⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Thiel había vislumbrado los recuerdos de Iandros antes.
En aquel entonces, era demasiado joven para saber si lo que había visto era un recuerdo de Ian o simplemente una alucinación.
Pero ahora.
Ahora lo sé.
Lo que Thiel vio aquel día no fue una simple alucinación, sino los recuerdos de Iandros.
El subespacio le mostró brevemente a Thiel los recuerdos de su dueño, del mismo modo en que el subespacio de la princesa le había mostrado los suyos.
Thiel dudó por un momento si debía contarle a Iandros lo que vio aquel día.
¿Y si se molesta porque es algo que vi sin permiso?
Cuando tenía siete años, Thiel había dudado en contarle a Iandros lo que vio por esa misma razón.
Pero ahora.
No, no creo que reaccione así.
Iandros no se enojaría con Thiel por algo así.
Con el tiempo y tras haber pasado tantos momentos juntos, entre ellos había nacido una confianza mutua.
Thiel sabía que Ian no se enojaría con ella, e Ian nunca traicionaría la fe que Thiel tenía en él.
Finalmente, tras tomar una decisión, Thiel habló con cautela.
—Ian, en realidad… Yo vi uno de tus recuerdos.
—… ¿Mi recuerdo?
Thiel asintió con la cabeza.
Iandros guardó silencio por un momento.
Solo el sonido de los caballos tirando de la carreta rompía el silencio dentro del carruaje.
Después de observar a Thiel por un instante, Iandros habló.
—¿Dónde?
—Cuando éramos niños. Aquel día en que perdiste el control y me arrastraste contigo dentro de tu subespacio…
Thiel volvió a recordar ese momento.
( No llores, todo está bien. Mamá está aquí… )
La voz de una mujer, suave como el canto de un pájaro, susurraba en su oído.
Thiel no había visto todos los recuerdos de Iandros, pero el subespacio le había mostrado ‘el momento más importante’.
Ese instante en que dos personas decidieron entrar por voluntad propia en el subespacio de Iandros.
Aun así, Thiel no pudo hablar de inmediato y dudó.
Porque tal vez, al mencionarlo, solo estaría lastimando a Ian.
¿Qué pasaría si Ian descubriera que sus padres habían entrado voluntariamente en el subespacio para protegerlo?
Le aterraba la posibilidad de herir a Ian.
Nadie quiere ver sufrir a la persona que ama.
Y Thiel no era la excepción.
Ella no quería ver a su amado lastimado.
Pero.
No puedo ocultarlo para siempre.
Tarde o temprano, debía hablar de ello.
Con cuidado, Thiel se movió para sentarse al lado de Ian.
Mientras ella cambiaba de asiento, Iandros le tomó la mano para ayudarla a mantener el equilibrio en la carreta en movimiento.
—Ten cuidado.
—Sí, Ian.
Ya a su lado, Thiel entrelazó suavemente sus dedos con los de Iandros.
Luego, lentamente, abrió la boca para hablar.
—Ian, aquel día… Es decir, el día en que tus padres murieron.
—Sí.
—Vi a tu madre llorando. Ella… te abrazaba mientras derramaba lágrimas.
Iandros no dijo nada y solo escuchó en silencio las palabras de Thiel.
—Te tenía en sus brazos, tratando de calmarte, y entonces miró hacia la puerta y habló.
Thiel miró directamente a los ojos de Iandros.
Sus brillantes ojos color esmeralda reflejaban la espera de sus siguientes palabras.
( No puedo tener otro hijo. )
( No puedo tener otro hijo, Su Majestad. )
( Así que hemos decidido hacer la mejor elección. )
( Por eso, hemos decidido hacer la mejor elección… )
La voz de Thiel, suave y delicada, susurró en el oído de Ian.
Como si estuviera hipnotizado, Iandros repitió con un murmullo.
—… ¿Y después?
—Después…
El subespacio de Iandros se abrió, y dos personas entraron voluntariamente en él.
Justo cuando Thiel estaba a punto de contarle todo, Iandros le sujetó la mano y la detuvo.
—No, no tienes que decirlo.
—……
—Lo sé. Sé lo que pasó después…
Frunció el ceño, como si algo no tuviera sentido.
—Pero, ¿a quién le decía esas palabras mi madre? Mientras me sostenía en brazos… ¿A quién? ¿Quién estaba en la mansión aquel día?
Iandros parecía confundido.
