⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Ante las palabras de Ian, todos contuvieron la respiración y miraron al Emperador Wilhelm.
Sin embargo, el Emperador, sin intenciones de detener a Ian, los miró y dijo:
—Entonces, está decidido.
El Emperador miró lentamente, uno por uno, a los demás líderes de las familias.
—Iandros, el príncipe heredero, acompañará a Thiel Asterian, quien debe traer el amanecer a la tierra donde nunca amanece.
—Entendido.
—Acepto la orden.
Iandros y Thiel se inclinaron profundamente en señal de respeto.
Así concluyó la reunión. Los líderes de las familias regresaron a sus respectivos territorios. Aquellos cuyas familias estaban lejos se dirigieron a los alojamientos donde pasarían la noche.
Cuando todos se habían marchado, solo quedaron en la sala de reuniones, que hasta hace poco estaba llena de gente, Thiel, Iandros, el Emperador Wilhelm, Alpheus y Khartus.
—Ian, ¿cuándo te despertaste?
Tan pronto como los demás se fueron, Thiel se giró rápidamente y preguntó mientras tomaba la mano de Ian.
—Acabo de despertar. No hace mucho.
—¿Viniste aquí justo después de despertar?
—Sí, necesitaba preguntarle algo a Su Majestad. Pero…
Iandros miró a Thiel.
La pequeña niña frente a él no había crecido ni un poco desde la última vez que la vio, pero…
Es extraño. Parece que ha crecido.
Quizás fue por su actitud madura de hace un momento, pero tenía la sensación de que Thiel había crecido mucho.
Ian miró a Thiel y, con una pronunciación clara, dijo:
—Thiel, gracias por salvarme.
—¿Eh? Era lo que debía hacer… Además, tú me has salvado varias veces.
—No era algo que debieras hacer. Ninguno de los otros habría pensado en salvarme. Fuiste imprudente, pero al mismo tiempo, muy valiente, y gracias a ti, salvé mi vida, Thiel. Gracias.
Ante las sinceras palabras de Ian, Thiel sintió un nudo en la garganta y, con una leve mueca, asintió con la cabeza.
—Sí, Ian. Me alegra mucho que no estés herido.
—Bien, y… En realidad iba a preguntarle algo a Su Majestad, pero ya que estás aquí, puedo preguntártelo directamente.
Alpheus, Khartus y el Emperador Wilhelm alzaron las cejas, intuían de qué se trataba la ‘pregunta’ de Ian.
—Thiel, ¿me marqué contigo?
—……
—Cuando perdí el conocimiento, ¿me marqué contigo?
Thiel miró fijamente a Iandros.
Por alguna razón, no podía responder de inmediato.
Iandros tenía una expresión… ¿de dolor? El joven parecía suplicar que alguien le dijera que no.
Eso hizo que Thiel sintiera un dolor punzante en el corazón.
Sin embargo, no podía mentirle a Iandros, así que cerró los ojos con fuerza y asintió.
—…Sí, lo hice.
—……
—Cuando estabas dormido… me marqué contigo.
Ian llevó su mano al cuello. La marca de la ‘impronta’ entre él y Thiel brillaba débilmente en su cuello.
Ian puso su mano en el cuello de Thiel, pero a diferencia de la marca en su propio cuello, en el de Thiel no había ninguna señal visible.
Es decir, algo había salido mal y solo uno de los dos estaba marcado. Era una situación problemática… pero.
De hecho, tal vez sea lo mejor.
Ian retiró la mano. Luego, sin saber por qué, colocó la mano sobre la cabeza de Thiel, que parecía tímida y asustada.
Ante la repentina caricia en su cabeza, Thiel, temiendo que Ian se enfadara, encogió los hombros y se hizo más pequeña.
Sin embargo, lo que dijo Ian fue inesperado.
—Lo siento.
—¿Eh?
—Lo siento, Thiel. Te he hecho cargar con demasiadas cosas. Si hay algo que yo pueda cargar por ti, lo haré. Juntos.
Thiel miró a Ian con la mente en blanco. No solo no se enfadó ni la culpó por marcarlo mientras dormía, sino que se disculpó por dejar que ella lo enfrentara sola.
Perdón por hacerte cargarlo sola.
De repente, Ian le pareció muy solitario, y ese pensamiento la llevó a tomar la mano de Ian y apretarla.
—Si hay algo en lo que pueda ayudarte… también cargaré con ello. Nos hemos marcado, lo que significa que ahora somos… compañeros, ¿verdad? ¿No es así?
—…Sí.
