, sin prestar atención a Zender, miró a Alpheus, Khartus y luego a Iandros, que estaba de pie junto a ellos.
—¡Ian-nim!
¡Por fin has despertado! Thiel sintió una inmensa alegría al ver que Ian había despertado y la estaba observando.
Tuvo que reprimir su impulso de correr hacia él, abrazarlo y saludarlo efusivamente.
Justo cuando Thiel logró controlarse y se disponía a acercarse a Khartus y Alpheus, Khartus la llamó suavemente.
—Thiel, ven y párate frente a Su Majestad.
—Sí.
Thiel asintió y caminó lentamente hasta colocarse frente al Emperador. Luego, lo miró hacia arriba.
—¿Me ha llamado?
—Sí, Thiel. Tengo algo que preguntarte.
—Sí, adelante.
—¿Es cierto que deseas convertirte en la líder de la familia Asterian?
Thiel entrecerró los ojos ante la repentina pregunta. No esperaba que el Emperador le hiciera esa pregunta…
Después de pensar brevemente, Thiel miró al Emperador y asintió con la cabeza.
—Sí, es cierto.
—Entonces, ¿estarías dispuesta a intentar lo imposible para lograrlo?
—¿Lo imposible?
Thiel frunció levemente el ceño mientras preguntaba. El Emperador asintió.
—Eres muy joven y débil aún. No puedes convertirte en la líder de Asterian y gobernar sobre todas las familias. Sin embargo, si demuestras tu habilidad, todo cambiará.
—Eso significa…
—En el imperio de Cracion existe realmente la tierra de la leyenda, donde nunca llega el amanecer. ¿Podrías traer el amanecer a esa tierra?
—¿…?
Thiel ladeó la cabeza, confundida. ¿Traer el amanecer a una tierra donde no amanece? No entendía completamente de qué estaba hablando el Emperador; era una idea demasiado difícil para una niña de siete años.
Pero entonces…
—¿Podría hacerlo?
Preguntó Thiel audazmente, mientras los líderes de las otras familias la observaban con atención. El Emperador también miraba a la pequeña niña frente a él, y soltó una leve sonrisa.
—Eso no lo sé.
—Yo tampoco lo sé, pero… ¿es algo que debo hacer, verdad?
—No es algo que debas hacer ahora, en este momento.
—Pero, de todos modos, es algo que tendré que hacer en algún momento, ¿verdad?
—Así es.
—Entonces lo haré ahora. No huyo de lo que debo hacer. Si es algo que tengo que hacer, lo haré con seguridad.
Las palabras de Thiel eran sorprendentemente maduras y responsables para una niña de siete años.
Todos los líderes presentes la miraron con asombro. Thiel asintió nuevamente y agregó:
—No evito lo que debo hacer… eso es algo que aprendí en Asterian.
Mientras todos se sorprendían ante la actitud madura de la pequeña niña, había tres personas que no se sorprendieron.
Dos de ellas eran Alpheus y Khartus, quienes ya conocían la valentía, madurez y determinación de Thiel.
Y la otra persona…
—Thiel.
Iandros, quien había permanecido en silencio a su lado todo este tiempo, la llamó suavemente. Thiel giró lentamente la cabeza para mirarlo.
—Thiel, si has decidido hacerlo, yo te acompañaré.
—¿Ian-nim?
—Iré contigo. Te ayudaré a cumplir con lo que debes hacer.
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