Thiel lo escuchó con atención e intentó recordar aquel día.
Pero no hacía falta.
—Ian.
—Sí, Thiel.
—Aquel día, solo una persona pudo haber estado allí. Tú también lo sabes…
Ese lugar no era uno al que cualquiera pudiera entrar y salir libremente.
Además, si los padres de Iandros hablaban con alguien usando un tono formal…
—… Sí.
Iandros asintió con la cabeza.
Él también lo había comprendido.
Quién fue la persona que visitó la mansión aquel día.
Quién lo sacó sano y salvo de aquel caos y lo llevó al palacio imperial…
En ese momento, un recuerdo atravesó la mente de Ian como un rayo.
Era un recuerdo muy antiguo, desvaído por el tiempo.
Tal vez ni siquiera era un recuerdo real, sino algo que su mente había recreado basándose en lo que Thiel le acababa de contar.
Sin embargo, había algo que sí era seguro.
( Hola, mi pequeño. )
La voz de su madre sonaba suave y ligera como el canto de un pájaro mientras le sonreía dulcemente.
Era una voz llena de ternura y amor.
Eso era lo único que recordaba con claridad.
Mientras saboreaba una vez más ese recuerdo, Iandros pensó en su abuelo.
Y tuvo la certeza de que, si había alguien que podía darle las respuestas que buscaba, era él.
✦ . * ˚ ✦ . * ˚ ✦
Thiel e Iandros regresaron juntos.
Después de dejar a Thiel, Ian le besó la frente antes de volver al palacio, mientras que Thiel entró en la mansión Asterian.
—Thiel…
Allí, esperándola para darle la bienvenida tras su largo viaje, había tres personas.
Thiel los llamó con alegría.
—¡Papá, abuelo!
Karthus, Alpheus y Ferdian fijaron su mirada en el rostro de Thiel, pero pronto sus ojos descendieron hasta sus manos.
Ferdian, con expresión tensa, sostuvo con cuidado la mano de Thiel tras notar el anillo en su delgado dedo.
—Ah… al final…
Su tono no parecía precisamente de felicidad.
Ferdian no se atrevió a tocar el anillo directamente, pero lo observó con intensidad, como si con la mirada pudiera comprenderlo todo.
—¿Iandros te ha propuesto matrimonio?
—¡Pero él es el príncipe heredero…!
—Y también mi viejo amigo. Thiel, ¿no crees que es un poco apresurado casarse? Como tu hermano, no puedo evitar preocuparme…
Ferdian habló con una voz que realmente sonaba preocupada.
Al verlo, Thiel pensó en Iandros sin darse cuenta.
Si Ian estuviera allí, probablemente diría: ‘No es asunto tuyo, preocúpate por tu propia boda’, y echaría a Ferdian sin dudarlo.
Y Ferdian, aunque con un gesto de resignación, se retiraría sin más remedio.
Al imaginar esa escena, Thiel no pudo evitar sonreír.
—Pero, hermano, ya tengo veintidós años. Ian y yo estamos en edad de casarnos.
Mientras Ferdian y Thiel hablaban, Karthus, que había estado escuchando en silencio, asintió con la cabeza.
—Sí, Thiel. Tienes razón.
Luego, con ternura, le acarició la cabeza.
—Ya tienes edad para casarte. Deberíamos agradecerle a Su Alteza el Príncipe Heredero por haberte esperado tanto tiempo.
Dicho esto, tomó con delicadeza la mano de Thiel.
Thiel posó su mano sobre la de su padre, grande y firme, y sus miradas se encontraron.
Karthus observó el anillo y sonrió.
—El anillo es hermoso. Se nota que Su Alteza pensó mucho en escoger algo que te quedara bien. Felicidades, Thiel.
Karthus tenía tres hijos.
Sabía que, tarde o temprano, todos partirían de su lado para casarse.
—Aunque Ferdian había declarado que nunca lo haría
Y debía prepararse para despedirlos uno a uno.
Pero ahora, al ver el anillo en la mano de Thiel, sintió que por fin estaba listo para dejar que sus hijos volaran por su cuenta.
Ese pensamiento se reafirmó aún más en su corazón.
—Mi querida hija.
Karthus le apretó la mano con cariño antes de soltarla.
Observó el rostro de su hija, que ahora se parecía más que nunca al de Lena Nesstian.
Y sonrió.
—También tengo un regalo para ti.
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