⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El lugar al que Karthus llevó a Thiel no era otro que su propia habitación.
Desde que Thiel había llegado a la mansión Asterian, no había pasado un solo día sin que entrara allí.
Karthus llevó a Ferdian y a Thiel a su habitación y los hizo sentarse en el sofá.
—Esperen un momento.
—Sí, padre.
—Sí.
Ferdian y Thiel respondieron sin dudarlo.
Ambos se sentaron en el sofá y esperaron a que Karthus regresara.
No tardó mucho en volver, llevando consigo un pequeño estuche.
El estuche, hecho de terciopelo, se veía valioso y costoso a simple vista.
—Esto es para ti, Thiel.
Karthus, sentado junto a ella, abrió el estuche de terciopelo.
En su interior apareció un deslumbrante collar.
Era el collar más lujoso y hermoso que Thiel había visto en toda su vida.
Dejando de lado la cantidad de diamantes incrustados, la pieza estaba adornada con innumerables decoraciones delicadas y hermosas, hasta el punto de que solo con mirarla se le escapó un suspiro de asombro.
Karthus tocó ligeramente el collar.
—Con esto ya debes imaginar de quién era. También era de tu madre.
Karthus sonrió.
—Nunca lo habrás visto antes. Solo lo usó en su boda y luego lo guardó. A Lena no le gustaban las cosas ostentosas. Más que este collar costoso y llamativo, prefería el que trajiste contigo cuando llegaste por primera vez a la mansión Asterian.
Thiel asintió con la cabeza.
Karthus, con los ojos ligeramente nublados por la nostalgia, observó el collar antes de hablar de nuevo.
—Cuando le pregunté por qué nunca lo usaba, se rió y me dijo que no le gustaban las cosas tan aparatosas. Y luego añadió… que si algún día tenía una hija…
Karthus empujó suavemente el estuche de terciopelo hacia Thiel.
—… Quería dárselo como regalo de bodas el día en que se casara.
—…….
—Como Lena ya no está, yo lo entrego en su lugar. Parece que ustedes dos ya han hablado sobre matrimonio, así que te lo doy de antemano.
Karthus miró a Thiel.
—Según la tradición, la tiara la entrega el esposo y el collar, los padres. No sé si te gustará, pero…
—¡Me encanta!
Thiel respondió rápidamente.
Tomó con cuidado el estuche con el collar dentro.
El collar brillaba sin cesar.
Mamá tenía el cabello plateado…
Cuando su madre llevó este collar, debió de lucir increíblemente hermosa.
Pensar en ello hizo que su corazón se llenara de emoción.
Thiel, que observaba el collar con una mirada llena de amor, levantó la vista hacia Karthus.
—¿Crees que me quedará bien?
—Por supuesto, eres la hija de Lena.
Ferdian, que había estado observando la escena en silencio, intervino.
—Sí, Thiel. Te quedará perfecto. De hecho, parece un collar hecho especialmente para ti.
El collar, hecho de platino, tenía un color similar al de su cabello, pero aún más brillante.
Thiel, con las mejillas sonrojadas, miró el collar y luego, con una sonrisa radiante, asintió lentamente.
—Sí, gracias. Lo usaré cuando me case con Iandros.
Extendió los brazos y abrazó con fuerza a Karthus, susurrándole al oído con voz temblorosa.
—Gracias, papá… ¡de verdad!
—No tienes que agradecerme. Aunque lo llame un regalo, este collar siempre te perteneció.
—Si Iandros no fuera un buen hombre, padre jamás habría sacado este collar.
Ferdian sonrió.
Sin embargo, su tono no denotaba ninguna hostilidad hacia Iandros.
Karthus rió ante las palabras de Ferdian y luego volvió a mirar a Thiel.
—Parece que ya han hablado sobre su matrimonio, así que dime, ¿para cuándo lo están planeando? —Dijo con tranquilidad—. Hay muchas cosas que preparar, así que es mejor hablarlo con tiempo.Estoy seguro de que Su Alteza el Príncipe Heredero querrá organizarlo todo a su manera, pero tampoco podemos dejar que la familia Asterian no haga nada al respecto…
Thiel escuchó atentamente las palabras de Karthus y asintió.
—Sí, creo que habrá muchas cosas que preparar. Por ahora, Iandros… parece querer casarse justo después de ascender al trono. Eso es lo que me dijo.
—Entonces será pronto.
—Sí, probablemente…
—Cuando te cases, vivirás en el palacio. Serás la Emperatriz. Por eso, antes de irte, sería bueno que nombremos oficialmente a un representante para la familia. Aunque puedas venir cuando quieras, si visitas demasiado seguido durante tu luna de miel… No se verá bien.
—Luna de miel…
El rostro de Thiel se puso rojo una vez más.
Ferdian, que la miraba con interés, aprovechó para molestarla.
—Thiel, ya tienes el anillo, ¿y aún te avergüenza la idea de la luna de miel?
—Es que…
Thiel bajó la cabeza y murmuró.
—Es natural… Será mi primer matrimonio.
—La mayoría de las personas se casan por primera vez.
—Yo aún no me he casado.
Ante los comentarios de Karthus y Ferdian, Thiel se dio cuenta de lo que había dicho y abrió los ojos de par en par, riéndose con vergüenza.
—Cierto, tienes razón.
