⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—¡Revisen cada rincón! ¡Llévense todo lo que pueda servir como prueba!
—¡Atrápenlos a todos sin dejar a nadie atrás!
Los caballeros de Asterian irrumpieron en la mansión de Nesstian con rugidos atronadores que hicieron temblar la gran propiedad.
Hasta entonces, el único sonido fuerte en la mansión había sido el ocasional grito del amo de la casa, pero en un instante, el lugar quedó sumido en el caos.
Algunos, que ya preveían lo que ocurriría, se arrodillaron sin oponer resistencia. Otros, temiendo cargar con la culpa de su ‘amo’, intentaron huir.
Thiel observó con calma a los que estaban de rodillas.
Tal vez reconociera algún rostro.
Sin embargo…
No hay nadie que me resulte familiar.
¿Los sirvientes de Nesstian que Thiel recordaba ya habían sido despedidos o habían encontrado otros trabajos?
¿O tal vez aún quedaban entre ellos, pero ella no lograba reconocerlos?
Fuera como fuese, no le molestaba en absoluto no encontrar caras conocidas.
Thiel permaneció de pie en medio de la oleada interminable de caballeros de Asterian, observando la mansión de Nesstian.
La niña que una vez vivió en el pequeño desván de Nesstian había regresado después de quince largos años.
( Eres la vergüenza de Nesstian. )
( Tsk, qué desagradable. Igualita a su madre… )
¿Acaso aquellos que pronunciaron tales palabras sin dudarlo, hiriendo el alma de una niña, sabían lo que estaba por venir?
¿Sabían que esa criatura despreciada, menospreciada e incluso desechada regresaría así?
—Si se resisten, no duden en ser duros con ellos…
—Señora, según sus órdenes, hemos dado la instrucción de no dañar la mansión. Los caballeros de Asterian solo capturarán a los culpables, tal como se ha ordenado.
El comandante de los caballeros de Asterian inclinó la cabeza mientras hablaba.
Thiel sonrió levemente y asintió.
—Gracias. Pero si es necesario, pueden destruir todo sin problema.
—Entendido.
Thiel dirigió una vez más la mirada a la mansión, que en su momento perteneció a un ducado que gobernó el imperio junto a Asterian.
Nadie habría imaginado que Nesstian terminaría así por culpa de la ambición de mi abuelo.
Si Zender no hubiera sido tan codicioso, Nesstian aún sería un Ducado a la par de Asterian.
Habría sido recordado en la historia como un linaje de bestias con habilidades de congelación inigualables.
Y nunca habrían permitido que las panteras negras cruzaran las puertas de la mansión.
Al recordar aquello, Thiel se pasó un mechón de cabello tras la oreja y ladeó la cabeza.
Mmm… se siente extraño…
Lo que Nesstian anhelaba desesperadamente era la ‘habilidad’ de Thiel.
Quizás, más que la habilidad en sí, querían recuperar a Thiel, quien la poseía.
Pero al final, esa ambición los llevó a la ruina.
Qué irónico.
Hubo un tiempo en que Thiel perteneció a Nesstian.
Vivía en un desván frío donde ni siquiera el fuego traía calor.
Si Zender no hubiera cometido ‘aquello’, ella habría seguido viviendo allí.
Y la habilidad de la luz habría sido la gloria de Nesstian.
Pero Zender hirió su alma.
La despreció.
Y al final, intentó matarla.
En retrospectiva, la destrucción de Nesstian comenzó en ese momento.
¿Se habrá arrepentido?
Probablemente no.
Thiel conocía a Zender.
Incluso si pudiera regresar al pasado sabiendo todo lo que pasaría, seguiría tratándola de la misma manera.
Aunque todo el mundo cambiara, él nunca lo haría.
En ese instante, alguien se acercó y colocó una mano sobre su hombro.
Era una mano grande y firme que la sostuvo con calidez.
—Thiel, pareces estar bien, a pesar de nuestras preocupaciones.
Era Karthus.
—Papá.
Thiel alzó el rostro para mirarlo.
Dos pares de ojos dorados se encontraron en el aire.
—Me alegra verte bien.
Karthus no le preguntó qué estaba pensando.
Tampoco le preguntó cómo se sentía.
Simplemente se quedó a su lado, como si le dijera que, si quería huir, él iría con ella.
—Sí, estoy mejor de lo que esperaba. Antes de venir, estaba un poco preocupada… pero no es tan malo. No me siento mal.
Ante su respuesta, Karthus sonrió con suavidad.
Observó con orgullo a su hija, quien había crecido tanto.
Thiel ya no era solo la cabeza de Asterian.