—Así que, si hay algo que debas cargar, siempre estaré a tu lado para ayudarte. Así que no pongas esa cara tan triste…
Thiel, con una expresión algo dolorosa, bajó la mano de Ian y la sostuvo con suavidad. Aún sentía el calor en esa mano. Estaba viva, a diferencia de cuando se había quedado rígida como un cadáver frío.
Iandros miró a la pequeña niña frente a él, con el rostro endurecido, luego se cubrió la boca con el dorso de la mano y giró la cabeza bruscamente.
Pero, como todavía tenía una mano agarrada por Thiel, no pudo escapar. Solo logró girar la cabeza con la cara completamente roja.
El Emperador, que había estado observando en silencio, suspiró y llamó a Thiel.
—Thiel, ven aquí.
—Sí, Su Majestad.
Thiel soltó suavemente la mano de Ian y caminó rápidamente hacia el Emperador.
—Thiel, ¿sabes lo que significa una impronta?
—Sí, lo sé.
Una impronta significa que no se puede romper el vínculo y que la persona marcada debe pasar el resto de su vida con el animal marcado…
Gracias a una explicación sencilla de Khartus, Thiel comprendía claramente lo que significaba una ‘impronta’.
—Thiel, no tengo intención de obligarte a nada.
—Lo entiendo, Su Majestad.
—Sin embargo, la impronta es otra cuestión. La marca entre tú y Ian no está completa. Si no se maneja adecuadamente, uno de ustedes podría sufrir graves consecuencias.
Ante las palabras del Emperador, Alpheus y Khartus miraron alternativamente a Ian y Thiel con expresiones ambiguas.
Thiel giró la cabeza para mirar fijamente a Ian, luego volvió a mirar al Emperador.
—Entonces, ¿qué debo hacer?
—Deberás regresar para completar la impronta. Prepararemos todo lo necesario en el palacio. Lamento que tengas que pasar por esto, Thiel.
Ian abrió la boca para decir algo, pero se contuvo. El Emperador los observó a ambos, a Iandros y a Thiel, con una expresión sombría.
Esto nunca debió haberse retrasado.
Sin importar cuánto Ian se hubiera opuesto, sin importar sus rabietas o enfados, debería haberle encontrado rápidamente una prometida adecuada para hacer la impronta.
Si eso hubiera ocurrido, nada de esto estaría pasando ahora.
Hubo un tiempo en que Wilhelm pensó que Thiel era la ‘compañera perfecta para Ian’.
La poderosa habilidad de la luz de Thiel, que pertenecía a la familia Asterian, era lo suficientemente fuerte como para que una impronta con Ian no le causara daño. No había nadie más adecuada para ser la princesa heredera que Thiel Asterian.
Sin embargo, ahora, al observar a su nieto tratando a esta pequeña niña como si fuera el tesoro más preciado del mundo, y a la niña dispuesta a sacrificarse por él, se dio cuenta de lo tonto y egoísta que había sido su razonamiento.
Alpheus, como si hubiera leído los pensamientos del Emperador, lo miró fríamente.
Y luego dijo:
—Thiel.
Alpheus abrió los brazos hacia Thiel. Ella vaciló y miró al Emperador buscando aprobación. El Emperador le sonrió con la mayor suavidad posible para que no se asustara.
—Adelante.
—¡Gracias, Su Majestad!
Thiel hizo una reverencia al Emperador y corrió hacia Alpheus, arrojándose a sus brazos.
—¿Abuelo?
—Thiel, te prometí que no tendrías que involucrarte, pero este viejo abuelo no fue suficiente, y te obligué a actuar una vez más.
Alpheus acarició suavemente la redonda cabecita de Thiel. Ella lo abrazó con fuerza.
—Vamos, ¿por qué todos me piden perdón? Yo… ya no quiero escuchar disculpas, abuelo…
Thiel murmuró con un ligero tono de queja. Alpheus, sorprendido al ver esa faceta de ella por primera vez, abrió los ojos grandes y la abrazó aún más fuerte.
—Entonces, ¿qué te gustaría escuchar?
—Dime que hice un buen trabajo, abuelo. Que fui increíble… que no deshonré el nombre de Asterian.
Si dijera que no estaba nerviosa hace un momento, sería mentira.
Thiel siempre había tenido miedo de los lugares llenos de gente, y las personas reunidas allí no eran humanos comunes y corrientes.
Si otro niño mayor que ella hubiera estado en su lugar, probablemente ni siquiera habría podido hablar y se habría echado a llorar.
En ese sentido, lo había hecho admirablemente. Alpheus sintió una ola de orgullo en su pecho mientras le daba unas palmaditas en la espalda.
—Sí, lo hiciste muy bien, Thiel. Fuiste increíble. No deshonraste en absoluto el nombre de Asterian. Gracias a ti, el nombre Asterian brilla aún más.
Thiel sonrió ampliamente.
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