—En cualquier caso, no hay por qué preocuparse demasiado. Cuando empieces con los preparativos, estarás tan ocupada que ni siquiera tendrás tiempo para sentir vergüenza, así que no te preocupes y…
Fue en ese momento.
Toc, toc.
Alguien llamó a la puerta.
Karthus levantó una ceja y luego, mirando hacia la puerta, asintió con la cabeza.
—¿Quién es? Adelante.
Quien abrió la puerta fue un mayordomo que trabajaba en la mansión Asterian. Se inclinó en señal de respeto y, después de ajustarse las gafas, habló con cautela.
—Ha venido un visitante.
—¿Es Su Alteza el Príncipe Heredero?
—No, viene de Wolfgang.
Apenas el mayordomo terminó de hablar, detrás de él apareció una mujer vestida con un vestido elegante.
Era una mujer hermosa con el cabello gris y ondulado que caía hasta su cintura. Se encontraba detrás del mayordomo, sonriendo mientras miraba a Karthus, Ferdiane y Thiel.
—¡Thiel!
No había nadie en ese lugar que no la reconociera.
Era Olivier Wolfgang.
—¿Has viajado con el Príncipe Heredero? Entonces eso significa que pronto se casarán.
Era la prima de Thiel. Una familia que la quería y apreciaba tanto como Ferdian y Rudian.
Ante su repentina pero bienvenida aparición, el rostro de Thiel se iluminó con una gran sonrisa, mientras que Ferdiane negó con la cabeza con una expresión ligeramente exasperada.
—Qué rápido te llega la información.
Por otro lado, Karthus, observando la escena con diversión, sonrió levemente.
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—¿Regresaste bien? ¿Cómo estuvo el viaje?
Cedric, el ayudante de Iandros, le preguntó mientras permanecía a su lado. Ian, mientras era atendido, asintió con satisfacción.
—Fue mejor de lo que esperaba.
—¿Logró llevar a cabo lo que había planeado?
—Sí, le regalé un anillo a Thiel. También le pedí que viviéramos juntos y…
Al recordar aquel momento, Ian dejó escapar una leve risa. Por un instante, su expresión se suavizó.
—Thiel me dio su respuesta.
—La señorita Thiel ha estado comprometida con Su Alteza desde hace mucho tiempo. Era de esperarse que no rechazara su propuesta. Pero, ¿aun así le hace tan feliz?
—Por supuesto, Cedric.
Ian dirigió su mirada hacia él.
—Escuchar una suposición y oír la respuesta con tus propios oídos son cosas completamente diferentes. ¿No te lo he dicho antes? No quiero que mi matrimonio sea algo que suceda solo por inercia.
—Sí, lo recuerdo.
—Por eso estoy satisfecho. Ahora quiero llevarla a viajar a otros lugares. A Thiel le gusta viajar…
De repente, Ian dejó su frase inconclusa.
Frunció el ceño ligeramente, como si estuviera pensando en algo, y luego, con una expresión de comprensión, miró a Cedric.
—¿El Emperador está en sus aposentos?
—Sí, Su Alteza. Desde que supo que había regresado, lo ha estado esperando.
—Bien, iré a verlo de inmediato. Hay algo que quiero preguntarle.
Cedric asintió y se retiró.
Poco después, Iandros se dirigió a donde estaba Wilhelm.
El anciano Emperador no pareció sorprendido cuando Ian llegó. Era como si hubiera estado esperando su visita desde el momento en que supo que su carruaje había llegado al palacio.
—¿Tuviste un buen viaje?
—Sí, Su Majestad.
Un incómodo silencio se extendió entre ellos.
El Emperador, incapaz de soportar la tensión, asintió y habló primero.
—Entonces, puedes ir a descansar. Podemos hablar del viaje en otra ocasión. Debes estar cansado, así que por ahora…
En ese momento, Iandros lo interrumpió.
—No, Su Majestad. Antes de eso, hay algo que quiero preguntarle.
—¿De qué se trata?
—Su Majestad nunca me ha contado con exactitud lo que sucedió el día en que murieron mis padres, ¿verdad?
Ante las palabras de Ian, Wilhelm entrecerró los ojos y lo observó fijamente.
Sin embargo, Ian continuó hablando sin vacilar.
—Yo recuerdo lo que ocurrió ese día.
Tenía un recuerdo borroso de aquel momento.
El Emperador había intentado matarlo cuando era un niño. Sus padres, en un intento desesperado por salvarlo, se interpusieron ante las espadas y sacrificaron sus vidas.
Gracias a su sacrificio, Iandros había logrado sobrevivir. Sin embargo…
Tengo la sensación de que hubo algo más.
Esa sensación se había vuelto más fuerte y clara después de escuchar las palabras de Thiel.
Frente a ella, Ian había dicho que no recordaba bien quién había llegado a la mansión ese día. Pero, en realidad, sí lo recordaba.
Y según su memoria, la única persona que había llegado a la mansión en ese momento era su abuelo.
Iandros fijó su mirada en el Emperador.
—Pero siento que mis recuerdos no son suficientes.
—…
—Antes de ascender al trono, quiero conocer la historia de mis padres. Y también la suya, Su Majestad.
Dentro de la complicada relación entre abuelo y nieto, había surgido una pequeña grieta.
Thiel.
Y, como siempre, aquella grieta había sido creada por Thiel.
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