Antes que eso, era su hija.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Mientras tanto, los caballeros de Asterian continuaban registrando cada rincón de la mansión de Nesstian en busca de ‘alguien’.
No hacía falta preguntar a quién buscaban con tanto ahínco.
El origen de todo este desastre.
Los dueños de la gran mansión sobre la llanura nevada.
Los leopardos de las nieves de Nesstian, que estuvieron a punto de arrastrar al Imperio Cracion a la ruina.
—¡Regístrenlo todo!
Los numerosos caballeros de Asterian todavía recordaban aquel día con total claridad.
El día en que el poder del dios maldito Orpheo cubrió la tierra de Arcadia.
El momento en que el Anillo de la Serpiente, creado por el dios de las calamidades, Sek, apareció en el cielo y el firmamento comenzó a resquebrajarse como un fino cristal roto.
Aquel día, los caballeros que estaban en ese lugar estuvieron a punto de perder a sus señores.
Estuvieron a punto de perder a sus amigos, a sus padres, a sus hijos.
Si Thiel no hubiera detenido los planes del dios maldito Orpheo, ninguno de ellos seguiría allí en ese momento.
Aún al recordarlo, un escalofrío les recorría la espalda.
Por supuesto, no todo lo que ocurrió aquel día fue culpa de ‘Nesstian’.
Sin embargo…
Nadie puede negar que tuvieron un papel crucial en el despertar del dios maldito Orpheo.
Era un hecho innegable.
La conexión entre Rowen Nesstian y la figura conocida como ‘Jay’ era algo que cualquier ciudadano del Imperio Cracion conocía.
Además, ¿no se había descubierto previamente que Nesstian los había encubierto cuando Asterian perseguía a Jay?
Nesstian fue cómplice de Jay.
Fueron unos necios que repitieron el mismo error que en su día cometió cierto estúpido de Everard.
Por ello, tras estabilizar la situación, Asterian comenzó un proceso de purga interna, ejerciendo su autoridad como líder del clan de las panteras.
Y así, ahora mismo…
—¡La encontramos!
Thiel y Karthus se apresuraron en dirección a la voz que hizo el anuncio.
A medida que se acercaban a los caballeros y al alboroto que se había desatado, Thiel comprendió con exactitud de dónde provenía el ruido.
Era la habitación de Rowen.
Un lugar al que, en el pasado, nunca tuvo permitido entrar.
Pero ahora, eso había cambiado.
—Hu… huhu… huhuhu…
Thiel observó a Rowen Nesstian, quien sollozaba mientras era sujetada por los caballeros de Asterian.
Parecía que hasta hace poco había estado escondida bajo las sábanas, pues estas estaban hechas un desastre, arrugadas hasta los pies de la cama.
Thiel la miró fijamente.
—…Rowen.
La llamó en voz baja.
Sin embargo, Rowen no levantó la cabeza ni reaccionó ante su voz, como si ni siquiera la hubiera escuchado.
Sus ojeras eran tan pronunciadas que llegaban hasta la parte inferior de su mandíbula.
Además, estaba tan delgada que apenas parecía un ser humano vivo.
Quizás por eso no opuso resistencia cuando los caballeros de Asterian la levantaron y comenzaron a arrastrarla fuera de la habitación.
Más tarde, los sirvientes contarían que, desde aquel día, Rowen había estado sufriendo pesadillas constantes.
Era evidente que su estado mental estaba lejos de ser el de una persona en sus cabales.
—¡Basta, basta!
Rowen gritó con desesperación.
Su expresión reflejaba un sufrimiento indescriptible.
Era inevitable, después de todo, había estado viviendo bajo la influencia del poder del dios maldito Orpheo durante demasiado tiempo.
En la habitación de Rowen también se encontró una maleta, como si alguien la hubiera lanzado en un arrebato de furia.
Estaba repleta de su ropa.
Algunas prendas estaban rasgadas, como si las hubiera destrozado en un ataque de ira.
Thiel observó la maleta por un momento.
¿Acaso había intentado huir?
Con lo inestable que estaba, difícilmente podría haber tomado esa decisión por sí sola.
Pronto, la duda se disipó.
No se había encontrado rastro de Cornelia Nesstian.
Según el testimonio de los sirvientes, Cornelia había escapado llevándose una gran maleta llena de ropa y joyas.
Durante su huida, había querido llevarse a Rowen con ella, pero al ver su deplorable estado, terminó abandonándola.
—¡Ahh! ¡Suéltenme!
Y aquella que dejó atrás a Rowen, fue capturada poco después en un pueblo portuario cercano.
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